A diario tanto el progresismo , como el reformismo izquierdista decadentes , no hacen otra cosa que mostrarse asombrados por las incursiones de operadores políticos directos de los intereses efectivos de un sector concentrado de la burguesía, calificando sus expresiones como simples delirios, espeluznantes ideas de difícil realización, proto-facismo, etc, unificando lo actuado bajo un marco general de perplejidad. En ese contexto Javier Milei , descuelga a diario y por todos los medios posibles, temas aislados con los que busca fijar su centralidad en la agenda. Recientemente frente a la creciente difusión de hechos de violencia , el candidato avanzó sobre el fenómeno del castigo carcelario trayendo como “novedad” lo que ya ha fracasado en otros países, afirmando la posibilidad de “cárceles privadas donde los presos paguen sus condenas con su estadía laburando”
Advertidos de la insuficiencia de ese procedimiento primario de victimización y en el mejor de los casos de pastorcillo que corre hacia sus ovejas previniéndoles de la pronta presencia del lobo, un segundo momento les muestra intentando polemizar con el ogro, sea a los gritos, sea buscando ridiculizarlo, sea intentando mostrar que sus pretendidas propuestas lucen racionalmente insuficientes. Es esa la tendencia actual.
Sin embargo el FITU naufraga en el intento, ya que por los mismos métodos que utiliza la burguesía, acude a las encuestas y advierten la creciente tendencia de fortalecimiento del lobo. En todos los casos es el método el que da cuenta del derrape ideológico precedente y concomitante de ubicar tácticamente a toda la militancia con la que se cuenta en estrategia electoral-parlamentaria, escenario donde el poder dominante se mueve como pez en el agua en tanto son los dueños de la pelota y el reglamento.
Habrá de advertirse que el poder obrero se construye con armas propias y nunca imitando al amo. Es tal la búsqueda de reconocimiento del esclavo ideológico en esta materia que nunca alcanzan al dominador las muestras de adaptación que le exhibe para su regocijo el sometido.
Confrontando con esto y buscando una superación del contradictorio , persuadidos de que la negación solo afirma lo negado, habrá que tomar constancia que el contexto histórico en que nos toca desenvolvernos remite a cambios objetivos en la estructura social y en el Estado que dan cuenta de la crisis manifiesta que exhibe el proceso de acumulación y reproducción del capital . En ese marco el crimen y el castigo y con ello la respuesta punitiva -carcelaria desde el poder burugés no pueden estar nunca desconectados , en tanto lo que se exhibe como crimen es básicamente una variante de las expresiones conductuales del hombre propias de una sociedad de clases, productora de mercancías bajo dominación capitalista, alguna de las cuales en nuestro medio asumen facetas particulares a partir del desarrollo tardío que exihiben esas estructura productiva en referencia a un mundo globalizado.
La particular definición que asume la estructura productiva capitalista, en sus faces de acumulación y reproducción permanente tiene particular incidencia en la cuestión penal y en particular en los particulares imperativos que dirigen la política criminal burguesa, siendo que la criminología mediática que impulsa la clase dominante oculta toda consideración respecto de un fenómeno esencia que redunda en el paso del hombre de la condición de trabajador a miembro individual de un colectivo selectivo que se expresa económicamente como población sobrante,
Inicialmente en el proceso de acumulación originaria que Mar describe en el primer tomo de El Capital, capítulo 26, la objetividad de ese desarrollo produjo una transformación del sujeto básicamente consistente en el divorcio del productor con la propiedad de los medios de producción y el producto que elabora. Hoy en su reproducción constante puesta en crisis por propias contradicciones objetivas, el capital muestra un segundo divorcio referido a la concentración del trabajo industrial en pocas personas y la expansión del sector contenido en la población económicamente sobrante a la que se aleja de todo proceso creador disciplinado como el que se sigue de la inserción en fábrica. Dicho de otra forma, para seguir reproduciéndose el capital no puede generar empleo suficiente y requiere por contrario , que el grueso de la población consuma mercancías en gran escala para realizar monetariamente el plus valor acumulado.
La masa de personas que en los albores del capitalismo se convirtió en un conglomerado humano de trabajadores solo sobrevivientes a fuerza de la venta de su fuerza de trabajo , hoy ha cedido paso a la necesidad de sostener a un significativo conjunto de personas en economía informal no sujeta a la disciplina social que implica el trabajo fabril y sus conexos.
Esto también tiene reflejo y generación objetiva en la educación, sobre la que giran en la constante queja de los hacedores de política exclusivamente economicista que conociendo sus límites abogan por recetas reformistas en actividades propendientes a la asignación de derechos meramente declarados . No se advierte que las necesidades educativas del poder burgués y de esa clase social de conjunto, han variado en relación con el hecho objetivo de crisis de reproducción de capital antes mencionado. De esto se traduce la existencia de establecimientos educativos devastados, preparación de contenidos deficientes, utilización de lo institucional con fines de concreción de políticas de contención social, etc. Los modos de trabajo disciplinado en las fábricas no son hoy requirentes de especiales calificaciones y capacidades en los trabajadores ocupados , proceso que se agudiza frente a la creciente automatización robótica de los instrumentos de trabajo. En otro plano esa ausencia de complejidad en las tareas se proyecta al área de servicios ámbito donde se propone la ocupación , pero como autoemprendimiento bajo la falsa conciencia de que son tareas sin patrón o el hacedor es su propio patrón . A ello se suma por extremo la venta de capacitación bajo paragua de una pretendida meritocracia.
Por referencia a este contexto se hace necesario advertir que la población que no reconoce el disciplinamiento social de la fábrica y no se nutre de un proceso educativo en concordancia con ese requerimiento , ubica a sus miembros en situación de indisciplina estructural , de la que se sigue la rebeldía por carencias nutrida además por el perfil clandestino de gran parte de la economía informal sea por evasión, blanqueo de dinero o simplemente por el desarrollo de un circuito productivo-comercial ligado a una mercancía específica como lo son las drogas prohibidas, Hay una base capitalista en la rebelión del deseo de consumo y reapropiación que padecen las personas no vinculadas a la propiedad de medios de producción que traduce cada vez con más frecuencia con la trascendencia a la operatividad de las normas penales prohibitivas, es decir, hacia la condición de sujeto pasible de vulnerabilidad frente a la ley que define lo no permitido y su castigo medido en términos de restricción temporal o permanente de libertad en establecimientos carcelarios con impronta liquidadora de toda subjetividad como eje.
El carácter funcional de la norma penal se revela en la falsa conciencia que le sirve de fundamento en tanto para su existencia es preciso ideologizar el discurso separándolo de lo real material y apelar a la noción de libre albedrío como criterio para fijar la culpabilidad de un sujeto. En función de ello se arguye, -hoy con particular desapego de la realidad- que el individuo goza de capacidad de determinación y esa facultad es de libre ejercicio, por lo cual habiéndose proyectado en una conducta que afecta un bien social según lo descripto en una ley penal la consecuencia necesaria es el castigo punitivo, que no es otra cosa que la violencia desplegada sobre la persona por el Estado que ha sido instituido con el legal y monopólico ejercicio de la violencia , física o simbólica.
Así las cosas hoy el castigo , tiene que consistir en un encierro donde al individuo se le somete a mecanismos, acciones, tratamientos, tendientes a disciplinarlos a su nueva condición de personas no requeridas por el proceso industrial productivo desarrollado en la sociedad civil. Con eso el mito resocializador toma cuerpo de modo diverso al que se enuncia, en tanto , durante el tiempo transcurrido en encierro la persona no hace otra cosa que incapacitarse para el trabajo y en función de esa peligrosidad es retenida tras los muros.
Estamos presenciando entonces una realidad que exhibe la redefinición de los presuntos fundamentos ideológicos del encarcelamiento que resta toda humanización al procedimiento penal represivo, desde el momento de la privación de libertad , pasando por los procesos judiciales hasta la materialización del castigo, medido solo con criterio peligrosista, es decir como política preventiva de la no reproducción del comportamiento y nunca como práctica de reinstalación social del suceso en la sociedad civil
En definitiva , la crisis del modo de producción capitalista implica en el plano de análisis abordado una falsa opción , pues en ninguna de las dos variantes se produce una superación positiva de la construcción de subjetividad socializada con el otro. En un caso, opera en cada vez menor medida el sometimiento a un proceso disciplinario con propósito de generar mano de obra de reserva para el mercado de fuerza de trabajo donde a pesar de todo reinan la servidumbre y la desigualdad. En el otro, cada vez más creciente, la simple imposición de castigo inhumano, buscando neutralizar al sujeto , incapacitándolo como tal .
La estructura de la administración de los castigos en las sociedades burguesas desarrolladas da cuenta de cuenta de la presencia del sistema represivo penal, conformado por un proceso finalmente dirigido a la contención y reducción de las fuerzas humanas esenciales del hombre que es abarcado por sus normas. El uso de la violencia por parte del Estado y por consiguiente su uso del derecho penal y el castigo , garantizan el control sobre la fuerza de trabajo y cosecuentemente la plusvalía, consagrando la posibilidad concreta de la explotación humana.
La disciplina es la condición básica para la extracción de plusvalor y la única lección real que la sociedad burguesa tiene para darle al proletariado, sea en la fábrica como en la cárcel. Es a esto a lo que apunta tardíamente Milei, con una receta apropiada a un capitalismo vital y no en decadencia como en el que nos desenvolvemos . El disciplinamiento carcelario con fines de capacitación subjetiva para las reglas del trabajo industrial es anacrónico a nuestro presente , en la medida en que las crisis sucesivas de sobreproducción, la alta concentración monopólica de la industria y el comercio, con incidencia como capital financiero dan como resultado una sociedad expulsiva del trabajo y no requirente del mismo .
El castigo y su referencia esencialmente carcelaria muy a pesar de Milei y su propaganda, adquiere hoy la doble característica de ser una representación tangible de la ideología social dominate en su expresión extrema y radical , una manifestación clara y convincente que exhibe la burguesía y sus operadores políticos de turno para aquellos que se niegan a adaptarse al sistema productivo del disciplinamiento y la vigencia de una sociedad de control o sencillamente no han podido hacerlo de ese modo.
Lo nuevo, lo humano, lo esencialmente liberador es lo diverso del planteo dado por de esta tendencia creciente de la política burguesa , el que a la vez muestra la falta de respuestas que en sentido humanizador tiene la clase dominante para el conjunto de la población, todas las cuales se inscriben en esa clave mayúscula de sometimiento y opresión . Es necesario negar y superar el trabajo alienado y la sociedad con a que se corresponde. Es imperioso el trabajo político militante desde la clase trabajadora ocupada en la economía formal hacia el conjunto de la economía informal y la totalidad de la población económicamente sobrante removiendo con ello la posibilidad de que se materialice la construcción deformada , e individualista que tienen de sí mismo esos hombres , llevándolos en sentido contrario hacia la unidad y solidaridad asociativa en contexto de un programa político socialista materializado a través del poder obrero .
En el capítulo ocho En su libro La Sagrada Familia, Marx nos dejó una definición del problema desde una sociedad que haya superado la ley del valor y las clases sociales que nos exime por su abrumadora racionalidad de toda otra acción intelectual que no sea otra que su transcripción:
“ …..bajo condiciones humanas , el castigo nos será en realidad mas que la condena del culpable por sí mismo. No se querrá convencerlo de que una violencia que se le aplica dese el exterior sea una violencia que él mismo se aplica. Más bien los demás hombres serán, a sus ojos, salvadores naturales que lo liberan de la pena que se habrá impuesto a sí mismo. En otras palabras, la relación será revertida”
Daniel Papalardo