El agotamiento del capitalismo como forma histórica de producción, implica un momento en su dialéctica de desarrollo y reproducción en el que se verifica un choque, una traba relevante entre el conjunto de las fuerzas de producción de bienes con los límites cada vez más estrechos que se generan desde la forma jurídica a partir de la consagración como derecho de la propiedad privada de esos medios. En cierta forma y no de modo exclusivo ese impacto por mayores adelantos, instrumentos técnicos, nuevas formas de trabajo con la necesaria concentración de riqueza que impone la propiedad privada y la imposibilidad de incremento del consumo de esos bienes que se producen de manera arbitraria y anárquica solo regulados por la ley del valor es el generador de la disputa necesaria por nuevos mercados y ubicación reproductiva del capital que lleva a los numerosos conflictos bélicos que se generan en el mundo a instancia de aparatos militares que también necesitan dar espacio a la industria armamentista y sus productos.
En ese contexto crítico aparece también de manera crítica, es decir con signos de agotamiento de lo dado y ausencia de una emergencia superadora, el fenómeno educativo y toda la estructura privada y estatal que básicamente comprende el desarrollo esquematizado a través de los extremos de ese camino , es decir , escuela-universidad
En ese contexto sectores de la burguesía a través de sus operadores políticos dejan ver de manera tangencial la estricta relación que el fenómeno educativo guarda con la acumulación y reproducción del capital y las formas que ese proceso guarda en el plano de las apariencias con las que se exhibe. En ese sentido, el fenómeno educativo, sus categorías conceptuales e ideológicas, también reconoce su historicidad. La educación le fue útil a la clase dominante en su etapa de ascenso, pero ahora, en plena decadencia, no puede más que representarle, como lo expresa un ministro de la corte suprema por remisión a todos los derechos subjetivos de las personas, “un costo” , es decir algo que requiere para la política una asignación de dinero y en tal caso, la pregunta del millón en términos de la relación mando y obediencia se traslada a la incógnita referida a ¿quíen paga ese costo?, es decir , que clase social debe hacer suya esa actividad en lo que se refiere a la atención de sus gastos y todo apunta, como tendencia profunda a que ese imperativo lo sostenga la clase trabajadora continuando la tendencia dominante y constitutiva del capitalismo entendido como sociedad de clases..
La escuela‐universidad leída – tal como lo señalamos-, como proceso educativo en el que puede verse inmersa una persona en su formación como sujeto no toma cuerpo en una isla, se encuentra inmersa en una sociedad dividida en sociales con intereses irreconciliables que confrontan de modo abierto o encubierto.
Esta premisa nos impone entender el fenómeno educativo desde nuestra sociedad, en contexto de país capitalista atrasado y por ende dependiente ,advirtiendo con ello que la situación de crisis a la que hemos aludida presenta particularidades que le dan contenido específico dentro de ese marco general al que hacemos referencia.
Desde esa perspectiva es preciso hacer un primer señalamiento . En tanto la crisis de la educación opera en el contexto crítico del modo de producción capitalista , ella también da cuenta de una crisis política en la clase dominante, que se expresa en todas manifestaciones , esto es, que se exhibe también en la política educativa que se pretende desarrollar desde la burguesía toda vez que ésta no alcanza a pergeñar e imponer un único y hegemónico discurso .
Dicho en otros términos, no estamos en presencia de un plan educativo que la burguesía pretende imponer desde su dominio del aparato estatal y cultural. La propia modalidad de capitalismo dependiente le impone a quienes personalizan a la burguesía con intereses locales una situación de confrontación-adaptación a los intereses del capital financiero sin radicación permanente en nuestra economía en el área de los negocios que puedan ser verificables en lo que se concibe como mercancía educativa , abandonando la idea de educación como servicio público necesario para la satisfacción material de un derecho subjetivo previamente declarado como constitutivo del Estado burgués existente.
Es que la idea de educar al soberano en tanto paradigma de la república burguesa cruje por donde se la mire y muestra su profundo agotamiento no exhibiendo su superación a partir del objetivo compartido de conjunto por todos los sectores de la clase dominante de transformar el espacio educativo como el ámbito de producción de una mercancía mas. Dentro del proceso crítico al que aludimos, es ese un punto de acuerdo en la contienda inter-burguesa .Por tal razón es verificable sin mayor esfuerzo que en las últimas décadas asistimos a un conjunto de políticas orientadas , para destruir la educación en todos sus niveles.
Sin embargo, la cuestión no queda en ese objetivo estratégico emergente del propio desenvolvimiento de la reproducción del capital y la traba que el mismo admite en este momento histórico crítico, sino que se proyecta a la puja por quién se queda con el dominio de ese nuevo y posible mercado “emergente” con todas sus derivaciones productiva, y cuales son los medios de producción habilitados para generar esa mercadería en forma tal que la misma resulte de demanda inelástica para los potenciales educandos, tranformados en una variante más de consumidores.
Frente a este contexto político-social , es significativo que la clase trabajadora supere el problema partidario o el dilema puramente electoral al que se le somete con bombardeo mediático constante , buscando que se encolumne detrás de una u otra oferta de política burguesa e incorpore en el desarrollo de su programa socialista el problema educativo en sí, con vocación transformadora dentro de su estrategia objetiva de superación del orden burgués por vía revolucionaria.
El primer posicionamiento necesario es ubicarse por fuera de la visión puramente reformista que sostiene que la sociedad progresa yendo desde lo conseguido hacia lo que queda por hacer en un esquema de programa mínimo y máximo.
En esa perspectiva esta primer respuesta hace base en la educación como derecho subjetivo, que sumerge el problema dentro del orden burgués y por ende no lo supera, sino que lo funde en la problemática de costos y con ello en la discusión abstracta sobre el gasto pública , en las que las enunciaciones éticas y humanistas naufragan por inoperantes en el plano de la realidad.
En su tiempo, Marx había llegado a la conclusión de que el Estado no solo era un órgano de opresión de clase sino que también oprimía al conjunto de la sociedad en tanto la centralización del capital en manos de un número cada vez mas reducido de capitalistas requería de la centralización política a cargo de una estructura burocrática-política capaz de ejercer un control profundo sobre el conjunto de la sociedad.
Es en ese desarrollo que Marx escribe a los socialistas alemanes en lo que luego se conoció como Crítica al programa de Gotha planteando un posicionamiento diverso a la cuestión , desde la lucha de clases y el reconocimiento del doble papel del Estado como órgano de dominación de clase
En el texto al que aludimos Marx fustiga la idea de que la educación puede aportar igualad a una sociedad basada en la desigualdad. Poner la educación en manos del Estado en crisis como herramienta de superación del problema con significado liberador para los explotados y oprimidos supone contradictoriamente reforzar la dominación del capital, con el el agregado significativamente pernicioso de que esto implica además la dominación de los burócratas.
Marx comprendió la naturaleza de clase del Estado y su creciente poder sobre la sociedad. El proyecto político de socialista plasmado en su programa para la clase obrera ,esta centralizado en la organización política autónoma de los trabajadores y v dirigido a la emancipación del conjunto de la sociedad. Consiste necesariamente en la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y la transformación radical del Estado signada por la primaria abolición del poder burgués y la imposición de la democracia obrera . En esa dialéctica se inscribe la superación del problema educativo ajena a toda reforma del orden político-estatal de la burguesía dominante.
En segundo lugar, corresponde posicionarse por fuera de la educación en contexto de producción – mercancía, ubicando el fenómeno en sentido necesariamente externo a esa lógica reproductiva del modelo social , fundamentalmente porque con ello se trasladan todas las contradicciones propias del mismo, en particular toma particular incidencia el derecho de propiedad privada y la ubicación de los productores de esa específica y particular mercancía , como trabajadores alienados de cuanto generan en su actividad que pasa a ser el dominio particular de un empresario y de la esfera cultural dominante de la burguesía que detenta el poder estatal.
El problema de la educación debe ser visto desde la perspectiva de la clase social que pretende incorporarla en su proceso de constitución individual-social como sujeto. Por eso básicamente para los trabajadores y los sectores que han sido excluidos del proceso productivo formal , la educación se presenta en forma concreta como el problema y la lucha por el conocimiento al nivel de su desarrollo histórico y social , que no es otra cosa que la teorización, la búsqueda de las leyes generales que rigen los procesos de transformación de la naturaleza y de las sociedades.
La educación, vista como actividad en lucha por acceso al conocimiento , es en concreto la búsqueda constante y permanente por la definición de los problemas humanos sobre los cuales es preciso teorizar por la necesidad de su aplicación práctica en la existencia misma y la sobrevivencia superadora del hombre en sí.
En ese sentido el fenómeno educativo representa un espacio que la clase trabajadora debe disputar y consolidar en orden a sus intereses objetivos históricos , ya que la definición y solución de sus problemas teóricos concretos está en la práctica misma, en el lugar donde los hombres y mujeres producen y reproducen su vida, es decir, en la producción social (fábricas, minas, talleres, escuelas, hospita‐ les, etc.).
En ese contexto tiene proyección la tesis 2 de Marx sobre Feuerbach, dejando sentado como premisa que
“El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aisla de la práctica, es un problema puramente escolástico.2
Pero esa proyección no puede tomar cuerpo en su mera repetición como si fuera un versículo del nuevo testamento. Esas premisa filosófica debe tomar materialidad en la disputa por el problema educativo entendido básicamente como problema de acceso al conocimiento y la definición de que es conocer y cual es su contendido necesario solo dada por a práxis revolucionaria en camino constructivo de una nueva sociedad y de un nuevo hombre. En esto toma significación gravitante la separación del trabajo manual del trabajo intelectual, división que se encuentra en la estructura misma del capitalismo donde unos hacen y piensan solamente en lo que hacen y otros piensan y hacen para indicarle a los sometidos que es lo que deben hacer
Esa división-separación materialmente existente es la que pone en abstracto toda posible pretensión de inclusión , inclusive la que se proyecta por vía del uso del lenguaje ya que aquello a lo que se estaría anhelando integrar no es otra cosa que esa estructura dicotómica fundante de la desigualdad intelectual de los sujetos .
Esa contraposición, esa confrontación que pone frente a sí al trabajo intelectual y manual centrada exclusivamente en el hacer cotidiano y reproductivo y repetitivo con el hacer intelectual de los sujetos predispuestos orgánicamente par dar fundamento ideológico al orden capitalista existente, es la que impone a los trabajadores una simple subsistencia mecánica que destruye en su vivir todo sentido de humanidad , convirtiéndolo en un robot superespecializado, ya sea en tareas manuales, ya sea en tareas intelectuales.
El modelo de educación con el que la burguesía pugna para salir de su crisis, es la educación en proyección capitalista , configurando ese espacio del hacer como mercancía en la que prime la repetición vacía de textos, puesta con el objetivo de formar hombres dóciles, trabajadores asimilados a robots, e intelectuales que legitimen la explotación, todos tomados como unidades ajenas a toda construcción colectiva.
La lucha por una nueva educación es una lucha contra el capitalismo, contra la propiedad privada de los medios de producción. Esa lucha debe partir de la colectivización de los medios de producción, de forma que lo que producimos deje de ser para producir ganancia y sea para satisfacer las necesidades que tenemos como sociedad. De esta manera el trabajo dejará de ser alienante, y se convertirá en un lugar para desarrollarnos como hombres nuevos.
No es posible ponerle parches a la crisis. Mientras en la base de la sociedad se encuentre la propiedad privada burguesa no es posible ninguna transformación radical de la educación.
El programa que da respuestas de fondo al problema educativo, es el programa histórico-objetivo del proletariado, concentrado en el propósito final de lograr la unidad entre el trabajo manual e intelectual. La lucha por la superación de la crisis educacional debe hacerse por la clase trabajadora y los sectores socialmente excluidos del proceso productivo sometidos a la pobreza y la miseria bajo el programa de la clase obrera, es decir, bajo su perspectiva histórica de transformar radicalmente las bases de la sociedad y fundar una nueva, sin explotadores ni explotados.