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Nuevo Curso

 LA NECESARIA PREVALENCIA DE LA AGENDA TRABAJADORA

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  En el transcurso de esta semana que finaliza, se desarrollaron hechos políticos que implican un eslabón más dentro de un proceso más general de descomposición del régimen burgués que opera con distintos ritmos, pero siempre tendencialmente ascendente hacia su necesaria superación.

   Sin embargo esta crisis tiene por particularidad , que  no hace imposible la continuidad de la dominación de clase.  Dicho en otros términos, y acudiendo  en sentido figurado y tomándola como matriz a una formula cuyo planteo es conocido en la teoría política,  podría decirse que  aquellos a los que identificamos como “los  de arriba” ya no pueden gobernar ni producir como lo venían haciendo,  pero quienes estamos abajo en términos mayoritarios-  aún toleramos  la precariedad laboral y la miseria social que  venimos sufriendo

     Resaltamos esta particularidad . La denunciamos a partir de los hechos y afirmamos que ella esta  centrada en que los poderes de clase se consumen en sus disputas de intereses internos a la burguesía y en paralelo ello transcurre sin el cuestionamiento de la dominación de clase por los trabajadores explotados. El escenario objetivo dice además, que la precaria paz social que vendría exhibiendo  Massa necesita con urgencia obtener nuevo financiamiento internacional para evitar una nueva corrida cambiaria y bancaria  pero para ello tendría que ceder  a la pretensión de los usureros y los capitalistas de devaluar el peso, a 200 por dólar.

      En ese contexto las organizaciones políticas que se dicen o buscan dar cuenta de los intereses de la clase trabajadora , han entrado nuevamente en luchas intestinas desnudando una vez más la agonía del FIT-U como herramienta de construcción de política obrera , dejando claramente que ese agrupamiento solo tiene por causa eficiente la sobrevivencia de una cooperativa electoral de aparatos sectarios, que se enmascara bajo los símbolos del socialismo.

    Por este factor subjetivo, de absoluta relevancia en el desenvolvimiento de la lucha de clases , es que estos aparatos acuden a una tradición malsana de la militancia sectaria, que es la de verse compelidos a dar opiniones y fijar cátedra respecto de sucesos en los que la clase obrera no tiene protagonismo directo en tanto esas situaciones se generan entre miembros u operadores de las clase explotadora ,  en el espacio de intervención de la disputa de los poderes formales que exhibe la república burguesa.

      En ningún caso un alegato preparatorio de un juicio penal oral y el casabido pedido de pena, puede ser leído como un suceso que exija posicionamientos específicos de las organizaciones políticas que se dicen referentes de la clase obrera. Si ocurre , es precisamente por esa tendencia nociva a ingresar en un mini-torneo de marxismo de cátedra y una disputa para ver quien marca la canchita .

    Es básico en este entendimiento, advertir que todo cuanto se hace al respecto no excede el plano de lo declarativo, y eso es así, pues solo hay espacio para el discurso sin que en los hechos puedan traducirse actos políticos concretos que den cuerpo a esas expresiones.

    Lo cierto es que, en el escenario peculiar de crisis capitalista con fisuras objetivas de su régimen político  en que nos encontramos , el otro extremo de la lucha de clases, los trabajadores no tienen expresión política adecuada en tanto los aparatos organizados con el fin de ejercer su representación se involucran en disputas que en el mejor de los casos los colocan como expresión por izquierda de algún interés específico de un grupo burgués.

      Es así que siguiendo la tendencia que se expresó en la última movilización, si bien la misma se expuso en aparente paralelismo a las acciones del aparato burocrático sindical , en definitiva se adoptan discursos que ubica a las organizaciones en roles funcionales al orden del poder burgués. Es así que todo transcurre en medio de “polémicas” que se disfrazan de errores, o equivocaciones que unos les reprochan a otros o viceversa. Las cosas transcurren así, desde “no es nuestro problema” a “la defensa de Cristina ante la ofensiva a las libertades democráticas corporizada en el acoso de la vicepresidenta”, pasando por una parafernalia de reproches a esta última por actitudes y decisiones de su gobierno .

    Nada obliga a tomar posiciones sobre extremos superestructurales si los mismos no tienen estricta incidencia en medidas que perjudiquen a los trabajadores. Todo obliga a construir consciencia en los asalariados y en particular en su vanguardia de las tareas de lucha de calles y de clases que exige la actual contingencia crítica que se presenta a la reproducción del capital.

      No es una bomba de humo la teatralización de un proceso penal. Ese escenario expone una crisis, pero el posicionamiento de los trabajadores en ese espacio político de la lucha de clases, no es interviniendo en las cuestiones internas que se desenvuelven en el enemigo, sino la preparación de fuerzas y el diseño de acciones dentro de los intereses específicos de la clase trabajadora que en términos concretos se traducen en la defensa de la fuente de trabajo, la preservación del salario real frente a la estampida inflacionaria en curso .

      La Justicia burguesa, en tanto poder del Estado de la burguesía  no se puede reformar, debe ser barrida junto con todas las instituciones de ese  Estado  que da muestras de su  descomposición en el enfrentamiento de sus tres poderes formalmente constituido.

La única vía para terminar con las persecuciones, conquistar todas las libertades democráticas cercenadas, mantener trabajo digno y defender el salario real , es la acción directa de masas, la huelga, las movilizaciones, los piquetes, los cortes, las ocupaciones. Para imponer esta política los trabajadores deben independizarse políticamente, dejar de seguir a direcciones partidarias de la conciliación, cómplices, traidoras. No hay cómo conciliar intereses brutalmente antagónicos.

    Es necesario y vital emprender un nuevo curso de acción clasista y socialista .Abandonar viejos y estériles comportamientos políticos funcionales a la clase adversaria. Como trabajadores necesitamos  exhibir al conjunto social  una política nacida de nuestra clase, impulsada organizativamente desde su vanguardia constituida en clase en sí,  desde sus intereses objetivos y con programa socialista  que termine con esta decadencia y descomposición.