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Nuevo Curso

UNIDAD NACIONAL O FRENTE UNICO OBRERO

Los fenómenos sociales y políticos que se vienen desarrollando en nuestra sociedad  dan cuenta de la constatación fehaciente del agotamiento histórico de la táctica que significo reposicionar en el poder formal , como operadores políticos de un sector de la burguesía a los cuadros más conspicuos del peronismo en todas sus variantes , con soporte de la burocracia cegetista y de la Cta, ante la debacle del Macrismo.

Ese  extremo  se exhibió en el campo electoral por la derrota y perdida de posiciones de esa naturaleza en todo el territorio y en el campo económico con la depreciación intensiva de la moneda, el empoderamiento financiero, el  creciente endeudamiento , la aceleración de la inflación , y la caída en términos reales del acuerdo firmado con los usureros del FMI, que plantea al capital financiero su absoluta revisión por alteración objetiva de las circunstancias originarias

Las tácticas que hoy se desenvuelven,  se revisten  de un formato excesivo de acciones , algunas de ellas de naturaleza criminal, que dejan ver en todos los casos el agotamiento del régimen burgués y el intento desesperado de una camarilla por configurar un escenario donde la centralidad viene dada por un retorno al Estado de Derecho, y la unidad del pueblo bajo la bandera de los derechos humanos, reivindicando que nuestra sociedad de conjunto se expresado en una suerte de consenso mínimo que implica la no contemplación de acciones que vulneren esa valla ideológica

Sin embargo, lo cotidiano indica en primer orden que si bien se produjo un pacto político a la salida de la dictadura genocida los basamentos de la estructura económica de capitalismo tardío  no fueron alterados siendo asumidos y desarrollados por la continuidad democrática burguesa.

Por entonces en la realización de su victoria, las clases dominantes llevaron a  cabo operaciones de normalización que se repiten en nuestros tiempos actuales , cuyas acciones discursivas incluyen esquemas de asimilación que interpretan todas las acciones, las propias y las de los desposeídos, y buscan siempre que el subordinado se convenza de que lo existente es esencialmente inmodificable. Así, las ideas más divulgadas, el “sentido común” dominante, excluye el cambio social profundo, sólo acepta el cambio rutinario, e identifica todo cambio revolucionario en el modo de vida con la destrucción o el caos. (Inés Izaguirre y colaboradores – Lucha de clases, guerra civil y genocidio en la Argentina (1976-1983)

 La realidad también indica que ese acuerdo ubicó la defensa de las libertades democráticas concebidas desde la condición de ser humano ciudadano en el formato de las declaraciones normativas internacionales de derechos humanos, que dialécticamente implicaban la adscripción a las formas burguesas republicanas para su consolidación legal y jurídica.

En segundo orden cuanto se percibe de los datos de la realidad, es que recurrentemente cuando el Estado da muestra de agotamiento en su funcionamiento opresivo sobre la clase trabajadora acude a estas formas democráticas abstractas para legitimar su validez como estructura institucional controladora del orden que la burguesía gestiona en las relaciones sociales para que estas sean reproductivas y legitimadoras de la relación capital-trabajo –

Lo concreto es que la tarea cultural de justificar la explotación y la opresión a consecuencia de la crisis del modelo económico ha debido valerse de imágenes de hechos a los que se le resignifica desde su materialidad , para generar ese espacio político necesario para consensuar la gestión burguesa del poder.

En ese contesto corresponde rechazar la propensa aceptación pasiva de esta escenificación con apariencia de realidad gestada desde el orden burgués. Desde un posicionamiento de vanguardia al interior de la clase trabajadora  hay que propagandizar la necesidad de hacerse cargo en modo de evitar  la convicción  de que no hay ningún cambio posible y que el día a día es el único mundo posible.

El imperativo  es mantener la mirada fija en los problemas de nuestra clase. Nada de lo que sucede reconoce causa en el azar. Pensar de modo crítico y práctico implica situarse en lo real existencial y no en las imágenes con las que se ideologiza esa objetividad en orden a la formación de falsa conciencia, que se da en particular cuando se asumen como propios las pujas que se dan al interior de la burguesía.

Vivimos el mundo de la imagen. Le otorgamos el ser a lo que vemos y no reparamos en que hay detrás de lo que vemos. Jugamos por una plaza llena de personas, porque aceptamos sus reglas de juego, y también buscamos la foto multitudinaria. Sin embargo, por ir tras la imagen, lo que recorremos es su nuevo idioma y en eso, ellos son los maestros y nosotros los alumnos.
El segundo momento de ir por la imagen, es afrontar la imagen de ellos. La que ellos ponen y difunden. Después vienen los operadores parlantes, los sujetos a quienes se les da o no credibilidad, pero por sobre ellos la imagen que los hace ser y le da certeza a su discurso aun cuando el mismo es o pueda ser disparatado

  Lo vivido en estos últimos días deja dos certezas al menos. En primer término, que la muerte o sus implicancias no es un espectáculo cualquiera fuera el formato que se le pretenda dar para difundir acciones humanas ligadas a ese fenómeno. En segundo orden , toda posición epistemológica y pretendidamente política,  que se reduzca solamente a ser la negación de aquello que se describe como el campo enemigo en una presunta batalla , se somete por ese propio mecanismo,  a lo que denosta. Se imbrica como la copia en negativo del rostro de aquel a quién se dice enfrentar.

      Dicho en otros términos, quien para dibujar su propio rostro necesita tomar el del opuesto, está necesitado constitutivamente  de este y por ese mismo posicionamiento lo afirma en su existencia.

       Todo esto desvanece a poco que se advierta que la historia es conflicto y el desarrollo de su curso exige para ser tal, su constante superación dialéctica.

       Asistimos a un nuevo engaño que debe ser percibido como  fraude armado a través de  la falsa e ideologizada instauración de la premisa “ ellos  o nosotros” por un lado y los llamados discursos del odio por el otro,  con los que se busca ocultar una realidad socioeconómica critica, bajo el amparo de la defensa del Estado de Derecho.

Los llamados discursos del odio, y la falaz oposición ellos o nosotros , son expresiones puestas en cancha de un mismo y complejo fenómeno que apunta al llamado a la unidad nacional que no puede ser leído sino como un manotazo de la burguesía para lograr su hegemonía en el derrotero de la crisis económica. La escena de la plaza de mayo conteniendo una movilización que acepta un escenario donde ocupa centralidad el ministro Massa y el abogado de la Unión Industrial Argentina, da cuenta de ese objetivo.

        Con la pretendida unidad nacional se usca superar la confrontación de clases y encapsular en ese envoltorio ideológico al proletariado .Ese espacio trazado desde los aparatos ideológicos del poder es el escenario por donde se pretende hacer transitar el período próximo e inmediato que amenaza con una nueva devaluación de la moneda y esta preñado de sucesos que dan cuenta del conflicto fundamental entre los poseedores y los no poseedores

         Las desigualdades agudizan el conflicto ínsito en la relación trabajo-apropiación privada del valor creado  habilitando moral y políticamente el odio de clases que es ajeno al fenómeno  de presuntas contradicciones dibujado por la burguesía  a través del imaginario discurso del odio, sus operadores políticos y comunicadores sociales.

            Por eso desde la vanguardia obrera se impone propagandizar  , por sobre la imagen  con la que despliega falsa conciencia la burguesía de conjunto bajo el amparo táctico de la exhibición de una dialéctica del discurso del odio contenida en el “ellos y nosotros” , una acción política superadora con estricto contenido de clase  no centrada en el repudio de sucesos , sino  en la que se corresponde con los reclamos y necesidades de la clase trabajadora de conjunto .

Desbaratar el carácter abstracto y absoluto con el que se manipula y denosta el concepto del odio desde las clases poseedoras en sus pujas internas es tarea militante conjuntamente con la demanda concreta por reclamos de subsistencia digna . El odio de clase, es un sentimiento legítimo que  confiere a la clase obrera toda la solvencia moral por el hecho de no observar con indiferencia o pasividad lo que sucede .La tarea de la vanguardia obrera no se liga a conceptos de odio o consenso democrático perfilados desde la clase dominante y su república,  sino a la intensificación  de la indignación hacia  las causas reales de toda injusticia y bajeza humana  representativa de las excrecencias y expresiones deformadas del sistema social existente concentrando toda la energía en la lucha contra él.