NUEVO CURSO
«Mi nombre es Fanya Kaplán. Hoy disparé a Lenin. Lo hice con mis propios medios. No diré quién me proporcionó la pistola. No daré ningún detalle. Tomé la decisión de matar a Lenin hace ya mucho tiempo. Lo considero un traidor a la Revolución. Estuve exiliada en Akatúy por participar en el intento de asesinato de un funcionario zarista en Kiev. Permanecí once años en régimen de trabajos forzados. Tras la Revolución fui liberada. Aprobé la Asamblea Constituyente y sigo apoyándola».
El texto citado, es parte de la confesión firmada por Fanya Kaplan quien el 30 de agosto de 1918 atentaba contra la vida de Lenin al dispararle hasta en tres ocasiones a la salida de un discurso que el líder comunista acababa de pronunciar en una fábrica
El jueves 1 de septiembre de 2022 un hombre se acercó a la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, mientras saludaba a sus simpatizantes reunidos frente a su hogar de Buenos Aires y le apuntó con un arma: apretó el gatillo, pero por alguna razón el disparo no salió y el ataque quedó en intento de asesinato.
No hacen falta toneladas de pruebas para determinar el procesamiento por la participación protagónica directa con carácter de autor penal de Fernando Sabag Montiel en el intento de dar muerte a Cristina Fernandez el pasado . Conclusión obvia para el trámite de la Justicia.
Falta, aún , en post de formular acusación penal, establecer el grado de responsabilidad de su novia, y si la misma tuvo colaboración en el acto del único agresor. También no se despejan dudas en torno a eventuales ramificaciones que pudiera tener el episodio.
Ambos sucesos pese a la distancia temporal e histórica entre sí, y las diversas modalidades empleadas para obtener el resultado querido por quien hizo las veces de atacante, giran en términos jurídicos, en torno de lo que se lo define como tentativa de magnicidio (por frustración del resultado deseado por el agente) , , para describir un “delito consistente en intentar dar muerte- a una persona relevante por su cargo o posición institucional”. No obstante, debe tenerse presente que , el magnicidio o su tentativa no es actualmente “una figura jurídica” en la Argentina.
Por fuera de este aspecto de cuestión , la historia deja ver datos relevantes. Es significativo tener presente el orden social imperante en los estados donde suceden estos actos. En uno se gestaba la incipiente revolución bolchevilque embarcada en luchas armadas con sus opositores restauracionistas y el gobierno de los soviet. En otro el suceso ocurre en circunstancias actuales en las que atravesamos a duras penas la decadencia del modo de producción capitalista con formato jurídico de república y forma de gobierno democrática.
Esta diferencia pone en los agentes materiales de ambos fenómenos, diversas intencionalidades. En un caso estamos frente a una partidaria militante de la lucha contra el zarismo, con largo período en las cárceles de ese régimen autocrático que recupera su libertad por la revolución , pero que pronto ve frustradas sus aspiraciones que son opuestas a los trabajadores encolumnados bajo la dirección política bolchevique .Por otro , Fernando Sabag Montiel quien exhibe un despliegue de símbolos en su cuerpo y deja ver en sus haceres público afinidades con esquemas ideológicos próximos al nazismo, esto ultimo con las advertencias del caso , en cuanto se refiere a la seriedad con la que esos postulados pudieran ser aceptados por el agresor, en tanto desde sus comportamientos en las redes sociales la prensa indica además que sigue a varios sitios que se presentan como “logias” u “órdenes masónicas”. Entre otras, le ha dado like a páginas como “Comunismo satánico”, “ciencias ocultas herméticas” y “coach antisicopatas”. También hay otras que aluden a la creencia “Wicca”, una religión neopagana, a la que se le atribuye vínculos con la brujería y otras religiones antiguas.
Esta confrontación de los fenómenos que pese a la distancia en el tiempo tienen apariencias similares en cuanto al contenido específico de la conducta y su encuadre jurídico , manifiestan una divergencia radical en los propósitos intelectuales que animaban a sus ejecutores , todo lo cual prueba que el intento de circunscribir al intento de magnicidio a un nexo causal que tiene por causa fuente al pretendido discurso del odio resulta en sí mismo una arbitrariedad ideológica en búsqueda de la formación de falsa conciencia .
El odio puede ser una motivación final que opere en el intelecto del sujeto ejecutor, pero siendo en sí mismo una abstracción conceptual que opera en el plano de los sentimientos por referencia al otro , en tanto ese otro no le ofrece al agresor un reconocimiento voluntario como sujeto , en ningún caso puede ser concentrado en un discurso y mucho menos que ese relato asuma en la realidad argentina la expresión de sentimiento colectivo.
En igual medida , la idea del odio, tampoco sirve como herramienta superadora para la comprensión de un fenómeno tan complejo como el que se contiene en el magnicidio o su tentativa. En ese sentido es insuficiente por cuanto todo indica que el suceso se exhibe como una expresión marginal en la sociedad. Tampoco sirve incluir en él , de modo artificial el análisis de clase, en tanto la clase trabajadora por los datos objetivos de lo sucedido luce externa a todo lo ocurrido.
Tampoco el intento de magnicidio que protagoniza Fernando Sabag Montiel puede ser leído en contexto de un acto de confrontación de clases, que asume expresión violencia y mucho menos que éste remita a expresiones políticas violentas de la década del setenta del pasado siglo. Todo esto no es otra cosa que un idéntico artificio que se liga al mentado discurso del odio. Nada de esto tiene sustento material y como tal ha de ser depurado por la realidad a poco que la lucha de clases imponga otro escenario .
Tanto en Fanya Kaplán, como en Fernando Sabag Montiel hay sí un factor relevante que debe ser ponderado, que es la acción por frustración social y la frustración del propósito, bien que en uno como en otro caso las cosa publica se ha visto afectada de modo que hay un antes y un después medido en términos políticos después de ambos hechos . En los dos hay una frustración de expectativas puestas en el sujeto agredido y todo lo que este represente hacia la sociedad. Fanya Kaplán lo dice específicamente , tildando a Lenin de traidor a la revolución y Sabag lo deja implícito en su repulsa hacia el orden político que sostiene al Kichnerismo cristinista .
En todo hecho violento con significación social, subyace una demanda no atendida , una situación objetiva que el ejecutante caracteriza como frustración del deseo y la expectativa abierta por premisas anteriores. Traducir esa realidad a un formato ideológico por vía de la asignación del discurso del odio , resulta una acción intencional de formación de falsa conciencia con referencia al fenómeno en sí.
Lo cierto es que lo relevante no es la posibilidad de desarrollar amor odio con conciencia e independencia de clase , sino la comprensión de la clase de su posicionamiento en el proceso productivo capitalista, y las consecuencias en término de injusticia que se derivan del mismo. La diyuntiva odio-amor no bloquea el desarrollo de la conciencia sobre la clase social en la que se contiene nuestro existir . La pretendida diyuntiva es un recurso superestructural, desde lo ideológico con el que se busca por vía de falsa conciencia , posicionar a un sector de la clase dominante sobre otro en la puja por designar quien asume orgánicamente la función de gestión de los intereses de esa clase de conjunto.
Ningún discurso en sí, constituye una clase, no le da a sus miembros consciencia alguna , ni la perfila como tal .Las clases en lucha no tienen sentimientos naturales sino que esos estados generales de ánimo hacia el otro vienen dados por la objetividad del posicionamiento de unos y otros en la dialéctica capital-trabajo. La definición natural del otro inicialmente como adversario, buscando superar una dialéctica objetiva de amo-esclavo , no tiene contenido afectivo alguno. La impugnación de esa relación material viene ligada a la aceptación de la comprensión primaria del posicionamiento de clase del sujeto en sí, y la captación del discurso que desde fuera de esa relación , propone el programa ideológico socialista de superación de ese orden de cosas , por vía de la abolición de la propiedad privada , la superación de la sociedad de clases y de la ley del valor.
Un espacio final en la comprensión de lo sucedido , retoma el contexto político donde se desenvuelve el intento de magnicidio contra Cristina Fernandez , es también el marcado sentido operacional del discurso que se buscó colar en conjunto con la idea del odio y es el de ligar a este, la convocatoria a la defensa de la democracia, en tanto forma de gobierno del régimen republicano con el que toma forma jurídica la dominación capitalista.
La democracia burguesa es un régimen de explotación, es la dictadura de la burguesía. Bajo esta democracia se ha producido la mayor entrega y el mayor retroceso en las condiciones de vida y de trabajo. En su contexto, suman decenas los muertos por rebelarse, suman cientos los presos y miles los procesados por luchar, muchísimos con causas inventadas o apoyadas en normas de la dictadura, se criminalizan todas las formas de protesta y lucha popular y para eso cuentan con su Justicia, sus espías y sus esbirros de uniforme o de civil.
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