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Nuevo Curso

EL FACTOR SUBJETIVO EN EL CAMBIO SOCIAL. UNA APELACIÓN AL CHE BUSCANDO SU “QUERIDA PRESENCIA”

NUEVO CURSO

La “Tesis Once” que  Marx  expuso en relación a la producción filosófica de  Feuerbach destaca que  por sobre toda otra labor humana,  media la necesidad impostergable de cambiar el mundo y no sólo de interpretarlo o explicarlo de manera abstracta. Esa labor es de los hombres y no de las estructura económicas y culturales por sì mismas. Es en el contexto de esa premisa donde se ubica la crisis del factor subjetivo en el proceso social de transformación del orden impuesto por la burguesía.

El 9 de octubre de 1967, un día después de ser capturado por el ejército boliviano, el “Che” Guevara fue asesinado en la localidad de La Higuera, Bolivia. Un nuevo aniversario de este suceso, nos convoca en circunstancias históricas específicas de guerras y convulsiones donde el  capitalismo financiero deja ver su crisis y exhibe su rostro de miseria y muerte a los explotados y oprimidos del mundo.

  Desde ese contexto que nos da referencias concretas sobre  cúal es el estadio objetivo de la lucha de clases,  y de las carencias relevantes en la tarea constructiva de la necesaria dirección revolucionaria en expresión de vanguardia de los trabajadores ,luce necesario la apelación al Che.

Dicho desde el sentido más básico pero a la vez más amplio  del término, es claro que cuando  acudimos  al  término apelación, nos estamos refiriendo a la necesidad de revisar algo  que por diversas circunstancias ideológicas se le ha otorgado significación de realidad. Por eso cuando hablamos de la necesidad de apelar a Ernesto Guevara estamos refiriéndonos a un barajar y dar de nuevo acudiendo  a su  mensaje que le ha trascendido en el tiempo histórico,  más allá de su existencia como combatiente revolucionario.

La fuerza de la realidad y la inscripción que el andar del tiempo hace sobre las ideas, dejan hoy , un gran espacio para las gravísimas dudas y aprensiones que Guevara tenía en relación a los incentivos materiales y a todo “socialismo económico” desprovisto de una construcción humanitaria.

Existimos en una sociedad de clases ,donde las contradicciones se agudizan y la burguesía culturalmente dominante despliega construcciones ideológicas que ubican al sujeto en instancias agudas de objetivación , desandando una sociedad de control donde el individuo muta sus haceres y pareceres bajo parámetros del más crudo utilitarismo en desprecio de todo vínculo solidario con el otro y en esquemas absolutamente funcionales a la reproducción del capital .

Apelamos a Ernesto Guevara porque hoy su discurso sobre el hombre nuevo en un orden socialista,  adquiere nivel de evidencia a la hora de proponer una salida al callejón de barbarie en donde nos ubica el capitalismo en crisis , porque está claro que no es posible pensar en una transformación social radical abolicionista de la cultura burguesa y su Estado sin prevalencia del sujeto. Esta claro que las condiciones de desarrollo de la sociedad capitalista no arrojan en los hechos más que signos significtivos de barbarie. Sin embargo de ella, de sus guerras , miserias , y ataques al ecosistema no se deriva de manera mecánica el cambio sino en el mejor de los sentidos su simple negación reafirmadora por vía de convulsiones, revueltas y represiones en amplia escala.

Hoy apelamos al Guevara revolucionario, al del mensaje de a la tricontinental , al de la denuncia constante a la opresión imperial de los pueblos por los grupos económicos concentrados  para que avancemos en la comprensión primaria de  la primacía de los incentivos morales, sobre la prevalencia en la sociedad capitalista de los estímulos materiales, que existen aún dentro de las organizaciones políticas que se reclaman críticas del orden capitalista pero que no trascienden los límites del reformismo .

Decimos esto, porque la perpetuación de estos estímulos, torna imposible superar las categorías y la lógica de funcionamiento mercantil, con lo cual el naufragio del proyecto de otro modelo de organización social y la permanencia en plano de barbarie del capitalismo es desenlace de alta probabilidad .
Queda la premisa según la cual un sistema tan complejo como el capitalista no puede ser derrotado utilizando sus gastados fetiches, o sus propias “armas melladas”, como lo dijo en reiteradas ocasiones. Nace y permanece un imperativo: Hace falta la creación de una nueva cultura, generadora de y generada por un “Hombre Nuevo” que en nuestros tiempos tan complejos solo se  conforma en la comprensión de la necesidad de construcción de una vanguardia militante y combatiente en todos los frentes que exhiba la lucha de clases..

Nuestros días muestran frentes de lucha que de manera concordante interpelan al poder en contexto de una demanda concentrada en el valor justicia, pero sin advertir que ese reclamo se hace sobre quienes orgánicamente en el Estado de la burguesía, en el poder burgues solo apuntan a construir un “servicio “ de justicia, que sin duda nada tiene que ver con la resolución de los conflictos sociales con sentido humanitario e igualador en las posibilidades de vida de los seres humanos.

La justicia en un contexto de relaciones sociales capitalistas , se examina en referencia a los dispositivos institucionales en tanto único fundamento de la norma legal positiva. En forma menos frecuente se desplaza hacia el complejo y turbulento campo de las motivaciones personales, y cuando lo hace en ese plano lo asume con afán puramente utilitarista que a la postre elimina toda subjetividad y rastro de humanización .

 Precisamente en este plano último plano , aparece una fisura significativa en el discurso dominante,  en tanto es advertible como dato simplemente demostrable por la experiencia , que no basta la declaración de la provisión de  justicia contenida en las normas e instituciones del Estado burgués,  si éstas no se corresponden con un abanico de actitudes, motivaciones y valores que, a nivel de las personas, se nutran del sentido de lo justo conforme a las demandas materiales y espirituales inherentes a lo humano

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Los hechos y los productos que la sociedad capitalista derrama sobre la existencia humana, imponen desde el sujeto , con objetivo de justicia, posicionamiento y acciones antagónicas a esa forma de existencia, que con proyección al plano colectivo y cultural, pueda neutralizar y luego desplazar definitivamente, egoísmo, individualismo, instrumentalismo, y productivismo, internalizados por vìa de su difusión y aliento desde el poder, que han logrado en amplio espectro una suerte de “naturalización “ que pone en acto la respuesta espontánea ante cualquier situación social construida en esa clave egoísta y materialista, con apariencia de “sentido común”
Por eso, la acción política revolucionaria no puede tener otro objetivo prevalente que advertir sobre este fenómeno y posibilitar el cambio necesario e imprescindible del modelo social de reproducción de la existencia requerido desde la postulación de una demanda concreta por otro contenido específico del valor justicia .

En la acción política propagandística de la que se nutre la etapa de lucha en la que transitamos, deben hacerse visibles y presentarse como plenamente viables, los elementos estructurales y superestructurales de una nueva forma de sociabilidad que destierre para siempre las actitudes y predisposiciones heredadas de la sociedad burguesa. Erradicar las motivaciones que por siglos han impulsado la conducta de hombres y mujeres bajo el capitalismo es sin duda un objetivo estratégico fundamental en la construcción de una nueva sociedad.

 Son obstáculos que no pueden ser eludidos sino enfrentados de manera sistemática , la acelerada mercantilización de los constitucionalmente declarados derechos sociales como la salud, la educación, la seguridad social, conjuntamente con la  transitoria victoria ideológica del neoliberalismo que instauró, en el plano universal, un nuevo sentido común rabiosamente egoísta, individualista, utilitarista  y materialista.

Si el trabajo en la sociedad capitalista es ideológicamente presentado como , la autoexpresión del hombre y el proceso de su autodesarrollo, debe en igual medida  ser  fuente de satisfacción para el trabajador, pero pierde esta posibilidad en el proceso de su  enajenación , en la conversión del trabajador en mercancía, efecto de
la división social del trabajo, que en las condiciones de la propiedad  privada, lo reduce a una fracción de hombre

Para esos factores obstructivos del cambio,  el combate puramente economicista no basta y demuestra sus limitaciones a diario. La lucha debe partir en sentido inverso  desde cada trabajador, de manera consciente y  en todos los planos de su vida cotidiana, por vía de la intervención asociativa y el impulso motivacional en las acciones,  de los estímulos morales, regenerando y resignificando la construcción del sujeto revolucionario y combatiente.
La resignificación del sujeto revolucionario ,  trae consigo la necesaria revitalización del programa y la teoría revolucionaria por vìa de la construcción organizativa del partido de la clase trabajadora  , ámbito natural y desencadenante de los estímulos morales que se necesitan para emprender las grandes batallas económicas y políticas indispensables para la creación de una alternativa socialista, el poder obrero y un orden socialista .

Queda por delante la laboriosa elaboración de una nueva cultura en un contexto signado por urgentes apremios económicos. Es labor detono militante , pergeñar, diagramar, construir en los hechos de la vida cotidiana , un ethos socialista, sostenido por la emulación y el trabajo voluntario, restando constantemente y con empeño consciente, toda fuerza a las demandas materiales que logre debilitar la dinámica del mercado, el fetiche de la mercancía y la alienación.

El programa socialista hecho consciente en la vanguardia y desde ella a la clase trabajadora en su conjunto se nutre de toda la obra de creación humana que le antecedió, sitúa al  hombre  no sólo como centro de sus preocupaciones filosóficas, sino que propone las vías para lograr una verdadera existencia humana, y en ese sentido proyecta la formación de un  hombre nuevo, plenamente emancipado y desarrollado multifacéticamente en todos sus aspectos, es decir, perfeccionado espiritual y moralmente.  El socialismo como objetivo estratégico a construir, se sustenta en una percepción de lo humano; en la que el sujeto es a la vez que creador, resultado de la sociedad en que se desenvuelve. El hombre se afirma como ser humano cuando realiza la
actividad de forma libre, capaz de proporcionar placer y no una actividad forzada.

En sentido inverso es el  capitalismo , donde la actividad humana se realiza en los marcos de la propiedad privada, la explotación del trabajo asalariado se convierte en un medio de obtención de riquezas. Las
relaciones entre los hombres pierde su carácter   esencialmente humano y se potencian las necesidades no satisfechas y la descomposición de  los valores espirituales.

Es imperativo refundar en cuanto se refiere a la configuración del sujeto revolucionario, una concepción antropológica de estirpe rousseauniana, donde los alcances de la alienación estructural y la deshumanización que produce el capitalismo sean minimizados y puestos en su menor expresión por vìa de la intervención consciente de la voluntad y la configuración subjetiva del hombre en la estructura comunitaria que aporta la organización revolucionaria ,asumiendo en modo inverso, la existencia del “buen salvaje”, capaz de reaccionar positivamente ante el influjo de los estímulos morales y el llamado a la construcción de vínculos relacionales  solidarios
 La apelación a Guevara por la que abogamos no es entonces otra cosa que un volver por el camino. Desandar las apariencias transformadoras del reformismo , denunciar su complicidad funcional con el capitalismo como modelo de organización y sus paradigmas culturales, apuntando a la formación consciente de los cuadros de vanguardia en los paradigmas del programa socialista.

Una definición antropológica del sujeto consciente de la necesidad del cambio, requiere abandonar todo principio utilitarista en la definición de lo justo, tanto más cuando bajo el influjo del posmodernismo y la cultura neoliberal muchos han renunciado incluso a la labor interpretativa. No adquiere personalidad un ser humano que es tratado como un mero depósito de bienestar, un simple espacio corporal que albergue las actividades del deseo y la obtención del placer y la limitación del dolor. Lo humano asì concebido se reduce a una maquina que mide su utilidad por su capacidad de producir. El bienestar así configurado se traduce él mismo en causante o encubridor de mayores desigualdades. 

 La revolución socialista es una combinación de “producción y conciencia” que remite tanto a la estructura económica y los medios de producción como a las actitudes, valores y comportamientos de los sujetos. Lo propio ocurre al interior del individuo revolucionario. Es cierto que sin teoría revolucionaria es imposible el cambio, pero sin moral revolucionaria y apelando a los estímulos materiales, sólo se puede estar ante el preámbulo de una nueva frustración dado que ni la abundancia de bienes materiales ni los incentivos económicos garantizan el surgimiento de una conciencia socialista sino todo lo contrario, y para muestra basta el derrotero de la llamada aristocracia obrera o el proceso degenerativo que vive todo dirigente sindical no sujeto a ese encadenamiento liberador que resulta del ajuste colectivo a la moral revolucionaria y su propio contenido de justicia.

La Historia  que protagonizan las clases sociales – – tiene un desarrollo sin final ya que siempre deja abierta la alternancia y no la certeza. El triunfo del socialismo no es inexorable ,para producirse tiene que intervenir la voluntad de cambio expresada en el acontecimiento revolucionario protagonizado por los trabajadores . El socialismo es una de las alternativas ante las encrucijadas del proceso histórico; la otra es la barbarie.