Nuevo Curso

SOCIEDAD DE CONTROL OPRESIVO.  LOS METODOS Y SUS CONSECUENCIAS.

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Una de las particularidades que tiene el proceso de lucha de clases en nuestro país, es que quienes se autoproclaman organizaciones de los trabajadores, han adoptado por vía de la cooperativa electoral  en la que organizan sus finanzas , todos los métodos de acción que utilizan y oportunamente generaron nuestros enemigos de clase en la sociedad de control reproductiva del capital en que vivimos para precisamente vehiculizar y hacer funcional la dominación cultural que ejercen .

     Este dato constatable por la simple apariencia del fenómeno se produce bajo el amparo de la premisa según la cual, la “herramienta existe , lo que corresponde es usarla cambiándole el sentido para nuestro beneficio”.

      De esa forma transitar por los canales televisivos aceptando el formato del producto periodístico televisivo , aún cuando el mismo implique tener que meter una frase cuando se lo permita el ritmo del programa y que esta quede inconexa con un discurso general y expositivo del programa socialista respecto del tema debatido. Aun cuando esto implique aceptar provocaciones oratorias o interrogatorios inquisitivos sobre aspectos accidentales de la cuestión que se pone a consideración del usuario . Aunque esto implique confundir la política socialista  que para el consumidor es leída dentro del ”son todos lo mismo”

    Ocurre además que, a poco de haber entrado en esta gimnasia de aparatos en esos centros de entrenamiento ideológico y dominación cultural de las masas , los pretendidos dirigentes “revolucionarios” compran el personaje que se les propone y moviéndose con mayor soltura escénica pasan a reproducir el rol que se les propone , con lo cual terminan de configurar la idea según la cual su discurso debe ser asociado siempre con el díscolo que alcanza a decir cosas que parecen valorativamente justas, pero que son imposibles, es decir, una suerte de inventor, cuyo invento resulta inaplicable y marginal

     Además esa dirigencia-artística, trasvasa el formato a su propio aparato propagandístico confundiendo ese rol de la militancia con su propia propaganda , en tanto todo se hace dentro de la táctica reformista de centralidad parlamentaria . De esta forma la cooperativa, viendo la posibilidad de pasar de una pyme a una dimensión organizacional mayor, pasa a disponer sus recursos técnicos-humanos , es decir, así considera a su “militancia”, como un colectivo mayormente perfeccionado para imponer en el plano de la colecta de votos en los cíclicos períodos electorales al candidato que mejor mide en las audiencias televisivas.

Por todo eso y otras circunstancias más bastas, que emergen en lo cotidiano en lo que tiene que ver con el día a día de la militancia concreta,  se   termina construyendo un propio hacer cultural centrado en el culto fetichesco de la imagen, según el cual la imagen determina la conciencia y se corporiza en el candidato permanente que se cosifica él y por él toda su organización en torno a su desplazamiento como mercancía que debe ser ofrecida y vendida con éxito en el mercado electoral-parlamentario.

     Estos matices del fenómeno , en lo cercano y concreto, en lo que significa la vida de jóvenes con vocación transformadora que por una razón u otra se acercan a esas  organizaciones  deriva también en su transformación como militantes  en una suerte de sujetos de propaganda, que pierde día a día su propia subjetividad alienándose en el objeto-mercancía que genera su práctica  política puesta al servicio de estas cooperativas culturales de la imagen mediática y los índices de audiencia medidos por encuestas.

       En los hechos, el militante se ha transformado en un agente de propaganda y venta del producto  en el que se ha transformado el partido-candidato A, en forma tal que no hay diferencia apreciable entre un afiche y quien lo coloca en la pared o donde sea, entre quien asiste a una marcha con todo el merchandising de esas organizaciones y entre quién  enfrenta donde puede y como puede, no al enemigo de clase sino al otro agente de venta que pertenece al partido-candidato B ambos integrantes de la cooperativa electoral, ocupado de hacer exactamente lo mismo que A pero vendiendo al candidato B para poderlo ubicar en lugar preferencial a la hora de conformar listas para la elección que se avecine.

Este último factor torna paradojal pero real la circunstancia que en un mismo espacio sindical, A y B conformen listas separadas, y pujen entre ellas por la aquiescencia de sus compañeros de trabajo , de manera tal que en lugar de enfrentar a las patronales y a la burocracia del sindicato de manera conjunta lo hacen por separado. Igual criterio en la militancia estudiantil donde con mayor fervor por las posibilidades materiales que ofrece las disputas por exhibir quien tiene el “mejor producto” llevan incluso al enfrentamiento personal entre los agentes de venta al modo en que lo haría un corredor para defender su zona de venta frente a otro que pretende vender en la misma sin su autorización.

       Mas preocupante aún resulta que en el plano subjetivo, la persona que ha decidido incorporar su esfuerzo militante para esta cooperativa política-electoral, no tarde tiempo en transformarse él mismo en propaganda, poniendo en ello todo su ser enajenado en la cosa que produce esa organización. Así es que incluso su apariencia visual deja ver un modo común no uniformado de presentación social, vale decir se pinta, se viste , se comporta tal y como lo pide la propaganda que en sí misma tiene los formatos de los opositores pero con pretendido sentido inverso, es decir, no superando sino simplemente negando.
En ese contexto hemos asistido en lo que va del  gobierno de los Fernandez a múltiples marchas y actos convocados por estas organizaciones , y se preanuncian en el futuro inmediato otros de igual tenor, incluso aprovechando un conflicto sindical para promover a un nuevo y posible candidato, es decir, para intentar sacar de la lucha obrera un rédito sindical, para ocultar los métodos de lucha de los trabajadores, detrás del aparato escénico de la política mediática y su objetivo reformista centrado en la presencia parlamentaria , es decir , en los órganos de poder de la burguesía dominante y explotadora.

    Hay que abordar esta praxis abogando por su superación , en tanto en particular, no se trata de poner gente en la calle, sino  que los trabajadores  tomen y se adueñen de las calles con otras perspectivas, en lo que al poder se refiere , luchando y propagandizando el programa socialista y su materialización  por el poder obrero con su propia democracia, es decir, una diferencia marcada en el espacio de la lucha desde el lugar de trabajo hacia las calles y una diferencia de calidad en lo referente al cómo y para qué de la acción militante consciente.

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   En definitiva , como farsa de otros períodos de la historia humana, en  los que los rituales religiosos tomaban centralidad , se cree que contraponiendo símbolos se supera la alienación que el hombre puede tener frente a lo que son sus miedos , sus incapacidades, sus problemas de existencia por vía de discursos con base en lógica de fe y nunca en la racional comprensión consciente de sentirse clase para sí y asumir el programa socialista y la construcción de poder que el mismo necesita.   

       Siguiendo el entendimiento que perfila el fenómeno desde sus apariencias, es evidente que inicialmente corresponde romper con este esquema reproductivo, advirtiéndonos y propagandizando ante explotados y oprimidos que cuestión pasa por otro lado, y  por otros métodos de confrontación, que son precisamente contraposiciones de intereses, de acciones de clase, y de modos de intervención ajenos al poder del oponente.

      En otros términos no hay forma de superar el poder burgués si no se construye poder obrero, y este en ningún caso emerge como consecuencia de los estilos y formas de la cultura decadente del oponente, de sus debates aparentes y cosificados, sus discursos evangelizadores, su apelación a la fe irracional.
         Estamos en un camino incorrecto si por la ruta del enemigo pensamos arribar a nuestro destino. No podemos construir el paso a lo humano que implica superar la alienación, destruir la relación capital- trabajo, la apropiación privada , si hacemos  nuestro y en igual forma-contenido, el hacer del enemigo de clase.

     Se impone como tarea constructiva de la lucha, otra lógica que eluda la mediación política burguesa, y que todos los que vivimos de un salario, los que no tienen oportunidad de llevarlo a su hogar y el conjunto de los oprimidos pasemos a ser los defensores y actores de nosotros mismos, con los métodos que la historia pone en nuestras manos , prescindiendo de toda contaminación paradigmática de aparatos y soportes culturales ajenos a nuestros intereses objetivos.

 La capacidad de dudar, de criticar y de desobedecer  a partir de la experiencia concreta del empleo de los métodos históricos de la clase trabajadora nos conducen a  constituirnos como clase en sí. Solamente desde ese posicionamiento personal-colectivo se nos presenta la posibilidad de alcanzar un espacio social de vida con rasgo humano .