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Nuevo Curso

EL CAPITAL DIJO PRESENTE CON FORMA DE CAMION RECOLECTOR DE BASURA   SE COBRO OTRA VÍCTIMA

NUEVO CURSO

«El Angelito»
Ya se murió el Angelito
Y no quisiera llorar
Ya se murió el Angelito
Y no quisiera llorar
Quisiera poder matar
Al culpable del delito
Quisiera poder matar
Al culpable del delito
La muerte de este Angelito
No fue muerte natural
La muerte de este Angelito
No fue muerte natural
Fue del sistema social
Que nos mata de a poquito
Fue del sistema social
Que nos mata de a poquito
Ya se nos fue este Angelito
Quizá cuántos más se irán
Ya se nos fue este Angelito
Quizá cuántos más se irán
A causa del maldito mal
De haber pobres y de haber ricos
A causa del maldito mal
De haber pobres y haber ricos
Ya se murió el Angelito
Y no quisiera llorar
Ya se murió el Angelito
Y no quisiera llorar
Quisiera poder matar
Al culpable del delito
Quisiera poder matar
Al culpable del delito

Esta poesía la compuso un maestro chileno

Sucedió este domingo en Paraná, capital de Entre Ríos.  El hecho tuvo profusa difusión mediática con contorno de “tragedia” y mesas de debate con presencia de los siempre bien ponderados opinólogos, presentados a la consideración pública como especialistas. Colados entre tantos, también emergían los no tan especialistas en infancias y derechos del niño, pero conocedores del mercado, quienes sabiendo que lo que importa es vender, añadieron al discurso prevalente de “los entendidos”, todos los antejuicios, lugares comunes e hipócritas lamentos que pudieran pensarse. Por supuesto, ya por esta fecha, pasados unos días, “el producto “ha dejado de ser vendible, llegó a la línea de su utilidad marginal y bueno, ¿Cuántos días quedan para Qatar?

 Lo cierto, es que un vehículo, un camión afectado a la recolección de residuos del servicio municipal en inmediaciones del “Volcadero”, -nombre que se le da al predio donde se tira la mayor parte de los desechos provenientes de la zona- embistió a un niño de 8 años causándole la muerte.

De acuerdo con los distintos medios locales, el niño vivía a pocas cuadras del lugar y se encontraba junto a otros de la vecindad esperando la llegada del vehículo municipal, que traía restos de comida de los restaurantes del centro comercial de Paraná. Esta situación es usual en la zona y también lo es que para ganar tiempo, lo esperan pibes esperan dos o tres cuadras antes del volcado, para poder subirse al camión y agarrar lo que trae.

       Enfocarnos en las circunstancias del hecho, y por fuera de toda pretendida “tragedia” o presencia y ausencia de la prudencia en las acciones humanas, extremo que no puede ser reflejado en un niño con igual entidad que en un adulto, es advertible que la situación habilita la denuncia y el empleo de la exhibición mediática, contrariamente a todos los usos dados, para puntualizar la cotidianeidad de las infancias en las mayorías de las barriadas de las grandes ciudades del país.

         Desde el 2020, la secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia promovió una nueva denominación para el tradicional día del niño, que oficialmente pasó a llamarse Día de las Infancias, con el objetivo de hacer más inclusiva y abarcativa esta celebración

Según el Ministerio de Desarrollo Social, esta modificación “reconoce desde las políticas públicas a la diversidad de las infancias en nuestro país, atravesadas por cuestiones de géneros, discapacidad, lingüísticas, regionales, entre otras; y desde una perspectiva de derechos humanos”.

          Vistos estos enunciados desde el hecho, llaman al menos, al sentimiento de vergüenza e indignación. Sin embargo, es conveniente adentrarse en la inutilidad de estos discursos de corrección política tan frecuentes, para insistir en lo inocuo que resulta para la clase trabajadores y los sectores sociales excluidos compulsivamente de la producción, las llamadas políticas de “derechos” y las intervenciones en búsqueda del reconocimiento de derechos subjetivos declarados y no efectivos. Hoy la crisis de la reproducción del capital, se ocupa de exhibir de modo abierto cuales son sus efectos y que puede esperarse de las políticas emergentes del Estado de la burguesía y sus satélites, las ONG y todo otro grupo institucional que desde la sociedad civil diga ocuparse de los derechos del niño, niñas e infancias-adolescencia.

    Un ser humano, si se lo piensa solo como unidad psicofísica, no tiene correspondencia necesaria con lo que la ciencia jurídica denomina sujeto de derecho o califica como persona. Esto es así porque puede ser entendido como tal no solo el sujeto corpóreo sino también los entes colectivos, como por ejemplo las sociedades comerciales o las distintas gamas de asociaciones civiles. Sin embargo, lo que se oculta con significación ideológica es que, por la propia dialéctica implícita en la acumulación y reproducción social capitalista, también es posible pensar un ser humano no persona, es decir, sin existencia como sujeto de derecho, en la media en que esa persona es excluida o no incorporada al complejo entramado de la producción mercantil.

        La muerte del niño en Paraná es una muestra más y harto evidente de un dato objetivo que debe ser necesariamente señalado , frente a todo el aparato ideológico que se vuelca sobre lo sucedido .El Estado de la burguesía, revela su absoluta impotencia para humanizar la vida a través de relaciones sociales justas, toda vez que solo pueden asumir en un 100 % esa condición de sujeto de derecho , aquellos que se encuentran incorporados de alguna manera al proceso productivo y a la cultura dominante.

        Para los excluidos, solo queda la posibilidad de asignación de una personalidad acotada y limitada a la de ser pasible de un solo tipo de norma, la ley penal, instrumento de castigo social que el orden burgués impone a la indigencia.

             Para avanzar en lo dicho solo basta retroceder desde la imagen del basural y detenerse en la lectura de las pautas programáticas de nuestra Constitución Nacional y las de las profusas enunciaciones contenidas en los tratados internacionales incorporados en ella. Haciéndolo se verá que la realización de esas formas jurídicas, proclama, en el terreno concreto de la existencia real de gran parte de los habitantes de este suelo, un enorme “ausente sin aviso”.

 Las específicas relaciones sociales que estructuran nuestra vida material y cotidiana generan día a día exclusión y marginalidad con las características que el hecho denuncia exhibiendo la habitualidad de un recurso humano miserable para hacerse de comida aún desde la más temprana edad. Muchos de los expulsados construyen así una “nuda vida” y en esa vida sin vida, se extinguen como sujetos de derecho, sin que al sistema social dominante ello le perturbe en tanto no afecta a su reproducción.

              No puede pensarse en normas jurídicas que regulen la existencia y posibiliten en forma consolidada una vida digna, si el Capital es la relación básica constitutiva de los vínculos que se generan entre las clases sociales que esa misma sociedad capitalista genera, en pugna constante por la apropiación del plusvalor generado por el esfuerzo del trabajador asalariado

          Un sistema de vida impregnado por esa dialéctica que denota explotación y opresión, no puede hacer otra cosa que anular la existencia de los hombres (cualquiera fuera su edad) como personas en tanto individuos sociales capaces de asumir obligaciones y ejercer derechos.

          Terminar con este orden-desorden de vida, es la tarea prioritaria para estos tiempos históricos que nos tocan transitar. Revolucionar el orden económico-social existente, es la herramienta necesaria para humanizar los vínculos de modo tal que las relaciones sociales no admitan explotadores y explotados.

             La democracia formal, en cuanto régimen político, del Estado de la burguesía, no goza de legitimidad para dar cuenta de este imperativo existencial, en la medida en que se revela incapaz de garantizar, a todos los individuos por su sola existencia, la condición de sujetos de derecho. –

                La vida social actual produce y expone sin reparo alguno una sofocante cantidad de mercancías, mientras priva a sus víctimas de lo necesario para vivir. Exhibe la hipocresía en la palabra, los actos y las sonrisas de sus hombres políticos, sus divas televisivas y la “sabiduría” de sus intelectuales que contribuyen a sostener la extensión y vigencia del fetiche y con ello la perpetuación y prolongación de los controles sociales sobre el comportamiento de quienes somos explotados. La destrucción de este arbitrario orden de cosas no puede ser sino el resultado de la labor consciente de los trabajadores organizados, con los métodos que impongan las peculiares secuencias de la lucha de clases.