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Nuevo Curso

LUCHA DE CLASES Y SU OBJETIVIDAD PREVALENTE. OPINIÓN Y EMERGENCIA MEDIÁTICA DE LOS SIMPLES PARECERES. OTRO PERFIL DE LA DECADENCIA CAPITALISTA.

NUEVO CURSO

Por imposición propagandística, intervención mediática directa, el negocio futbolístico y televisivo a logrado imponer la agencia social en torno al “circo “buscando incluso que las mayorías se olviden del pan por un espacio transitorio, pero espacio al fin.

En ese contexto desoyendo esa imposición de agenda desde arriba, algunos sectores de población excluida de la producción formal, y otros de trabajadores que dan su fuerza de trabajo en el área servicios, han continuado la lucha evidenciando cuan profunda es la crisis de reproducción capitalista que aún herramientas tan probadas como los mundiales de futbol, ceden ante su emergencia bien que en forma parcial.

Tampoco ceden las guerras y las muertes. Da cuenta de ello un nuevo bombardeo turca sobre un sector de Siria, y la continuidad de las acciones en el enfrentamiento OTAN-RUSIA.

En ese contexto, en nuestro país, un sector de intereses internos de la burguesía dominante puso el acento en exaltar de modo significativo, declaraciones periodísticas en contexto de programa deportivo de Mauricio Macri, quien luego además fue tildado de mufa por sentarse a ver el partido junto a los jeques árabes, con quienes desde lejos viene haciendo negocios como buen burgués. 

Lo cierto que ese breve espacio del desliz, Macri recordó el carácter de raza superior del pueblo alemán, que por si mismo no se adjudica esa condición ni apela a esa categoría conceptual. El yerro, la pifia, para hablar en términos futboleros y no desentonar, se exageró si se compara la reacción con omisiones groseras de quienes le denotan , quienes se cansaron de hacer acuerdos y aprobarle leyes sea dando cuórum o levantando la mano cuando aquel era presidente de todos los argentinos, ni que hablar de aquellos que se apuraron a decir que como tenía dinero, no iba a robar y luego llegaron ellos, sus hermanos de la vida al banco central y nos dejaron endeudados como ahora lo padecemos.

Más allá de esto, es importante tener en claro la antítesis entre la opinión y la verdad, presa esta última de ataques relativistas de toda índole en el mundo de las cosas cotidianas, en los posicionamientos ideológicos claramente expuestos como falsa comprensión de lo concreto e incluso de las expresiones postmodernistas en el plano pretendidamente más elevado de la filosofía contraria a todo sistema de ideas.

    Sin embargo, a poco que se mire se podrá ver que la confrontación dialéctica entre opinión y verdad se presentaba ya en los orígenes de la filosofía en la época socrático-platónica, en la antítesis opinión-ciencia, y también en Roma, en los inicios de su desintegración con Epicuro y la indiferencia ante el espacio del saber. Andando en el tiempo, hoy no hay que hablar de conocer la verdad, eso se declara caduco y perimido, en su lugar debemos limitarnos a conocer las particularidades, los microespacios, cada uno de los cuales tiene para con nosotros su propia materia externa, muerta, puramente histórica, que en definitiva traduce una masa de contenido, vano e inútil y quien en ella se complace, solo alimenta su propia e inerte vanidad.

En definitiva, la opinión debe ceder a la verdad, pero no en plano abstracto de modo tal que esta última, por sus consecuencias luzca autoritaria o violenta. Tal como dice el poeta: nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.

En ese contexto, hay que decir que, la noción de raza, por referencia al ser humano, no cuenta con mayores adherentes en la ciencia. Puede decirse que carecen de respaldo en ese plano del entendimiento.  Su invocación con propósitos políticos también pertenece al pasado y la emergencia de versiones neofascistas o neonazis, desconocen en sí ese fundamento para abrevar en otros también de dudosa racionalidad y apego al conocimiento objetivo.

Estudios moleculares del genetista Svante Paabo, premio Nobel de Medicina 2022 confirman que las razas humanas no existen. El mismo concepto fue expresado en forma sencilla por el genetista brasileño Sergio Pena: “No es que seamos todos iguales, sino que somos todos igualmente distintos”.

Por otra parte la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos. Define esta Declaración que el genoma humano es la base de la unidad de todos los miembros de la familia humana y del reconocimiento de su dignidad intrínseca y su diversidad. En sentido simbólico, el genoma humano es el patrimonio de la humanidad y que cada individuo tiene derecho al respeto de su dignidad y derechos, cualesquiera que sean sus características genéticas, respetándose el carácter único de cada uno y su diversidad.

Por fuera de estas definiciones, lo puntual es que la cuestión se constituye en un tema que no admite mayor discusión salvo porque lo introducen personajes con vocación de poder político, montados sobre poder económico por su ubicación significativa dentro del capital financiero en nuestra estructura económica.

El problema es que todos quienes compartimos la condición humana estamos en la historia y ella se desenvuelve a partir de la irrupción de las clases sociales, por la lucha entre estas y esa lucha concentra en sí la disputa por situaciones de desigualdad social que no pueden ser detectadas por ningún biólogo o genetista sino que debe ser advertida de modo consciente por quienes las integran para constituirse en un” para sí” transformador de lo dado por su superación dialéctica

 . Mientras tanto Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal. Así, Lutero se disfrazó de apóstol Pablo, la revolución de 1789-1814 se vistió alternativamente con el ropaje de la República romana y del Imperio romano, y la revolución de 1848 no supo hacer nada mejor que parodiar aquí al 1789 y allá la tradición revolucionaria de 1793 a 1795. Es como el principiante que ha aprendido un idioma nuevo: lo traduce siempre a su idioma nativo, pero sólo se asimila el espíritu del nuevo idioma y sólo es capaz de expresarse libremente en él cuando se mueve dentro de él sin reminiscencias y olvida en él su lenguaje natal.” (Carlos Marx 18 Brumario de Luis Bonaparte, cap. I)

El eje en el señalamiento crítico de una expresión discursiva en torno a las razas, quedando exclusivamente reducido a ello, con apología de un igualitarismo formal sostenido por la igualdad ante la ley, hecho dentro de la táctica discursiva de asignación de derechos subjetivos por vía de su declaración con forma normativa, es tan pernicioso como cuanto busca combatir porque oculta señalar las desigualdades materiales de la sociedad capitalista, en la que se desenvuelven esa pretendidas tácticas progresistas de mejoramiento de lo dado en el orden burgués.

          La lucha de clases es, la forma en que se expresa el antagonismo del proceso de producción social. Antagonismo, contraste de opuestos, que nace de las condiciones de existencia individual. La contradicción radica en la propia organización, en la propia disposición de los hombres entre sí y respecto del resto de la naturaleza, en su modo de apropiación de la naturaleza.  Todo esto escapa al ámbito de las intenciones y de la subjetividad y se instala en la objetividad de la existencia social. Por eso la noción de clase social supera al igualitarismo formal del biologicismo positivista y su versión en forma jurídica a partir de declaración de derechos universales propios de la sociedad burguesa que hace gala de su debacle en los tiempos que corren, que son de guerra, explotación y transformación social.