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Nuevo Curso

Niñez- Adolescencia en el capitalismo en crisis.

NUEVO CURSO

En Argentina, los sectores sociales y políticos  que se preocupan por la situación en que sobrevivimos y advertidos de los elementos con que la describen , avanzan sobre sus caracterizaciones, tropiezan con la derrota  militar y cultural que la dictadura genocida setentista le impuso a la clase obrera de conjunto y con los factores globales de la evolución histórica percibidos con posterioridad a la caída de los regímenes políticos del Este de Europa, en particular el simbólico muro de Berlín , la unificación capitalistas de las Alemanias, y la abolición de la Unión Soviética. 

La reacción a esos procesos, hizo que el socialismo se refugiara en las universidades, emergiendo como marxismo crítico e infinitas derivaciones ideológicas que parten de impugnar el modelo bolchevique de organización y sus construcciones políticas, para descansar en postulaciones teóricas generadora de acciones colectivas aisladas, carentes de toda coordinación y subordinación a una estrategia política de corte revolucionario. En ese sentido la revuelta de 2001, vencida por un proceso de cooptación política al Estado y su gobierno de turno y por la degeneración burocrática de sus dirigentes, no logró superar ese proceso sino más bien lo propicio, por entender que facilitaba ambos caminos de degradación consciente de la vanguardia.

De esta forma, con dos décadas sobrevividas en este siglo, ocurre que no hay anclaje real y lo suficientemente consolidado en las masas trabajadoras como para decir que la tarea de abolición del Estado Burgués y su régimen jurídico consolidado sobre la propiedad privada reside en su consciencia y preside sus acciones como causa final. Un ejemplo de esa tendencia que debe necesariamente revertir, es la falta de apego programático de los que luchan al abordaje específico del problema de la pobreza en los sectores socialmente vulnerables.

En ese contexto es que en tarea especifica de difundir ideas, trayendo las mismas desde la realidad que las constituye, hemos publicado para quienes han podido leernos, dos textos dando nuestro testimonio sobre situaciones extremas de perdida de vidas humanas, para inferir desde este tercer término las significaciones que adquieren esos hechos narrados en el conjunto de la sociedad, pese a su oportuno ocultamiento.  

La democracia formal que sirve de expresión política y jurídica para el Estado de la Burguesía, es además la forma ideológica en que el modo de producción capitalista obtiene su reproducción por consenso. La prevalencia del capital, hace que la economía del país, con alto nivel de endeudamiento, y transferencia neta de recursos hacia los sectores más concentrados del capital financiero genere como uno de sus necesarios correlatos la reducción de las posibilidades del Estado para atender las necesidades sociales de los sectores más desprotegidos, entre los que debe ubicarse a los niños, para quienes el deterioro material y espiritual de la calidad de vida es doblemente dañoso ya que les afecta no solo como integrantes de la comunidad hoy y aquí, sino que  además, se les presenta como importante obstáculo para sus expectativas futuras.-

Un niño -vale recordarlo- es un sujeto que se construye como persona en interpenetración con el medio,  de la misma manera que lo hace,  en ineludible y obligatoria dependencia hacia los otros que integran  su comunidad de vida. Por eso, una de las más generalizadas inequidades a las que se les expone en sociedades como la nuestra, signadas por el capitalismo, es la manifiesta imposibilidad de gran parte los padres, para proveer a sus demandas esenciales en orden a cubrir de manera digna y razonable, subsistencia, salud e instrucción.



Es esa situación de crisis, pobreza y falta de perspectivas de cambio, la que produce, en lo inmediato, un efecto desbastador en la existencia de aquellos que integran amplios sectores de población sumergidos en el desempleo con su inevitable secuela de marginalidad, que los condiciona a desenvolverse soportando todo tipo de carencias y sufrimientos. –

Es previsible entonces que en alto porcentaje, la reacción a este estado de cosas asuma un marcado componente de violencia. Una situación tan extrema debe conducir necesariamente a valorar la propia condición de vida como una INJUSTICIA ESENCIAL, contra la cual es válido oponer cualquier otra clase de injusticia, y en ella va incluida otra violencia reactiva. La marginación, la fuga psíquica por la droga o el alcohol y el delito como práctica habitual, se insertan por esta vía, en la raíz misma de su comportamiento. A nadie puede entonces extrañar que el panorama visible sea, niños mendigando, rapiñas y hurtos de carácter epidémicos y hechos de fuerza física o simbólica.-

Dadas así las cosas, debe quedar en claro que el modelo de estructura social  y política generado por la revolución burguesa, el CAPITALISMO, da elementos que se perciben en su estructura, que hablan de su imposibilidad de dar  solución adecuada a los fenómenos que se generan en sus crisis  . Imposibilidad de la que da cuenta de manera acabada la situación en la que se encuentran los niños y adolescentes perteneciente a la clase trabajadora y a la de aquellos que han sido desplazados estructuralmente del proceso productivo formal de la sociedad.

Frente a éste fenómeno y siempre teniendo presente que el Estado no es neutral sino instrumento funcional de los intereses relativos a la clase explotadora y opresora de nuestra sociedad, es posible  detecta problemas significativos para el mismo , en la medida en que la construcción de falsa conciencia  en los dominados a la que aspira, se dificulta por no poder destinar recursos a ese propósito reproductor del orden social y su naturalización  .  Se dejan ver entonces, carencia de plazas suficientes en los establecimientos de contención para aquellos categorizados como “peligrosos”, con deficientes condiciones habitacionales, hacinamiento, promiscuidad y total ausencia de tratamiento adecuado para problemas tales como droga dependencia , sida, falta de acceso a los sistemas educativos

Pero  además debe verse que de ese sector genérico “niños”, según así los tabula la legislación nacional e internacional vigente,  existen aquellos a quienes por imperio de la  misma estructura normativa se les vincula con una presunta conducta delictiva. A partir de esta constatación jurídico-penal aquel “niño “abandona la condición de tal para ser estigmatizado en una subespecie bajo la categoría “Menor”.
El punto de partida es entonces un niño  al que ubica en condición de inadaptado al que hay que “rehabilitar”, desconociendo que el mismo en la gran mayoría de los casos no es otro que aquel emergente de una clase social carente de la posibilidad de satisfacer las necesidades mínimas elementales como para reproducir su existencia y vincularse con relaciones de producción de la que ha sido expulsado junto a su entorno familiar
 

Se omite tener presente para el empleo estigmatizante de la norma penal prohibitiva, que ese sujeto de esa norma específica, ha debido r afrontar con su propio cuerpo y alma, un formalismo judicial e institucional que le resulta ajeno. Ese niño-menor, deberá vérselas con un magistrado predispuesto por el poder judicial,  a quien la clase dominante ,le da la potestad de actuar la función de actuar sobre ese cuerpo desde dispositivos de poder en miras a su “corrección y resguardo” en tanto por su puesta en acto de la norma penal debe ser apartado, guardado y segregado de la vida social , ubicándolo en  un espacio oscuro, no visible para proteger de este modo al resto del cuerpo social.

Visto el fenómeno en sí,  en el terreno objetivo de los hechos  se hace notorio el divorcio entre discurso y practica ya que resulta cotidiano advertir la aberrante situación en la que se desarrolla esa pretendida guarda y custodia, con referencias de torturas, apremios ilegales, hacinamiento, falta de actividades terapéuticas, carencia o escasa actividad de aprendizaje de contenidos conceptuales y deficiente o nula labor educativa.
Los  reiterados reclamos por condiciones dignas de alojamiento puesta de manifiesto por los propios niños institucionalizados en las mazmorras del Estado y por los organismos de derechos humanos, no hace otra cosa que mostrar otra faceta de la inviabilidad de los establecimientos de corrección y su degeneración en los actuales depósitos policiales de niños . Refleja además, que este modelo de control social involuciona hacia su total decadencia : léase falta de efectividad en las tareas que le son asignadas desde el esquema de poder dominante – (evidenciada en la queja respecto a que los menores entran por una puerta y salen por la otra), de forma tal que degenera en el sustento para una fuerte tendencia  a  la represión física, lisa y llana; sea esta institucionalizada a través de los simulacros de enfrentamiento con fuerzas policiales o bien de confrontaciones callejeras de bandas .



En otras palabras estamos en presencia de un modo de intervención superestructural e ideológico desenvuelto desde el aparato del Estado y organizaciones intermedias conexas que materialmente logra consolidar y reproducir la marginalidad .Un discurso y una práctica por el que se logra hacer de cada chico- adolescente institucionalizado el engranaje perfecto que garantizará la operatoria del propio sistema coercitivo –y cuyo monopolio detenta- en las diversas etapas de la vida de cada uno de ellos. Hoy un instituto de menores, mañana por obra y gracia de dicha intervención, pasaran a engrosar ese no fortuito ni azaroso 85% de la población carcelaria adulta que tuvo oportunidad de pasar por institutos en los cuales  se les habló de rehabilitación .

La  superación  del fenómeno, es solo posible por la vía de un salto cualitativo Según los elementos que hemos descripto, el fenómeno que implica puntualmente la situación de la niñez que se desenvuelve en los espacios sociales marginados de la productividad o que aún dentro de la clase trabajadora se ven limitados por los bajos salarios de pobreza , con su amenaza de penalización ,segregación y violencia so-pretexto de seguridad,  no puede ser abordado como un factor específico sino dentro de la problemática de conjunto que implica el agotamiento del modelo capitalista y las dificultades para su reproducción que este presenta si no se ve configurada con factores como lo hemos detallado . Por esta razón, no son posibles alternativas reformistas que apelen al abordaje jurídico del problema declarando derechos o asignando planes de asistencia social.  En sentido inverso, la tarea impone el imperativo categórico de la transformación revolucionaria de este orden de cosas y se liga a la necesaria extinción del tipo de dominación política que padecemos. En este como en otros supuestos de injusticia social manifiesta, la lucha impone una orientación estratégica de construcción de poder obrero y socialista-