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Nuevo Curso

DESALOJOS. LA DEMANDA DE VIVIENDA MUESTRA LA CADUCIDAD HISTÓRICA DEL CAPITALISMO          El ROSTRO DE LA PROPIEDAD PRIVADA EXPLICA LA FUNCIONALIDAD CAPITALISTA DEL DERECHO

NUEVO CURSO

Bronca, enojo, enfado, rabia y otro sin número de expresiones que le son  sinónimos, no alcanzan para dar palabra que pueda describir y a la vez contener una situación presente objetivamente en lo real  que  por sus alcances ,drena injusticia.

Es claro a la luz de los sucesos, que no se trata de algo que vaya a presentarse en los medios y en las redes como tema convocante. Tampoco hablaran de esto, los centros de poder, los candidatos de globitos, los de sonrisas constantes, los del progresismo. Solo hablan los sin voz, los que nunca tienen oportunidad de revertir, de alcanzar el escalón inclusivo que le permita ingresar a la sociedad de la mercancía.


Estos cuerpos mudos, que hablan por sus gestos, sus rostros duros, sus manos ajadas, su mirada al vació como ventanas al interior profundo de sus carencias, solo nos dicen algo: Necesito un espacio para levantar mi techo. Claro hace calor y luego llueve, no hay reparo, y el amontonamiento en lo de un amigo, un pariente, un grupo solidario no hace otra cosa que resaltar esa faltante básica. Para los chicos, copa de leche solidaria a las 18hs. por iniciativa de la siempre presente, buena gente, que da una mano y comparte esa mirada en el vacío.
El lugar era un yuyal, las cañas, las ratas, la basura arrojada por desaprensivos. El lugar era un ente oficial, “registro de la propiedad”. Ahí la burocracia dice a la consulta que el sitio tiene un dueño. Uno de esos que por efecto de la distribución de la riqueza tiene esa tierra, de sobrante, de yapa, porque alguien la legó.

A ese lugar, llegaron los olvidados de la tierra, no los de Fannon. Estos son de acá a la vuelta, pero olvidados de verdad, no hay ladrillo, no hay cimientos, solo precariedad, solo pasar de un lado al otro. Solo escuchar funcionarios con promesas que no se cumplen y que se repiten todas y cada una de las veces que los sacan de alguna de esas “privilegiadas tierras” donde no hay servicio alguno que haga pensar que lo urbano es también para ellos.


Ahí fue que desmalezaron. Ahí fue que se acabaron las cañas, los bichos, y la basura para que el terreno se aplane, para que se abra una calle donde era un sendero, de tanta ida vuelta para buscar agua a la canilla que queda…tan lejos. También “chapearon” pero en el buen sentido. También fue techo, también fue aunque precario, el hogar. Pero fue ahí también que llegaron las topadoras que alquila un señor al Estado, para que con gendarmes, y otros vigilantes, los intereses del dueño vuelvan a enseñorearlo en la heredad. Algo así como si la edad media traspasara los tiempos e irrumpiera en la “posmodernidad”.

Lo sucedido es simple y frecuente para quienes frecuentan eso que se conoce como tribunales. Luego de cierta confrontación con formato procesal, tan estéril como absurda, fueron desalojados de un predio en la zona oeste de Rosario, 20 familias que ocupaban pacíficamente el mismo. El mecanismo no es otro que el uso liso y llano de la legalidad: acusación fiscal por usurpación, medida cautelar para el cese del presunto ilícito, juez que hace lugar y orden de liberar el terreno.



La escena luego se traslada a una sala predispuesta en un tribunal. Dos señores de corbata, uno diciendo que hay delito y otro que no, todo delante de un ungido no, sabe por quién, que dice que dice el derecho y con ello hace justicia. Hoy con el micrófono y la cámara, se olvida la canilla, la chapa, el frio, y solo prima la norma penal, el art. 181, usurpación que le dicen y una nueva condición jurídica para los olvidados, los ausentes de toda consideración, que pasan a ser presentes con un solo fin. Ahora son delincuentes, segmentados, candidatos a la sanción por tocar el único DIOS de estas latitudes; LA PROPIEDAD PRIVADA.
Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio. Así dice un cantor. En este caso, habrá que terminar con esa idea, y avanzar para otro lado, para que dando por tierra este injusto, la tierra sea espacio vivible para dar vida, para dar hogar, preciado derecho de todo hombre, desde que pretende lucir tal condición, en el curso de los tiempos.

El orden social que por vía de la norma constitucional impone el poder político burgués, a través del funcionamiento del Estado, no está en condiciones de desarrollar las condiciones materiales necesarias para satisfacer la demanda de viviendas dignas que requiere la concentración de población en centros urbanos. De esa incapacidad, surge las circunstancias que hemos apuntados y sus remiendos formales que solo persiguen la continuidad de ese orden de dominación sin que se cuestione la prevalencia de clase de la burguesía y la reproducción social del capital.

      El Estado declara en la Constitución Nacional el derecho a vivienda digna , pero esa enunciación declarativa solo se presenta en tanto declaración u objetivo de ese orden jurídico estatal , pero nunca como obligación de proveerla en sentido efectivo. En ese mismo articulado se consagra el derecho de propiedad privada sobre los bienes, de manera tal que lo concreto es que el aparato de violencia legal contenido en todo desempeño del poder burgues, acude a proteger lo dado, asegurando la propiedad a quien la tiene y dejando a la buena de Dios a quien la carece, advirtiéndole en el mismo momento a través de la norma penal que si avanza sobre esa propiedad consolidada será considerado un delincuente  y se abrirán las posibilidades de represión punitiva que contempla ese tipo de ley.

El capitalismo no puede dar vivienda a quien lo necesita, luego en términos objetivos, el dominio jurídico político del capital y la burguesía ha caducado en su legitimidad y debe ser superado por otra organización dirigida con la construcción de nuevo poder ejercido por la clase trabajadora. La tarea de difusión y propaganda de ideas, debe centrarse en el señalamiento de la incapacidad manifiesta del orden social que nos agobia día a día par dar condiciones humanitarias de vida y que por tal debe ser superado.