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Nuevo Curso

“Libertad o esclavitud”. MENSAJE DESDE LA HISTORIA

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El militar español y fundador de Córdoba, Jerónimo Luis de Cabrera, envió al capitán Blas de Rosales en 1574 para reducir a  servidumbre a los aborígenes que estorbaban el plan de la corona y el adelantado, de  hacerse con las riquezas naturales de la zona. Sin embargo, comprobó que los Comechingones estaban muy lejos de ser engañados con espejitos de colores o falsas promesas. resistieron  esos planes de apoderamiento y defendieron su tierra con un coraje inquebrantable pese al poderío militar del conquistador haciéndolo con éxito en las primeras incursiones y escaramuzas

Fue entonces cuando Jerónimo Luis de Cabrera dobló la apuesta bélica y encomendó al capitán, Antonio Berriú, con mayor cantidad de efectivos y mayor despliegue de armamentos que acabara con ese pueblo en lucha.

Fuertemente armados con espadas y arcabuces, las tropas concretaron su presencia en el valleotra vez rodeados los comechingones, resistieron bajo el mando del cacique Onga y buscaron los cerros para lograrlo haciéndose fuertes, en un peñón muy áspero y alto» del cerro Charalqueta

Decididos a terminar la faena las tropas españolas, embistieron con espadas y arcabuces por la ladera del poniente y el 19 de diciembre de 1574 desataron la matanza de 1.800 mujeres, hombres, ancianos y niños.Gran parte de ellos, se tiraron desde la cima en un acto de liberación .Morían libres antes que esclavizados. “Muertos y libres, jamás esclavos”….. fue la expresión dominante .

El Charalqueta, que significaba «felicidad», pasó a llamarse Colchiqui, «manto de sangre» o «dios maléfico del valle». Se llamaba solamente Charalqueta, en honor al dios de la alegría, pero desde aquel momento pasó a tener un segundo nombre: Colchiqui, o dios de la fatalidad y la tristeza.  

En nuestro tiempo es advertible,  en sentido inverso al ser y hacer del pueblo protagonista de este relato histórico , con que facilidad aceptamos ser esclavos del capital y disfrazamos esa servidumbre asalariada con una falsa libertad de construir nuestra existencia espejados en los vidrios de colores que nos venden quienes nos explotan y oprimen, al punto de invitarnos a llevar en andas al ministro que exhibe a un mes de gestión el 30 por ciento de inflación.

En el valle de Ongamira,  los comechingones escribieron la historia con sangre. Cabe sin embargo preguntarse, despojados de todo anacronismo, si en nuestros tiempos, en los que se exhibe un auge formal en la disputa política, centrando la conflictividad en la legalidad o consitucionalidad de un acto de gobierno del poder burgues buscando redefinir el contenido de las relaciones sociales dominantes en abierto favor a sus intereses  , si somos capaces de tomar estos ejemplos históricos , si asumimos la capacidad de defensa de nuestros intereses específicos como trabajadores  con la misión de emanciparnos del orden capitalista  y aunque nos veamos rodeados asumir el paradigma,” …muertos y libres, jamás esclavos.”

Esas presencias de la historia real del pueblo cordobés desde su propia génesis cargada de violencia opresiva  , ideológicamente son  trabajadas por el olvido, aún en aquellos que antropológicamente vuelven su mirada a los pueblos originarios, en tanto no se acude a difundir el mensaje inscripto en ese suicidio colectivo desde una perspectiva que trasciende a la situación en sí , no como tragedia sino como imperativo categórico del propio sentido de la libertad en nuestro tiempo y en esta sociedad capitalista

Recogiendo el pasado es necesario ver que la inmolación de los comechingones no devendría   estéril, si hoy recogemos la dialéctica de la idea culturalmente puesta en juego en aquella ocasión y la proyectamos a nuestro real existir.

Suele decirse por tradición oral del lugar, que Neruda visitando el sitio del relato, dijo que ese era el más triste de la Tierra. Fuera de la figura literaria que sin duda haya podido tener ese comentario, lo cierto es que nuestra presente demanda la necesidad de evitar se reproduzcan esos lugares merced a la barbarie capitalista impuesta por la caducidad de ese modelo social y que no haya que tomar el gesto heroico colectivo de lanzarse desde la cima de algún cerro.

No es menor el sentido colectivo de la determinación contenida en el “jamás esclavos”. Hoy la cultura dominante apela al individualismo pragmático. Al culto del análisis utilitarista de nuestras opciones de vida, que más temprano que tarde termina en el culto al dinero, y al mundo fetichesco de la mercancía.

 Los paisajes de Ongamira, no solo pueden ser visitados con sentido turístico o como curiosidad , deben ser vividos en nuestro yo y en nuestras experiencias colectivas hacia otra sociedad diversa de los paradigmas capitalistas, tal como parece emocionalmente vivirse desde su omnipotente presencia natural.

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