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Nuevo Curso

CARENCIAS EN EL FACTOR SUBJETIVO. LA REPRESENTACIÓN POLÍTICA Y SU CONTENIDO DE CLASE

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Las cuestiones que se vinculan con la relación dada entre una organización política, por mínima que esta fuera y el conjunto de la clase trabajadora en sí, y los congregados poblacionales que se encuentran ´por fuera de la producción formal de valor, remite a un fenómeno complejo, generalmente oscurecido por concentrarlo en un aspecto del mismo que es la llamada “inserción social “.

De esta premisa errónea de considerar a la relación entre el sujeto organizado y la masa explotada y oprimida desde la categoría inserción social lleva a que organizaciones estimen que hacen honor a la misma porque incorporan en su seno obrero o se nutren del colectivo humano reunido en una organización social . Otras aluden a igual resultado con distinta esencia, cuando indican que han llegado al mismo por su trabajo en una organización sindical al punto de colocar en la dirección de esa estructura a uno de sus miembros. Finalmente otros miden con encuetas, las llegadas de sus discursos sobre temas aislados y la popularidad de sus pregoneros, máxime cuando estos últimos acceden por votación a una banca en el parlamento, momento en el cual se autoreferencian como “diputados de los trabajadores”

          En este esquema ideológico que equipara relación con las masas con el término inserción, se encubre una particular arista de la cuestión que es precisamente la idea de “relación “ que en todos los casos implica una dialéctica entre dos polos que se intervinculan entre sí y nunca uno que penetra en el otro, porque esa es una variante del vínculo , pero no el vínculo en sí.

            Inserción lleva a pensar en penetración en algo consolidado desde fuera. En ese caso cuanto se inserta es un discurso que adquiere esa condición cuando se hace propio por el receptor con consenso .Así la cuestión queda abierta a la ponderación de un resultado específico que significa que quien detentaba la condición de clase trabajadora en sí, acaba incorporando para sí , el discurso inserto y como tal, penetrado desde fuera.

          Esa descripción no es idéntica a indicar que un sindicato resulta dirigido por un trabajador consciente de sus intereses y del programa político de una organización , en la medida en que en ese supuesto el sujeto es visto por los restantes simplemente en situación de representación , es decir , encarnando otra relación en la que expresa a sus representados en demandas que se circunscriben a reclamos de orden económico , circunscriptos a las instituciones y formatos del sistema capitalista ajenos a toda impugnación del mismo. En este caso, la existencia en una organización política de un dirigente sindical no le permite a la primera hablar en ningún caso de síntesis de su programa en la clase trabajadora. Pensar y sostener lo contrario implica asignar a las apariencias, la certeza de una afirmación, y ello por definición epistemológica no es el método adecuado de acceso a la verdad.

la existencia de una relación estrecha entre la calidad y el éxito de un trabajo  de naturaleza político de una organización humana que se define por su adhesión a un programa revolucionario que tiene su sujeto generador y ejecutor en la clase trabajadora con demandas estratégicamente  socialistas , no está ligada a un trabajo de penetración o inserción del  individuo en la clase , sino a un específico vínculo con la clase en sí y los demás sectores oprimidos por el orden social capitalista  de manera que ese entramado tiene como resultado su presencia referencial y la posibilidad cierta de asumir labores de orientación de esos planteos.

Esta precisión nos permite descartar , por datos inclusos de la experiencia histórica la mecánica de la proletarización de sectores de la pequeño burguesía , por su incorporación asalariada a un determinado proceso productivo, en la medida que esa “inserción “ resulta inerte y artificiosa . Ese trabajo no tiene ninguna implicancia en la medida en que no se gesta entre la masa y el sujeto militancia esa relación referencial que permite que el colectivo obrero le considere como un par.

Lo propio ocurre con los llamados “pregoneros” en la medida que esa condición se la auto adjudique el grupo político y la posicione en uno de sus miembros y no surja en plano de realidad, para un individuo propio de la clase trabajadora en condición objetiva de tal . Los llamados diputados de los trabajadores falsean en la experiencia recorrida en las últimas tres décadas esa situación , en tanto no existe en términos objetivos esa relación de representación política de la clase en su conjunto. Se agrava la cuestión cuando además los presuntos pregoneros, terminan por enunciar discursos que son ajenos al entendimiento de los trabajadores, con demandas de orden jurídico con temáticas referidas al cumplimiento de libertades democráticas contenidas en el programa burgués de gestión de gobierno. La transformación de la militancia, en lucha por leyes, no es otra cosa que la determinación formal que asume esa tendencia de orden reformista.

Destacable en  el contexto de esta última construcción política es la cuestión relativa al contenido del discurso que genera esa pretendida usina de pregoneros de la clase trabajadora  , ya que el mismo no surge de la representación que se invoca, referida a la clase en sí, sino que  solo se legitima por el orden burgués en base a la cantidad de votos obtenidos en un proceso electoral de selección de gestores políticos del Estado de la burguesía.

En este último caso, no existe en forma alguna, representación, sino lisa y llana sustitución. Basta conseguir los votos necesarios para luego autonomizar a los “pregoneros” en un discurso ideológico propio no correspondido con los sentires y proyecciones concretas de la clase en sí.

De esta forma, sea por diputados sustitutos de la clase o por generación objetiva de una posición de clase ajena a la del sujeto, por vía de su proletarización u obtención de posiciones sindicales, no se alcanza de manera genuina la generación de discurso político socialista por parte de la clase trabajadora, negando en los hechos la premisa marxista relativa a que la revolución debe ser siempre obra de los trabajadores mismos.

En igual medida, El crecimiento en la cantidad de militantes de una organización no implica por sí mismo la captación y apropiación subjetiva de los trabajadores del programa socialista, pese a que da cuenta de una mejora en la relación con la clase en sí. Dicho en otros términos, un trabajo político de masas exitoso, no sólo es el resultado de la captación de nuevos militantes sino principalmente del aumento de la voz obrera socialista dentro de la clase en sí por vía del prestigio logrado en el sector social específico y la aceptación del programa socialista. Esto no implica de ninguna manera que las masas ingresan “al partido” , sino que existe una relación entre  organización y gente que le permite al primero contar con el apoyo  informal de los segundos siendo estos últimos quienes adquieren prevalencia en la relación .

   Siendo las cosas de este modo, el  grado de representación posible de una organización política con referencia a la clase trabajadora y demás sectores oprimidos,  varía según su política de acercamiento al sentir de esa clase y de sus organizaciones de masas ,  y a la apropiación que esa base social hace por sí , del programa político socialista .

     Es este el mayor déficit de la coyuntura política y de este momento de la lucha de clases, si se tiene presente el factor subjetivo necesario para un cambio del modelo de ley y orden, propio de la acumulación y reproducción del capital. La caducidad  histórica del orden capitalista para  alcanzar sus objetivos estratégicos de libertad, igualdad y fraternidad, puesta de manifiesto por las convulsiones y guerras que toman cuerpo en el mundo globalizado , tropieza con la carencia organizativa de una dirección política partidaria . La sustitución de la clase en sí por esa misma organización, o la auto proclamación de una representación de clase de la que materialmente se carece, son los enemigos a vencer de manera primaria a través del ajuste de las tareas militantes en la gestión de agitación y propaganda propia del período en el que nos encontramos.