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Nuevo Curso

ARGENTINA  ENTRE LA NOVELA POLICIAL CLÁSICA Y EL POLICIAL NEGRO. LA IDEOLOGÍA DE LA CRIMINOLOGÍA MEDÍATICA  ES FUNCIONAL AL PODER BURGUÉS ESTATAL

NUEVO CURSO

Arthur Ignatius Conan Doyle ​ fue un escritor y médico británico de ascendencia irlandesa,​ creador del célebre detective de ficción Sherlock Holmes.

La novela policial, detectivesca o, con más amplitud y precisión, la novela criminal, es una clase de textos o género literario dentro de la novela, que es a su vez un subgénero de la narrativa. En su desarrollo histórico ha asumido diversos formatos. Uno de ellos, la novela policial británica, también llamada novela criminal clásica, reconoce en Doyle y su narrativa, uno de sus íconos.

Samuel Dashiell Hammett escritor estadounidense, por contraste y en negación dialéctica no superadora, suele ser ubicado como iniciador crítico de aquella narrativa englobada en lo que se da en llamar policial negro. Entre los personajes más recordados de su creación se encuentran Sam Spade (El halcón maltés), la pareja de detectives Nick y Nora Charles (El hombre delgado) y el agente de la Continental (Cosecha roja).

Conan Doyle, con sus personajes, al descubrir un asesino nunca remite a un conflicto social sino a un mero desajuste individual. El asesino es el sujeto que se ha desquiciado. La ley, corporizada en el investigador prioritariamente, realiza dos funciones atraparlo, y luego encerrarlo. Tras esto la vida sigue igual, es decir el todo social mantiene su contrato que permite la existencia del Estado, a condición de que éste encierre al delincuente atrapado por el investigador, en cárcel.

La sociedad  , se aferra a una razón colectiva dada y reproducida y hace fe de esa razón por construcción de sentido común . Lo que se ubica individualmente por fuera de esa idea de razón paga, el precio de lo razonable con el manicomio. El precio de la enfermedad mental, es el encierro y el chaleco farmacológico.

Por su parte, el precio del desorden legal y social, (delito) se materializa en la pena y su consecuencia necesaria el encierro carcelario.

La pena, la medida de seguridad, son consecuencia de la negación por el individuo de la negación del orden estimado por el todo social como razonable al formar el imaginario contrato que da vida al poder burgués estatal.

Lo razonable entendido en sentido común, se define por vía negativa. La razón es el residuo que queda atrás múltiple negación vista como sumatoria de un enunciado de variados “no” que la sociedad de clase impone por vía de normas prohibitivas enunciadas como amenazas, de modo preventivo y que de materializarse habilitan la imposición de castigo carcelario temporario o indefinido.

Cuando lo que juzgamos imposible o no permitido, ha sido definido. Cuando ha sido estatuido o marca el NO, por sumatoria de infinitos “no específicos” por el derecho, lo definitorio, lo que queda fuera de esos “no” es “la verdad”

En la novela negra, Samuel Dashiell Hammett, se modifica toda esa estructura narrativa propia de la novela policial clásica inglesa. Lo desquiciado no es el delincuente individual, ni remite a una situación patológica. Lo que pone en crisis este otro modelo literario, es la sociedad misma. Hay un cambio de perspectiva narrativa, lo impugnado globalmente es la propia sociedad, y el propio detective, se incluye en esa sociedad. Es decir, el narrador no esta por fuera de esa crisis. La novela policial, de esta forma narra un desajuste social porque ella es en sí misma un desajuste.

Así las cosas, al no tener que ajustarse el individuo a una racionalidad pautada como sentido común , que no pervive, la novela no busca , deducido el crimen el retorno a un orden primigenio, sino que lo que hace es simplemente describir el caos que niega el orden y toda racionalidad prevalente. Los ejes, son por esto y diferencia del anterior relato: el caos, el desquicio de las relaciones sociales, y el desmembramiento de la sociedad como un todo que adscribe a un relato general racional.

En ambos casos, los dos modelos narrativos, más allá de las múltiples diferencias que se pudieran enunciar desde ambos campos y diferentes autores, solo dejan trascender su concurrencia funcional en un todo en la idea previa y preconstituida de lo que se considera como delito. Por este motivo no es posible acudir a una dialéctica del desarrollo ideológico del problema que haya sido resuelta sino que permanece en un todo construido tanto por su afirmación en camino del reforzamiento de una racionalidad admitida como sentido común y fundada con formato legal , como por la crítica social que solo relata e interpreta el fenómeno en sí , pero que no deja entrever en ningún caso su superación.

Todo esto , que trascurre en el plano de la narración literaria del fenómeno , es lo que opera en nuestros días con mayor intensidad por proyección de la crisis que presenta la reproducción social del modelo de producción capitalista, y el posicionamiento  que la criminología mediática auspiciada por el poder burgués estatal . Por eso oímos y vemos con insistencia relevante versiones de corte punitivo a ultranza, añorando volver a esa sociedad de ley y orden, y sus presuntas oposiciones, enmarcadas en la idea de humanización del castigo penal y el encierro.

Como en la novela, no hay en ningún caso comprensión de los elementos dialécticos del fenómeno encerrado en la idea de delito y su remisión a una suerte de consenso expresado en el contrato social plasmado en la ley superior que es la constitución nacional y su norma inferior, el código penal. No hay tampoco variantes superadoras en el reclamo de humanización y “racionalidad” de la pena y mejoramiento de condiciones carcelarias. Ambas terminan dando entidad a la respuesta violenta de ese mismo fenómeno al que se exhibe solo por sus aspectos aparentes más conmocionantes, ocultando su funcionalidad con la función represiva del Estado y el monopolio legalizado de la violencia, física y simbólica sobre los cuerpos por el poder burgués.

La abolición de ese poder, la constitución del poder obrero, y la materialización transicional del programa socialista, son parte de la superación dialéctica de este fenómeno específico de la sociedad de clase, enmarcado en la cadena lógica , delito-castigo penal. La lucha por la abolición del sistema punitivo es parte de la lucha de clase con estrategia revolucionaria y de la construcción de la conciencia de clase en la vanguardia obrera organizada, para su propaganda en el conjunto de la clase trabajadora de forma que esta lo asuma como una de las tareas democráticas que deja pendiente el régimen capitalista histórica y socialmente caduco.