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Nuevo Curso

Carlos Marx. Stephen Hawking. Dos  hombres. Dos tiempos históricos . Dos señales existenciales. Un mismo objetivo .

NUEVO CURSO

Por el pájaro enjaulado, por el pez en la pecera
Por mi amigo que está preso, porque ha dicho lo que piensa
Por las flores arrancadas, por la hierba pisoteada
Por el cuerpo torturado de quien quedó sin alma
Yo te nombro libertad

Por los dientes apretados, por el nudo en la garganta
Por la rabia contenida, por las bocas que no cantan
Por el verso censurado, por el beso clandestino
Por el joven exilado, por tu nombre tan prohibido
Yo te nombro libertad

Te nombro en nombre de todos, por tu nombre verdadero
Te nombro y cuando oscurece cuando nadie me ve
Escribo tu nombre en las paredes de mi ciudad
Escribo tu nombre en las paredes de mi ciudad
Tu nombre verdadero, tu nombre
Y otros nombres que no nombro por temor

Por la idea perseguida, por los golpes recibidos
Por aquel que no resiste, por los otros escondidos
Por el miedo que te tienen, por tus pasos que vigilan
Por el déspota de turno, por los hijos que te matan
Yo te nombro libertad

Por las tierras invadidas, por los pueblos conquistados
Por la gente sin salida, por los sueños atrapados
Por el justo ajusticiado que no ha dicho cómo y dónde
Por el héroe asesinado que jamás negó tu nombre
Yo te nombro libertad

Te nombro en nombre de todos, por tu nombre verdadero
Te nombro y cuando oscurece, cuando nadie me ve
Escribo tu nombre en las paredes de mi ciudad
Escribo tu nombre en las paredes de mi ciudad
Tu nombre verdadero, tu nombre
Y otros nombres que no nombro

Libertad

Yo te nombro libertad -Gian Franco Pagliaro

Con ellos no hay lugar para la Apología.En sentido amplio, ese término , esa palabra, pretende dar cuenta de una actitud defensiva hacia una persona que otro desenvuelve con propósito de favorecerle . Hay personas sin embargo que son reactivas a esa situación, en tanto su existencia no clamó por defensa de su integridad sino por dar herramientas a todos , para comprender la dialéctica del cambio social y ese método en sí para la tarea medular del conocimiento, apartando este resultado de la simple contemplación o el comentario, sino revirtiéndolo hacia la contradictoria realidad para su superación .

Los hechos han sentenciado que su existencia se vea emparentada no solo por la lucha por el hombre y el sentido humano como factor central preponderante de la existencia y el conocimiento, sino por el azaroso juego de las fechas. Utilizamos este último instrumento para traerlos nuevamente a cuento, identificándolos como mojones creadores y receptivos de la tendencia dialéctica determinante del imperativo de encontrar un nuevo curso y por la una nueva sociedad, a través de la actividad consciente como clase en sí de los trabajadores, el poder obrero y el programa socialista.

Respecto del primero del que se cumple un aniversario más de su deceso, que sin duda será hoy materia de todo el aparato ilustrado que mencionándolo lo niega en los hechos a pesar de vestirse hoy con ropaje de revolucionarios, ignorando que el “habito no hace al monje”. Respecto del segundo lamentamos su deceso y damos reconocimiento explicito a partir de esa circunstancia de su ardoroso batallar por la vida.

  • Discurso pronunciado por Friedrich Engels en el cementerio de Highgate de Londres.

El 14 de marzo, a las tres menos cuarto de la tarde, el más grande pensador de nuestros días dejó de pensar. Apenas le dejamos solo dos minutos, y cuando volvimos le encontramos dulcemente dormido en su sillón –pero para siempre.

Es inestimable la pérdida para el proletariado militante de Europa y América y para la ciencia histórica. El vacío creado por la ausencia de este portentoso espíritu pronto se dejará sentir.

Darwin descubrió la ley de la evolución de la naturaleza, y Marx la ley del desarrollo de la historia de la humanidad: el hecho, oculto hasta ahora por un exceso de ideología, de que los hombres necesitamos en primer lugar comer, beber, refugiarnos y vestirnos para poder después hacer política, cultivar las ciencias, el arte, la religión, etc.; que, por tanto, la producción de los medios materiales más inmediatos y, consiguientemente, el nivel de desarrollo económico de una determinada sociedad en una época constituyen la base sobre la que se fundan las instituciones del estado, los conceptos legales, artísticos e incluso religiosos, base con arreglo a la cual deben éstos explicarse en lugar de al revés, como se ha venido haciendo hasta ahora.

Pero eso no es todo. Marx descubrió también la ley que gobierna el actual modelo de producción capitalista y la sociedad burguesa que ha creado. El descubrimiento del concepto de plusvalía arrojó luz de pronto sobre estos problemas que otros investigadores, tanto economistas burgueses como socialistas críticos, habían tratado en vano de solucionar.

Dos descubrimientos como éstos serían suficientes para toda una vida. Feliz aquél a quien se deba tan sólo uno de ellos. Pero Marx hizo descubrimientos en todos los campos de investigación que trató, que no fueron pocos, y ninguno de forma superficial, incluyendo las matemáticas.

Tal fue como hombre de ciencia. Y sin embargo como hombre fue mucho más. Para Marx, la ciencia era una fuerza dinámica, revolucionaria e histórica. Por muy feliz que le hiciera cualquier nuevo descubrimiento teórico cuya aplicación práctica era aún imposible de adivinar, no era nada comparado con la felicidad que le causaba un descubrimiento que produjese cambios revolucionarios e inmediatos en la industria o en el desarrollo histórico social. Por ejemplo, seguía de cerca la marcha de los descubrimientos en el campo de la electricidad, y en especial los de Marcel Deprez.

Porque Marx era, ante todo, un revolucionario. Su verdadera misión en la vida fue contribuir, de un modo u otro, al derrocamiento de la sociedad capitalista y de las instituciones creadas por ella, contribuir a la emancipación del proletariado moderno, al que él fue el primero en hacer consciente de su propia situación de necesidad y de las condiciones de su emancipación. Marx era un luchador. Y luchó con pasión y tenacidad, alcanzando un éxito sin igual. Trabajó en el primer Rheinische Zeitung (1842), en el Vorwarts de París (1844), en el Deutsche Brusseler Zeitung (1847), en el Neue Rheinische Zeitung (1848-49) y en el New York Tribune (1852-61), además de escribir una avalancha de panfletos militantes y de trabajar en organizaciones sociales en París, Bruselas y Londres y, finalmente, coronándolo todo, fundar la Asociación Internacional de Trabajadores que, verdaderamente, fue un logro del que hubiera podido sentirse orgulloso aunque no hubiera hecho nada más.

Y por todo ello Marx fue el hombre más odiado y calumniado de su tiempo. Los gobiernos, tanto los absolutistas como los republicanos, lo expulsaron. Los burgueses, lo mismo los conservadores que los ultrademócratas, competían unos con otros en lanzar difamaciones contra él. Pero Marx hizo caso omiso, respondiendo únicamente cuando una necesidad imperiosa se lo exigía. Y ha muerto amado, reverenciado y llorado por millones de compañeros trabajadores revolucionarios desde las minas de Siberia a California, en todas partes de Europa y América y, me atrevería a decir, a pesar de sus muchos adversarios, sin apenas un enemigo.

Su nombre perdurará en el tiempo, y con él su obra.

Stephen Hawking

Fue físico y divulgador científico Sus trabajos más importantes consistieron en aportar,  teoremas respecto a las singularidades espaciotemporales en el marco de la relatividad general y la predicción teórica de que los agujeros negros emitirían radiación,4​ lo que se conoce hoy en día como radiación de Hawking (o a veces radiación Bekenstein-Hawking).

Una de las principales características de su personalidad fue su contribución al debate científico, a veces apostando públicamente con otros científicos. El caso más conocido es su participación en la discusión sobre la conservación de la información en los agujeros negros.

A sus  21 años, se le diagnóstico esclerosis lateral amiotrófica (ELA), que fue agravando su estado con el paso de los años, hasta dejarlo casi completamente paralizado​ y le forzó a comunicarse a través de un aparato generador de voz. Ha sido la persona más longeva con esta enfermedad, a la que sobrevivió 55 años, cuando la esperanza media de vida es de aproximadamente 14 meses. ​

Stephen Hawking murió a los 76 años en su casa de Cambridge, a unos ochenta kilómetros de Londres, tras complicaciones derivadas de su padecimiento neurológico, la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa progresiva que lo dejó paralizado.