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Nuevo Curso

Aniversarios que marcan dos caminos para las acciones políticas

NUEVO CURSO

En un mismo mes, se concentran dos aniversarios. El primero es el 152 aniversario de la Comuna de París, un periodo de insurrección sin precedentes del pueblo parisino. reconocida como el primer gobierno obrero de la historia. Este gran acontecimiento histórico en la capital duró algo más de dos meses, del 18 de marzo al 28 de mayo del 1871, tras la guerra franco-prusiana.

El valor de la Comuna consiste en haber desmantelado el aparato estatal substituyéndolo por un gobierno obrero, la dictadura del proletariado. Solamente se puede reivindicar consecuentemente la Comuna desde la perspectiva de la lucha por el gobierno de los trabajadores y el socialismo.

Esa breve experiencia, tiene su continuidad y proyección concreta, años más tarde en la triunfante revolución bolchevique y la instauración del gobierno de los Soviet.

En uno y otro caso, es la dialéctica del proceso de lucha de clases el que marca el camino de una de sus tendencias hacia la superación del orden social capitalista , de modo revolucionario. En ambas, el problema del Estado adquiere particular importancia en la medida en que entre uno y otro hecho político, con proyección significativa hacia nuestra actualidad s e constituye la grave opresión de las masas trabajadoras desde el Estado que institucionalmente y con monopolio de la violencia funde orgánicamente  la dominación de clase a través de su operatoria en función de los intereses de las asociaciones abarca el capital financiero.

Por otra parte, el segundo aniversario político del mes en curso remite a una fecha emblemática en nuestro país, como lo es el 24 de marzo de 1976 y su necesaria deriva en la reinstauración de la forma de gobierno democrática en octubre-diciembre de 1983, espacio político que perdura en la actualidad, dando signos de agotamiento en correspondencia con la crisis del capital a la hora de su reproducción en la estructura económica.

Dado este contexto donde se visualizan como polos antagónicos los fenómenos sociales de los que dan cuenta ambos aniversarios, es preciso tener presente lo que Trotsky señala en Historia de la Revolución Rusa, en cuanto a que el rasgo distintivo de las revoluciones. Es el momento en que las mayorías que por lo general sufren la historia, empiezan a hacerla. Escribe Trotsky: “El rasgo característico más indiscutible de las revoluciones es la intervención directa de las masas en los acontecimientos históricos. En tiempos normales, el Estado, sea monárquico o democrático, está por encima de la nación; la historia corre a cargo de los especialistas de este oficio: los monarcas, los ministros, los burócratas, los parlamentarios, los periodistas. Pero en los momentos decisivos, cuando el orden establecido se hace insoportable para las masas, éstas rompen las barreras que las separan de la palestra política, derriban a sus representantes tradicionales y, con su intervención, crean un punto de partida para el nuevo régimen… La historia de las revoluciones es para nosotros, por encima de todo, la historia de la irrupción violenta de las masas en el gobierno de sus propios destinos». La historia, la política, bajan de las oficinas de gobierno, de la legislatura y de las mesas editoriales a la calle, el taller y la fábrica, y, en el caso de Rusia, a la aldea.

 Siguiendo esas líneas directrices y ubicando sus alcances en nuestros tiempos de sobrevivencia en Argentina, es posible constatar con acercamiento a la verdad, que frente a las limitaciones de los partidos concentrados en la cooperativa electoral FITU y organizaciones satelitales a ellas, frente a la degradación acelerada a la que conducen las gestiones reformistas, los trabajadores nos debemos una política propia. Una política que por su forma y contenido cuestione la sociabilidad capitalista desde la raíz. Los Estados burgueses se ven cada vez más impotentes para operar como garantes de la reproducción del capital. Las luchas intestinas entre las distintas fracciones capitalistas generan el rechazo de la inmensa mayoría de trabajadores que primariamente se traduce en apatía por la política abriendo la brecha para una tendencia de repudio a esos equipos de operadores y gestores de la dominación burguesa a la vez que posibilita tendencialmente a la emergencia de nuevas organizaciones revolucionarias, dispuestas a fundirse con los intereses históricos de la clase trabajadora. Esa perspectiva caracteriza el actual momento histórico y el nivel de un estadio transicional de la lucha de clases y nos coloca como tarea inmediata el rechazo a los mecanismos democrático-burgueses, a sus políticos

Desde la poesía, es posible ilustrar este desarrollo del fenómeno signado por el combate de clases, siguiendo la letra de Rafael Amor

«Cuando el pan no alcanza y a todo el que lucha

clamando por él no se lo escucha…

Cuando la justicia da vuelta la cara

el humilde sabe que nada lo ampara…

Cuando las razones son tan desoídas

y el sometimiento es un modo de vida…

Cuando el usurero trafica con sangre

y a un cristo de olvido hay procesiones de hambre…

Cuando poco vale paz y mansedumbre

y un hondo silencio se hace muchedumbre…

Cuando la mentira conduce al rebaño

y nos deja guachos con los desengaños…

Cuando nos desgarra con furor y saña

el tigre cebado en nuestras entrañas…

Siempre agazapado detrás de la muerte

y con su ojo helado mide nuestra suerte…

Cuando con los puños rotos de impotencia

uno se ha cansado de tener paciencia

y sale a la calle un grito en la boca

llevando en los dientes cuchillos de bronca…

Con la sangre humillada la carne vendida

que rebelada agita su clamor de vida

Cuando no haya cadena para sujetarla

será el estallido de la razón humana…»

Rafael Amor. La razón Humana

Más allá de lo dicho, siguiendo los lineamientos trazados, Trotsky es también quien se ha ocupado de destacar, en tanto protagonista y narrador histórico de un proceso revolucionario en sí, que la revolución no es solo la entrada de las mayorías desposeídas en el escenario. Para triunfar también requieren la organización consciente y deliberada de los revolucionarios y revolucionarias. He aquí uno de los temas de la política marxista.

La organización revolucionaria jamás puede reemplazar a la gran masa de los desposeídos y desposeídas, son ellos y ellas los que pueden hacer la revolución, pero la revolución no puede triunfar sin el ingrediente que aporta la organización y el programa revolucionario.

Trotsky, usa en el mismo texto la figura del pistón movido por el vapor: «Sin una organización dirigente, la energía de las masas se disiparía, como se disipa el vapor no contenido en una caldera. Pero sea como fuere, lo que impulsa el movimiento no es la caldera ni el pistón, sino el vapor” ….

La movilización tiene causas profundas; aunque se le disuelva, esas causas la reviven. El caos, la multitud derrite la resistencia de los órganos llamados a reprimirla. Estas muchedumbres innumerables no han determinado aún para sí, con suficiente claridad, lo que quieren; pero están impregnadas de un odio ardiente por lo que ya no quieren. A sus espaldas se ha producido un derrumbe que no permite su apuntalamiento con reformas.

En Argentina, a cuarenta años de la  restauración del orden constitucional bajo la democracia representativa como forma de gobierno, las condiciones actuales de la lucha de clase imponen desde su objetivo estadio  tareas de agitación y propaganda en un contexto estratégico socialista revolucionario , que tienen como implicancia central la construcción de un partido de la clase trabajadora cuyo programa socialista implique la concentración de todas las acciones políticas hacia la construcción del poder obrero y el desarrollo de un nuevo orden social sobre la base de la demolición de las relaciones sociales que sirven de fundamento material al capitalismo hoy en crisis .