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Nuevo Curso

La Fuerza de Trabajo en la base de los fenómenos aparentes. “Un fantasma recorre Argentina”: Revolución socialista o barbarie estructural

NUEVO CURSO

Marx redactó el folleto Trabajo asalariado y capital que sería publicado por primera vez en abril de 1849 en la Nueva Gaceta Renana, en ese texto introduce el siguiente concepto:  el salario es el valor de cambio expresado en dinero que se paga por una mercancía en particular que llamamos fuerza de trabajo.

 Lo común es creer que el salario es una cantidad de dinero que se paga por realizar un trabajo dado. Sin embargo, “el salario no es la parte del obrero en la mercancía por él producida. El salario es la parte de la mercancía ya existente, con la que el capitalista compra una determinada cantidad de fuerza de trabajo productiva. Además, en realidad, lo que el trabajador vende no es trabajo en sentido abstracto sino su fuerza de trabajo.

La fuerza de trabajo es, en nuestra actual sociedad capitalista, una mercancía peculiar porque en sí asume la capacidad de ser una entidad creadora de valor, una fuente de valor

El coste de producción de la fuerza de trabajo se cifra siempre en los gastos de existencia y reproducción del trabajador. El precio de este coste de existencia y reproducción es el que determinaría el salario. Es el salario de la “simple humanidad” del que hablan Smith y los marginalistas. Es decir, una cantidad de dinero determinada por la oferta y demanda que marca la diferencia entre sobrevivir o perecer por carecer de medios de vida suficientes.


“Pero, al consumir los medios de vida de que dispongo, los pierdo irreparablemente, a no ser que emplee el tiempo durante el cual me mantienen estos medios de vida en producir otros, en crear con mi trabajo, mientras los consumo, en vez de los valores destruidos al consumirlos, otros nuevos. Pero esta noble fuerza reproductiva del trabajo es precisamente la que el obrero cede al capital, a cambio de los medios de vida que éste le entrega. Al cederla, se queda, pues, sin ella.”.

La fuerza de trabajo del obrero siempre se la queda el capital.  Esto hace que para que su situación de sobrevivencia se torne más o menos tolerable es necesario que crezca con la mayor rapidez posible el capital productivo. Esto es lo que no sucede en nuestra sociedad, porque el capitalismo como orden social se encuentra en crisis, que no es solo nacional sino básicamente internacional, más aún a partir de la globalización que la propia secuencia de la reproducción del capital ha impuesto en todo el mundo.

Por esta razón objetiva, es decir, lentificación y estancamiento del capital productivo es absolutamente inconducente que los trabajadores prefieran apoyar a partidos burgueses que construir sus propios partidos en las luchas políticas. En esos casos, la contradicción hace parecer que los intereses de obreros y los del capital coinciden, pero no es así, porque subyacen intereses antagónicos, más allá de las intenciones, voluntades o llamados a la unidad nacional que se lancen desde las campañas o los medios de comunicación social.

Asimismo, el salario nominal en tanto expresión monetaria no coincide con el salario real (la cantidad de mercancías que el obrero puede comprar con su salario). El salario y la ganancia, en sus relaciones mutuas se hallan en razón inversa. La parte de que se apropia el capital, la ganancia, aumenta en la misma proporción en que disminuye la parte que le toca al trabajo, el salario, y viceversa. La ganancia aumenta en la medida en que disminuye el salario y disminuye en la medida en que éste aumenta.” Así, en períodos crisis económica la burguesía precisa incrementar sus ganancias se implementan reformas laborales determinadas a bajar el salario real. O se intensifica la alícuota del impuesto inflacionario que de modo directo paga el trabajador. A partir de esto, y su cotejo con los datos de nuestra existencia cotidiana, luce con claridad que los capitalistas no han desperdiciado la ocasión de especular con el precio de las mercancías y jugar todo tipo de artimañas para inflar los precios y así obtener más beneficios. 

Desde esta perspectiva deben verse los efectos de una devaluación del peso, entendiendo por tal al fenómeno que implica la desaparición del valor nominal de una moneda corriente frente a otras monedas.  En el capitalismo la moneda es una mercancía que funciona como equivalente general para todos los intercambios. El valor de esa moneda, en esa función emerge en última instancia del Estado, a través del Banco Central que garantiza que tiene acumulado una cantidad de valor –recordemos, el valor lo genera el trabajo humano- que respalda ese billete.

Así, el valor de la moneda expresa el poder de la economía del país, o sea, lo que puede producir bajo un grado determinado de nivel tecnológico y de productividad del trabajo. Cuando la moneda se deprecia en términos generales lo que esta expresando es la baja capacidad del trabajo en la economía local para generar valor

 A partir de lo dicho, sobran datos para darse cuenta que los precios de las mercancías que satisfacen necesidades básicas de todo ser humano, están por encima de cualquier acuerdo paritario, y ni que hablar de lo que sucede con los trabajadores precarizados.

El salario, define las condiciones de vida del trabajador y en las relaciones sociales existentes su bienestar depende del crecimiento del capital. El dominio de un capital que no admite reformas, en su actual momento, se reproduce a condición de succionarle horas de vida a millones de trabajadores en el mundo, por diversos mecanismos con predominio del capital financiero. La clase obrera se ve sujeta a la opción necesaria de la unión de todos los trabajadores en contra del capital y la construcción de poder obrero con programa socialista.