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Nuevo Curso

La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos.   

NUEVO CURSO

En el transcurso del fin de semana se han podido registrar momentos que, si bien aparecen disímiles, concurren de modo común a dar cuenta del perfil que tienen los hechos sociales en nuestros tiempos, de crisis en la reproducción consensuada del orden social capitalista.

Ambos son del orden del espectáculo deportivo, para despejar toda posible impugnación por asimetrías aparente de lo que se compara o relaciona. El primero en el tiempo, pero enormemente significativo por su magnitud, en tanto como fenómeno penetra en el envase del producto que se vende, esto es, irrumpe sobre el empaquetamiento comercial de la disputa deportiva, a cancha llena en un estadio emblemático, marcado por el celeste como color. Penetra porque muestra desde el barrio al estadio, al barrio mismo y a los trabajadores en su plena esencia vital y productiva, dando cuenta de una más de los ataques de la burguesía sobre nuestra clase. Allí, desde el pico de la chimenea reconstruida, (porque como emblema de la presencia capitalista, la originaria fue derrumbada), también estaba el color celeste, pero dando cuenta de la libertad de las formas, y de un dato social significativo. Las fábricas no se demuelen, no se cierran, porque en ellas, en su interior, esta el trabajo humano, la vida del hombre productor y sus familias y la significación obrera dirigente en la barriada donde este enclavada o en el territorio urbano donde todos los días dice presente ordenando incluso con sus propios ritmos, con sus sirenas, la vida cotidiana de esa sociedad.

            El barrio, los trabajadores, dijeron presentes, congregados en multitud, dentro y fuera del estado. Presentes para más allá de la parcialidad futbolística dejar en claro ese mensaje. No se tolera el despido, no se toleran los cierres de las fuentes de trabajo. El pasado pesa sobre la memoria obrera y popular y se activa en el espacio en donde se le presente la primera oportunidad. Mueve a la emoción e impregna como desafío para el porvenir, buscando superar la apuesta y levantar muchas fábricas y lugares de trabajo dentro del ejerció del poder obrero y orientados por el programa socialista. Es presencia obrera, mucho más significativa que las ausencias de movilización de la CGT o los cultos rituales que aparatosamente producen con rutinario y estéril formato, las organizaciones que se repliegan sobre las mezquindades de una cooperativa electoral y sus efectos.

           Esa misma lucha es la que también debe dar luz sobre el asunto y no permitir este fenómeno ideológico de ocultamiento racional de lo real y verdadero, no permitiendo que el recuerdo del suceso quede solo en eso, y viabilice metamorfosis tales como transformar fábricas en centros culturales o gestiones similares. Un lugar de producción, de trabajo humano productor es eso y no otra cosa, más allá de las buenas intenciones. La crisis nos impone defender el trabajo desde donde nos encontremos en la sociedad, para contratacar como clase trabajadora, en post de nuestros intereses objetivos históricamente determinados, para nuestra liberación de toda opresión y explotación, por vía del poder obrero y socialista.

            En el otro extremo, un domingo de pretendido fanatismo y mercantilizado sentimiento muestra a futbolistas y allegados tomándoselas a los puños y otras yerbas frente a una decisión arbitral.  Esto fuera de toda pintura que se le ponga encima, son situaciones de choque violento entre trabajadores (porque eso son los futbolistas que pisan un campo de juego=, dentro de la empresa futbolera y sus mercancías, que fomenta y gestiona la competencia como emblema, más allá de la lógica del juego y aliena de manera organizada a todo el entorno de la mercancía que ofrecen. Nuevamente un claro ejemplo de cómo en nuestro hacer somos dominados por los propios objetos que producimos. El negocio de la disputa, de la sobre competencia, del que pierde no sirve, del que los segundo nunca ganaron nada, muestra su rostro espectral y señala el camino directo a la opresión y la barbarie, que es la muestra específica del orden social capitalista.

Las dos escenas, son hoy el contenido paradigmático de la lucha de clases. Las muestras de la sociedad capitalista decadente y sus sombrías proyecciones sobre la condición humana de los trabajadores, y los trabajadores reivindicando un pasado de lucha por la defensa de una fuente de trabajo y su vigencia en el hoy por la amenaza en ciernes de un escenario similar al de aquellas épocas de esplendor “fulgurante” de la convertibilidad, Cavallo y el capitalismo en formato neoliberal.

Son tiempos sociales muy duros para la cotidianeidad de la clase trabajadora. Sobre nosotros se vuelca con propósito de naturalización, los escenarios de pobreza y miseria. Parece pertinente abrazarse a la Cervecería Córdoba y no dejar nunca para el simple recuerdo lo sucedido, sino transformarlo por la lucha necesaria hacia el poder obrero y el socialismo.