El Nivel general del Índice de precios al consumidor registró un alza mensual de 8,4% en abril de 2023
Afrontamos situaciones sociales significativamente gravosas que no pueden superarse desde un mero “intercambio de ideas” circunscripto a las maneras de cómo hacer el “aguante “.
La crítica es un arma de lucha, un medio para el fin revolucionario de llevar a los seres humanos a pensar, obrar y organizar una sociedad sin explotadores ni explotados, pero necesita en el mismo tiempo que se la pronuncia y propaga un acompañamiento de acciones de lucha callejera que signifiquen la afectación clara de los intereses de la clase dominante .
El discurso sobre la deuda y el FMI enunciados en la protesta por grupos en los que se nuclean los trabajadores desalojados de la economía formal de producción de valor que hoy llevan tras de sí, el grueso de la militancia, contiene desde el punto de vista de la teoría y consignas puestas en acto, una intervención en la lucha de clase contraria a los intereses objetivos de la clase obrera en sí.
El fundamento de esta orientación es la definición según la cual la deuda externa es, la vía principal para la reproducción capitalista y la explotación de la clase trabajadora por parte del capital financiero internacional. En ese sentido el FMI corporiza la explotación imperialista sobre el país y el pueblo
Lo cierto sin embargo es que el problema objetivo más crítico, de la clase trabajadora y los sectores sin empleo con desempeño en la economía informal como titulares de planes sociales, productores auto explotados, población económicamente sobrante o como se les quiera llamar, es su miseria creciente y aquello que la genera no se reduce al acuerdo con el fondo monetario. Dicho en otros términos debe quedar en claro que la causa de los males para las masas trabajadoras tiene que ver en última instancia con la inviabilidad de la relación capital -trabajo en sí , en tanto la acumulación de capital que se produce por la propia productividad de la fuerza de trabajo resulta insuficiente.
Por lo demás en todas las demandas públicas agitadas desde la burocracia piquetera se destacan planteos donde tienen centralidad las palabras país”, patria o “pueblo” que se utilizan de modo consciente en búsqueda de ampliar el frente con otros sectores sociales extraños a la clase trabajadora con abstracción del programa socialista y sus objetivos.
Por eso el mensaje que se exhibe es que “todos” a excepción del gran capital concentrado en la gran burguesía son explotados por medio de la deuda sin mencionar, la conexión entre la deuda externa y la fuga de capitales operada por la propia clase dominante argentina que implica el hecho de que gran parte de los tenedores de los títulos de la deuda pertenecen a la misma burguesía.
Es decir, la caracterización burocrática es un planteo insuficiente en tanto no da cuenta propagandística y agitativa del directo involucramiento del conjunto del capitalismo argentino con el capital dinerario internacional, y por ende, también con la deuda, por acordar que ese es el modo en que opera la reproducción del capital en nuestra sociedad de capitalismo tardío y altamente dependiente.
La deuda externa es un producto del capitalismo atrasado y dependiente, y nunca la fuente única de la miseria, en tanto aun cuando la clase política habían sacado al fondo monetario de la escena luego esa misma clase burguesa fue en su búsqueda. En los tiempos en que se saldaron los compromisos con el fondo, las carencias sociales no menguaron y los sectores de la clase obrera afectados fueron incrementando su volumen a expensas del capital concentrado.
El acuerdo con el FMI, no es la única y significativa causa eficiente de los padecimientos económicos-sociales en los que se encuentra la clase trabajadora del pueblo.
La tasa de interés y la deuda son reguladas por las leyes económicas. El no pago de la deuda solo modifica el reparto de la masa de plusvalía al interior de la, dejando intacta la tasa de explotación
Los porcentajes de incremento de los precios, en sí mismos dan cuenta de una contundente desigualdad social en la distribución de la riqueza Con ello reflejan un dato contundente en lo que se refiere a la escasa productividad del trabajo, ausencia de inversión y expansión de la base monetaria.
En paralelo, las leyes y los demás actos de gobierno, avanzan buscando sostener un consenso social entre las clases acerca de la vigencia de la simple igualdad abstracta
Todo esto no hace otra cosa que exhibir la incapacidad de la república burguesa como instrumento de orden y reproducción social estatal, cuando la crisis de la reproducción social del capital se agrava en un punto de no retorno a relaciones de bienestar
Dicho de otra manera. Los datos, las cifras y las proyecciones presentadas como cataratas y vendidas con carteles resaltados en colores rojo y blanco, y bajo los rostros preocupados y circunspectos de los “analistas”, no dejan ver que el problema no atañe simplemente a algunos desequilibrios de la macroeconomía, más bien se relaciona en sentido inverso con la imposibilidad que tiene la sociedad de clases y el Estado de la burguesía, de escapar de los condicionamientos e imperativos objetivos que imponen las leyes del mercado (la ley del valor) y la lógica con la que actúan los capitales, sean grandes o pequeños
Por eso, si de algo dan cuenta las cifras arrojadas al conjunto a la clase trabajadora por los poderosos, más allá de ser el reflejo del sufrimiento de personas sometidas a condiciones de extrema pobreza, es del fracaso de las llamadas políticas de asignación de derecho que durante tiempo prolongado fueron lanzadas y gestadas desde el Estado a las que tanto se apela desde diversos sectores políticamente militantes.
Las determinantes que implican operaciones restitutivas de derechos solo lucen en el espacio formal de las declaraciones normativas, pero nunca llegan a las personas por la sola condición de ser seres humanos que habitan en una sociedad bajo un Estado de derecho.
Lejos quedan de estos porcentajes inflacionarios, las políticas de infancia, la apelación a la ciudadanía social y otras expresiones de corte reformista, que vía subsidios y organizaciones intermedias pretenden dar cuerpo a una supuesta solución por la simple intervención del Estado en la faz retributiva, sin reparar en la condición de instrumento de clase que tiene ese aparato de poder burgués.
Los indicadores del incremento constante de precios de las mercancías, dan cuenta contundente de que ya que no puede controlarse lo que se decía manejar. Por eso, en esta coyuntura a cada paso surgen problemas en donde se interrelacionan lo público con lo privado, las políticas nacionales con a la fuga de capitales, la falta de presupuesto estatal con bajas de inversiones, las altas tasas de interés y el déficit fiscal creciente, etc.
De esto se sigue una constatación que referencia que la pobreza y la indigencia no son situaciones anómalas, simples contingencias del desenvolvimiento económico, como tampoco el resultado de una mala o buena gestión estatal, sino la expresión concentrada de de las relaciones de propiedad privada dominantes. Las carencias, señalan la insatisfacción de las necesidades más elementales para vivir, marcan en todo momento. que no es el Estado en poder de la burguesía, el instrumento del cambio de esa apremiante realidad. Por el contrario, es el estamento institucional que debe ser destruido por los trabajadores y sus específicos organismos de democracia obrera.
El conjunto del personal político que emplea la burguesía en el manejo jurídico de sus intereses no es gravitante en sí, por la imagen que puedan exhibir- Por el contrario, solo expresan, en última instancia, una dinámica de fuerzas que paulatinamente acumulan desequilibrios,
Lo cierto es que surgen cuellos de botella y aparecen crecientes problemas de productividad, en uno u otro sector. Los capitalistas que sobreviven con subsidios invierten poco y no amplían su capacidad productiva; los costos son crecientes,
Las cifras del incremento de precios, son reflejo de una realidad social lindante a escenarios de barbarie y demuestran que el poder burgués no concreta lo que decía buscar, o prometía por vía de sus declaraciones de derechos e igualdad formal ante la ley, esto es, la idea de un desarrollo relativamente armónico de las fuerzas productivas, con una distribución progresista de los ingresos. Por eso, estamos objetivamente en un punto en que es imposible mantener ese esquema ideológico de dominación cultural. Asistimos de manera directa a una crisis capitalista que agravan las condiciones del sostenimiento del modelo, con un efecto negativo en la política fiscal. Y lejos de las leyes que surgen del parlamento burgués, el principio básico del mercado termina imponiéndose: la tasa de ganancia rige la decisión de la inversión.
Para el poder burgués, la única opción es el énfasis en el aumento de la productividad y la baja de costos en donde se incluye el salario .Esa alternativa solo puede ser viable a fuerza de imponer por vía de un pretendido pacto social, un nuevo ajuste que desplace más contingentes de personas y a sus estructuras sociales primarias, al escenario de la población económicamente sobrante, todo lo cual se traduce en condiciones extremas de existencia, medidas eufemísticamente bajo categorías de pobreza e indigencia.
En definitiva, la única opción para la burguesía es echar más nafta al fuego. Su acción es más de lo mismo; existir y expandirse sobre el costo de vidas humanas, con el amparo protector, en última instancia, de la violencia institucional, cuando reprime a esos sectores que previamente son estigmatizados en el plano ideológico.
La pobreza y la indigencia desmienten a las políticas reformistas, cuando la pérdida de dignidad se vuelve inocultable y mayoritaria. Dan un certificado de defunción a todos aquellos que abogan por la vigencia de la ciudadanía y sobreactúan las performances y virtualidades del derecho como herramienta de progreso social. Nada de eso ocurre en la existencia concreta y en el día a día. La igualdad ante la ley, las declaraciones de derechos subjetivos, nunca ejecutados y garantizados por el poder burgués estatal, son solo la muestra de un modelo de contención y reproducción social que agoniza. Los trabajadores son quienes producen.
Los trabajadores tienen en sus manos el desafío urgente de la construcción del poder obrero a través de la organización partidaria de clase y la lucha por un programa transicional socialista, que facilite el objetivo estratégico de derribar al poder burgués y a la sociedad de clases que refleja.