NUEVO CURSO
“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa.”
Cuando Marx utiliza esta fórmula lo hace buscando forma el golpe parodiar la situación generada a través del golpe al poder dado por Luis Napoleón Bonaparte mostrándolo como una imitación inferior del verdadero 18 brumario es decir el golpe dado el 9 de noviembre de 1799 (18 de brumario del año VIII, según el calendario republicano) por Napoleón Bonaparte, culminando la fase revolucionaria del ascenso de la burguesía al poder
La “política” en tanto actividad humana es la actuación de intereses sobre las relaciones sociales de poder. Son precisamente esos intereses objetivamente determinables los que fijan los ejes en torno a los cuales se organiza el “discurso” ideológico que les sirve de fundamento
En todos los casos esa acción tiene una determinación final del sujeto que la pone en acto hacia la búsqueda de aceptación por consenso entre las clases sociales en pugna de ese paradigma interesado. De este modo, la relación mando-obediencia se concentra en los efectos específicos de ese interés.
En ese sentido es posible advertir que aquello que llamamos bonapartismo, se caracteriza o se distingue como régimen político por una diferencia específica con cualquier otra forma de organización estatal, ya que se caracteriza por emerger y operar en contextos de crisis significativa del conjunto de relaciones humanas dentro de la estructura política burguesa, en la que ninguna de sus fracciones puede hacerse con el poder, ni lograr ese consenso amplio para sus intereses.
Visto desde esta perspectiva, el bonapartismo aparece como un “régimen personal” , es decir , centrado en una suerte de líder ,que se eleva por encima de la sociedad y “concilia” con ambas clases sociales en aparente autonomía , pero al mismo tiempo y en ultima instancia, protege los intereses de la clase dominante, reproduciendo la ficción arraigada en el sentido común , según la cual el Estado es un elemento institucional ajeno a la sociedad civil con la que interactúa por mediaciones y al que se puede acudir , buscando que su aparente “neutralidad” se oriente hacia uno de los intereses en pugna.
El énfasis puesto por Marx en el sentido farsesco de ese período histórico y esa particular forma de Estado que toma el poder burgués , esta dado por la vana pretensión del sobrino de Bonaparte por construir un orden de ese tenor, y es significativo por su trascendencia en el tiempo y la posibilidad de la utilización analógica de esa categoría conceptual, para comprender el recorrido que ha tenido el proceso de lucha de clases en nuestra sociedad durante el curso de este siglo, en particular a partir de la asunción del mando presidencial por Néstor Kirchner, luego de la revuelta popular de diciembre de 2001 y la transición Duhaldista , agotada prematuramente por la irrupción de masas generada por la ejecución de Kotesky y Santillan .
El derrotero Kirchnerista, en el curso de la gestión del actual gobierno, vino signado por un “dedo” que desde un pretendido “arbitro” impuso la necesidad de poner en la cancha a Alberto Fernandez. El particular curso que asumió esa decisión en los hechos, acaba de terminar con esa farsa bonapartista, dando muestras languidecientes del fracaso de esa empresa política extendida en el curso de dos décadas.
Tal es la entidad de este fin de siglo que quién pretendió continuar en ese rol de sujeto necesario e imprescindible para regir los destinos de la comunidad, se ve obligada a negar lo afirmado, a refugiarse en una pretendida persecución, para reciclar la tendencia y mostrar que no se puede salir de la crisis sin ella en el comando de esta suerte de coche de formula uno sin freno en el que se constituye la Argentina.
Para poder operar esta dirección de los intereses, la acción se concentra hoy en la resignificación discursiva de los hechos, de modo tal que lo que adquiere realidad, no es lo efectivamente sucedido, sino lo que se dice de ello. De esta forma, si es necesario mover las piezas del tablero al punto en que estas no estén ubicadas en su sitio y condición se lo hace afirmando que siempre ha sido así.
Por este armado arquitectónico, se metamorfosea un presunto hecho delictivo que da lugar a un proceso penal donde se imputa a Cristina dentro de un conjunto de personas, por una causa de proscripción política, en igual medida en que se cuestiona la labor de los jueces y de toda la estructura orgánica del poder judicial, de ese mismo Estado que la impugnante integra funcionalmente como vicepresidenta y por tal como figura máxima del Poder Legislativo. Se olvida en la impugnación que todos los jueces impugnados tienen legalidad, pues han sido elegidos según el mecanismo previsto en la Constitución Nacional y en mayoría durante las gestiones sucesivas del binomio Néstor-Cristina.
En igual medida se dice que el aparato judicial es una mafia. Si se sostiene esa premisa habrá que desarrollarla y concluir en que, si así ocurre, el Estado como un todo es mafioso. Si así lo fuera lo lógico sería terminar con ese orden, desobedecer a los actos de esa mafia, como medida mínima y reformular todo el orden político, en tanto los jueces producen actos políticos en sentido lato, a través de sus sentencias y la gestión del poder judicial en cuanto tal.
Esto no ocurre, sino que sucede precisamente lo inverso. Se monta un discurso diciendo que “cuál es la verdad” y se busca que la sociedad así lo entienda, alterando los datos objetivos puestos en examen.
Sin embargo en el montaje de una capítulo más de la farsa constituida en la pretensión bonapartista se olvida que , si la vicepresidenta es sujeto de un pretendido delito y recibe una sentencia que así lo afirma y a la vez como imputada replica la invalidez del fallo por haber sido dictado por miembros de una mafia en miras de proscribirla electoralmente lo que sucede es que se ha dinamitado las bases de todo el orden jurídico de la república burguesa, y cuanto menos corresponde desobedecer, es decir, no dar acatamiento a sus actos de poder burgués. Pero ocurre lo inverso.
Este desarrollo de la historia en el corriente siglo, esta signado por esta centralidad marcada por la idea de que es el individuo político el que vuelca sus acciones sobre la sociedad civil y esta no tiene otra opción que aceptar esa mediación arbitraria para reproducir sus relaciones de modo pacífico. Esta gestión se ubicó en este significado haciendo inicialmente un en acto simbólico de retirar cuadros, pero en el mismo curso del tiempo, y otra pared debió subir el retrato del desaparecido Jorge Julio López, y de los demás desaparecidos en democracia o exhibir la de los caídos en la lucha. Esta gestión impuso un sistema electoral con primarias abiertas y obligatorias para determinar candidatos y a la par el partido en el gobierno lucha por desalentar su propia interna y selecciona candidatos con un audio un día sábado, haciendo culto de la dedocracia, para terminar en la versión farsesca del “operativo clamor” buscando remedar la presencia de las masas en las calles del primer peronismo para terminar con una suerte de renunciamiento televisivo que mueva a traer de la memoria a aquel de Evita .
Esta semana busca poner en acto este último episodio para a la vez frente a su fracaso reciclarlo semánticamente como base para el lanzamiento de una campaña electoral con eje en todo ese sainete en la que se propone al próximo verdugo de la clase trabajadora.
De un sistema farsesco, no puede concluirse otra cosa, que una de sus acciones políticas principales, “las elecciones, el sufragio, la campaña electoral”, son esa misma farsa puesta en plano de presentar una representación política que no existe, y un consenso previo para medidas futuras que no es tal.
Debe también mencionarse que quienes se posicionan como oposición a todo este diseño, alegando que lo hacen desde el interés de explotados y oprimidos de la sociedad, no han hecho otra cosa que agregar más farsa a la operación. Su existencia está determinada como una derivación de la farsa general al aceptar el sistema electoral y las PASO, que son mecanismos que están en la matriz del orden burgués. Luego lo que se llama FRENTE, no lo es. Eso es también un discurso sobrepuesto a lo real. Lo que se dice frente es una cooperativa electoral montada para no sucumbir a las exigencias burguesas de lo que debe ser considerado un partido político. Lo segundo y significativo es que esas organizaciones que impugnaban las PASO por prescriptivas hoy nadan en esa pileta y precisamente cuando la clase trabajadora y los explotados se sumergen en la pobreza, centran sus acciones y postular en campañas a los candidatos que emergen de cada uno de los micro aparatos que los constituyen.
Los tiempos de la farsa iniciada con “los pibes para la liberación” hoy mayormente captados para las funciones inherentes a distintas áreas del Estado explotador y opresor de la burguesía, continuada con la falsa alternancia Cristina o el abismo Macri, seguida del montaje del Frente de Todos para legitimar la dedocracia, a lo que se añade la ausencia de intervención en el acuerdo de reformulación de la deuda con FMI , más la presunta proscripción política , llegan inexorablemente a su fin, pero su agotamiento debe venir de la mano de la presencia efectiva de una política autónoma de la clase obrera y la construcción de su herramienta política en la tarea de construcción de organismos de poder obrero y destrucción de la república burguesa. Es esa la canción sin cantar. Él libro sin leer, el trabajo sin hacer. Hay que afligirse por la mentira que nos mata
Dolerse por una multitud creciente de lágrimas inocente y un dolor transformarlo en un nuevo curso de autonomía de la clase obrera, construcción partidaria revolucionaria superador de lo existente.