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Nuevo Curso

KREUZNACH ILUMINA LA AGONIA DEL FITU

NUEVO CURSO

En 1843 Marx escribe lo que en realidad es   una Crítica, a un parte del libro escrito por Hegel, “Principios de filosofía del derecho. Lo escrito por aquella época llevó finalmente el título de Manuscrito de Kreuznach1 –o Crítica a la filosofía del Estado de Hegel.

 En realidad.” el texto, no se publicó en vida de Marx. Fue D. Riazanov quien se ocupa de la edición y lo hace aprovechando su responsabilidad política por lo generado desde el Instituto Marx y Engels de Moscú en 1927. Al libro publicado por Riazanov   se le dio el nombre de Manuscrito de Kreuznach porque fue redactado en aquella pequeña ciudad alemana cuando Marx, de 25 años, se dirigía al exilio parisino tras ser perseguido por el Estado prusiano quien puso fin a la edición de la Gaceta Renana.

Es importante reparar en este dato temporal, en la medida en que, por su fecha de aparición pública, se instala con claridad un dato certero: Lenin no contaba con este documento a la hora de escribir EL ESTADO Y LA REVOLUCION, si se quiere la obra más relevante en torno a la construcción de cuanto significa el Estado en la sociedad capitalista y en los contenidos específicos de la acción militante revolucionaria

Marx escribe en Critica de la filosofía del Estado de Hegel, (nombre que finalmente tomó el manuscrito), a partir de un posicionamiento específico que desea asumir respecto del autor del texto que comenta.  Es por eso que ubica a Hegel como la expresión mayor y superadora de la filosofía alemana de su tiempo y por tal, dada las características históricas de Alemania que permanecía aún sin hacer la revolución política burguesa lo consideraba un filósofo tremendamente revolucionario, en tanto expresaba la paradoja alemana de estar a la vanguardia filosófica del tiempo histórico en que transcurría con formas políticas reaccionarias y   relaciones sociales bajo formas económico-jurídicas atrasadas.

  Sostiene Marx que Hegel consiguió crear un sistema filosófico para el mundo moderno capaz de desvelar hasta la más escondida de sus contradicciones. En particular en cuanto se refiere a la forma y la función que adquiere el Estado de la modernidad capitalista. Desde esa perspectiva, tuvo que bregar con las primeras consecuencias políticas, económicas y sociales del incipiente capitalismo y contribuyó decisivamente a toda la resignificación de los conceptos claves para la construcción política e intelectual de la modernidad

       A diferencia de Hegel, Marx considera que el ámbito del pensamiento especulativo no es suficiente para realizar una revolución en Alemania. Reconociendo influencia de Feuerbach destaca que para poder desplegar las virtudes del ser humano como ser genérico es imperiosa la necesidad de negar la conciencia religiosa del mundo moderno

       

           En ese sentido sostiene que una vez que la teoría penetra en las masas es posible realizarla en la praxis. La teoría sólo se realiza en la medida en que es la materialización de las necesidades que la generan y las expresan como entendimiento. Es esta precisión la que permite negar el aspecto abstracto de la filosofía según su desarrollo en el idealismo. Hay en esto una referencia en el escrito de Karl Marx en la primavera de 1845 donde se exponen sus tesis sobre Ludwig Feuerbach en particular la tesis XI

Serán las masas encarnadas en el proletariado frente a burguesía, aquellas capaces de negar todo lo existente, aniquilarlo y reconstruirlo. El proletariado, es revolucionario porque no tiene nada en su posesión y, por tanto, no tiene intereses particulares.

“los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de diversos modos; de lo que se trata es de transformarlo.”

 Hay aquí una interpretación crítica de la realidad.
Es crítica precisamente porque la interpretación destaca los aspectos críticos, negativos, de lo real (por ejemplo, la explotación).

Es decir, el mundo es transformado en pensamiento crítico, hay de un lado, una constatación positiva, lo que es, y otra negativa, lo puntos críticos de aquello que es.
Pero el proceso no acaba ahí, el pensamiento crítico debe objetivarse en el mundo por medio de la actividad crítico-práctica, de la actividad revolucionaria.

El mundo es transformado en pensamiento, para luego objetivarse por medio de una praxis que transforma el mundo.

     No se trata de la pura práctica, sin pensamiento, sin teoría. Hay dos momentos, uno interpretativo y otro de transformación, la praxis es la unidad del pensamiento y de la actividad práctica.

 Por todo esto, la realidad histórica es producto de la praxis histórica de la humanidad, como tal, puede ser modificada, revolucionada, por esa misma humanidad. El marxismo devuelve al hombre aquello que había perdido, su praxis en el mundo y con ello, su ser, su esencia humana. 

Hegel orientó su filosofía política a exhibir las contradicciones de la sociedad civil y ponerles solución bajo el Estado tal como hoy se escucha en cualquiera de las demandas que se le cursan desde las actividades políticas de los partidos políticos incluidos en el FITU y sus satelitales.

Sin embargo, lo que no se advierte por esos aparatos ligados al parlamentarismo y el economicismo más simplistas, es que Marx refiriéndose al Estado le indica específicamente su incapacidad de armonizar las particularidades de la sociedad civil, agregando que en sentido inverso es la propiedad privada que rige en las relaciones intersubjetivas quien acaba determinando al Estado;

 Al desterrar de la centralidad la Idea y su encarnación en el Estado según el pensamiento hegeliano, Marx, propone poner en su lugar al ser humano, de manera que la realización de su esencia política ya no será bajo el Estado burgués sino en un en un nuevo Estado que tiene la misión de desaparecer a medida que articula el poder obrero y sus organismos bajo la forma de democracia directa

La filosofía de Hegel es la prolongación de la teología en tanto esta; niega al hombre por afirmar a Dios. En este caso se niega al hombre para sostener al Estado. La conciencia religiosa afirma en Dios lo que niega en el hombre, el hombre no existe por sí mismo, no es el sujeto de su propia existencia. Y como resultado de esto el hombre no puede autodeterminarse, no puede autoconstituirse si ya existe otro sujeto absoluto: El Estado. Esto se lee a la inversa en Marx quien, en El Manifiesto Comunista, instala la premisa:

“Que la emancipación de los trabajadores debe ser obra de ellos mismos, que sus esfuerzos por conquistar su emancipación no deben tender a constituir nuevos privilegios, sino a establecer para todos los mismos derechos y los mismos deberes.

Que el sometimiento del trabajador al capital es la fuente de toda servidumbre: moral, política material. Que, por esta razón, la emancipación económica de los trabajadores es el gran objetivo al que debe ser subordinado todo movimiento político.

Hegel hizo de la Idea y su concreción última en el Estado, el sujeto de su sistema, de tal manera que, siguiendo ese sistema de pensamiento, habría una sustancia de la que se derivan todos los predicados y la cual supone ya toda la realidad.

Si se sigue al FITU se concluye en que todo está   dentro de esa lógica en la medida en que por vía de la centralidad que ese aparato político da a las políticas de asignación de derechos subjetivos individuales o sociales la esencia de sus acciones todas dirigidas hacia el Estado al que se ubica por encima de las relaciones sociales y las clases sociales que las corporizan.

Dicho, en otros términos, pero aludiendo al mismo fenómeno, Marx agrega en El capital, que Hegel «el proceso del pensar, al que convierte incluso, bajo el nombre de idea, en un sujeto autónomo, es el demiurgo de lo real, lo real no es más que su manifestación externa».

 En definitiva, cuando nos referimos al Estado estamos siempre obligados a considerarlo en tanto superestructura polítco-juridica por la que toma cuerpo institucional y funcional el proceso dialéctico de reproducción capitalista y la dominación cultural hegemónica que lo hace posible a través de dotarlo de una determinada legitimación ideológica que se introduce por vía de la forma jurídica “ley”.

Todo lo dicho, nos lleva necesariamente a considerar el sentido del derecho en nuestra sociedad, porque es a partir de este aspecto del fenómeno Estado, que se puede advertir el error ínsito en el reformismo parlamentarista del FITU y aparatos políticos satelitales.

Lenin se ocupó de señalar en El Estado y la Revolución que el Estado surgió en una determinada fase del desarrollo social como producto del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase.  Por eso en términos concretos es el órgano de violencia de una clase sobre otra. Todos los Estados que existieron hasta hoy fueron órganos de violencia de una minoría, los explotadores, sobre la mayoría, los explotados. La República democrático-burguesa contemporánea es también la forma de dominación de los explotadores capitalistas sobre la mayoría de la población sojuzgada. Esto impone la necesidad que tiene el proletariado de destruir la máquina del Estado burgués.

En ese sentido y a diferencia de lo que surge de la práctica política del FITU y satelitales, debe puntualizarse que la clase trabajadora debe construir su propio poder, su dictadura, necesaria para aplastar la resistencia de los explotadores y para construir el socialismo, la clase trabajadora está determinada a destruir, romper, el viejo aparato del Estado burgués.

La noción de dictadura del proletariado, es la gran ausente en todas las prácticas políticas del FITU. Sin embargo, Lenin subraya reiteradamente, que el Estado burgués no se extingue, como lo predicaban los oportunistas, sino que es destruido por la revolución proletaria; el que se extingue posteriormente es el Estado proletario.

Si hacemos lo inverso a lo narrado. Es decir, si en lugar de omitir la cuestión de la dictadura del proletariado como lo hace el FITU, la ponemos al descubierto y la propagandizamos, toda la mendacidad de la democracia burguesa que tiene por objeto el engaño y la esclavización de las masas queda a la vista

La dictadura del proletariado es la primera, en la historia, que ofrece una auténtica democracia para el pueblo, que expresa los intereses de la inmensa mayoría. La dictadura del proletariado tiene por objetivo destruir las clases, construir la sociedad comunista. Al caracterizar la primera fase del comunismo –el socialismo–, cuyo principio fundamental es: “de cada cual, según su capacidad, a cada cual según su trabajo”, Lenin señala que en la fase superior del comunismo cuando, como resultado del desarrollo gigantesco de las fuerzas productivas, se cree una completa abundancia de productos, la sociedad obtendrá la posibilidad de vivir de acuerdo al principio: “de cada cual, según su capacidad, a cada cual según sus necesidades”.

La premisa de nuestro particular momento histórico de crisis en la reproducción del capital, es romper con los oportunistas y reformistas denunciando su rol de agentes de la formación de falsa conciencia, y señalar el camino hacia el derrocamiento de la burguesía, por la destrucción del parlamentarismo burgués, por la construcción del poder obrero y la realización del programa socialista.