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Nuevo Curso

La posición simbólica de Esclavo social , de amplios sectores medios de nuestra sociedad y la incidencia en sus preferencias ideológicas.

NUEVO CURSO

Dentro del escenario farsesco en el que se monta la llamada campaña electoral, uno de los aspectos más visibles es advertible en la profusión de datos de encuestas realizadas por equipos de sociólogos y otros profesionales en modo privado, es decir, generando un producto que previamente puede haber sido contratado o luego de su generación es adquirido como una mercancía.
Lo particular de ese uso de datos, es lo inverso de lo que manifiesta su utilidad científica. Es decir, no hay un propósito de verdad objetiva, sino la búsqueda de respaldo numérico para el desenvolvimiento de un antejuicio anteriormente formulado respecto de éste o aquel candidato.


Sin embargo se advierte otro factor del fenómeno que no tiene mayor desarrollo en los sectores de opinión , que es la alta incidencia en el voto de los sectores desplazados o perjudicados de modo directo o indirecto, por la reproducción capitalista, hacia el favor de los partidos abiertamente coligados con ese mismo sistema.


Hegel encuentra en las figuras del señor y el siervo el inicio mismo de la cultura humana, esto en el plano de la especulación intelectual y no como acontecimiento históricamente verificable. Es decir, esa dialéctica relacional de plano especulativo, sin embargo, explica las relaciones prácticas de los hombres, por lo que no quedan meramente en la abstracción y sus implicancias existenciales en el contexto de los individuos que conforman la sociedad civil.
la reconciliación de la subjetividad con el mundo no puede basarse meramente en lo teórico.


De esa manera, lo que resulta es una lucha marcada por un contradictorio que no llega a su fin, es decir, a la destrucción del otro, sino a su herida sensible, pero manteniendo la disposición constante a la contienda.
Se da la paradoja en la cual, a pesar de la contienda de las conciencias, es imposible e insostenible que una destruya a la otra, ya que, en la destrucción de la rival, la conciencia vencedora queda en soledad
Ocurre entonces, una contradicción ya que es preciso conservar vivo aquello que se trataba de eliminar, pero al mismo tiempo se debe sostener esta lucha de la eliminación del otro.
La polémica dialéctica del señor y el siervo, que no es otra cosa que la dialéctica de la historia de las relaciones humanas, donde se define cómo la mayoría de los vínculos entre los hombres se dan en términos de dominación y sumisión.
En ese contexto queda claro que las relaciones prácticas de los individuos con sus semejantes se envuelven en una tensión constante a raíz de la necesidad de buscar de modo permanente el reconocimiento mutuo con el otro.
Es significativa la necesidad del reconocimiento y el valor que posee “el otro” tanto en sí mismo, para adquirir precisamente la condición de sujeto, como en relación al sujeto que lo reconoce. Es una dialéctica de la aspiración humana, porque la misma se orienta a la búsqueda en sí, de ese reconocimiento mutuo fundante.
Por esa misma razón, la lucha que se sostiene entre conciencias contrapuestas y que conforma esa dialéctica “señor – siervo” no culmina en la muerte. Es decir, tiene implicancias significativas, determina situaciones, pero nunca implica la eliminación de alguno de los extremos de esa contradicción porque si así fuera, desaparecería como modelo del entendimiento cultural humano en la sociedad civil.
Cada autoconciencia que concurre a la relación social con otro, asegura la libertad del sujeto en la medida que reconoce a otra autoconciencia como libre y la acepta como su idéntica, como persona, como individuo independiente.

El término reconocimiento mutuo, designa una relación recíproca entre individuos, en la cual cada sujeto ve al otro como igual. Es el reconocimiento la garantía de la individualidad, pues sólo se es sujeto en la medida que exista otro igual que reconozca tal condición.


Por consiguiente, el concepto puro de reconocimiento remite a una relación de identidad simétrica entre dos autoconciencias libres. El movimiento del reconocimiento representa esa identificación del otro, ese verse en él.
El movimiento del reconocimiento en la dialéctica representa esa identificación del otro, esa percepción en el otro, ese verse en él. Cada sujeto asegura su libertad en la medida que reconoce a otra autoconciencia corporizada en una persona que se percibe libre y la acepta como su idéntica, como persona, como individuo independiente.


Es el reconocimiento un movimiento de doble sentido donde las dos autoconciencias obtienen, por un lado, la independencia individual, y por otro la independencia de la autoconciencia semejante. Se reconocen como reconociéndose mutuamente.
este entramado conceptual lleva a un espacio de evaluación que muchas veces no se tiene presente cuando se analiza porqué los sectores marginales de la sociedad, los oprimidos y en alguna medida los explotados, junto a los sectores medios empobrecidos de la sociedad traducen un voto positivo hacia sus propios verdugos en el proceso social de reproducción del capital.


Ocurre entonces, que esos sectores de votantes han quedado atrapados en esa dialéctica del reconocimiento, buscando de modo consciente o inconsciente ser admitidos o receptados por los sectores económicos medio-altos y la burguesía en plano cultural, aún cuando la recepción no fuera de reconocimiento mutuo sino de construcción de la dialéctica fundacional amo-esclavo. Es decir, los sectores medios bajos, amenazados por la caída social en la pobreza, ideológicamente se identifica con los paradigmas culturales de sus dominadores aceptando primero por una inicial violencia y luego por consenso su rol servil que les mantiene vivo en el orden social existente.


Esta morfología de lo social no niega sino confirma la presencia constante, permanente y en diversos estadios de la lucha de clases. La acción militante de propaganda, no puede desconocer esa dialéctica constitutiva de lo subjetivo y su proyección hacia la definición concreta de la opresión. Por ese motivo su intervención hacia la clase trabajadora debe dejar en claro la necesidad de ruptura superadora de esa relación vital amo -esclavo, promoviendo por oposición la necesidad del reconocimiento mutuo de los bandos antagónicos. Ese instrumento, ese objetivo, es fundamento condicionante del paso de clase en sí a clase para sí respecto de la clase trabajadora.


La clase obrera debe enfrentar esa identificación de gran parte de los oprimidos con la visión y conformación que tiene que tener el orden social que difunden los burgueses opresores por los medios profusos que obran en su poder. Ese combate se verifica en los próximos momentos del proceso electoral. Es necesario se precisos del vasallaje inconsciente que se impone por vía de las herramientas electorales que exhibe el poder burgués, no con millones de votos a un candidato, sino atacando sus bases materiales. No hay posibilidad de negociar, de acordar, de conciliar con esos sectores opresores que, deben ser desconocidos como eventuales aliados, combatidos y derrotados con los métodos de acción directa de masas, expropiando los grandes medios de producción, desconociendo toda la deuda externa.
No hay otro camino que confiar en nuestras propias fuerzas, que implica aceptación y uso de nuestros métodos de lucha y organización, en nuestra propia política obrera y la necesaria dirección obrera, que es la única clase que no tiene ninguna atadura con la gran propiedad y por ende está llamada a su emancipación por propias manos.