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Nuevo Curso

LA MISERIA DE LA FILOSOFÍA Y LA BURGUESÍA . Clase contra clase.    

NUEVO CURSO

Muchas veces se discute cuál ha de ser la interacción entre las ideas y la experiencia, entre el concepto y su praxis. Se denostar con frecuencia la referencia a textos prolongados, intensos y de difícil comprensión, de los que además se alude a su caducidad por alteración del fenómeno al que refieren en el transcurso del tiempo.


Sin embargo, y buscando el sentido inverso de esa orientación en el análisis de cuanto vamos protagonizando u observamos, parece necesario acudir a algunos pasajes del texto La Miseria de la Filosofía de Carlos Marx para buscar entender las perspectivas que deja aún planteado el conflicto social en el noroeste argentino.
Sostiene Marx en el texto aludido que:

La existencia de una clase oprimida es la condición vital de toda sociedad fundada en el antagonismo de clases. La emancipación de la clase oprimida implica, pues, necesariamente la creación de una sociedad nueva. Para que la clase oprimida pueda liberarse, es preciso que las fuerzas productivas ya adquiridas y las relaciones sociales vigentes no puedan seguir existiendo unas al lado de otras. De todos los instrumentos de producción, la fuerza productiva más grande es la propia clase revolucionaria. La organización de los elementos revolucionarios como clase supone la existencia de todas las fuerzas productivas que podían engendrarse en el seno de la sociedad.” (p. 142).

En Jujuy el conflicto social sigue planteado y continua por otros medios. Desde esa perspectiva pudo verse que las calles céntricas de su capital volvieron al ser el escenario de una multitudinaria Marcha de las Antorchas, convocada por los principales sindicatos docentes, la Intergremial y la CGT. La movilización contó el apoyo de miembros de comunidades originarias, obreros de la Mina El Aguilar y movimientos sociales.

Este nuevo capítulo de la protesta docente quebró el silencio del gobierno provincial, que convocó para este jueves a una paritaria con la dirigencia de los maestros, pese a que el fin de semana el gobernador Gerardo Morales había afirmado que “estaba cerrado ese capítulo”

Reparando en esto, recordamos que en otro momento del texto Marx agrega que :

“La gran industria concentra en un mismo sitio a una masa de personas que se conocen entre sí. La competencia divide sus intereses. Pero la defensa del salario, este interés común a todos ellos frente a su patrono, los une en una idea común de resistencia: la coalición. Por tanto, la coalición persigue siempre una doble finalidad: acabar con la competencia entre los obreros para poder hacer una competencia general a los capitalistas. (…) Las condiciones económicas transformaron primero a la masa de la población en trabajadores. La dominación del capital ha creado a esta masa una situación común, intereses comunes. Así pues, esta masa es ya una clase con respecto al capital, pero aún no es una clase para sí.” (p. 141).


En esta etapa, y aunque no esté dicho expresamente en el texto, la clase obrera es una clase en sí, es decir, un conjunto de individuos que comparten condiciones de vida comunes frente a la clase capitalista y que luchan contra ésta en torno al salario.


En la etapa de clase en sí, los trabajadores poseen conciencia de tener intereses comunes frente a la burguesía, pero esa conciencia no va más allá de pugnar por obtener mejores condiciones de venta de la fuerza de trabajo. En el fondo, este estadio de la conciencia obrera es el que corresponde al sindicalismo en tanto aparato ideológico que media para facilitar la negociación con el poder burgués a través de los que gestionan su Estado. Los sindicatos no cuestionan el régimen social capitalista, sino que quieren mejorar la posición de la clase obrera dentro de éste.

Luego, y en el mismo texto, Marx sigue diciendo:

“En la lucha (…) esta masa [de los trabajadores] se une, se constituye como clase para sí. Los intereses que defiende se convierten en intereses de clase. Pero la lucha de clase contra clase es una lucha política.” (p. 141).


Es decir, la clase obrera completa su desarrollo en la medida en que concibe como lucha política a su enfrentamiento con la burguesía. En otras palabras, la clase obrera se constituye en clase para sí cuando adquiere conciencia de que la única forma de dar respuesta a sus problemas radica en desplazar a la burguesía como clase dominante en la sociedad. Los sindicatos, ya sean éstos por fábrica, por localidad, por rama de producción, las federaciones de sindicatos, las confederaciones nacionales, no superan el nivel de los intereses corporativos de la clase obrera. Los sindicatos, en la medida en que acepten su condición de organismos que procuran reducir la competencia al interior de la clase trabajadora, no representan ningún desafío para la dominación capitalista. Por el contrario, y como lo demuestra la experiencia histórica, pueden coexistir perfectamente con la burguesía y las relaciones sociales capitalistas.

La clase obrera sólo puede imponerse a la burguesía en la medida en que conciba sus relaciones con ésta en términos de lucha de clase contra clase, es decir, como lucha política de la clase obrera en contra de la clase capitalista. De este modo supera el aislamiento generado por las relaciones sociales capitalistas, que generan el efecto consistente en que los trabajadores conciben sus problemas como problemas aislados, propios del individuo como tal o de una empresa en particular.
La emancipación de la clase trabajadora es producto de la interacción entre los elementos estructurales (la conformación de la clase obrera en el marco de un determinado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas) y la lucha de la clase obrera contra los capitalistas.

“La existencia de una clase oprimida es la condición vital de toda sociedad fundada en el antagonismo de clases. La emancipación de la clase oprimida implica, pues, necesariamente la creación de una sociedad nueva. Para que la clase oprimida pueda liberarse, es preciso que las fuerzas productivas ya adquiridas y las relaciones sociales vigentes no puedan seguir existiendo unas al lado de otras. De todos los instrumentos de producción, la fuerza productiva más grande es la propia clase revolucionaria. La organización de los elementos revolucionarios como clase supone la existencia de todas las fuerzas productivas que podían engendrarse en el seno de la sociedad.” (p. 142).

Este argumento reaparece en obras posteriores, como el “Prólogo” a la Contribución a la crítica de la economía política (1859). No debe interpretarse como si el desarrollo de las fuerzas productivas fuera del motor del proceso histórico, en tanto Marx tiene presente una dialéctica entre fuerzas productivas y lucha de clases, una interacción permanente que no puede reducirse a una lógica polar (en la que uno de los polos de la relación ocupa el lugar determinante). Marx señala explícitamente la relación entre cambio tecnológico y lucha de clases:

“En Inglaterra, las huelgas han servido constantemente de motivo para inventar y aplicar nuevas máquinas. Las máquinas eran, por decirlo así, el arma que empleaban los capitalistas para sofocar la rebelión de los obreros calificados.” (p. 137).


Lejos de ser un terreno aséptico, la tecnología es parte de la lucha de clases entre capital y trabajo. En vez de un esquema en el que alguno de los dos polos (fuerzas productivas – lucha de clases) determina el desarrollo del otro, Marx nos propone centrarnos en la relación, pues es allí donde se constituyen los polos. Dicho de otro modo, la tecnología asume sus características a partir del estado de la lucha de clases, y esta última se encuentra condicionada por el nivel de desarrollo y por el carácter de la tecnología.La clase obrera es la única clase revolucionaria en la sociedad capitalista. Esto significa que la clase trabajadora es el núcleo fundamental de todo proyecto político que se proponga reemplazar al capitalismo por el socialismo. No es una mera convicción o una expresión de deseos, sino que es una conclusión que se desprende de la posición que ocupa el proletariado en la sociedad capitalista.


Esto remite , necesariamente a la orientación específica en el plano subjetivo respecto de quién conduce subjetivamente este momento del conflicto social de clase contra clase en Jujuy y quién prevalece en esa acción dentro del marco ideológico a la hora de establecer su sentido estratégico . Dicho de otro modo, el carácter de la dirección del conflicto en sí, y las políticas de alianzas insertas necesariamente en el mismo, están ligadas e imbricadas al objetivo inmediato y mediato de la acción concreta.
Si el conflicto se circunscribe a la lucha paritaria por aumento de salario,, se divide el movimiento y se lo concentra en una demanda economicista de orden sindical, siendo esto lo que parece buscar la burguesía amen del propósito manifiesto de sacar a los trabajadores de las calles y diferenciarlos de los movimientos que centran su demanda en torno de la posesión de la tierra en confrontación con las modalidades de extracción del litio por grupos económicos imperialistas y de la burguesía nacional asociados como capital menor u accesorio al emprendimiento.

La situación política mundial en su conjunto se caracteriza sobre todo por la crisis histórica de la dirección del proletariado. Las condiciones económicas de la revolución proletaria han alcanzado desde hace mucho tiempo el punto más alto que se puede alcanzar bajo el capitalismo. Las fuerzas productivas de la humanidad han dejado de crecer, las nuevas invenciones y los nuevos avances tecnológicos ya no conducen a un aumento de la riqueza material. Las crisis cíclicas, bajo las condiciones de la crisis social de todo el sistema capitalista, abruman a las masas con cada vez mayores privaciones y sufrimientos. El aumento del paro, a su vez, profundiza la crisis financiera del estado y socava los ya inestables sistemas monetarios.
En este sentido, y volviendo a la cuestión del entramado dialéctico de ideas y realidad , otros conceptos, más cercanos en el tiempo, pero en ningún modo antagónicos a los indicados por Marx, añaden que:


“El parloteo de todo tipo de que las condiciones históricas aún no están “maduras” para el socialismo es sólo producto de la ignorancia o el engaño consciente. Las condiciones objetivas de la revolución proletaria no sólo están maduras, sino que incluso han comenzado a pudrirse. Sin la revolución socialista, y esto en el próximo período histórico, toda la civilización humana está amenazada de ser arrastrada por una catástrofe. Todo depende del proletariado, es decir, ante todo de su vanguardia revolucionaria. La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria. (León Trotsky. La agonía del capitalismo y las tareas de la IV internacional)