Novedades
{"ticker_effect":"slide-v","autoplay":"true","speed":3000,"font_style":"normal"}

Nuevo Curso

RESURRECCIÓN DE LA ALEGRÍA

El camina taciturno. Piensa. Es decir, a llegado a poder hacer dos acciones a la vez, lo que no ocurría desde hacia ya mucho tiempo. Siente el placer de estar en el mundo, aún cuando ese mundo no sea más que la reverendísima mierda.
Camina. Piensa. Repasa. Sabe que le han dicho por fin, que escriba sobre la “enajenación”, sobre la que tanto gira su pensamiento desde el momento en que por lectura y por realidad comprendió que era un alienado que se alejaba sin prisa y sin pausa hacia su adiós de la condición humana .
Se sabe parte de esa sociedad de gente oscura. Vive esa oscuridad y repasando sus escasas calidades se da por comprendido en ella como una pieza más de ese siniestro rompecabezas que no ha diseñado nadie pero que tanto daño nos hace. Esta por fin, aprendiendo a conciencia que lo dominan las mercancías, tanto sea las que toman cuerpo como las que envasan ideas . El sabe que las ha traído al mundo al estar en el mundo y que luego ellas lo devoran hasta el punto central, de llevarlo a no saber quién es. Con esfuerzo y vacilaciones
Pero lo cierto es que, ahora camina una calle cualquiera en un comienzo y final de una verde mañana. Sabe que pudo poner en letras balbuceantes la descripción de aquel atardecer urbano, con esquina de avenida , taxi amarillo y un brazo extendido de bella mujer. Se siente liberado de haber podido expulsar sus fantasmas , y recita con mal recuerdo aquello con lo que sintió el abrazó de Miguel Hernandez en su juventud:


“Para la libertad/Sangro, lucho, pervivo/Para la libertad/ Mis ojos y mis manos/Como un árbol carnal/ generoso y cautivo/ Doy a los cirujanos”.

Ahora en ese mismo instante, casi contemporáneo, constituido en caminante solitario , generalmente extraviado por los zigzag de su concreta existencia y los avatares de la desubicación parece saber hacia donde camina. Parece que por delante sigue viendo ese brazo que ya no es seña convencional para lograr un taxi, ahora metamorfosea en brújula precisa que indica el norte de la esperanza. Pero el brazo no está amputado, sigue siendo el extremo hasta hoy reconocido de una mujer.

Ahí, en ese preciso instante, en que debe atravesar la previsible encrucijada, es cuando recuerda la voz del poeta que con claridad suficiente le permite transpolar a su existir aquel sentimiento puesto en palabras:


Mi vida es una herida de juventud dichosa/¡Ay de quien no está herido, de quien jamás se siente/herido por la vida, ni en la vida reposa/herido alegremente! hasta lo íntimo de Canción última: Pintada, no vacía/pintada está mi casa/del color de las grandes/pasiones y desgracias”.

Ya en el otro extremo del cruce callejero, percibiendo que pone en acto la resurrección de la alegría , recuerda a Tejada Gomez , piensa que hay una revuelta revolucionaria en su sangre y que algo así debe ser la caída por siempre del amo-patrón , del burgués empedernido y su mundo de chatarra miserable, porque el que nace a la ternura vence a la muerte cotidiana, abre las puertas de la vida y lleva un niño en la mirada.

Ahí , precisamente ahí , como arribo a un puerto ignorado que indica continuidad y andar urbano , se detiene en un kiosco, pide a un joven con auriculares y distante, que lo mira ignorándolo,» caramelos con complicidades». Sin saber si lo logra , solo se le ocurre tararear una vieja canción española.

Haz un milagro otra vez como tú sabes hacerlo
Acércate y bésame y para otra vez el tiempo
Haz un milagro otra vez que lo que encierran tus ojos
El corazón me ha de abrir, así ponga mil cerrojos

Mi día se hace por ti, mi noche empieza en tus manos
El pensamiento dejé anclado al pie de tus labios
Y si encuentras mi amor no le cierres las puertas
Abre y déjalo pasar y dile que aún lo recuerdas

Sólo escucho tu voz, pongo a Dios por testigo
Haz un milagro otra vez conmigo