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Nuevo Curso

La impugnación de la farsa electoral no tiene exclusivamente un contenido moral.

El curso que toma la farsa electoral a través de los actos reales que la van integrando en su totalidad , en los que no puede diferenciarse ningún hacer específico que saque la campaña desenvuelta por cualquier candidato, incluidos los que se dicen expresión de la izquierda del electorado, dentro de un formato prefigurado de imágenes, fotos , videos y presencia en las llamadas redes sociales  que traduce un solo paradigma centrado en la obtención del voto a como sea, al que se le suma el apremio por lograr que el potencial votante concurra a las urnas.

Dada esta uniformidad de sonrisas y promesas, unánimemente acordada en el mangueo abierto del voto, se rebaja el movimiento social a una simple manipulación de las masas humanas con vistas a alcanzar finalmente, objetivos del poder, al hacerse de consenso por vía formal a una inexistente representación en función de la cual el mandatario toma determinaciones políticas ajenas al mandatario y reflejas a los intereses de la burguesía de conjunto

De esta forma, la política con quienes, y dicen de “izquierda” incluidos, se convierte en una técnica social de manipulación que se apoya en la ciencia del mecanismo de las fuerzas económicas, y los datos sociológicos que aportan las encuestas restando el sentido propio y específico de lo humano. Dicho de otra manera, la actividad inserta en la farsa electoral, no es otra cosa que el reflejo de la política burguesa, negando toda posibilidad de desenvolvimiento de acciones específicas de una política obrera, qué parta del clasismo como presupuesto y avance en la comprensión por las masas de trabajadores del programa de poder obrero y socialista.

Las acciones concretas de campaña , generadas todas en técnicas sociológicas y de mercado destinadas a captar el sentido de un voto por sí mismas y sin proyección programática, solo habilitan a futuro a quién resulte electo a desarrollar sin responsabilidad para con el votante el programa de la burguesía dominante en el marco de crisis de la reproducción social del capitalismo que requiere imperiosamente de la reanudación de un proceso de acumulación originaria del capital, por vía del extractivismo y la superexplotación del obrero.

Desde esta perspectiva , lo que es advertible en primer lugar es que por fuera de todo paradigma de la república burguesa lo que sucede es que se ha deshumanizado el proceso histórico, es decir, se le ha privado de las incidencias humanas y se lo ha reducido a un fenómeno  caso natural para poder convertir a la votación  en objeto de un estudio científico que se efectúa como física social –y en  paralelo según sus datos emergentes, en una suerte de “minuto a minuto “, en una actividad política activa concebida a la manera de una técnica social.

Se puede distinguir, no obstante, una tendencia social que ubica a sectores de la clase trabajadora y de quienes no son considerados en su fuerza de trabajo permaneciendo sin ocupación, en resistencia pasiva a ese proceso capaz de trascender hacia alguna forma de omisión de la acción que se espera del votante, pese a la afanosa campaña que se despliega para que en verdad lo haga. Sin embargo  como la crítica no es lo bastante profunda y jamás toca el fondo del problema, lo que se hace es  buscar que al menos esa tendencia contestataria de lo dado se proyecte y complete solamente al espacio de un juicio ético a través de la consigna relativa a que “los políticos son todos corruptos” con la cual llevada la situación a última instancia , lo que se consigue es la anulación de toda política y no el desarrollo de una política obrera que denuncie la tecnología social desenvuelta por el poder, e instale la necesidad de los organismos de democracia directa y poder obrero superadores del esquema opresivo de la democracia indirecta por representación.

El orden social capitalista y su cultura dominante hacen jugar al  espacio de su moral, signado por construcciones abstractas de lo bueno y lo malo, lo justo o injusto , determinadas en última instancia por las condiciones concretas de las relaciones sociales en el marco de su reproducción en la estructura económica como un accesorio externo al proceso en sí , al que se acude frente a la posibilidad de impugnación tácita de la clase trabajadora del mecanismo electoral que instrumenta el sistema de representación política y lo fundamenta por la forma jurídica -ley que le da sustento formal y eficiente para la continuidad de su reproducción.

Frente a este despliegue ideológico de dominación de una clase sobre la otra, es preciso construir un aspecto más en la instalación confrontativa de una política obrera, a partir de denunciar los alcances que tiene en este sentido específico, la farsa electoral que se procura montar desde el poder burgués.

Esos  alcances son apreciable por la misma objetividad de los actos políticos que lo van integrando a partir de simulacros discursivos de confrontación entre candidatos vacíos de todo contenido programático y solo considerados como actos de ejercitación de destreza en el embauque, o los pretendidos debates públicos donde los candidatos tratan de seducir a quienes le puedan escuchar con despliegues de escena que monopolizan toda su intervención y ahuyentan en sí toda posibilidad de confrontación , ya que en definitiva la misma no existe en términos reales a partir del encuadre de todos los postulantes a referenciarse en esquema reproductivo del capital exhibiendo al capitalismo como única posibilidad de orden social sin la cual lo que queda es la nada misma

Lo que la vanguardia de la clase trabajadora a partir de su militancia organizada debe advertir por vía de su propaganda es que  este formato de farsa electoral que nos toca atravesar ,está siempre en relación con cierta concepción o deformación de la dialéctica, de la práctica, de la teoría de la verdad y del hombre, así como del sentido general  de la existencia humana a partir de la comprensión consciente de quienes lo protagonizan que solo se trata de una acción humana tendiente a lograr con engaño el voto prefigurado de una persona habilitada legalmente como elector de la que el candidato en acto inmediato subsiguiente se desentiende por completo para desarrollar su propia funcionalidad hacia la burguesía dominante  . A una construcción de esta naturaleza le, corresponde otra política y otra moral de clase y solo es la clase trabajadora por sus intereses históricos aquella que la puede producir orientando sus acciones de modo revolucionario hacia la democracia obrera, y sus organismos de acción directa de las masas explotadas y oprimidas en el orden burgués capitalista.

Una concepción pragmática de la verdad, y el utilitarismo en moral como la que traduce la actual campaña electoral es precisamente la apología de lo falso, en negación con todo criterio de verdad. Ese factor que desplaza constantemente el juicio de los trabajadores al plano de lo moral y no de la política en sí, debe ser puesto de manifiesto y usado como indicador para la construcción de clase , de los instrumentos específicos de la lucha obrera y su política concreta, ofreciendo  posibilidades más o menos grandes para el desarrollo de los problemas de la clase en sí, enunciando claramente , los límites teóricos y prácticos que el orden burgués presenta de manera crítica en el contexto histórico en que nos encontramos, visiblemente enunciados por vía del cuadro de pobreza y miseria en que se trasuntan.