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El desarrollo de las actividades ligadas a la campaña electoral , en particular el discurso de los candidatos a los que se señala como los posiblemente más votados , muestra un factor común que es la apelación constante al “orden “ social. Esto en términos de elemental análisis lógico lleva a concluir que vivimos en un desorden. Pero cual es la matriz de esa orden-desorden. Es decir, que es lo que no esta ordenado. En esto es claro que todos los candidatos hablan del orden social capitalista.
Ahora, las razones del presunto “desorden “ no hay otra manera de explicarlas que en las propias contradicciones del capitalismo en crisis, por lo que cuando se apela al orden, se esta diciendo que en todos los casos esa contradicciones no se supearan sino que se impondrá la violencia sobre las personas para que esas contradicciones se naturalicen de modo que aparezcan como del “orden natural de las cosas”- ¨Por ejemplo será orden y del plano del derecho natural, que los salarios no abastezcan la canasta familiar. Será orden que las fuerzas represivas se comporten como en Jujuy , etc.
Así las cosas, debe recordarse avanzando en el análisis que la verdad entendida como el mejor acercamiento racional a un fenómeno, se alcanza con el esfuerzo militante del pensamiento en permanente confrontación con la realidad del fenómeno a conocer y de este consigo mismo . Si así lo hacemos podremos ver que tras “el orden”, lo que en realidad se anuncia es más explotación y opresión, en particular para la clase trabajadora.
Esa premisa metodológica nos permite comprender que la reproducción del capital se encuentra en crisis. Ese fenómeno estructural nos ubica en un proceso complejo de desarrollo contradictorio que abarcan a todo un conjunto de fenómenos económicos y sociales, de forma tal que aumentan la inestabilidad general del régimen político sumergiéndolo además en la profusión de conflictos bélicos .
Por esto, nada habilita a pensar en que la globalización capitalista tiene expectativa de paz por consenso , ni posibilita entender la sociedad fuera de un contexto revulsivo, cualquiera fuera en definitiva el contenido específico que asuma.
En ese marco, y también por el juego de diversos factores, la población que habita en Argentina se encuentra políticamente conmovida. En esa conmoción toman cuerpo episodios de violencia en los que el Estado asume perfil abiertamente represivo , apelando a la legitimación que la ley penal le acuerda al otorgarle el monopolio del ejercicio de la fuerza .
Esta situación no es absolutamente neutral e impone determinaciones específicas y legislación penal cada vez mas represiva por vía de la creación de sujetos sociales peligrosos, como lo es el caso particular de quienes se manifiestan en las calles por carecer de inserción laboral alguna.
El Estado de derecho tantas veces exaltado por los operadores políticos sea que estos se presenten autoreferenciados como de derecha o izquierda, no es otra cosa que un espejismo conveniente a la dominación burguesas y la concreción de sus intereses en tanto implica una ideología que oculta su dominación de clase.
Por eso, resulta altamente pernicioso que quienes usan siglas como socialismo, izquierda , acudan a su formato para sostener sus pretensiones reformistas
Dicho en otros términos , frente a la crisis en la reproducción social del capital , generadora de una intensificación de los conflictos , políticamente se decide por los operadores de los intereses de la burguesía de conjunto un embate que domina los negocios contra los trabajadores y sectores desplazados de la producción.
Es un avance que busca desmantelar los resabios del llamado “estado de bienestar” que genera resistencia y ese efecto esta siendo combatido con amenaza o concreción de represión jurídica, esto es una doble acción de derogación de regulaciones laborales y beneficios sociales y sanción de legislación represiva a la que se le suman fallos judiciales que avanzan notoriamente contra las garantías y libertades individuales que oportunamente supieron ser consagradas.
Es notable la recurrencia, la reiteración, del espectáculo de la policía pegándole a la gente que protesta en las calles . Es también notoria la actitud de los fiscales agrupados en infinitos dispositivos que se asumen como brazo ejecutor de la generación de causas penales a quienes son detenidos injustificadamente en la protesta.
Al mismo tiempo los fallos judiciales generan perplejidades por sentencias que dan creación a la existencia de sujetos de la ley penal de tipo colectivo, diverso de lo que indica el propio encuadre jurídico que en todos los casos refiere al titular de la acción como un individuo y no como un colectivo.
De allí el uso abusivo de la figura penal Asociación Ilícita y otras figuras agravadas, para justificar estadios procesales en prisión preventiva y provocar el efecto socialmente intimidante que de ello se deriva , haciendo derivar la legítima protesta por problemas económicos y sociales a la lucha por la libertad grotescamente cercenadas.
Los jueces, y particularmente los fiscales se empeñan en encarcelar a lsLo sujetos, pero colectivamente, siendo que ideas, conductas , intenciones, dolo , culpa, sujeto activo, complicidad , autoría llaman a los individuos y no a los sujetos colectivos.
Los sucesos que se pueden generar en el curso de una protesta social callejera , no pueden darse materialmente sino por el concurso de muchas personas voluntaria e intencionalmente agrupada para ese objetivo y no para las consecuencias eventuales que se siguen del mismo . Ocurre sin embargo que los fiscales en general y en todo el territorio del país, por el solo hecho de estar en la calle les inician proceso y criminaliza al tanteo incluyendo a todos en imputación de daño calificado, resistencia a la autoridad, afectación del normal funcionamiento de los transportes, comunicaciones y otros servicios .
En definitiva, la protesta en las calles ha sido criminalizada dentro de una estrategia de crisis. La protesta de modo preventivo y represivo ha sido convertida por sí en delito por el simple trámite de una interpretación judicial de los operadores políticos del Estado de la burguesía .
La represión , enmascarada con legalidad recibe sin perjuicio el nombre de Estado de Derecho, ideología que corre por el costado de las actividades represivas.
Las políticas de derechos que ponen en práctica las organizaciones políticas reformistas o mal llamadas progresistas acuden a requerir la vigencia de ese presunto Estado fundado en la norma y con ello en la norma principal legitimante de la validez de las restantes .
Lo lamentable, y lo que ocultan esos declamatorios aparatos políticos apóstoles de la denuncia , es que cumplir con el derecho significa hacer cumplir toda la legislación de conjunto lo que implica la económica y la penal que le resulta funcional.
Cumplir con las leyes económicas significa aceptar el desenvolvimiento libre de la acumulación burguesa con perjuicio directo de la clase trabajadora y es en este aspecto del problema donde el famoso estado de derecho muestra su rostro claramente operativo del interés objetivo de la clase dominante.
Es así como esta construcción de falsa conciencia, se erige en factor represivo de primera magnitud ya que si lo impuesto por la burguesía en su parlamento si no se obedece habilita el avance ilimitado del aparato represivo en todas sus facetas .
Finalmente desde el espacio superestructural los medios comunicacionales en todas sus variantes ,se ocupan en correspondencia con el sentido de defensa de la norma y con la generación de la categoría “buen ciudadano” en poner de relevancia el “derecho al tránsito, al trabajo , a la circulación de mercancías” con lo cual buscan y consiguen introducir una división entre los trabajadores, los socialmente oprimidos menguando su posible solidaridad y colaboración en forma tal que la concreta violencia física del Estado no resulte censurada.
Aparece aquí la idea definitoria del derecho que es su lógica contenida en la propiedad. De esta forma , con faceta de libertad negativa se dice que el derecho a la protesta cede ante el límite que impone el derecho del otro. Se establece así una suerte de equivalencia de mercancías que deben equilibrarse en el mercado de la validez social para no ser afectadas por el accionar represivo.
Es central comprender que la cuestión está marcada no por el derecho a la propiedad en sí, sino por la mercancía. El primero se instituye para garantizar funcionalmente por la fuerza del derecho la exclusión de todos los demás diversos del propietario, a los que se caracteriza como terceros. De esta formal la mercancía llama a la dispersión en vez de llamar a lo común.
De esta manera, por vía funcional del derecho y su lógica de libertad negativa que lo exhibe como límite contenedor de las facultades de uno sobre otro se produce la dispersión , el conflicto y la controversia. A la burguesía no les afecta la dispersión, por el contrario se beneficia de ella ya que el derecho , el código civil y el derecho penal , le garantizan por la fuerza , la portación exclusiva individual de las mercancías y la reproducción del capital .
Por esto y por sus intereses históricamente objetivos , el proletariado debe expresar de una manera diversa a la actual su inquietud por la violencia estatal y su uso del castigo, abandonando el énfasis en la demanda Estatal por el desarrollo de políticas de derechos.
Esto impone destacar la necesaria intervención por la militancia estratégicamente socialista, en tanto brega por una cambio social que requiere dentro de ese objetivo principal la específica tarea de comprender las particulares transiciones que la estructura social, y, por ende, la estructura estatal, están atravesando en este momento en el plano particular del castigo punitivo.
El Estado burgués, aún el más democrático es un instrumento en manos de esa clase dominante. No es neutral en contexto de lucha de clases y en una sociedad de producción de mercancías. Es una estructura institucional de opresión sobre los explotados y los desplazados del mercado de trabajo. El ejército , la policía, toda la agencia represiva , los jueces, las leyes expresan de diversa manera y funcionalmente, esa fuerza opresora.
El contenido de las acciones militantes no puede ser la reforma de ese fenómeno sino la determinación final de su abolición por la construcción de poder obrero consolidado en , la dictadura del proletariado.
El desarrollo abstracto de la teoría del derecho, permite tener presente que, los individuos no son quienes dan las ordenes que imponen la regulación de las relaciones intersubjetivas que se verifican en el desenvolvimiento social, sino que ese rol lo protagoniza el Estado por vía de la ley, forma jurídica por la que aquel expresa su voluntad.,
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Por vía del fetiche “ estado de derecho”, se oculta, a la clase trabajadora , que la sociedad no es solamente un mercado donde se encuentran poseedores de mercancía independientes en intercambio , sino también al mismo tiempo el campo de batalla de una guerra de clases encarnizada en la que el aparato del Estado representa un arma para imponer por la burguesía de conjunto, sus intereses específicos.
Si compartimos como premisa que la relación política de las fuerzas sociales está determinada no solo por los datos objetivos (rol en la producción, número, etc.), sino también por datos subjetivos, se puede advertir que ambos factores determinan que la conciencia de la propia fuerza es el elemento más importante de fuerza real en lo que se refiere a las clases en lucha.
Así y desde esta perspectiva es posible constatar que mientras la burguesía eleva día a día la confianza en sí misma como fuerza social , los grupos dirigentes que se proclaman defensores de los intereses de los trabajadores, debilitan su voluntad predicando que la “situación no es propicia para la transformación revolucionaria de la sociedad.
En igual medida , también es posible advertir que el dominio mundial del capitalismo en su contexto de desarrollo global con fusión de capital industrial y financiero en grupos multinacionales, pese a su crisis en la estructura reproductiva sigue manteniendo capacidad para someter y mantener en sus paradigmas culturales a la mayoría de la población y en particular a la clase trabajadora.
Ese poder global mantiene a la sociedad de clases y producción generalizada de mercancía en valores y aspiraciones funcionales a esa objetividad.
En nuestro país, en contexto de una crisis global del capitalismo , con detrimento del proletariado carente de defensa eficiente, todas las fuerzas de la burguesía de conjunto, más allá de antagonismos particulares, están generando una política por la que industria, agricultura, enseñanza, prensa, justicia siguen adelante sobreviviendo a fuerza de miseria generalizada en explotados y oprimidos
La obscenidad del orden social capitalista se exhibe y adquiere presencia, en la medida en que produce y expone sin decencia una sofocante cantidad de mercancías, mientras priva a sus víctimas de lo necesario para vivir .
También se exhibe en los discursos y en la sonrisa de los operadores políticos y en la construcción de sentido común generada desde medios de comunicación masiva, redes sociales que canaliza la exposición de la pseudo sabiduría de los intelectuales afines a esos intereses dominantes.
Dada esta constatación, que reiteramos luce con caracteres objetivos en una situación de lucha de clases prerrevolucionaria, si no llevamos adelante una política revolucionaria, el tiempo trabaja contra nosotros.
“Esperar”, en un presunto” mientras tanto”, entrelazando acuerdos de clase, gestando frente populares y políticas de acumulación parlamentaria, son las consignas de los reformistas aunque se autodenominen “izquierda”, de los sindicalistas, que en todos los casos se alimenta en la premisa radicalmente falsa según la cual el tiempo trabaja para un cambio social remoto, operativo en un futuro aleatorio de realización de los intereses del proletariado y demás sectores sociales oprimidos.
Lo relevante es que no existe posibilidad de otro orden social si en el presente no se gesta la tendencia contradictora que corporiza una estrategia revolucionaria de poder obrero, es decir , si no surge física e intelectualmente una tendencia contradictora en el hacer cotidiano de la clase trabajadora en sí , en necesaria dialéctica constructiva de clase para sí, que implique una ruptura con las maneras habituales de comprender las cosas y la falsa conciencia de la “buena voluntad del poder estatal existente”
Necesitamos la unidad de la clase trabajadora expresada en un frente político, concentrado en las tareas transicionales hacia la construcción de la democracia obrera y el poder obrero.
Eso es lo que impone la situación de la lucha de clases y da cuenta de la urgencia de tareas defensivas estratégicas en esa lucha frente a la amenaza existencial que implica que la sociedad burguesa que perfila el capital, se sostenga a como sea.