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LA EMANCIPACIÓN DE LOS TRABAJADORES. LOS CAMINOS RECORRIDOS Y LOS QUE HAY QUE RECORRER

Que la emancipación de los trabajadores debe ser obra de ellos mismos, que sus esfuerzos por conquistar su emancipación no deben tender a constituir nuevos privilegios, sino a establecer para todos los mismos derechos y los mismos deberes.

Que el sometimiento del trabajador al capital es la fuente de toda servidumbre: moral, política material. Que, por esta razón, la emancipación económica de los trabajadores es el gran objetivo al que debe ser subordinado todo movimiento político.

Que todos los esfuerzos realizados hasta aquí han fracasado por falta de solidaridad entre los obreros de las diversas profesiones en cada país, y de una unión fraternal entre los trabajadores de diversas regiones.

Que la emancipación de los trabajadores no es un problema simplemente local o nacional, sino que, por el contrario, interesa a todas las naciones civilizadas, ya que su solución está necesariamente subordinada a su concurso teórico y práctico.

Que el movimiento que se lleva a cabo entre los obreros de los países más industriosos de Europa, al procurar el nacimiento de nuevas esperanzas, advierte solemnemente de no recaer en los viejos errores, y aconseja combinar todos esos esfuerzos aún aislados.

Por estas razones:

Los que abajo firman, miembros del Consejo elegido por la asamblea celebrada el 28 de septiembre de 1864 en Saint-Martin’s Hall en Londres, han tomado las medidas necesarias para fundar la Asociación Internacional de Trabajadores”

Manifiesto fundacional de la Primera Internacional, 1864

.

Buscando encontrar un punto de apoyo para la reflexión sobre el actual momento que perfila la lucha de clases en Argentina, por el transcurso de cierto tiempo, nos pareció pertinente detenernos en los resultados que arrojó la elección a gobernador en la provincia de Córdoba el pasado 25 de junio, por ser esta la segunda Provincia en cuanto a cantidad de votantes, solo por detrás de Buenos Aires y en por su particular composición de la estructura social con alta presencia de trabajadores

 Del escrutinio definitivo, sucede que el actual intendente de la Capital logró refrendar 25 años ininterrumpidos de victorias peronistas en Córdoba. Sin embargo, presentó su candidatura engalanada con las pomposas frases en torno a ser el “candidato anti-grieta” mostrando elementos del PRO, del Partido Socialista y del radicalismo en su armado electoral.

El elemento de convergencia política no lo marca un acuerdo estructural y de programa, sino que el acuerdo ideológico entre estas expresiones organizativas, estos aparatos, es la

la respuesta que dan y proponen como modelo de gobernabilidad social, ante la movilización y protesta social de los trabajadores y demás sectores oprimidos por el poder burgués equiparables a los procederes de violencia estatal y para estatal que se han producido en Jujuy, Salta, Mendoza y Santa Cruz.

 Sin salir de esa arquitectura política del poder burgués, pero por fuera del anterior armado de aparato político, Luis Juez si bien fue derrotado en el recuento de votos, realizo la mejor elección ejecutiva para Juntos x el Cambio en la Provincia. La composición de la Cámara Legislativa a partir de diciembre da cuenta de este salto, logrando la misma cantidad de representantes que el PJ.

Los datos del alto porcentaje de abstenciones, que llegó al 32% es un dato relevante ya que alcanzó el récord histórico en elecciones para Gobernador desde 1983.

Lo que en otra época se endilgó a la pandemia ya no tiene forma de justificarse más que por un hartazgo y desinterés en las salidas electorales, si bien esa actitud omisiva o de desobediencia civil mínima, no tiene expresión programática que de contenido fundante a esa acción en sí. Es decir, la acción de sustraerse a la farsa electoral, no reconoce una mínima explicación conglobaste del conjunto de personas que adoptan ese proceder. Es una acción sin una racionalidad dominante.

En ese mismo sentido, el 7.41% del voto en blanco y nulo se ubicó tercero. La combinación entre votos blanco, nulos y abstención, resultan un poderoso llamado de atención para el régimen en su conjunto, que se traduce inmediatamente en la felicitación a los votantes en todos los discursos, y la fingida preocupación por los ausentes a los que se llama a revisar sus futuros procederes en este proceso electoral.

A pesar de sus expectativas, la izquierda democratizante continuó en una tendencia que lo ubica en el estancamiento o abiertamente de un retroceso que no son puestos en cuestión por la militancia que se nuclea en esas organizaciones. La ausencia de estas cuestiones a la hora de elaborar sus balances electorales muestra su alto grado de autoengaño y el desinterés por analizar la realidad haciendo prevalecer el relato que justifica la continuidad de una táctica que da signos de saturación. A pesar de su propaganda electoral cada día más vacía, más lavada, más socialdemócrata, lo cierto es que la oferta parlamentaria y de matriz reformista no logran capitalizar el rol que se autoreferencian como expresión de la clase trabajadora.

  Nos alineamos en el convencimiento centrado en que la militancia revolucionaria, dada esta objetividad del fenómeno, necesariamente se ve obligada a repensar y reposicionarse en cuanto se refiere al factor subjetivo de la acción política. Las matrices ideológicas que durante mucho tiempo prevalecieron y prevalecen en los haceres de quienes dicen existir en las premisas metodológicas de Marx no pueden seguir el decurso de los acontecimientos y trazar tácticas culturales asimilables a las guerras de posiciones, con la simple lectura de los datos que proporciona la estructura económica o las simples apariencias de los sucesos.

       En ese sentido debe ser leída hoy la premisa del documento enviado por Trotsky para la fundación de la IV Internacional en cuanto pone el acento en que la traba del proceso revolucionario estaba ubicada en el factor subjetivo.

Paradójicamente, es esa prevalencia de ese elemento del fenómeno, la que se desplaza de la consideración política de las organizaciones que se declaran estructuradas para transformar de manera superadora el orden social capitalista.

La condición de trabajador del hombre es un dato objetivo de su realidad existencial, en tanto da referencia directa de esa situación a partir de la capacidad de transformación de lo dado por la naturaleza, que solo es específica del ser humano.

  Ocurre, sin embargo, que el modo de producción capitalista, impuesto desde la modernidad hasta nuestra actualidad globalizado, le da a esa capacidad transformadora de lo dado, el carácter específico de fuerza de trabajo, que adquiere la condición de mercancía que el hombre se ve obligado a vender para poder hacerse de sus medios de sobrevivencia.

 Ese factor objetivo de la existencia, ubica al ser humano en situación de clase trabajadora en sí, por la simple advertencia que existe como factor común de o todos aquellos que se desenvuelve en ese mecanismo de venta de fuerza de trabajo como mercancía.

Cuando se exacerba ese factor en la objetividad, ocurre que mecánicamente se concluye en la necesidad de que se produzcan transformaciones al trabarse el desarrollo de las fuerzas productiva por las relaciones sociales de producción que impone el modelo capitalista y su orden social.

De esta manera han venido operando las organizaciones políticas que reclaman actuar desde la ficción representativa de la clase trabajadora. Sin embargo, los datos que nos dan las elecciones, tomadas simplemente como encuesta de las preferencias políticas de los trabajadores no dan testimonio de ese mecanismo, en tanto quienes sufragaron lo hicieron en favor de sus propios verdugos aún cuando los signos de la crisis de reproducción del capital, le son percibidos y le generan condiciones materiales de pobreza, ubicándolos en una cultura de la administración de la miseria.

Las necesidades del existir cotidiano nos obligan a repensar la condición humana del trabajador posicionado como clase social “en sí” cuando opera de conjunto con el resto de las personas que comparten esa ubicación social.  Lo que se impone es comprender que la propaganda política militante, debe apuntar a la “responsabilidad” que tiene el trabajador en sí mismo como tal.  El hombre en tanto trabajador, en tanto productor de valor inscripto en una mercancía en la que se enajena y sobre la cual no tiene poder, sino que se somete al poder que ella ejerce sobre él, es responsable de su estricta individualidad, y a la vez de la de todos los hombres que comparten su situación en la producción.

       Estamos apelando a una acción militante que reposicione el pragmatismo individualista que el trabajador recibe a diario como ideología desde el poder burgués, presidido por el cálculo utilitarias, por su inverso, es decir, lograr por su responsabilización de clase en sí el fervor por esa comunidad de actuar y los intereses específicos que nacen de esa condición.

      El trabajador es el hombre en situación. La comprensión por él de esa situación es la que permite la reflexión sobre el contenido específico que debe tener para lo comunitario su uso de la libertad restringida que le permite ese dato objetivo, reducida en última instancia a la venta de su fuerza de trabajo y el establecimiento de la manera en que esa capacidad productiva se realiza en concreto.

        La propaganda militante necesaria y correspondiente a los determinantes que imponen desde la estructura productiva la premisa revolucionaria como superación dialéctica de las contradicciones en que esta se haya incursa, debe transitar por la denuncia de esa situación y la demanda al trabajador para que rebase la simple conciencia de su condición ,  por la reflexión y puesta en acto sobre la situación de explotación y opresión, y la necesidad de superación por desenvolvimiento de poder obrero y organismos de masas de los trabajadores que terminen con el orden social capitalista.

  La propaganda militante revolucionaria debe apuntar a que los trabajadores en sí, generen su paso a condición de clase trabajadora para sí. Esto hace necesario que se intervenga en este formato de lucha de clases que impone la farsa electoral, desenmascarando su contenido de clase, luchando por destruir las ilusiones democráticas y comprendiendo que no será mecánica la transformación de ese descontento en conciencia revolucionaria.

  La actualidad, con el fetiche electoral exhibido desde derecha e izquierda en forma monocorde como lo posible y realizable en el marco de la democracia en tanto forma de gobierno del poder burgués y su orden social capitalista, se presenta como un obstáculo superable precisamente por la propia incidencia objetiva de las contradicciones del modo de producción capitalista. Sin embargo, esa superación no resulta viable si en forma conjunta no se advierte la incidencia prevalente del factor subjetivo expresado en los haceres y determinaciones del trabajador concreto en sí. Si como trabajadores no nos responsabilizamos en forma colectiva por la construcción de otra sociedad donde exista de manera concreto su poder material como productor, no es posible salir de la esclavitud capitalista y su barbarie.

Sin embargo, siendo la vivencia personal y social de la explotación condición necesaria para la acción política, no es suficiente por sí sola. Escapar de la soledad trágica que impone la miseria y la explotación, requiere necesariamente del establecimiento de una comunidad orgánica que retire al trabajador de esa presión constante que le impone el orden burgués. Esa es la tarea específica del partido de la clase trabajadora, y su programa revolucionario.

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