Parte de la tarea militante en el actual momento de desarrollo de la lucha de clases es aventar la espesa niebla que en el combate social deposita de modo sistemático la burguesía desde su poder institucionalizado en el Estado o desde los aparatos ideológicos que operan en razón de sus intereses en búsqueda de la formación cotidiana de falsa conciencia en las filas de la clase trabajadora y demás sectores del pueblo que son oprimidos por el orden social capitalista.
Esa tarea debe activarse con mayor fuerza y cantidad, en ocasión en que las piezas del Capital se desplazan en el tablero social predispuesto como proceso electoral, con lo cual la propia estructura por donde se pretende hacer transitar la confrontación de clases forma parte de esa falsa conciencia que se desenvuelve en diversos formatos por la burguesía dominante.
Esta necesidad de la intensificación del emprendimiento político de los trabajadores para confrontar con nuestros oponentes de clase, viene dada por la emergencia e imposición obligatoria desde el poder burgués de ese dispositivo electoral que en sí implica una farsa, es decir, una acción desplegada para fingir o aparentar algo.
De esta forma, siendo el campo de batalla direccionado a ese espacio de acción, y significando ese sitio un entramado donde se desarrolla una trampa, la propaganda socialista revolucionaria no puede esperar, ni escatimar esfuerzos en la defensa de los intereses específicos de la clase trabajadora.
Los trabajadores desde todos los dispositivos de difusión de ideas para muchos, cualquiera fuera su formato, debemos instalar elementos de consideración básica por cualquier trabajador, que le son conocidos objetivamente, pero que deben ser resignificados desde su materialidad cotidiana. Nadie tiene necesidad de utilizar el espacio electoral para “notificar” a la clase trabajadora en sí, que por su condición en la producción es explotada y a la vez dominada por la ideología del poder burgués”. Lo significativo es difundir cómo funcionan las cosas para que esa exterioridad exhiba a quien vende cotidianamente su fuerza de trabajos los motivos por los cuales su salario le es insuficiente, por qué no tiene vivienda digna, ni puede proyectar su vida a futuro. Si la acción publicitaria se limita a vociferar sin mayor fundamento un pliego de demandas al orden burgués cualquiera fuese el político que a su turno se ocupe de su gestión, la deuda con las razones, los motivos, los fundamentos de esas carencias sigue pendiente y alienta el pensamiento generalizado de que otro burgués “honesto” o “poderoso económicamente”, puede solucionarlas
En ese sentido es necesario explicar pacientemente la clase trabajadora en sí, que en la sociedad capitalista una minoría privilegiada de explotadores y burócratas ejerce su dominación de clase sobre la inmensa mayoría del pueblo, y aprovechar que muestran sus rostros sonrientes para que los asalariados los identifiquemos con nombre y apellido, agregando además cual es el grupo burgués específico que les da soporte.
En el mismo orden de ideas y siendo que se dice que estas elecciones son para elegir representantes en un sistema de democracia formal y parlamentaria , corresponde explicar en qué medida esa presunta representación política es una suerte de cheque en blanco que el pueblo trabajador que concurre a votar le extiende al político burgués de turno que una vez electo se desentiende del elector y opera según sus específicos intereses que no son otros que los del sector de la burguesía que lo ubicó en ese sitio de gestión.
La propaganda que produzca la militancia trabajadora en rol de vanguardia debe indicar precisamente que en el gobierno se turnan ciertos políticos, ligados todos de una u otra manera a las grandes empresas, a los sectores capitalistas del agro beneficiarios de la renta agraria enlazados al capital financiero.
La propaganda militante debe exponer al trabajador que el parlamentarismo es una forma enmascarada de dictadura burguesa y siendo esa su esencia como fenómeno político requiere de la organización previa de partidos políticos que dirimen en falsas disputas de intereses por vía del sufragio universal, cuál de ellos se rota o turna en la gestión del interés de clase que articula el Estado.
La propaganda de ideas desde los miembros de la clase trabajadora que han comprendido cual es el proyecto político socialista que les permite constituirse en clase “para sí” y ser sujetos de la acción política clasista autónoma de toda gestión del orden burgués , es llegar a la clase trabajadora en sí, y al pueblo que engrosa la población desplazada de la producción de modo permanente o transitoriamente prolongado, explicando que todo proceso electoral obligatoriamente impuesto desde el orden legal del Estado solo busca seleccionar» el miembro de las clases dominantes que ha de ocuparse de reprimir y aplastar al pueblo a través del parlamento. Tal es la verdadera esencia del parlamentarismo burgués» y así lo ha señalado Lenin en el desarrollo inminente de la revolución en Rusia, ocasión en la que se ocupó de contrastarle el modelo de Democracia Directa contenido en los Soviet, como instrumento de acción en la construcción de la dictadura del proletariado.
Con esa misma significación y ya en nuestras tierras y en el último período histórico de alza revolucionaria de los trabajadores, Mario Roberto Santucho, se ocupó de indicar que:
“Una política revolucionaria debe saber utilizar todo tipo de armas, incluso aquellas que han sido creadas y son usadas con ventaja por la burguesía como el parlamentarismo, para avanzar en la movilización de masas, para introducir la crisis, la división y la desorientación en las filas enemigas.
Pero un grave error sería creer que a través de elecciones es posible encontrar algún tipo de soluciones a los problemas de fondo de la clase obrera, …”
(Poder Burgués. Poder Revolucionario)
Pero esta tarea de difusión de ideas para muchos, no solo puede limitarse a desvelar el embuste que significa el desarrollo de un proceso electoral farsesco como el que actualmente transitamos. Esa sola labor resulta hoy insuficiente si se tiene presente la emergencia de la crisis del orden social capitalista, los obstáculos que nacen y se desarrollan en la propia lógica reproductiva del capital, en tanto de la simple denuncia del régimen no se sigue de manera mecánica su superación.
Describir la farsa electoral y acudir en el inmediato sentido práctico de la materialización de ese concepto llamando a no votar o anular el voto o votar en blanco, como resultante de la propaganda militante no cubre a la táctica de su sentido estratégico revolucionario, pudiendo asimilarse con riesgo a un simple voto bronca poli clasista.
Esta observación del fenómeno, debe llevarnos a incorporar un ingrediente central a esta intervención coyuntural de aprovechamiento dialéctico de la maniobra burguesa. En ese sentido, la propaganda obrera y socialista, debe poner en evidencia que la razón fundamental por la que, pese a la enérgica lucha de nuestro pueblo, las clases dominantes no han visto peligrar su dominación política ha sido la ausencia hasta el presente de una opción revolucionaria de poder que ofreciera a las masas una salida política fuera de los marcos del sistema capitalista, tras el aniquilamiento genocida de la vanguardia en la década del 70 del siglo pasado.
La combinación genocida y opresiva de la dictadura cívico-militar y las ilusiones democráticas abiertas desde 1983 han logrado que la clase trabajadora en sí, no haya conseguido darse por su propia construcción en la lucha ,una fuerza política propia de carácter revolucionario, particularmente por su autonomía de clase y el programa socialista centrado en la construcción del poder obrero , la destrucción del Estado de la burguesía y la redefinición de las relaciones de producción en sentido superador de la relación capital-trabajo con todas sus implicancias.
Por esa insuficiencia en la constitución del sujeto trabajador como miembro de una clase con objetivos específicos “para sí” los asalariados hemos estado y estamos sometidos constantemente a la influencia de los partidos políticos burgueses que nos impiden identificar los distintos entramados de falsedades preparadas por la burguesía, cayendo en consecuencia en el error que significa apoyar de buena fe a nuestros propios verdugos.
La propaganda revolucionaria debe exhibir a ojos vistas a todos los trabajadores otro factor que contribuye poderosamente a mantener oculta e impedir transformar en acción consciente de la clase trabajadora la necesidad de arrebatar el poder estatal de manos de la burguesía, que es el rol de las corrientes reformistas y populistas.
La acción socialista revolucionaria debe mostrar con esmero que desde el reformismo parlamentarista una cooperativa electoral (FITU) luciendo símbolos emblemáticos a los envilece usándolos solo como trapos de una barra futbolera difunden también falsas esperanzas apoyando sin rubores a uno u otro dirigente de la burguesía pretendidamente » progresista» con los que pretenden debatir , perdiéndose en el laberinto de la lucha Inter burguesa y desviando tras de sí a sectores de las masas, lejos del verdadero camino revolucionario, que no es otro que el camino de la lucha consecuente y constante por la toma del poder.
Debido a estos factores, a la debilidad de las fuerzas revolucionarias, al hábil trabajo contrarrevolucionario de la burguesía, y a las erróneas ideas sostenidas y practicadas por corrientes reformistas y populistas, la burguesía ha podido maniobrar con tranquilidad en el campo político, limitándose a rencillas internas por disputas de intereses sectoriales de su propia clase.
En definitiva, el aprovechamiento de la apertura farsesca del proceso electoral por el poder burgués es un dato de la realidad que la vanguardia militante debe recoger para difundir ideas en ese específico espacio de la lucha política de clases. Su propaganda debe apuntar a dar instrumentos programáticos e ideológicos para que la clase trabajadora en sí , pueda comprender claramente esta cuestión, saber identificar las maniobras y trampas que la burguesía emplea para conservar el gobierno, grabarnos en nuestras mentes y grabar en la mente del pueblo que no hay solución a los problemas de las masas sin despojar del poder a las capitalistas, sin destruir su ejército y su aparato represivo, es la cuestión más vital en el estado actual del proceso revolucionario argentino.
NUEVO CURSO