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“MENTIRAS QUE MATAN “. LA AGONÍA CAPITALISTA Y LOS ROSTROS SINIESTROS DEL LEVIATÁN

Mientras miles de argentinos eran torturados y asesinados por las fuerzas de seguridad de la última dictadura militar, los medios afines al poder se encargaban de construir un relato mediante el cual la sociedad pudiera considerar la existencia de “enemigos” del Estado. De esta forma las víctimas de la desinformación masiva repetían el discurso hegemónico, convencidos de que los hijos de esas madres que clamaban justicia, “algo habrían hecho”.

La Argentina de estos días, esta que como trabajadores nos toca sobrevivir, esta de los escenarios visuales de los productores televisivos, de los grupos atrincherados en redes sociales y aplicaciones telefónicas, esta que vestida de posmodernidad genera constantemente un mundo de apariencias tan efímeros como sus fundamentos materiales, retrotrae a las épocas en las que todo aquel que le plantara cara al Estado era considerado un “subversivo”. Ese esquema de poder llevó a la concreción de prácticas políticas genocidas que se desplegó contra la vanguardia obrera. La diferencia reside en que los gestores políticos del interés de la burguesía trucan ahora el agotamiento de las ilusiones democráticas oportunamente enarboladas al inicio de la reinstalación de república, por el simple ejercicio de ese poder a través de la legitimación ganada formalmente por los votos obtenidos y el ulterior ejercicio extendido de la represión violenta por agencias estatales de seguridad sobre quienes expresen su confrontación con los actos de gobierno adoptados por esa clase social en su exclusivo beneficio
Esta comparación podría resultar odiosa si no fuera por los rasgos que caracterizan al Estado, cualquiera fuese el sector burgués que por sus elencos políticos se haga cargo del poder formal y sus medios de comunicación que, tal como lo hicieron durante los años de represión dictatorial, insisten en criminalizar el conflicto social por vía de la declaración de guerra a quien manifiesta oposición. prefigurándolo como el enemigo social.


Algo habrá hecho» es una frase originada en Argentina durante la época del Terrorismo de Estado. La frase se utilizó para reflejar la situación en la que un interlocutor ve a policías o militares deteniendo a alguna persona de una manera no legítima, o en que se entera de la desaparición de alguien.
Respecto de Facundo Morales, ha podido verse de modo palmario el despliegue de esa modalidad que marca una tendencia real de conformación abstracta, arbitraria y selectiva del enemigo a vencer, aun cuando ese señalamiento y sus implicancias contingentes deriven incluso en su fallecimiento.
Sin embargo, en ningún caso se apeló a poner en el fallecido las razones de su muerte filmada en el obelisco y a plena luz del día. En este caso desmintiendo lo visto en imágenes y relatado por testigos presenciales y por los propios periodistas al aire Patricia Bullrich dijo que el deceso se debió a una condición de salud, Bullrich remarcó: “Me parece una barbaridad absoluta pensar que fue culpa de la Policía”

Rodríguez Larreta dijo que Molares Schonfeld se había descompensado y muerto de un infarto, lo cual recuerda el estilo de las autopsias durante la última dictadura, que consignaban las muertes en falsos enfrentamientos como consecuencia de un paro cardiorrespiratorio.
Que los muertos no respiran ni su corazón late son obviedades, que omiten cualquier referencia a la causa que provocó ese efecto. Por el contrario, el gobernante-candidato respaldó la conducta de su policía que, a su entender, «actuó con profesionalismo conteniendo los hechos de violencia». Pero testigos del hecho y cámaras de seguridad muestran que la policía se arrojó sobre Molares una vez que había terminado el acto, en el que no hubo ninguna violencia. Los policías eran más numerosos que los manifestantes. Bullrich dijo que en este caso apoyaba a su competidor y agregó que Molares era muy gordo y su salud era precaria. La candidata libertaria a la vicepresidencia, Victoria Villarruel, dijo que había sido miembro de las FARC colombianas y detenido en Bolivia por la dictadura de Jeanine Añez. (El cohete a la luna edición 14 de agosto 2023)

En 1997 se estrenó en las salas cinematográficas” Mentiras que matan” una película estadounidense dirigida por Barry.
El guion avanza presentando al presidente de Estados Unidos sorprendido haciendo insinuaciones sobre una menor de edad en el despacho oval, menos de dos semanas antes de las elecciones. Conrad Brean (Robert De Miro), un spin doctor, es traído por la asistente presidencial Winfrey Ames (Anne Heche) para desviar la atención pública del escándalo. El asesor decide construir una guerra ficticia contra Albania, esperando que los medios de comunicación se concentren en eso. Brean se pone en contacto con el productor de Hollywood, Stanley Moss (Dustin Hoffman), para crear la guerra, con un tema musical y una falsa filmación. El engaño es exitoso, con el presidente ganando terreno rápidamente en las encuestas.
Lejos del espacio cinematográfico, pero con la clara intención del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta de ocultar la naturaleza criminal de la acción desplegada por sus efectivos policiales, decidió, antes que reconocer cualquier verdad, encubrir como sea a los efectivos sospechados de haber provocado la muerte de Facundo Molares.
El testimonio de las urnas este pasado domingo, desnudó un nuevo capítulo de la farsa electoral y dejó ver el carácter prevalente del discurso de mano dura y prevalencia del orden burgués por el que parece optar la mayoría de la población. Esa tendencia debe ser revertida, pero como también lo demuestra el fenómeno, pero no acudiendo a la participación lisa y llana sino reforzando de modo activo el discurso que impone la necesidad de la revolución socialista y el poder obrero-

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