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Nuevo Curso

LOS CAIDOS EN LA DICTADURA GENOCIDA MERECEN NUESTRO RESPETO.

NUEVO CURSO

Desconocer que la historia es la lucha de clases, y el carácter de ley social de esta pugna constante en el existir de esas clases y los fenómenos sociales que operan en la realidad, nos puede llevar a ser víctimas como trabajadores de las agendas que operativamente nos pretenden imponer nuestros enemigos.

En ese sentido, existe alteración en los aparatos de las organizaciones políticas existentes, por un acto de homenaje a personas caídas en la lucha de clases durante el período en que el poder burgués desataba las tácticas genocidas más encarnizadas sobre la vanguardia obrera y los jóvenes trabajadores en general como proceso necesario para imponer las actuales condiciones de explotación social en las que sobrevivimos.

Que sean operadores políticos de un sector burgués los que asumen la iniciativa en la vida política, no es un suceso que deba llamar al asombro , en la medida en que toda la burguesía desde el desarrollo de esas maniobras genocidas, en aquel tiempo histórico a la fecha no ha cesado de tejer operaciones que ubiquen a la clase de conjunto en el espacio de nula responsabilidad por ese genocidio.

Tienen un método. Identificar los modos de actuar de la reacción con los de la revolución por vía de analogías forzadas y formales . Se valoran los extremos de la analogía por aspectos externos en particular su aparente similar actitud frete a un principio abstracto generalizado .

En este formato se cuentan desde el poder militar, campañas culturales diciendo por síntesis que “los argentinos son derechos y humanos” y montando ceremoniales castrenses reivindicando “caídos en la lucha”. Desde la forma republicana “juicio a la juntas” “nunca más “obediencia debida” punto final” . Prolongación in extremis en el tiempo de los juicios acotados que aún hoy continúan, etc.

En todos los casos siempre la burguesía tuvo la iniciativa política o en el peor de los casos la capacidad de negociación frente a las acciones políticas de los sectores medios y amplios sectores de la clase trabajadora en sí.  Incluso fue la burguesía quien planteo las indemnizaciones a las víctimas del genocidio o sus herederos . En todos los casos la constante fue que nunca llegó a la apertura de los archivos de las agencias represivas relativos a las acciones que derivaron en desapariciones, torturas, apremios ilegales y otros tratos inhumanos con violación absoluta de las libertades democráticas.

Por esa razón, por desnaturalizar el sentido de lo históricamente sucedido , por instituir “la casa esta en orden” “felices pascuas, son héroes de Malvinas”, por desaparecer personas que se habían rendido en los hechos del batallón La Tablada y consagrar la impunidad por esos hechos, por la significativa cantidad de muertos en democracia que contabilizamos , la dialéctica del fenómeno asume hoy esta operación mediática de homenaje a “víctimas” cuidadosa e ideológicamente seleccionadas para volver al esquema  de los dos demonios, que no es otro que el que impuso el régimen democrático buscando una salida para su estrategia global de establecer con carácter concreto las ilusiones democráticas en la sociedad, y conseguir estabilidad política para el régimen de explotación y opresión capitalista hoy en crisis.

Todo esto también significa la agonía del reformismo en un nuevo escenario que consideraba capitalizado para sí , olvidando que lo único que existe es el movimiento y que ese movimiento nunca opera en una única dirección progresista razón por la cúal las recetas que se pontifican dentro del orden burgués pueden imponer regresiones a lugar políticamente reaccionarios.

La cuestión entonces impone seriedad y respeto en el análisis , siendo el respeto la demanda de quienes dieron su vida por establecer otro orden social y una nueva sociedad a través del poder obrero con programa socialista . Por esa razón, la cuestión no se cambia haciendo un repudio a la operación. No se cambia con discursos mediáticos en sentido inverso de los convocantes o impugnando a los convocantes por su pasado o su presente. La lucha es hoy por una nueva sociedad. Por un nuevo orden social sin explotadores ni explotados , que no es otra distinta a la que emprendieron los caídos como consecuencia de las prácticas genocidas desarrolladas por una dictadura cívico-militar.

Es una misma tendencia de la historia revolucionaria que exige sus sujetos sociales concretos. No lo son quienes viven en las habitaciones de la república burguesa y su parlamento. Ese sitio institucional del poder burgués no es la casa de la clase trabajadora. Los trabajadores necesitan autonomía política y recuperar ideológicamente el programa socialista de emancipación social. Esa tarea no abordada con suficiencia es la que hace navegar a la clase en sí en mares de problemas que le son extraños.

 No es el acto de un sector burgués el que perturba la existencia. Son las condiciones materiales amenazas por políticas económicas burguesas que emplean el impuesto inflacionario para obtener un nuevo giro en la espiral expropiatoria de valor creado las que motivan sus pensamientos, urgencias y desvelos del día a día.

Pero es ese día a día el que exige observar lo dado. Ver detrás de las apariencias y advertir que la demanda de salarios y trabajo no se cumple satisfactoriamente en este orden social por sus propias contradicciones y es por eso que lo que debe ser superado más allá de la coyuntura es el orden capitalista mismo.

La memoria de los caídos por ese idéntico contenido estratégico se respeta luchando por esa nueva sociedad y no por evitar un acto político de  un sector de la burguesía buscando su impugnación por los propios resortes de la burguesía.

Esos comportamientos tienen una base de clase radicada en la pequeña burguesía , que fracasa en el día a día con sus demandas concentradas en políticas de derecho incoadas ante el propio poder burgués institucionalizado normativamente en el Estado. Es esa una base política radicada en la impotencia y la desesperación ante movimientos de la reacción.

Detrás de este mismo sector aparece el discurso desesperado de tomar como ejemplo este acto en el parlamento como una razón más para montar la amenaza que se “repara ideológicamente “con la lógica del “mal menor” por el cual hay que concurrir con el voto y votar a Massa.

La tarea que nos dejan los caídos es tomar sus banderas, que se materializaron en acciones concretas e involucramientos subjetivos con una clase social buscando su emancipación. Hoy implica un nuevo curso, la superación de las ilusiones democráticas, y la construcción organizativa de la vanguardia y su partido de clase .