ENGAÑO Y MENTIRA EN LA SOCIEDAD CAPITALISTA

En épocas de reacción los señores demócratas, socialdemócratas , anarquistas y otros representantes de la “izquierda , comienzan a desprender en doble cantidad emanaciones de moral, del mismo modo que transpira doblemente la gente cuando tiene miedo. Al repetir a su manra los diez mandamientos o el sermón de la montaña , esos moralistas se dirigen a los revolucionarios perseguidos  reprochándole “excesos “ y el culto de principios de vida “amorales”…. La base de clase de esta prédica falsa y ampulosa la constituye la pequeño burguesía  intelectual. La base política es la impotencia y la desesperación de los reformistas. La base psicológica se halla en el deseo de superar el sentimiento de la propia inconsistencia, …. El procedimiento favorito del filisteo moralista consiste  en identificar los modods de actuar de la reacción con los de la revolución. El éxito del procedimiento se obtiene con la ayuda de analogías formales….L Trotsky . “Su moral y la nuestra”

En el correr de nuestros días, en un contexto de crisis de reproducción capitalista se acude a diversos artificios ideológicos para lograr el objetivo primario de la continuidad de ese orden social por parte de la clase social que lo instituye. En ese sentido es que se recupera para la filosofía y la teoría política la crucial interrogación sobre qué es una sociedad justa, buscando rebajar el alcance de esta al puro espacio de la legalidad, por vía del programa político de ley y orden.

Avanzando sobre el fenómeno en sí, debe partirse de los paradigmas de la revolución burguesa, estos son, libertad, igualdad, fraternidad. Si se lleva esos postulados abstractos al terreno de lo concreto, puede verse que los demócratas ven la dimensión igualitaria como rasgo necesario de un orden social justo, pero lo hacen con aceptación acrítica del capitalismo, y la restringen al plano meramente institucional, adscribiendo a que sea el Estado por sus efectores, quien se encargue de priorizar ese objetivo.

Desde el liberalismo se propende al principio de auto propiedad del sujeto individual, reprobando el reparto encarado desde el poder de posibilidades y potencialidades con sentido igualitario. El principio de auto propiedad, en tal sentido, sostiene que cada persona tiene derechos exclusivos sobre su cuerpo, sus capacidades, sus talentos y a lo que a partir de estos produzca, con desplazamiento de todo trato diferencial e igualitarista.

La vocación utópica que anida en buena parte de la tradición socialista interpreta que Marx dio pautas para rechazar suficiente y aun normativamente la auto propiedad, es decir el sentido de justicia como valor individual en la medida en no existen suficientes razones para afirmar la evanescencia del sentido de justicia aún cuando se avance en el desarrollo de las fuerzas productivas hacia escenarios de cierta abundancia. Además, se potencia la idea de la fraternidad, en tanto elemento clave del socialismo, por ser el modo cultural relacional que hace posible una sociedad comunista constitutivamente justa

Por todo lo anterior, la lucha propagandística militante a través del programa socialista se ve obligada a   puntualizar la demanda de instituciones justas, rechazo de la auto propiedad, contrapuestas a personas motivadas por un ethos igualitario y fraterno

Hay que rescatar a Marx de las visiones sobre el comunismo que se emanan desde la socialdemocracia reformista y los demócratas liberales   y contraponerla al utilitarismo del culto a la libertad negativa que está en la base del libertarismo organizado en la “libertad avanza” y la exacerbación del principio de auto propiedad. Nunca hay garantías de poder articular una teoría socialista de la justicia que supere lo existente. Pero, «eso no es razón para no intentarlo». 

 En ese contexto, en términos políticos se utilizan categorías analíticas que definen planteos o que se dicen de postulados como adjetivos calificativos de su naturaleza. Se habla así de UtopíaDistopía y Ucronía que son términos en cierta manera, originarios de la literatura.

Utopía. etimológicamente es, ‘En ningún lugar’. Tiene un enfoque de situación ideal, positiva. Thomas Moro usó este término para denominar a una isla en la que vive una sociedad perfecta e idílica en términos de organización política, actividad económica y desarrollo cultural.

Distopía, literalmente implica o remite a un” mal lugar’ o alude a un posicionamiento desubicado. Por ello tiene un enfoque de situación negativa.

El término en definitiva estaría indicando que es una “representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana”.

Ucronía, por último, es una referencia a la posibilidad en el tiempo de un modelo propuesto. Literalmente es, ‘En ningún tiempo’. Por eso puede decirse de una utopía o distopía.

Más claramente, si utopía es lo que no existe en ningún lugar, ucronía es lo que no existe en ningún tiempo.

Una ucronía muestra una alternativa a un hecho que ha ocurrido. Es decir, plantea una posible evolución de la historia si hubiese pasado algo que no pasó o algo que pasó hubiese acabado de otro modo. Por lo tanto, muestra una situación como ‘no es’. muestra una situación como ‘hubiese podido ser’.

Por esto, la referencia socialista hacia una sociedad justa transita por el plano de una utopía necesaria. Implica una visión motorizaste de acciones humanas desplegadas en orden a un “mejor lugar”, a un espacio de desarrollo de lo humano sin sometimientos de clase ni existencias alienadas.    

La militancia  política revolucionaria dentro de la crisis del factor subjetivo que atraviesa , aún en el seno mismo de las organizaciones que han podido darse los trabajadores en este tiempo de democracia formal por representación parlamentario requiere necesariamente un cambio subjetivo en la predisposición final de las acciones con acento en la relación intersubjetiva de sus componentes en plano fraternal en particular por la centralidad  del valor de la fraternidad en el seno del socialismo igualitario que se define como sociedad justa despojada de los vínculos productivos que implicaban la explotación del trabajador y su alienación mercantilizada.

Ahora bien, el planteo del fenómeno exhibe en lo cotidiano un elemento sustantivo de necesario abordaje  que puede ubicarse como el espacio específico de LA MORAL ajeno a la normatividad, las leyes y el derecho en sí , pues centra su objetivo inicialmente en el propio sujeto captado en su individualidad condicionada por su situación objetiva en la producción como trabajador, que debe tenerse presente a la hora de decidir el contenido concreto de la acción militante y la defensa del programa socialista instrumentado por el poder obrero.

    Sin embargo, hay que dejar en claro una premisa derivada de un postulado propio de la construcción del análisis social y es que la moral no escapa a los intereses de clase. Es decir, pese a que la moral entronca en la individualidad misma del sujeto no se concreta en un listado de principios abstractos, sino que viene dada por la determinación de la existencia del trabajador en una sociedad de clase y a los intereses específicos de cada una de las dos grandes clases enfrentadas en el orden social capitalista.

Lo moralmente correcto entonces, se define en relación al avance de la humanidad en torno al dominio que ejerce sobre la naturaleza y a la emancipación de toda forma de explotación y opresión, que son los objetivos e intereses específicos de los trabajadores a partir de la premisa de que su liberación será obra de ellos mismos.

De tal manera, en la lucha de clases , en la militancia específica , en la vida cotidiana del militante en tanto cuadro de una organización revolucionaria  son admisibles en tanto acto humano los medios que acrecientan la cohesión revolucionaria del proletariado, las acciones  que acrecientan la cohesión revolucionaria de los trabajadores  que le predisponen conscientemente contra la opresión y le enseñan a despreciar las bases materiales y  culturales del orden social capitalista son los abarcados por la moral y no merecen desde ese contexto reproche alguno.

Siendo la moral, un espacio subjetivo del entendimiento que se desarrolla en los hombres que sobreviven en una sociedad de clases, las estrategias reformistas con sustento moral positivista, que se ampara en la acumulación gradual de conquistas bloquean también en ese plano las determinaciones revolucionarias de los trabajadores. En el mismo plano la burguesía ejerce su domino mediante el ENGAÑO Y LA MENTIRA.

Esos dos instrumentos ENGAÑO Y MENTIRA se utilizan con mayor intensidad y frecuencia cuanto mayor es la crisis de ese orden de explotación y opresión Paradójicamente es en ese escenario y para desarrollar, engaños y mentiras que el orden burgués acude a la moral positiva por vía del Estado laico, en forma tal que funda su propia religiosidad alienante, que opera de modo funcional a sus intereses.

Es así que desde el decálogo positivista y desde la tesis kantiana según la cual lo moralmente admisible es toda acción del individuo que pueda ser por su entidad proyectada hacia cualquier individuo y nunca para alguno en especial con detrimento de los demás. Es positiva porque su respaldo nuevamente lo encuentra en la ley, al punto que cuanto más se aproxima una ley en su texto a los valores de esa moral abstracta y por fuera del sujeto, más se habilita su legitimación y su funcionamiento como regulador de las relaciones intersubjetivas.

De esta forma, la burguesía en tanto clase y de conjunto, cultiva discursivamente ese cimiento moral abstracto y externo al sujeto, operando en los hechos que esos decálogos funcionen de conjunto con la construcción de la libertad negativa y la justicia como valor y no como resultante y determinante de esos vínculos.

Hay entonces un tándem: sentido común; ideología; moral positiva, que hace funcional la reproducción social capitalista y el orden institucional estatal que la concreta.

Por eso a la par de la represión por ejercicio o despliegue de violencia física o simbólica sobre el cuerpo de los trabajadores y demás sectores oprimidos, el poder burgués institucionalizado en el Estado vuelca este espacio de lo moral, de lo bueno y lo malo, lo permitido y lo prohibido instalándolos de manera conjunto por religiones y sacerdotes laicos.

Hay razón entonces para gestar, un espacio de la militancia basado en la defensa de la moral revolucionaria, su desarrollo y expansión al interior de las organizaciones de masas que se dan los trabajadores, en el marco de relaciones fraternales e igualitarias.

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