NUEVO CURSO
Corría la década del setenta del siglo pasado. Con las practicas genocidas del Estado terrorista en apogeo y triunfantes, unos jóvenes ilustraditos y bien compuestos a las pautas del régimen genocida, financiados por un estanciero, haciendo culto del mensaje de los buenos y los malos que la clase dominante imponía, emergieron en los claustros y pasillos universitarios vendiendo “pastelitos dulces” y lo que el tiempo demostró como “carne podrida” en envase ideologizado.
Se decían “socialistas populares”, con tolerancia del poder despótico, en universidades copadas por el oscurantismo, pero por lo bajo, autorizados por el régimen, decían ser el verdadero socialismo, ese que se acerca a “a la gente” en alpargatas y un termo, para extender un “mate”, y de paso desvincularse de todo lo otro “que no es de lo humano”. Ellos la flor y nunca el fusil.
Hoy gordos, con rostros toqueteados por la plástica y cabeza ahuecada, lucen en las boletas de la farsa electoral junto a la expresión política más rancia de la cultura dominante, anatemizando contra otra cara del poder, “el peronismo´” en quinta versión reciclada de ese discurso ideológico. Claro, ya no hay pastelitos, ahora hay aparato publicitario, periodistas cooptados, uso del poder formal y otras yerbas, pero lo que no cambia es que siguen vendiendo carne podrida y malversando el programa socialista con un reformismo claudicante que agoniza por todos sus poros.
Existimos en un tiempo donde el lenguaje economicista enfrascado en sentido de posición cultural dominante marca la escena dispuesta en una farsa electoral y su gran mentira envasada en la ficción de la democracia representativa y la república burguesa.
Hoy, con proyección a futuro oscuro, no se permite la conjugación del verbo, la metáfora, solo se habilitan los sustantivos que son reflejo lingüístico de los pesares. Inflación, dólares, valor, moneda, tasas de interés, déficit fiscal, deuda, etc.
Es el dominio de las cosas sobre los trabajadores que las producen y nos esclavizamos a ellas, los que nos impide ser siervos de nuestra libertad. Esa relación amo-esclavo que tiene por supuesto sus propios sujetos parecen estancarse en nuestro existir haciendo severo el peligro que liga la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser de lo específicamente humano.
Las mercancías dominantes y sus apropiadores diversos de sus productores se exhiben no solo como objetos, sino y de manera prioritaria como otra mercancía incorporal: Las imágenes.
Son ellas, las que terminan las tareas del objeto. Las imágenes mercantilizadas, nos dejan de diversas maneras expuestos al vacío, al sin sentido de vivir en la sensación frecuente del para qué estamos en este mundo.
Son estas mercancías particulares, las imágenes las que sitúan al trabajador, proyectadas por las vías más variadas de “comunicación “las que nos lleva a vivir en la caverna platónica. Esas mismas imágenes nos disponen a naturalizar las cadenas que lucen férreas y limitantes en nuestros pies, aferrándonos a ese existir vacío. Con pies atados no se camina ni se imagina en sentido inverso, es decir desde nosotros hacia el mundo y con nuestros propios pensamientos generados desde la realidad más concretas de nuestros vínculos sociales más primarios, aquellos que nos dan la posibilidad o la búsqueda de la posibilidad de satisfacer nuestras necesidades más elementales de sobrevivencia.
Con cadenas en nuestros tobillos, nos impiden hasta el sentido humano ínsito en nuestra propia capacidad de imaginar y nos esclavizan a las suyas que impuestas sobre el muro de nuestra caverna hecha globalización capitalista solo es objeto mercantil.
Hoy es tiempo de comprender que hay que tomar el desafío de romper cadenas, y caminar en sentido ascendente buscando esa luz que nos permita llegar a la verdad que está en lo real, esa que denuncia explotación y opresión y pide a grito por nosotros y nuestras generaciones futura decir basta al orden social capitalista globalizado y cavernícola. Basta ya de su cultura de plástico. Hay que recordar que el plástico se derrite si le da de lleno el sol. Manos, brazos y entendimiento conjunto y solidario para con el programa socialista con su nueva sociedad, y nuevo hombre, como lo buscaron todos aquellos que en el mundo soltaron sus cadenas y hoy luchan contracorriente.
Estas condiciones impuestas del hoy, a pesar de los pesares nos abren el camino para encadenar el sustantivo al verbo, lo concreto a lo imaginario, lo real y la utopía. No es tarea nueva, la historia nos muestra, aunque se la oculte, o se la distorsione que otros brazos ya empuñaron ese destino. Esta tarea inconclusa tenemos que terminar pues quieren ver el final todos los vivos, y aquellos muertos en esa lucha que, desafiando la lógica formal, jamás han de morir, mientras exista un niño con hambre, una familia sin techo, un abrigo que no llega, una escuela que no es escuela, una rosa, una canción y un fusil.
La poesía, la música viene en nuestro auxilio para abrir los ojos y no enceguecernos ni con la sombría caverna ni con los destellos luminosos de la verdad necesaria. Desde ese espacio, un contrapunto necesario de un mismo ideario:
El fusil del poeta es una rosa
Mientras jugó la guerra de los niños
con un fusil hecho de cualquier cosa
quizá de arroz, quién sabe de una rosa
envejeció de amor cargando furias.
Y se enroló a morir donde antes quiso
simplemente sucede y como dijo
ese día el fusil era una rosa
rastrillada en el aire, peligrosa.
Ese día era el sol más sol al río,
más río el río y más la guerra era
y más la muerte desde la ribera
contra el leve fusil que era ese día
solamente una rosa.
Ese día era el sol más sol al río
más río el río y más la guerra era
y más la muerte desde la ribera
y una granada el verso detonado.
Abierta está la rosa colorada
en la margen del río enraizada.
Quedó al rocío que llovió de un río aquel
hundido río en sus venas rotas,
abierta está, alerta como entonces
al hombro del poeta.
Va ganando la guerra con su rosa
la boca desde el río, sus pájaros, sus árboles.
Y es que jugó la guerra de los hombres
haciéndose un fusil de cada cosa
que no fuera un fusil.
Ese día se armaba de una rosa
El fusil del poeta es una rosa.
Autor: Chabuca Granda
Canción por el fusil y la flor
Cuando no sirve la canción
porque en la mesa falta el pan
no sé si darte el corazón,
mi voz, la flor o algún fusil.
El hombre es tiempo que se va,
temiendo dura un poco más
mas solo vive si se da
en una flor, o en un fusil.
No sé si el tiempo de vivir
vendrá en el tallo de un rosal,
vendrá en el caño de un fusil,
no sé si el grito la oración.
Pero si sé de un largo mal
que vuelve inútil la canción
que escupe al pan y al corazón
que no nos deja conocer.
Porque el peligro de pensar
es que podemos comprender
que sólo un nombre tiene el mal,
dejar hacer, dejar pasar,
si no es con vos no te metas…
Pero hoy me paro y digo: ¡no!
Porque es el tiempo de vivir
contra el imbécil y el señor,
porque es el tiempo de luchar
contra el prejuicio y el dolor.
Porque es el tiempo de empezar
pongo mi brazo y mi canción
y si mi brazo nada es,
igual que es nada la canción,
saldré a morir por el amor,
tus veinte años y un fusil.
Y si me matan por decir que hoy
en la mesa falta el pan,
será el cañón y no el rosal
el que repita la canción.
Si el tiempo nuevo ha de venir
lo quiero nuestro hoy aquí
porque estoy harta de esperar
amando un mundo sin amor.
Escúchenme: quiero ser flor,
pero si no, seré fusil.
Autor(es): Bernardo Palombo, Damián Sánchez