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Nuevo Curso

El factor subjetivo subyacente en los actuales momentos de la lucha de clases.

NUEVO CURSO

La confrontación entre el sujeto alienado en su trabajo, transformado en objeto por el fetiche de la mercancía propio del individualismo auto propietario del valor justicia que exhibe el orden social capitalista, con la construcción del sujeto revolucionario emergente de esa misma relación capital-trabajo, deja abierta la necesidad de exponer ese fenómeno dentro de un contexto de crisis no cerrada por la farsa electoral que ocupó la mayor parte del año.

Sin embargo, y a pesar de los cultores del mito de la derechización de la sociedad en la que se incluye sin diferenciación a los trabajadores, es preciso advertir que las fuerzas del proletariado alemán no están agotadas. Ni siquiera se han puesto todavía en marcha. La lógica de los hechos hablará cada día de forma más imperativa respecto de su presencia. Eso justifica emprender  la tentativa de poner en ese mismo proceso la necesidad del programa revolucionario socialista, destacando  el papel prevalente de la organización partidaria de la vanguardia en clave con ese proyecto de nueva sociedad y en consonancia, con el necesario proceso educativo de los trabajadores en lucha.

En estos días donde paradójicamente organizaciones políticas y sus militantes ante el triunfo electoral de un candidato adverso por un significativo cúmulo de votos respecto del adversario burgués actualmente en el gobierno saliente, pintan sus rostros para una hipotética batalla luego de haber apostado durante tiempo prolongado al traje y la corbata del parlamento, indicando que la tarea se concentraba en obtener declaraciones de derechos subjetivos del Estado y ahora en defenderlos.

En ese contexto donde sin duda es necesaria la lucha de calles con métodos específicos de la clase trabajadora es necesario advertir que, la premura organizativa de la práctica militante cotidiana, no debe dejar de lado la educación en quienes toman la lucha de manera consciente, en particular en torno a la necesidad de un programa para el combate en sí y una definición táctica-estratégica determinada por las finalidades del programa socialista.

 En ese contexto, el hombre es el producto de las condiciones sociales donde se desenvuelve y estas son críticas en los tiempos que corren, por las contradicciones que exhibe objetivamente el capital desde su propia estructura productiva buscando reproducirse y abrir si se quiere una suerte de nueva fase de acumulación originaria sobre la base de la intensificación de la explotación del trabajo.

Entre los seres humanos que se desenvuelven dentro de las condiciones existentes y las condiciones mismas no existe autonomía, sino una relación mutua, complicada y actuante en desenvolvimiento permanente.

En esta complicada interacción histórica lo prevalente en el plano consciente de cada trabajador en lucha es la superación dialéctica de esas estructuras económicas de producción capitalista y la cultura de dominación que a través del Estado impone la burguesía.

Ese es el contenido educativo en el que debe hacerse énfasis desde el plano subjetivo individual precisamente en estos momentos de deriva del reformismo y el populismo progresista.

La acción política que dicta objetivamente la situación de la lucha de clase tiene en sí la posibilidad del enfrentamiento abierto de una clase social contra aquella que ejerce la dominación desde su Estado.

 Estas particularidades, requieren no solamente voluntad individual, sino que además impone el imperativo de salir del relativismo ético y está imbuida del más alto ideal que se plasma en el programa socialista y la moral más elevada que hayamos podido heredar de toda la época anterior desde lo cultural.

El trabajador que asume su condición y enfrenta el compromiso de lucha, es producto de la sociedad de clases. No es una abstracción psicológica. La superación dialéctica de la explotación social no es un principio abstracto sino un imperativo naciente de los antagonismos de clase, de la dominación violenta de una clase sobre otra en el contexto de la sociedad capitalista. En ese sentido, todo trabajador en lucha debe adquirir educativamente el objetivo de sus actos que no puede ser otro que el derrocamiento de la sociedad de clases.

 En consecuencia, la educación política por la que abogamos y marcamos como imperativo componente de la lucha militante, es aquella que concurre con la experiencia que involucra al sujeto con la formación consciente de luchadores revolucionarios.

 Dentro de lo más profundo de su ser, el revolucionario conforma un sujeto que se ve expuesto primariamente a reformular de modo crítico, toda relación con el orden social y con el mundo intelectual y todas sus leyes, reglas morales, costumbres y convenciones. De esta forma el revolucionario es el cuestionamiento permanente de este mundo, y si continúa viviendo en él, es sólo para superarlo por un nuevo orden social.

Se corre el peligro de que los árboles impidan ver el bosque. Persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, etcétera), se puede llegar a un callejón sin salida……El Partido es el ejemplo vivo; sus cuadros deben  surgir de la  laboriosidad y sacrificio, capaces de aportar ,  y generar con su acción, al objetivo revolucionaria, lo que entraña años de duro bregar contra las dificultades de la construcción, los enemigos de clase, las lacras del pasado, el imperialismo. (Ernesto Guevara. El socialismo y el hombre en Cuba)

“Los eclécticos viven de pensamientos episódicos, de improvisaciones que surgen bajo la presión de los acontecimientos. Los cuadros marxistas, capaces de dirigir la revolución proletaria, se educan mediante un estudio profundo, permanente y continuado de las tareas y las divergencias”.(León Trotsky