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LOS CIEN DÍAS Y LA CLASE TRABAJADORA

Todo gobierno que asume tiene 100 días de blindaje al menos esa esa es la aspiración de la burguesía de conjunto, máxime cuando ha podido dirimir los conflictos internos de intereses en el proceso de selección de los operadores políticos que han de asumirse como administradores y defensores de ese orden. La burocracia sindical no está en un proceso de metamorfosis clasista, sino que se concentra en lo inverso, esto es, en evitar que el proceso crítico de reproducción capitalista avance sobre sus posicionamiento económicos y sociales específicos diversos de los de sus trabajadores afiliados. De ello se sigue que a pesar de que amague con sacarle el polvo a sus banderas de “combate” siempre dispuestas a ser plegadas en una “negociación con la patronal”, lo cierto es que solo apunta a su preservación.

Desde el plano de las organizaciones políticas, todas las cuales besaron la lona en la puja electoral por el solo hecho de no haberse sabido parar frente a lo que significó un entramado farsesco , si nos detenemos en lo común y globalmente conocido aunque no fácilmente explicable como  izquierda peronista  más allá de oscilaciones , lo objetivo y específicos es que conforme al conflicto de clases planteado, esa expresión es, una vía muerta en tanto como sus tíos, los burócratas sindicales  actúa en defensa propia en tanto se concentra  centralmente en cargos estatales o para estatales desde donde hacen uso de diversos presupuestos que le facilitan una actividad proselitista y de reclutamiento  de “adeptos” en base a cooptaciones con apariencias de tareas remuneradas . En definitiva, siendo básicamente un aparato político prebendario, su esencia no es otra que la de ser una fracción estatal de una institucionalidad que Milei-Macri procuran desbaratar en tanto ese movimiento político es uno de sus acuerdos fundamentales, exhibido abiertamente en la campaña, bajo el lema “terminar con el Kirchnerismo” y para eso ubican a Bullrich, su confesa enemiga en el Ministerio de Seguridad.

 Es a partir de esta objetividad, que va por fuera de discursos y poses combativas con las que se amaga desde quienes no dudaron en apoyar a Massa, que cualquier expresión de ese sector en ningún caso puede tener un objetivo que resulte una superación dialéctica del orden social existente.

Por lo demás, las acciones inmediatas de estos sectores, abiertamente defensores de la democracia indirecta y representativa como forma de gobierno de la república burguesa constitucionalmente instalada, necesariamente han de ser cotejadas con esta premisa que fue su eje de intervención en la campaña electoral, donde abiertamente se pronunciaron con ese objetivo, por la candidatura del ministro de un gobierno afín, con el que llevaron la inflación a registros próximos al 150 por ciento. Si se tiene presente que esos guarismos, habrá que recordar que este impuesto velado a los ingresos de los trabajadores no hace otra cosa que perjudicarles en la distribución de la renta pública, y facilitar la apropiación de parte de esos recursos para destinarlo al pago de deuda o su refinanciación con aceptación de las recetas recesivas y también inflacionarias del FMI.

En ese contexto, queda cada vez más a la vista que Milei implica una tendencia a la consolidación de un orden estatal fascista. A la república burguesa nadie el puesto aún en las circunstancias históricas y sociales que hacen pertinente ese tipo de Estado para su sustitución. No estamos ante la llegada de la noche más oscura, ni a Ford falcón verdes saliendo del taller de rectificación, alineación y balanceo, sino ante una república constitucional que emplea sus instrumentos jurídicos con fundamento legal para consolidar sus objetivos de clase, empleando potencial y concretamente sus herramientas represivas. La insistencia con la avería del contrato social, no les ha permitido a los cultores de este fetiche del miedo, la posibilidad de entender que la existencia del Estado mediando en el interior de la sociedad civil no es otra cosa que la premisa básica fundacional de ese Estado, buscando en todos los casos sostener el dominio de clase de la burguesía explotadora y opresora.

Hoy más que nunca, frente al problema específico de la dirección orgánica de los sectores de trabajadores que luchan bajo la presión del deterioro incesante de sus condiciones de vida , en tanto sin la presencia de ese sujeto orgánico no es posible pensar el avance hacia posiciones de confrontación social con éxito revolucionario, es necesario  la formación, la investigación, la construcción de un programa científico, que se vincule a propaganda y la acción política hacia la construcción de una nueva herramienta política.

En ese contexto,  toda la militancia que de manera bienintencionada siguió a los dirigentes de las más diversas expresiones políticas que se dicen constituir “la izquierda” sin especificar concretamente de que hablan cuando usan ese significante , empeñando su actividad en un proceso electoral que les devolvió la realidad ubicándolos en la marginalidad que le otorga evaluar las determinaciones sociales desde el voto en una urna, se ve obligada a salir de ese callejón sin salida que implica el fracaso y la frustración , evitando la apelación a subjetividades como  las que se siguen de apelar al “estado de ánimo de las masas” y en consecuencia acudir a una suerte de ”derechización “ de ellas que no tornarían viable acciones superadoras de lo dado o lo inverso, el uso febril de la fraseología combativa para terminar en innumerables paseos callejeros a los gritos que, esta visto por la experiencia, no conmueven a la burguesía.

Es tiempo de construcción y organización sobre la base de la premisa relativa a que los trabajadores tomados en sí, como clase, no le han dado un cheque en blanco a nadie. Solamente han considerado que una abogada afiliada al uso de chicanas, dedos en alto, pero impotente para dar respuestas por su propio hacer y sus propuestas, no es el canal adecuado de la lucha por sus intereses, y mucho menos el espacio parlamentario a donde todo ese entramado de una cooperativa electoral, pensaba llevarlo.

En el mismo espacio, los trabajadores han dado señal clara que no compran política en envase plástico, ni quieren recibirla de la mano de quienes hacen su propio negocio con esos formatos. La falta de una opción clara, desdibujo los perfiles del adversario en forma tal que terminaron en importante número optando por un candidato patronal, aún cuando otro sector relevante de la clase optó por denunciar lo dado no concurriendo a las urnas.

El capitalismo en Argentina da muestras cotidianas de retraso y exhibe sin tapujos su dependencia del capital financiero expresión necesaria de la etapa imperialista.

Leído el proceso desde perspectiva internacionalista, queda además claro que, cada cambio de la coyuntura coloca al capitalismo ante tareas que se ve forzado a resolver mediante la guerra entre quienes pretenden conservar o tomar hegemonía en el contexto mundial ante la globalización de ese modo de producción.

En ese marco es posible tomar recaudo de que las clases sociales que colisionan mediante conflictos sociales en Argentina no pueden resolver esa conflictividad sustantiva de capital vs trabajo y que desde esa relación productiva el progreso y ascenso social del conjunto de la población se torna una quimera. Dicho con todas las letras, ningún trabajador ni nadie que pertenezca a los sectores que han sido desplazados de la producción , pueden  progresar por la vía capitalista e incluso ,si por vía de hipótesis se pensara que   la crisis actual fuese superada temporalmente gracias a! juego automático de las fuerzas del capitalismo mismo -sobre las espaldas de los obreros- como lo propone la variante burguesa electa , esto implicaría el renacimiento en breve plazo de todas las contradicciones bajo una forma todavía más concentrada

En este orden de ideas debe quedar en claro para todo el que asuma una acción militante dentro de nuestra clase y en la sociedad en general que el capitalismo en fase crítica de reproducción, como la que transitamos, implica la podredumbre social y cultural.

Diferir con astucias politiquera o herramientas artesanales los efectos de una crisis estructural del orden capitalista embelleciéndola como una salida de la crisis, no puede significar en tiempo breve, más que una pauperización de la pequeña burguesía y una degeneración de capas cada vez más amplias del proletariado en lumpen-proletariado.

La falta de comprensión de esta situación, por carencia de una genuina dirección revolucionaria es el principal problema que afronta la vanguardia de los trabajadores conscientes de la necesidad de constituirse en clase “para sí”.

La burocracia sindical, las organizaciones reformistas de perfil socialdemócrata y el agonizante populismo progresista por diversas razones han renunciado a sumar su esfuerzo en post de la superación dialéctica de este orden explotador y dominante que implica el capitalismo y el poder burgués institucionalizado en la república constitucional. Es necesario ver que el capitalismo entra ni tiene posibilidad permanente de ingresar en un periodo de prosperidad pacifica, sin crisis ni guerras, sino que precisamente la tendencia objetiva es la inversa, esto es, convulsiones sociales, guerras y deterioro significativo de las condiciones de supervivencia global del hombre.  

En lugar de la prosperidad estamos en declive desde hace tiempo y los hechos en sí, dan cuenta que la tendencia se hace cada vez más pronunciada.

Frente al riesgo claro de que en su obstinación aparatesca, el FITU pretenda sobrevivirse aportando de las maneras más diversas al salvataje de la sociedad burguesa renunciando incluso a sus planteos de reforma, el desafío necesario impone su superación y el desarrollo de las tareas programáticas y organizativas para la conformación de un partido revolucionario de los trabajadores.

“Han llegado al límite extremo de sus facultades de adaptación…. No hay cuadro histórico más trágico y al mismo tiempo más repelente que la podredumbre perniciosa del reformismo en medio de los residuos de todas sus conquistas y todas sus esperanzas”. (León Trotsky “y ahora”)

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