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Nuevo Curso

«LUNA DE AVELLANEDA». MACRI vs. RIQUELME. LA METAMORFOSIS CAPITALISTA A LA VISTA.

Faltan unos días para el recambio de caras en la función específica de administrar desde el Estado dentro de la sociedad civil, los intereses dominantes de la burguesía explotadora en su conjunto.

Tal vez sea por esa mínima distancia medida en días, que esa misma dominación haya exigido trasladar la sede del presunto enfrentamiento a otro estadio, pero con igual formato, ese del bueno y del malo, el de la pasión, el pueblo y los sentimientos filo-maternos por sobre el vil y afanoso uso del interés dinerario y los negocios.

Sin embargo, de nuevo y a poco de habernos hecho tragar el simulacro del enfrentamiento del demonio y su perro “el familiar”, en cabeza de Milei- Villaroel vs el “ángel” salvador de los humildes Sergio Massa y el siempre dispuesto Rossi, ahora la cosa, ocurre en apariencia en un estadio de futbol, un club, eso que la ley dice que es una asociación civil, Macri-Riquelme y la alternancia “por sí o por no” respecto el Topo Gigio.

Para esta “puja” el embuste se trama con una palabra “PASION”. Lo que se toca y lo que no se toca. La eficiencia capitalista y la preservación por la nostalgia en el pasado y la inserción de un club que centra su vida en un deporte, el futbol. No deja de tallar en la “contienda” el tipo fiel a la madre, que yace en todo argentino bien nacido y el que la oculta, pero tiene una maqueta de un estadio para exhibir, y todo se cocina en una salsa ya conocida por los trabajadores: elecciones. No podía faltar el referí, una juez de la Caba que es como decir que el valor justicia puede nacer para bien de la contienda de un órgano de poder territorialmente ubicado dentro de la estructura institucional donde priva por décadas uno de los extremos de la hipotética contienda, precisamente “el demonio “macrista.

 , Los que llevamos bastante tiempo sobreviviendo en este mundo, y que además siempre sentimos esa sensación de vida que da el futbol en tanto deporte inigualable, aún solemos acudir al diccionario. Ese viejo volumen que alguna vez se nos manifestó necesario y allí quedó junto a otros tantos libros, cada uno con su historia, defendiéndose de los buscadores, los teléfonos y las aplicaciones.

En sentido inverso y por ser de recorrido extenso, muchos aún no frecuentamos al buscador de internet, cualquiera fuere el mismo, para estos menesteres de dar con el significado estricto de una palabra. En eso estamos con una tendencia que es contraria con las personas que vienen a este mundo remando desde fines del siglo pasado y lo que lleva el presente, afectos a las pantallas y el doble clic.

Ocurre que desde la distancia uno se aferra a la imagen televisiva. Busca superar a los narradores porteños que las describen según los mandatos del productor de la empresa a la que sirven y en ese objetivo me siento obligando a silenciar (perdón ahora se dice matear) el ya viejo aparato.

En ese escenario uno trata de explicarse por sí mismo que es lo que está viendo. Se pregunta qué sucede en el campo de juego, y tropieza con pensamientos aislados que irrumpen sin ser convocados.
Todo eso me sucedió ayer, pero ya desde cierto tiempo atrás, viendo a Talleres. Es decir, no tiene que ver con el partido contingente, con el rival de turno, sino con el equipo en sí, con todos sus componentes y sus despliegues.
Pasión: Sentimiento muy intenso y perturbador que domina la voluntad y la razón.
Lo que sigue es ya en plano del entendimiento y me indica como segunda respuesta, una pregunta. ‘¿Por qué acudir a la pasión, tratándose de un enfrentamiento político electoral para seleccionar quien es el gestionador de negocios en un emprendimiento donde el plusvalor lo producen los trabajadores que permiten que once de ellos, los más capacitados, mediante el juego futbol generen valor y por su venta en el mercado, capital apropiado por terceros?

 Ahí dejo el diccionario y desde mi memoria recuerdo a Guillermo Francella en un bar charlando con Darín en una escena vital de la película El secreto de sus ojos, diciendo algo así como:
“ …se me ocurrió pensar en los tipos. Cualquier tipo. Pueden hacer cualquier cosa para parecer distintos unos de otro, pero en lo que no son distintos es que tienen siempre una pasión y no la pueden cambiar. «

También recuero la asamblea en el club de Avellaneda que no puede levantar las deudas, y el socio que ofrece transformarlo en empresa para ponerlo en carrera. La piba que no tiene los patines para entrenar y la cancha de básquet donde ya no pica la pelota.


A partir de ahí, es posible ingresar una nueva pregunta. ¿Cómo es que metieron en esto la pasión? ¿Cómo fue que la transformaron en mercancía? 

Como cualquier objeto que se compra y se vende, la pasión en tanto sentimiento dejó de ser tal para transformarse en mercancía con valor de uso específico. Es hoy la herramienta a partir de la cual se dirime una puja por negocios y apropiación de valor entre dos sectores empresariales en una sociedad en crisis capitalista.

Dicho de otra forma, la pasión en tanto mercancía sin cuerpo se ha metido en nuestras vidas de forma inconsciente a tal punto que la naturalizamos como un paradigma. De esta forma, pase lo que pase, la pasión nos pone en el imperativo categórico de cerrar los ojos y pasar al segundo momento que es consecuencia del primero, la cultura del “aguante”, según la cual , cualquiera fuera la contingencia del juego la cuestión es aguantar , sin advertir que si se trata de aguantar algo anda mal y no se deja ver precisamente por la pasión que hay en juego.

De la pasión real y sentida , se valen sin embargo los oportunistas de siempre , que la exhiben para ocultar el carácter mercantil que tiene la industria del futbol profesional , malversando el sentimiento en esa suerte de mercancía que debe ser vendida a como diere lugar, y ese producto en el caso es el paquete futbolístico que nos implica de la mano de los clubes, aún con ropaje jurídico de asociación civil pero visiblemente apropiadores de valor pasible de traducirse en dinero.

¨Tal vez por toda esta representación aparente de lo real que no es verdadero sino una imagen más, nuevamente los trabajadores son objeto de presión por su afecto a un emblema futbolístico que se metió en su cuerpo por múltiples razones pero que hoy no es otra cosa que una mercancía fetichista que lo termina dominando y haciendo del hincha, el socio, una objeto más, constreñido incluso a tener que hacer el aguante a uno u otro contendiente en una puja electoral, nuevamente falsa, como esa por la cual se elige presidente en una república burguesa en decadencia.

A nadie se le escapa el desvío ideológico que impone esta aparente contienda, pero los sucesos se desencadenan en catarata desde los medios periodísticos, las personalidades del deporte haciendo declaración y el acuerdo en ocultar lo que en realidad está en juego, que no es otra cosa que es la posibilidad de hacer negocios con el esfuerzo laborativo de todos aquellos que hacen posible que un club se ponga en pie.

La crisis del capital se llevó puesto un espacio del pueblo trabajador, puso en la escena burgueses que solo buscan negocios y prestigio para encumbrarse en otros negocios de mayor volumen y devorar poder desde espacios culturales y batallas en una simbólica guerra de posiciones.

El problema resulta nuevamente aquel que nos pone a Riquelme como tabla de salvación frente a una tormenta capitalista que tiene como factor ejecutor al visible sujeto que endeudó por generaciones a la sociedad y se sentó en su reposera a ver los efectos de su acción como Nerón presenciando el incendio de Roma.

No es la pasión por boca, o por el futbol en mayor extensión la que juega como sentimiento prevalente en esta confrontación. Es simplemente un conflicto de intereses en un sector de la economía que proyecta símbolos políticos. Le viene bien a Macri sepultar a Riquelme, porque la “batalla” no es otra cosa que una escaramuza rezagada de la opción por la forma en que se corrompe la existencia de los trabajadores en suelo argentino.


Advertido de esto, creo necesario indicar que desde las tribunas, los hogares o donde sea, los que vivimos sentimentalmente a nuestro equipo por el solo hecho de ser uno mismo con los jugadores, no podemos seguir comprando la mercancía “pasión-aguante” si lo que vivimos , no se corresponde con el concepto de juego que una vez en nuestras vidas nos determinó en esa selección afectiva y nos amarró para siempre a sus vicisitudes.
Ver al pibe  Valentín Barco  correr y desplegar todas sus capacidades, es ver al obrero, al compañero de trabajo, luchar porque el resultado de su labor lo dignifique por su realización y el involucramiento que su personalidad tiene en el objeto deseado que no es otro que el triunfo deportivo. En sentido inverso, ver a otros, nos advierte que también como en cualquier laburo, otros trabajadores no hacen lo propio, mirando el tiempo en el reloj para ver cuanto falta para salir y como pilotear sin mayor esfuerzo lo que resta. Todo eso es corregible, es materia de entendidos en lo relativo a cómo lograr un mejor juego de conjunto.
Sin embargo lo que no admite reparación alguna, es que no nos permitamos hacer una reflexión sobre cómo influye el designio capitalista en todo esto.

Cualquier institución de la sociedad civil que surja genuinamente de sus entrañas, nuclea a sus hombres que viven y hacen esa cultura, más allá de los dirigentes que transitoriamente se ocupen de la gestión de esa institución

Nada de eso es Boca. Lo que hoy se llama Boca Junior, no es otra cosa que un emprendimiento capitalista disfrazado de asociación civil, que por la importante gama de negocios que genera la utilización de la producción futbolística de sus empleados y el volumen de sus socios transformados a la vez en clientes en el espectáculo comercial deportivo gestado por FIFA, resulta deseado por distintos grupos inversores, donde se alistan incluso los capitales que se involucran con el juego de apuestas. Apelar ante esta realidad a la emergencia de una presunta disputa entre el sentimiento y el frio negocio no es otra cosa que un dispositivo fraudulento que debe ser puesto en consideración, para la mejor evaluación de los trabajadores, y para entender como es esto del capitalismo explotador y opresor.

El resto es terminar de entender, que cualquiera fuera el club que intervenga en los torneos superiores de la multinacional FIFA, y su agencia local AFA, su estructura empresarial en los hechos, el volumen de capital que reproducen y los hechos económicos que se generan en su derredor para gestar y realizar en forma dineraria otras mercancías, no pueden ser pensadas desde una apariencia de asociación civil y ficticio poder de los socios sobre sus determinaciones.

La camisera, el escudo, la hinchada gestionada con nombre mercantil, no son otra cosa que eso, mercancías que corrompieron por la estructura los iniciales sentimientos de asociación y beneficio mutuo que pudieron dar origen a un club que ya no es tal.

Si ahora nos llevan a poner los ojos en los problemas de una empresa apelando a la veneración de BOCA, por empleo de una pasión compartida, deberemos entender que nos siguen engañando, que lo que aparenta no es, y lo que es no emerge a la vista de todos.

Solo una forma existe como camino necesario, para que el juego, el deporte futbolístico sea realmente una actividad humana asociada, con lazos realmente fraternales es la eliminación de la relación capital-trabajo, mercancía, ley de valor subyacente en él, por el formato que el orden social capitalista le ha dado.

También aquí, con Riquelme y Macri a la vista. También aquí por la simpatía que genera el primero al encaramarse en la idea de pueblo en lucha contra el capitalista explotador buscando meter una rabona, pero subido también a ese futbol espectáculo televisivo, fenómeno de masas productor de valor e ingente acumulación-reproducción capitalista, se muestra el agotamiento de un tiempo ya inexistente y la agonía mortal del capitalismo y su barbarie. A la salida de este túnel de horror ficcionado por una realidad plagada de atrocidades, esta la opción de salir de esta cueva y visibilizar la luz revolucionaria de otra sociedad, donde cada pibe juegue y se olvide de las famas comerciales artificiosas y esclavizantes y les diga adiós a los empresarios del aguante.

Daniel Papalardo