Argentina: Caminos divergentes y el arca de Noé.   Bonapartismo y Celestino Rodrigo en nuestro tiempo

Puede que la breve existencia en el mundo de los seres vivos, se presente de una manera que termine por convencernos por razones de diverso tipo, que la vida tiene un sentido, sea este trascendente o inmanente, para el hombre, si este es visto, en tanto individuo instalado en ese mundo con capacidad inobjetable de modificar lo dado con sus acciones u omisiones, y que nunca sus comportamientos responden a la nada misma.

Basta acudir al arte y ver como en espacio si se quiere breve el cine nos permite ubicar una visión subjetiva dentro de todo el proceso objetivo de la revolución francesa y su ulterior termidor, para entender en ella la presencia con determinación específica de Napoleón Bonaparte.

También refiriéndose a otro Bonaparte , bajo el impulso inmediato de los acontecimientos, y sus materiales históricos del mes de febrero de 1852, Carlos Marx supo escribir su trascendente “18 brumario de Luis Bonaparte” donde se encargó de poner énfasis en una tesis que hoy replica en nuestro tiempo existencial y  son enseñanzas liminares para todo trabajador que siente en sus entrañas la necesidad de darle el “basta” a todo esto que nos condiciona básicamente como sujetos y nos perturba en nuestros afanes cotidianos y nuestros anhelos.

Desde la historia se puede conocer que El 10 de diciembre de 1848 se celebraron en Francia las elecciones generales con sufragio universal masculino en las que se impuso Carlos Luis Napoleón Bonaparte, Napoleón III, también conocido como «la Esfinge de las Tullerías», «el sobrino de su tío», o «el falso Bonaparte» como lo llamaba Marx 

En este sentido Marx se ocupa de decir en su prólogo a una de las ediciones de su libro que:

el “Napoleón le Petit, de Víctor Hugo y Coup d’Etat, de Proudhon son una falsa explicación del fenómeno encarnado por el sobrino Luis Bonaparte. Víctor Hugo se limita a una amarga e ingeniosa invectiva contra el editor responsable del golpe de Estado. En cuanto el acontecimiento mismo, parece, en su obra, un rayo que cayese de un cielo sereno. No ve en él más que un acto de fuerza de un solo individuo. No advierte que lo que hace es engrandecer a este individuo en vez de empequeñecerlo, al atribuirle un poder personal de iniciativa que no tenía paralelo en la historia universal. Por su parte, Proudhon intenta presentar el golpe de Estado como resultado de un desarrollo histórico anterior. Pero, entre las manos, la construcción histórica del golpe de Estado se le convierte en una apología histórica del héroe del golpe de Estado. Cae con ello en el defecto de nuestros pretendidos historiadores objetivos. Yo, por el contrario, demuestro cómo la lucha de clases creó en Francia las circunstancias y las condiciones que permitieron a un personaje mediocre y grotesco representar el papel de héroe….

Luego aclara en el primer capítulo que:

Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa. Caussidière por Dantón, Luis Blanc por Robespierre, la Montaña de 1848 a 1851 por la Montaña de 1793 a 17959, el sobrino por el tío. ¡Y la misma caricatura en las circunstancias que acompañan a la segunda edición del 18 Brumario!10 Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidos por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal. Así, Lutero se disfrazó de apóstol Pablo, la revolución de 1789-1814 se vistió alternativamente con el ropaje de la República Romana y del Imperio Romano, y la revolución de 1848 no supo hacer nada mejor que parodiar aquí al 1789 y allá la tradición revolucionaria de 1793 En 1848-1851, no hizo más que dar vueltas el espectro de la antigua revolución, desde Marrast, le républicain en gants jaunes11, que se disfrazó de viejo Bailly, hasta el aventurero que esconde sus vulgares y repugnantes rasgos bajo la férrea mascarilla de muerte de Napoleón. Todo un pueblo que creía haberse dado un impulso acelerado por medio de una revolución, se encuentra de pronto retrotraído a una época fenecida”.

En Argentina, durante 40 años largos se habló de un contrato cívico, inexpugnable e inquebrantable entre las clases con forma democrática y un escribano refrendante que da fe de sus contenidos en el ejercicio de un poder formalmente democrático donde el pueblo no delibera ni gobierna sino por sus representantes previamente elegidos por sufragio universal.

Está claro hoy que esta suerte de revolución “democrática” que venía a demoler la forma dictatorial del poder cívico-militar genocida y su estado terrorista ha terminado por desarrollar la crisis que contenía este planteo abstracto, al no poder dar con la realidad que lejos de ser un espejo, le devolvió en concreto sus embustes y sus espacios institucionales farsescos.

La burguesía tomó cuenta del desenvolvimiento de esa contradicción y la tendencia creciente a la negación de lo dado en tanto esta y tomo forma subjetiva en la sensación de hartazgo diseminada sobre los sectores medios, la clase trabajadora y la población económicamente sobrante y se aprestó presurosa a gestar los actores de una revolución pasiva, que liderada por un sujeto portador de una imagen construida barriera con lo existente y gestara la apariencia de un orden nuevo.  Para eso gestó un necesario enemigo en plano del discurso e introdujo la idea de la casta política, con la cual dirigía el dedo acusador hacia lo comúnmente conocido como “la política”.

Hoy el éxito obtenido a través de la farsa electoral deja atados de pies y manos a quienes acompañaron el desarrollo de esa herramienta y los titulariza como aquellos que construyeron por el voto el deseo de que se tomen las medidas que ahora ven la luz exhibiendo simplemente una ofensiva de clase de la burguesía sobre los trabajadores iniciada por un presidente electo con mayoría de votos pero que se perfila para gestionar los intereses burgueses desde algo similar a lo que se conoce como bonapartismo, es decir, se ha consumado el proceso que exhibe con todas las letras la inviabilidad de la democracia con formato burgués en los países de capitalismo tardío, y el error de haber sentado la política dirigida a obtener el favor de los explotados y oprimidos sobre la base de la defensa del orden capitalista democrático exhibiéndolo como lo único posible.

El escenario Milei que le excede en mucho a su persona, pone sobre la mesa , que existe otra forma de gestionar los intereses de la burguesía que es la que toma cuerpo en estos días de diciembre , camino a un bonapartismo abierto donde se busca el equilibrio entre las clases que conforman el conflicto emergente de la relación capital-trabajo por vía de la presión sobre uno de sus polos, el proletariado, buscando por esa forma violenta imponer en el tiempo el consenso para un nuevo formato de dominación con prevalencia cultural de la burguesía y el modelo productivo largamente atravesado por el capital financiero y el imperialismo.

Sin embargo, más allá de lo dicho y volviendo al inicio, es posible ver que las carencias de viabilidad de un consenso para un orden de cosa que implica retrotraer las cosas a medidas de economía política similares a las que pretendieron imponer los gobiernos de Isabel Martínez o De la Rúa a través de sus ministros Celestino Rodrigo y López Murphy respectivamente.

 El significado material de los diseños arquitectónicos de Caputo, el banco central y Milei concentrado en el espacio territorial de la miseria y la barbarie, solo puede consumarse con imperativo de la violencia sobre la clase trabajadora y así allí vamos. En este primer momento juega el discurso de la advertencia y la amenaza, en tanto aún no se producen acciones que ameriten la represión, pero ella yace en todos los modos que asume la gestión del poder burgués.

Cuanto se busca es recuperar la situación cultural objetiva de amo dominante impuesto por la fuerza ficticia de los votos y por la potencia real de contar con el despliegue legitimado legalmente por sus agencias represivas. Le queda a la clase trabajadora la condicionada situación de tener que optar entre una lucha desigual por su carencia de dirección o la simple sumisión a lo dado, esperando mejores tiempos para reclamos.

En eso se inscribe la inflación inducida desde el poder burgués, la amenaza de los aparatos de “seguridad “abierta y abstracta, y la devaluación de la moneda. Están contestes en que una población lanzada a la incertidumbre de no conocer el precio de los bienes y poseedora de billetes que solo simbolizan papeles o aplicaciones virtuales, no puede más que sentirse acorralada y atemorizada.

Los planes de Rodrigo y López Murphy cedieron por la presencia activa de las clases trabajadoras en las calles. Los elementos de aquellas épocas no pueden hoy traspolarse a nuestro presente. Han operado cambios significativos en los modelos productivos dentro del orden social capitalista, que han disgregado a gran parte de la clase trabajadora al amparo del trabajo informal, la no concentración de altos grupos de trabajos en un mismo sitio productivo, y la reducción de los empleos que deja en el pasado aquello de los batallones industriales que supieron liderar Agustín Tosco y Salamanca desde el sindicalismo de la liberación o incluso el burócrata Lorenzo Miguel y más cerca en el tiempo, Saúl Ubaldini desde la CGT.

Sin embargo, el fetichesco uso de Celestino Rodrigo y su plan de estabilización por el poder político que gestiona los intereses de la burguesía, responde a la determinación final de lograr de modo efectivo en la clase trabajadora, la decisión de adaptarse a la situación como si se tratara de un virulento fenómeno climático, esperando a que cese para luego contabilizar cuanto ha quedado.

Como  se ha popularizado ,  en Argentina en este 2023 “sucedieron y suceden  cosas”, que no son gestadas en ese momento únicamente sino que se corresponden con un encadenamiento causal de determinaciones políticas que conducen a esta revelación sin atenuantes relativa a , la inviabilidad de la democracia burguesa y el culto correlativo de su institucionalidad a la que a través de un ideológico y falso acuerdo “cívico” se la convirtió intencionalmente en fetiche inhibidor de toda búsqueda revolucionaria de otra sociedad y la construcción del poder obrero .

El presunto acuerdo o contrato de civilidad que se habría implantado a partir del 10 de diciembre de 1983 no fue otra cosa que una gran mentira bien construida por el poder burgués con consenso de la institucionalidad para estatal que también anida en la sociedad civil, por vía de los organismos de masas, cooptados por la clase dominante.

Esa escena bien dispuesta que tanta utilidad le ha dado a la burguesía en el conflicto social para instaurar a su Estado en una suerte de razón de ser y ultimo fundamento de las cosas, ha tocado a su fin y la empresa de demolición y sustitución por un orden autoritario, viene gestada desde la dominación capitalista buscando perpetuarse a pesar de su agonía objetiva y sus dificultades sensibles para reproducirse.

Por eso hoy que el dólar trepa, el precio de la nafta sube y todos se miran a la cara como un hincha y sus similares cuando fueron ver consagrarse a su equipo y resulta que el rival les mete cinco goles y los recibimos de local, conviene poner el freno y atar cabos.  La referencia al Rodrigazo es un momento más del maniqueísmo Mileista, centrado en el artificio de las buenas gentes y los “otros” tan útil para abrir la puerta a la represión violenta sobre la clase trabajadora.

Por maniqueísmo y como uno de sus elementos se ha recurrido al artificio ideológico de invertir el sentido histórico del Rodrigazo y ocultar de paso el fracaso inicial de ese modelo al punto tal de ser el factor selectivo determinante del golpe de Estado dado por la junta militar genocida, que si se mostró útil ante la burguesía para desatarlo Martínez de Hoz mediante.

Milei, con votos y no con electores. Subido a la ola del creciente descontento social ha emergido para intentar equilibrar las clases y gestionar desde ese estatuto, trayendo en su sobaco al nuevo Rodrigo, que no es otro que el “toto” Caputo, que con cara de piedra y por necesidad objetiva de un orden social que agoniza, descarga un latigazo sobre las tendencias expresivas de la lucha de clase y buscando tapar el sol con la mano , avanza con medidas amparadas por la forma jurídica y su fundamento legal , que traen de la historia el escenario de barbarie que pudo dar último sustento a la dictadura cívico-militar genocida de la segunda mitad de la década del setenta en el siglo pasado.

Milei es un producto de este régimen político, agotado hasta el hartazgo, no un enviado del cielo. Sus pretensiones comienzan y terminan en la construcción de un orden bonapartista. Sin embargo la intensidad de la crisis de reproducción del capital con formas políticas democráticas aparente producen a la vez que  buena parte de  los explotados, oprimidos e inclusive sectores medios estén hartos de tanto verso, de tanta cobardía, sometimiento y entrega, que ha destrozado los salarios y las jubilaciones, con inflación creciente y desatada   acentuando la precarización de las condiciones de vida y de trabajo, en escenarios territoriales de barbarie, con desocupación, la pobreza, y rapiña de recursos naturales .

Milei y el entramado político-institucional que le entorna existen pura y exclusivamente para preservar el Estado, y facilitar se desenvuelvan sin mayores sobresaltos los intereses específicos de la reproducción capitalista y la clase dominante contra los trabajadores. Las políticas neoliberales de la dictadura y de Menem no se tocaron, se continúan hoy con una velocidad mayor y más intensa a través de la actual gestión de gobierno

Solo queda superar el tiempo perdido tras los cantos de sirenas democratizantes, del reformismo concentrado en el FITU y la izquierda del peronismo.

Los trabajadores, los jubilados y la juventud estamos obligados prepararnos desde las bases para la lucha para derrotar esta avanzada política de la burguesía cuanto antes. En esto es fundamental conquistar la independencia política y organizativa de la burguesía, sus partidos y sus instituciones.

– Desde hoy mismo hay que controlar el abastecimiento de los productos que satisfacen necesidades alimentarias y de salud básica. Se deben abrir las paritarias inmediatamente. Los ajustes de salarios y jubilaciones deben compensar como mínimo los aumentos de precios. Es demanda mínima y aglutinante exigir salario y jubilación mínimos iguales a la canasta familiar.

– La clase obrera tiene que romper con estos 4 años de letargo y conciliación, y ponerse a la cabeza de la resistencia, preparando el frente único para la lucha, ya, en defensa de las libertades democráticas y las condiciones de vida confiando exclusivamente en nuestros propios métodos de organización y lucha.

La lucha de clases puede radicalizarse porque tenemos enfrente un enemigo que declara abiertamente sus objetivos, que reitera que quiere terminar con lo que quede de “justicia social” para mejorar aún más las ganancias capitalistas. Que promete represión para los que resistan sus ataques.

NUEVO CURSO