Son tiempos en los que todos los comunicadores y sus sujetos receptivos salen a profesar un amateurismo abogadil, comentando y haciendo glosa de proyectos de leyes, apurando en todos los casos el juicio jurídicamente elevado del test constitucional para cada uno de los proyectos y acciones políticas del personal que gestiona el poder burgués desde su Estado.
Frente a ese esquema objetivo de la realidad. Frente a esta nueva modalidad de la agenda que impone la formación de sentido generada desde el poder burgués, es que estimamos necesario operar desde el plano de la advertencia del error político que emerge de consolidarse esa tendencia, aún al interior de la clase trabajadora en lucha.
En ese objetivo, dentro de los perfiles y alcances de nuestra publicación, acudimos a una referencia artística de un hecho histórico, para dar apoyo a nuestra perspectiva sobre el desenvolvimiento actual de la lucha de clase y nuestras tareas políticas.
En ese sentido, nos valemos de la remisión a “SOLOS EN Berlín”, una película basada en una historia real novelada por el escritor Hans Fallada quien sitúa su relato en Berlín 1940 en momentos en que la ciudad
está dominada por el miedo. Cuando la cartera Eva Kluge llega a casa de los Quangel en el número 55 de la calle Jablonski, con una carta que les anuncia la muerte de su único hijo en un campo de batalla francés, el golpe es terrible, insoportable. Es el principio de la Segunda Guerra Mundial y toda la ciudad, todo el país y pronto media Europa, vive bajo el yugo del régimen de Hitler. Otto y Anna Quangel se plantean entonces si están haciendo todo lo que está en sus manos para luchar contra el Tercer Reich. Sí, son gente corriente, sin ninguna posibilidad frente al régimen nazi, pero ¿realmente se pueden quedar de brazos cruzados cuando la barbarie se ha llevado a lo que más amaban en el mundo? ¿Pueden compartir el mismo silencio cómplice que la inmensa mayoría de la población? Empieza entonces un acto de heroicidad que llevará a Otto a distribuir tarjetas postales de denuncia a Hitler por todo Berlín; son perseguidos por el ambicioso inspector de la Gestapo Escherich terminan pagando con su vida, ejecutados por el régimen en el mismo y preciso momento en que su decadencia da signos de su inminente derrota a manos del ejército rojo.
Nuevo Curso es el nombre que toma esta página web, en la que escribimos todos los días con un solo formato, que implica respeto por quien pueda llegar a leernos o escucharnos en nuestro programa radial.
Cerrando el año, en instancias relevantes de la lucha de clase , nos pareció importante traer a cuenta esta película porque nos resulta emblemática de nuestra propuesta militante , ajena de todo proselitismo, que busca tributar a la militancia conceptos que puedan ayudar en la acción concreta de las organizaciones que se digan respetuosas de los intereses estratégicos objetivos de los trabajadores en su lucha por su emancipación y la construcción de una nueva sociedad con sustento en nuevos hombres que hayan podido superar su alienación .
Tomamos la referencia artística o simbólica de esta película porque buscamos se “escriban muchas tarjetas, y haya por esa forma la posibilidad de muchos escritores-realizadores en el papel de la existencia emancipatoria”.
Recordamos en ese orden de ideas, que Lenin deja de legado intelectual y material a los trabajadores que sufren la explotación y la opresión imperialista el mensaje concreto de traducir en sus acciones militantes de clase, un imperativo de hacer de la forma más comprensible el conocimiento de la ley del desarrollo social y lucha de clases, los requisitos y las condiciones objetivas de la lucha política en cada etapa de la revolución proletaria y todo el movimiento de liberación. La tarea en nuestro tiempo es propaganda y agitación, en esa ruta nos anotamos, con las armas de la crítica y ajenos a todo seguidismo de aparato, en particular si él encubre dispositivos de oportunismo reformista.
Ese legado del marxismo a los trabajadores tiene forma escrita y es básicamente su programa estratégico, más allá de las particularidades nacionales donde se desarrolla la lucha de clases. Lo transcribimos para despejar toda duda al respecto y toda alteración ideológica que pueda surgir desde los actores concretos de esa misma lucha de clases, en torno a cuanto significa la apología de los derechos en el orden jurídico-político capitalista y cual su verdadero sentido revolucionario desde la conformación del poder obrero:
Declaración de los derechos del pueblo trabajador y explotado
Redactado: Antes del 3 de enero de 1918. La declaración fue aprobada por la sesión del Comité Ejecutivo Central del 3 de enero …ratificada el 12 del mismo mes por III Congreso de Soviets de toda Rusia.
I. 1.- Queda proclamada en Rusia la República de los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos. Todo el poder, tanto en el centro como en las localidades, pertenece a dichos Soviets.
2.- La República Soviética de Rusia se instituye sobre la base de la unión libre de naciones libres, como Federación de Repúblicas Soviéticas nacionales.
II. Habiéndose señalado como misión esencial abolir toda explotación del hombre por el hombre, suprimir por completo la división de la sociedad en clases, sofocar de manera implacable la resistencia de los explotadores, instaurar una organización socialista de la sociedad y hacer triunfar el socialismo en todos los países, la Asamblea Constituyente decreta, además:
1.- Queda abolida la propiedad privada de la tierra. Se declara patrimonio de todo el pueblo trabajador toda la tierra, con todos los edificios, ganado de labor, aperos de labranza y demás accesorios agrícolas.
2.- Se ratifica la ley soviética acerca del control obrero y del Consejo Superior de Economía Nacional, con objeto de asegurar el poder del pueblo trabajador sobre los explotadores y como primera medida para que las fábricas, talleres, minas, ferrocarriles y demás medios de producción y de transporte pasen por entero a ser propiedad del Estado obrero y campesino.
3.- Se ratifica el paso de todos los bancos a propiedad del Estado obrero y campesino, como una de las condiciones de la emancipación de las masas trabajadoras del yugo del capital.
4.- Queda establecido el trabajo general obligatorio, con el fin de suprimir los sectores parasitarios de la sociedad.
5.- Se decreta el armamento de los trabajadores, la formación de un Ejército Rojo socialista de obreros y campesinos y el desarme completo de las clases poseedoras, con objeto de asegurar la plenitud del poder de las masas trabajadoras y eliminar toda posibilidad de restauración del poder de los explotadores.
III. 1.- Al expresar su inquebrantable decisión de arrancar a la humanidad de las garras del capital financiero y del imperialismo, que han anegado en sangre la tierra en la guerra actual, la más criminal de todas, la Asamblea Constituyente se solidariza por entero con la política aplicada por el Poder de los Soviets, consistente en romper los tratados secretos, organizar la más extensa confraternización con los obreros y campesinos de los ejércitos actualmente en guerra y obtener, cueste lo que cueste, por procedimientos revolucionarios, una paz democrática entre los pueblos, sin anexiones ni contribuciones, sobre la base de la libre autodeterminación de las naciones.
2.- Con el mismo fin, la Asamblea Constituyente insiste en la completa ruptura con la bárbara política de la civilización burguesa, que basaba la prosperidad de los explotadores de unas pocas naciones elegidas en la esclavitud de centenares de millones de trabajadores en Asia, en las colonias en general y en los países pequeños.
3.- La Asamblea Constituyente considera la ley soviética de anulación de los empréstitos concertados por los gobiernos del zar, de los terratenientes y de la burguesía como un primer golpe asestado al capital bancario, financiero internacional, y expresa la seguridad de que el Poder de los Soviets seguirá firmemente esta ruta hasta la completa victoria de la insurrección obrera internacional contra el yugo del capital.
IV. Elegida sobre la base de las candidaturas de los partidos confeccionadas antes de la Revolución de Octubre, cuando el pueblo no podía aún alzarse en su totalidad contra los explotadores, ni conocía toda la fuerza de la resistencia de éstos en la defensa de sus privilegios de clase ni había abordado en la práctica la creación de la sociedad socialista, la Asamblea Constituyente consideraría profundamente erróneo, incluso desde el punto de vista formal, contraponerse al Poder de los Soviets.
En esencia, la Asamblea Constituyente estima que hoy, en el momento de la lucha final del pueblo contra sus explotadores, no puede haber lugar para estos últimos en ninguno de los órganos de poder. El poder debe pertenecer íntegra y exclusivamente a las masas trabajadoras y a sus representantes autorizados: los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos.
Al apoyar el Poder de los Soviets y los decretos del Consejo de Comisarios del Pueblo, la Asamblea Constituyente estima que sus funciones no van más allá de establecer las bases cardinales de la transformación socialista de la sociedad.
Al mismo tiempo, en su propósito de crear una alianza efectivamente libre y voluntaria y, por consiguiente, más estrecha y duradera entre las clases trabajadoras de todas las naciones de Rusia, la Asamblea Constituyente limita su misión a estipular las bases fundamentales de la Federación de Repúblicas Soviéticas de Rusia, concediendo a los obreros y campesinos de cada nación la libertad de decidir con toda independencia, en su propio Congreso de los Soviets investido de plenos poderes, si desean, y en qué condiciones, participar en el gobierno federal y en las demás instituciones soviéticas federales.
Nuestro tiempo no solo transcurre a ojos vista, necesitamos advertir que la militancia nunca se reduce exclusivamente a un formato de mera resistencia a lo dado, concentrado únicamente en su simple negación, sino que requiere un posicionamiento de defensa del socialismo, y con ello de la gestión de política obrera autónoma y por ende clasista.
Hablar de defensa y es un concepto más amplio, porque en toda defensa anida la ofensiva posible y es ella la que gravita en la razón de su desarrollo. La resistencia es solo un momento o expresión de un momento de la defensa, pero se limita a evitar el avance de clase del enemigo, sin buscar revertirlo sino simplemente evitando que deje de dañar socialmente
La defensa solo puede construirse con un cimiento táctico ineludible: el programa socialista y su última expresión genuina de lucha teórica en el hoy tan manoseado por oportunistas, centristas y reformistas de todo pelaje, legado de León Trotsky, en particular por la vigencia que cobran sus escritos sobre la revolución permanente y la lucha contra el fascismo. escriba una tarjeta y traduciendo los conceptos en plano práctico las herramientas puedan ser usadas en el trazado del tránsito sinuoso y dificultoso que la dialéctica de lo concreto en plano histórico
El programa no es un catecismo social, no se lee los domingos en ceremonia, ni se desempolva en los días de reconocimiento de los hitos de la clase obrera para no desentonar. Es, en sentido inverso, la herramienta para dotar de sentido a cada práctica militante por mínima que esta fuera.
Programa es la idea revolucionaria, generada desde las relaciones intersubjetivas de producción proyectada con forma intelectual sobre la clase trabajadora en sí, sobre todos nosotros, los que carecemos de propiedad alguna y resolvemos de manera insuficiente nuestra sobrevivencia vendiendo nuestra capacidad de trabajo. Es la respuesta idónea para la pregunta central de la vida humana, que es precisamente la que interroga por su sentido.
Programa es una propuesta para dar respuesta al para qué y el por qué y las premisas estratégicas para que tome cuerpo realmente existente en la clase trabajadora “para sí”, como vanguardia de explotados y oprimidos, conscientes de la ineludible y necesaria derrota del Estado en donde se concentra la institucionalidad impuesta por la burguesía dominante.
El capitalismo globalizado y con estructura imperialista muestra sus efectos con mayor celeridad en el curso de este siglo. Exhibe sus crisis, que tienen entidad superadora de ciclos y muestran signos de problemas sustantivos para su reproducción a escala mundial, Muestra además las dificultades de los Estados nacionales para desarrollar de manera hegemónica el dominio de clase sobre los trabajadores y desplazados de la producción formal de mercancías. Son esas dificultades y crisis políticas de sesgo localizado las que inclinan la existencia hacia las rebeliones y las guerras.
Existe además el empleo de las más diversas técnicas de formación de agenda, y predilecciones subjetivas todas centradas en el necesario consumo de mercancías con fecha de vencimiento social en el “caducidad” para dar salida a otros formatos de ideas que pronto exhibirán su desapego con la realidad, que como se ha popularizado no es triste, pero con esas predisposiciones ideológicas, “no tiene remedio”.
En ese uso y abuso de lo ideológico entendido en sentido de falsa conciencia, los trabajadores también sufrimos la oferta de mucha mercancía política ya perimida pero reflotada con nuevo giro discursivo, que actuó en el hacer cotidiano, desarrollando de manera oportunista y centrista ilusiones democráticas que tuvieron su desarrollo dialéctico en la extensión del reformismo y las premisas economicistas, espacios donde se desarrollaron por su propia naturaleza las organizaciones obreras de masas en contexto de los sindicatos y una profusión de organizaciones cooptadas desde los colectivos humanos que se nuclearon en torno de los piquetes como acción de masas.
También emergieron los grupos que hicieron eje en las diversidades propias de contradicciones secundarias en el seno de la sociedad civil de clases propia del capitalismo y sus diversos desarrollos culturales que la burguesía utiliza en post de su dominación.
Esta centralidad de lo secundario que hizo emerger “luchadores específicos” , que suscitaron enfrentamientos formales en ese contexto que diseña entre los oponentes a personas y grupos humanos integrados por quienes en términos generales y de la contradicción fundamental capital-trabajo , están potencialmente en un mismo extremo de esa contienda básica, a sabiendas que por ser idóneos a una situación de conflicto secundario en ningún caso tenía posibilidad de proyectarse hacia el enfrentamiento esencial por otro orden social.
Las organizaciones políticas que tomaron cuerpo legal en la transición ordenada de la dictadura cívica-militar al retorno de la república burguesa, en el período fundacional de esa táctica de dominación de clases pasaron silenciosamente de ser caratuladas como grupo subversivas en tanto eran consideradas como grupo “ que para lograr la finalidad de sus postulados ideológicos, intente o preconice por cualquier medio, alterar o suprimir el orden institucional y la paz social de la Nación, por vías no establecidas por la Constitución Nacional y las disposiciones legales que organizan la vida política, económica y social de la Nación. (ley 20840 y sus decretos reglamentarios), al desarrollo organizativo de estructuras propias de partido bolchevique a partidos políticos del régimen adaptando su discurso a la Constitución Nacional y todo cuanto implica su institucionalidad normativa.
Todas estas organizaciones conformaron enfrentando una ley electoral, sin acuerdo programático alguno en sentido estricto, en tanto lo que se exhibió como programa no era más que una receta de buenas intenciones, con el único y exclusivo propósito de superar una limitación normativa que dejaba hueca esa legalidad en el régimen largamente defendida.
En ese formato , es donde hay que buscar las razones del fracaso de todos los que terminaron confluyendo en el FITU, hoy sensiblemente doblegado en su propia lógica electoralera y visiblemente deteriorado en sus propios propósitos reformistas, por la perdida de su base militante en la nueva generación de jóvenes trabajadores que no se sienten hoy representados ni depositan su confianza en estos que hoy han pasado a ser jóvenes viejos, que se exhiben como tíos frente a la masa juvenil que incluso ve con mejores ojos a las escenificaciones de Milei.
Quienes invocaban ponerle rock a la política, a la par que hacían apología de la ley como instrumento de cambio social, terminaron siendo señoras que solo atinaron a tildar de “gatito mimoso” a quien en realidad es la cabeza del personal político de un sector de la burguesía dominante que diseña e instrumenta la actual ofensiva de clase sobre los trabajadores con consenso electoral ganado por la misma vía que el FITU utilizó para su actividad política desde su propia creación, espacio en el cual nunca trazó una política obrera y acciones por métodos de la clase trabajadora como propuesta central de lucha, rezagándola a conflictos específicos donde alguno de los partidos integrantes tenía algún protagonismo predominante.
Está claro que ese es el déficit político esencial, porque, la crisis del capital exhibe al mismo tiempo la crisis de dirección de la clase trabajadora y su partido mundial de la revolución proletaria. Es en el factor subjetivo donde hay que poner eje en la acción permanente de la militancia que no se regula por los esténtores concretos y circunstanciales de la lucha de clases. Existe con holgura la formación y realidad de la clase trabajadora en sí. Por otra parte, las condiciones objetivas de reproducción de la relación capital-trabajo avanzan aceleradamente a una existencia de intensificación de la explotación.
La soberanía del pensamiento, según lo escribe Engels en el Antiduhring, “se realiza a través de una serie de hombres pensantes de un modo muy poco soberano; el conocimiento que pueda alegar títulos incondicionales de verdad, se impone a lo largo de una serie de errores relativos” siguiendo esa línea conceptual entendemos que no se trabajó en la última década de modo consciente y organizado en el pronóstico de la “próxima tormenta” que es esta que hoy nos toca sobrellevar y donde debemos hacer acciones de defensa . Sin embargo, en ese plano nada resulta extemporáneo en la medida en que la lucha siga siendo la sangre que inyecta lo necesario para la vida del camino revolucionario y socialista.
De esto se deriva la necesidad de un partido que una a los luchadores más decisivos superando la experiencia del FITU e incluyendo a su militancia para unificar el mando revolucionario, evitar la acción del enemigo de clase en filas adentro de esa organización de cuadros y dar una implacable lucha contra el reformismo actualmente agotado en su expresión histórica más actualizada. El partido revolucionario de los trabajadores, intelectual orgánico de la vanguardia clasista, es la herramienta para contrarrestar la tendencia espontánea hacia el oportunismo y sus nuevos disfraces, adaptados a la coyuntura de la mano de la reducción jurídica y constitucionalista de la lucha política.
Esa clase de herramienta política que se expresa en la organización partidaria de la clase trabajadora desde su vanguardia consciente del programa socialista en curso dentro del conflicto de clases no surge de la nada y de manera puramente abstracta. Básicamente requiere de la experiencia de la mayoría de la clase trabajadora en su lucha abierta o parcializada a reclamos de corte economicista.
También necesita de todas aquellas acciones, más o menos espontaneas de la clase trabajadora, es decir, una, interacción entre la oferta consciente de política obrera, clasista y socialista dirigida al trabajador en sí con el propósito abierto de que éste como tal y por su posicionamiento de clase, la haga suya de manera consciente.
Sin embargo, ello resulta insuficiente porque la gestión del programa en el concreto momento histórico torna necesaria una teoría/praxis que investiga y crea modos de resistencia, fuera de cualquier tipo de representación, pero con unidad ideológica precisamente en el programa socialista.
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