Nuevo Curso

“NO LA VEN”. El gobierno y la creación de falsa conciencia.

NUEVO CURSO

Las premisas que instalan la necesidad de la revolución social, están en la realidad misma y no forman parte de ningún discurso o relato. Las determinantes imperativas del sentido revolucionario del existir, anidan en la condición humana de todo trabajador y su defensa implica la materialización de aquella. Por esto, la emancipación de la clase trabajadora es tarea y obra de la propia clase trabajadora en sí y “para sí”

 El poder burgués está librando una guerra de posiciones en el espacio de lucha de clases, respecto de los trabajadores. Esa “trinchera preferencial“ a la que se dirige la burguesía de conjunto,  en el “campo de batalla”, es la aceptación primero por sometimiento y luego por futuro consenso de su construcción teórica de lo que debe entenderse por sujeto humano, dotando de humanidad solo a aquel que por sus propios medios se valga de instrumentos para constituirse como productor -consumidor de mercancías , que se ubican por fuera de él , pero sin las cuales no se justifica ni se permite su existencia, extremo por el cual, a partir de su negación en los hechos, el Estado se desentiende de su consideración jurídica.  

Es precisamente esa lectura intencionada de lo real, ubicada como paradigma social lo que permitirá el desarrollo de sus políticas y la reducción de su cuestionamiento. Se necesita un ser vivo, utilitarista, fijo en la obtención de ventajas comparativas en mercados, para que las injusticias intrínsecas derivadas de la relación capital-trabajo no sean observadas, ni puestas en crisis.

Cuando se apela a “lo humano” debe advertirse que esa referencia no apunta a la existencia de una suerte de esencia humana abstracta que toma el ser por fuera de lo concreto con la virtualidad o aptitud de que se puede aplicar a cada individuo para que este así designado sea realmente un hombre. Lo real no opera tal como lo hace la forma jurídica, que, por mandato legal de un Estado, puede o no asignarle la condición de persona a cualquier ser vivo e incluso acotar esa capacidad según fuera el desarrollo del sujeto.

Dicho, en otros términos. No hay una generalidad contenida en la idea abstracta de humanidad que se proyecta sobre los seres reales para asignarles la condición de seres humanos 

Esto es así, porque no existe la humanidad en cuanto tal. El hombre concreto y con ello su condición de tal   es el conjunto de las relaciones sociales que materializa un sujeto en orden a lograr su existencia las que a la vez le son dadas por su presencia en sociedad y por la naturaleza.

Negar la posibilidad de un individuo humano abstracto, aislado, implica reconocer la trayectoria histórica de ese sujeto y las relaciones sociales donde ese ser toma cuerpo a través del reconocimiento de otros como él.

El individuo concreto y real  no existe más que en la ‘relación de asociación, que constituye su misma esencia humana. Pero hombre y sociedad son términos recíprocos, no menos que sujeto y objeto, la praxis es la realidad de la vida social no menos que la existencia del sujeto.

Por consiguiente, toda determinada forma social no es más que un momento en el proceso dialéctico de la praxis, el cual, por la contradicción en que entra consigo mismo, origina el desarrollo. Y los hombres, mientras en cierto aspecto son producto del ambiente social, son también, por la inversión de la praxis, sus productores, generando las variaciones; y el desenvolverse del mundo, desarrollando la oposición consigo mismo, provoca la necesidad de cambiarlo; y la interpretación de la sociedad burguesa, esto es, la comprensión de la contradicción, suscita la tendencia revolucionaria hacia la sociedad humana.

La ideología que por estos días utiliza el poder burgués para dar cuenta de su violenta dominación en busca de mutar esa acción instauradora de servidumbre, por el propio consenso de los siervos a través de la forma jurídica ley y contrato tiene además su proyección , , en la relación que establece entre el sujeto y el  sus espacios de convivencia, en la que solo considera individuos abstractos de la realidad de la vida social  que son vistos en su coexistencia del uno junto (y tal vez contra) al otro en contexto de mercado y de la sociedad atomísticamente concebida.

 Se obstruye con eso la posibilidad de reconocer y, por consiguiente, de explicar la sociedad, entendida ya como organismo necesario de la humanidad, ya como proceso histórico que tiene en sí el principio de su desenvolvimiento.

Es importante despejar este proceso de formación de falsa conciencia y de creación de premisas abstractas sobre las que se apoyan determinaciones de poder, que son concretas en cuanto al efecto inmediato de condicionar aún más el contexto de barbarie capitalista.

Decimos esto, porque es paradójico que la sociedad de conjunto viene siendo bombardeada para que adscriba a una actitud de vida contraria a los conceptos ideologizados y proclive al fin de los relatos totalizadores, auspiciando su fin, y en realidad es el propio poder burgués el que destila su ideología fundacional que busca no sea objetada por los colectivos humanos sujetos a su explotación.

En ese contexto, recordamos que la premisa de ese relato debe ser sujeta a crítica, destacando que en Marx sujeto y objeto no existen más que como términos de una relación necesariamente recíproca, cuya realidad reside en la praxis; su oposición no es más que la condición dialéctica de su proceso de desarrollo

 Por consiguiente, el sujeto no es una tabula rasa pasivamente receptiva de cuanto se le da externamente para consumir; es actividad, que por lo demás se afirma en la sensibilidad o actividad humana subjetiva, la cual pone, modela o transforma el objeto y con esto se va formando a sí mismas.

De otra parte y a diferencia del individualismo liberal, el hombre es un ser social; el individuo Concreto no existe más que en la ‘relación de asociación, que constituye su misma esencia humana.

Hombre y sociedad son términos recíprocos, no menos que sujeto y objeto, la praxis es la realidad de la vida social no menos que la existencia del sujeto en sí.

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En definitiva, para frenar el “no la ven” del poder burgués, es preciso asimilar las disposiciones materialmente existentes en el orden social donde nos desenvolvemos y desde ese paradigma replicar que es la propia relación capital-trabajo proyectada simbólicamente como relación amo-esclavo, la que esta fijando la condición humana actual.  Precisamente si algo “no se ve” es justamente la falsedad ideológica que estatuye el gobierno en su batalla por la formación del sentido, traficando como reales a individuos ideales, a los que se proyecta sobre el mercado y sus leyes dando subjetividad a los objetos mercantiles por sobre los propios productores que culminan asumiendo la condición de objeto.

Ningún programa político, ningún orden social puede sostenerse en premisas falsas, porque de esa manera se condena a la falsedad a todas las acciones de su propio existir.