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Nuevo Curso

PODER BURGUÉS Y PODER OBRERO REVOLUCIONARIO

NUEVO CURSO

Por estos días iniciales del año,  en un Enero que parece evocar a aquellos de la Semana Trágica, por los actores del conflicto social en curso, se viene propugnando un escenario donde la crisis política en Argentina marcha a la misma velocidad que la inflación a partid de advertir que Milei ha logrado imponer la vigencia del DNU y opera en el Senado para obtener una ratificación parlamentaria por vía conexa con la llamada ley ómnibus  que implicaría , también en el terreno de los hechos la conversión del poder legislativo en una figura decorativa en tanto con ella el  Congreso le delegue sus facultades al Poder Ejecutivo hasta el final de su mandato.

Todo esto  sin embargo, no implica un golpe de Estado sino la propia reformulación del Estado como institucionalidad del poder burgués. Que se entienda bien, estamos frente a un orden social en crisis de reproducción, que se nos torna manifiesta en nuestra existencia por la particular forma de existencia que determinaba el capitalismo en Argentina, para sectores medios, la clase trabajadora formal, los que estaban por fuera de esa forma legal y los desempleados estructurales abarcado por la terapéutica de los planes sociales y las actividades pagas ocasionales que emergió como respuesta a otra crisis y la rebelión de 2001 que la hizo visible. En esa arquitectura política de dominación supimos de ideologías tales como la “década ganada”, brotes verdes, luz al final del túnel, volvimos mejores “y otras yerbas por el estilo. Todo un formato político de mediación entre el capital y la fuerza de trabajo y los sujetos sociales que las corporizan. Ese entramado, aprovechó de la transición democrática de una dictadura genocida a un régimen republicano con democracia formal donde se contuvo con infinidad de embustes este contexto objetivo y subjetivo.

 Lo que se constata hoy, si es que se quiere buscar conocimiento y no aproximación por apariencias, es que ese formato ha tocado a su fin , no por una intervención social que así lo declarase, sino por las propias necesidades de reproducción del capital en contexto de crisis que hace que la clase dominante se vea obligada a buscar otros formatos, para mantener precisamente esa dominación cultural sobre explotados y oprimidos y garantizar la apropiación del valor creado por la fuerza humana de trabajo en nuestra estructura económico productiva.

Ese nuevo formato, que implica barbarie, desempleo, pobreza, y represión física-simbólica desde el aparato estatal y de toda la clase dominante en los espacios de la sociedad civil donde emergen estos escenarios inhumanos, descargada sobre trabajadores  formales o no, jóvenes , la llamada población económicamente sobrante y en particular sobre los sectores medios se exhibe suprimiendo toda mediación política anterior y los esquemas ideológicos centrados en la democracia fetichizada  y exhibida como “gallina que pone huevos de oro” y que no puede por tal ser tocada. Todo eso ha quedado como tendencia residual frente al rostro sombrió de la realidad concreta que significa un mundo burgués que no permite educar, tener salud, comer, ni tener vivienda, todos factores esenciales de la existencia humana.

La burguesía de conjunto avanza culturalmente a la instalación ideológica, con falsa conciencia, de las características  de dominación necesarias a este tiempo crítico para sus intereses, todas ellas sostenidas en la ausencia de la mediación de la política de partidos y profesionalizada. En eso se centra la invocación de la “casta” y no en lo que como “incumplimiento” hoy le reprochan algunos sectores de la izquierda y el peronismo . La burguesía por uno de sus productos , que no otra cosa es Javier Milei y la Libertad Avanza- una suerte de Jacobinos de la revolución inversa- señala el “desvío “ y lo focaliza en la “política profesional y sus satélites, por ser innecesarios para la actual coyuntura y por el simple mecanismo de señalar nichos de corrupción, kioscos, que los hay en abundancia y lo permitía la actual gestión de la dominación de clases y hoy le resultan un obstáculo.

Lo central es advertir el recorte objetivo en la mediación de la política con base en el discurso que hacía un fetiche de la democracia como forma de gobierno en un pretendido régimen republicano. La tendencia significativa del actual contexto , exhibe en sentido inverso de lo dado hasta el 10 de diciembre, precisamente por la putrefacción de ese modelo , que las cuestiones relacionadas estrictamente con el poder y la relación política sustantiva del mando y la obediencia se alejan de la sobrevivencia de ese estadio y busca  desenvolverse en un  terreno de la “representación”, de lo “simbólico”, mucho más acotado y más directo. Una suerte de espacio “sin anestesia” que la clase dominante le propone con ejercicio de violencia a los explotados y oprimidos.

Si tomamos el desafío de expresar lo dicho en forma más concisa y buscando claridad, es posible intentar lograr ese objetivo diciendo que  lo que presenciamos es la tendencia gravitante y significativa de la burguesía y su gestor político del pasaje de la democracia burguesa al bonapartismo,  básicamente entendido como  un régimen que coloca más en el centro de la escena la institucionalidad violenta del Estado (burocracia, fuerzas armadas, policía, gobierno por decreto, Estado de sitio, etcétera), por sobre las ideologizadas premisas de la república democrática formal y representativa , donde el pueblo no delibera ni gobierna sino por sus representantes electos. Aquí directamente se busca que explotados y oprimidos acepten la sumisión servil, frente a la imposición que su dominador les establece, reformulando los términos de esa relación , con un contenido que significa, y por donde se le mire, más explotación y opresión. 

Ante esto, el desafío de quienes corporizamos ese sector sometido a relación de servidumbre , por formas democráticas, mediadas e ideologizadas, en donde las estructuras de la forma jurídica por táctica de declaración de derechos subjetivos tomaban significativa incidencia, que presenciamos su desplazamiento y el arribo gravitante de formas de poder no mediatizadas, excluidas de esas lógicas jurídicas que agonizan , no es ver de que manera se salva el hormiguero propio o se impide la abolición de un derecho declarado y no concreto, sino enfrentar esta nueva expresión material de la relación de servidumbre que nos impone el capital, atacando al capital mismo como orden social , para lo cual el embate solo puede ser visto como acción política contra el poder burgués y su estado. No es tiempo de lucha por derechos que el capital en crisis no puede dar , ni por un estado de bienestar que tiene certificado de defunsión firmado por el liberalismo . Es tiempo de enmarcar las acciones en una estrategia de poder obrero y programa socialista, aboliendo todas las implicancias del Estado burgués, sustituido por el gobierno directo de los trabajadores y sus organismos de poder con democracia directa.

 Dadas así las cosas, debe advertirse que, no está  planteada la negación de las tendencias a expresarse del poder burgués en esta coyuntura de lucha de clases con formas bonapartistas , asumiendo la defensas de las formas de la democracia burguesa, sino su superación por otro orden social  que despeje la barbarie de la existencia concreta de todos y cada uno de nosotros y conforme otros vínculos en la sociedad civil, propiciatorios de la demolición de la forma capital-trabajo , la ley del valor y la mercantilización de la existencia.

Esta puesto sobre la consideración de quienes somos explotados y oprimidos, que la burguesía de este Estado con estructura capitalista atrasada y dependiente   si no puede lograr su dominio cultural y político  por vía de la república como forma de Estado, impone e impondrá  la barbarie por vía del bonapartismo sometiendo a la clase trabajadora y generando condiciones objetivas , estructurales para que esa reproducción del capital , con el rostro político que fuera se torne viable. Hay muchos ejemplos en la historia, pero nunca con el capitalismo global en crisis y con profusión de guerras. El error está en seguir defendiendo derechos y democracia cuando el tema es ir por el Estado en sí.

 Ocurre que cuarenta años y más han dejado a la clase trabajadora, a explotados y oprimidos como un arma herrumbrada y su puesta a punto doma tiempo , sobretodo cuando no se sabe quién tiene capacidad para organizar la tarea y la manera, lugar y tiempo en que debe ser usada esa arma. No hay lugar para discursos de medio tiempo.

Hay un error de fondo en toda esta construcción defensiva de la política de declaración de derechos apelando a la rebeldía sin programa ni estrategia revolucionaria, exaltando ideológicamente la rebeldía misma y por si misma, como si una cuestión compleja como la que atravesamos solo pudiera ser cubierta con cacerolas en las calles aceptando vencer únicamente la provocación intencional del poder de marcar que lo que se disputa es la calle y no el poder en sí .

 Lo que se llama rebeldía no puede estar nunca amparado por una norma legal que la permita, ni la preservación o conservación de una norma puede ser su objetivo final. En el capitalismo y su Estado en particular, la Argentina, si no hay norma no hay derecho, porque el mundo jurídico se reduce para la concepción ideológica dominante a la ley, que es su objeto de estudio e interpretación. No otra cosa hacen los abogados. De manera que alegar un derecho a la rebelión es alegar la vigencia de la negación de la norma porque de que modo se rebela un sujeto si no es violando el orden legal donde se condensa la forma jurídica de la explotación y la opresión. Los mismos que alegan el derecho a rebelión en gran parte son los que piden pena para el ladrón. Pero la pregunta es. ¿Qué hace el ladrón sino otra cosa que rebelarse contra el derecho de propiedad de una cosa mueble que otro tiene legítimamente?

 Esto no significa que colectivamente hoy, en la coyuntura de la lucha de clases la rebelión de las masas componentes de la clase trabajadora resulte urgente y necesaria, pero sin duda es erróneo alegar que eso le asiste a la clase obrera por derecho, porque el derecho es un instrumento ideológico de clase que hace funcionar y validar los actos de poder burgués a través de su Estado. La lucha es un elemento objetivo de la realidad, y un contenido de la relación política y no jurídica de “mando y obediencia” Se lucha por superación de la relación amo esclavo que impone el orden burgués y no se requiere de la forma jurídica para que ese espacio real exista de por si y no por dependencia de una abstracción puesta en un texto.

Queda además por significar un aspecto necesario relativo al contenido específico de la rebelión que no puede sostenerse en abstracciones como el valor justicia, porque el contenido propio de lo que debe entenderse por lo justo es lo que en realidad resulta amenazado , al propiciarse su mutación por un esquema de auto-propiedad, donde lo justo será solamente definido en particular por la condición del individuo en sí , y su interés específico particular. De manera que por ejemplo, si para una persona se hace necesario comprar un órgano humano de otro para sobrevivir , lo justo será que pague por él , en un contrato simple de compraventa sin otras significaciones para el acto.

Esta claro que cuando Milei acudía a ese ejemplo que se tomaba por los sectores medios como un imposible ético , en realidad estaba marcando como es y debe ser la sociedad civil de aquí en adelante y cual el rol del Estado, retirado de intervenciones específicas pero dominando el todo por vía de una sociedad de control y vigilancia que garantiza el poder burgués.

Por otra parte, si la rebeldía se condensa en la negación de lo que pretende imponer el poder burgués , rescatando lo anterior y pidiendo no se le derogue, como resulta por ejemplo de una medida cautelar presentada ante otro poder del mismo Estado, como lo es el poder judicial ,habrá que decir entonces que la injusticia enmascarada de falsa justicia social ,se daba con el gobierno anterior y todos los últimos desde junio julio de 1975 , momento en que la clase trabajadora realizó , que fue la última gran huelga de masas que se dio en Argentina, en la que se defendía no solo lo dado sino que se publicitaba la necesidad de otro orden social.

Estamos ante una tendencia que toma fuerza de transito hacia  la disolución del parlamento, o su reducción a un lugar formal solo certificante de lo hecho por el ejecutivo con facultades extraordinarias previstas para todo su período de gobierno, presenciamos un espacio donde se busca que las relaciones sociales y su conflictiva  se definan por decreto, que  el Estado de sitio exista en los hechos y de forma que parezca la normalidad y no la excepcionalidad, ante  la eliminación de las posibilidades de reunión por vía de la trampa que implican las comunicaciones virtuales desarrolladas en la pandemia por necesidad y hoy naturalizadas  o la represión lisa y llana de la  huelga, por su consideración como acto terrorista  y toda otra  circunstancia dónde cada acción militante significa riesgos reales de privación de libertad y sus efectos colaterales, ya anunciados con las condenas de  Daniel Ruiz,  Cesar Arakaki  o la muerte de Molares en plena vía pública y ante la imagen televisiva. El Estado de sitio , que fuera el gran disparador de la rebelión de 2001 en los hechos significa que no pueden andar más de tres personas juntas por la calle; significa que pueden ir a tu casa y detenerte sin orden del juez; que pueden eventualmente detenerte  con prisiones preventivas sin plazos y largos ciclos de encierro carcelario con su secuela de estragos en la subjetividad, propios de cualquier ser humano en situación de encierro.

 Esos mismos efectos que eran propios del Estado de Sitio,  se logran hoy  por los decretos , protocolos y reglamentos que se hacen vigentes en la actualidad sin que se acuda al término estado de sitio, que de ser usado, avanzará mucho más allá , si el objetivo de imponer la dominación cultural y política de la burguesía se ve seriamente amenazado.

Debe quedar en claro que esto que sobrevivimos en el momento actual es una dictadura de clase, pero no esa forma política asumida por el Estado en sí, sino como expresión de la relación objetiva de servidumbre que impone en general el orden capitalista sobre explotados y oprimidos. No es tampoco la concreción de  fascismo que implica una situación de derrota en el conflicto de clases aún no consumado . Es bonapartismo ,el parlamento queda dibujado en un rol secundario concediendo funciones al ejecutivo .La política no se procesa en forma de mediaciones, sino que se procesa de manera más directa , por vía de un personaje creado al efecto como producto eventualmente descartable que le ponga rostro a una reformulación de la servidumbre asalariada.