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Nuevo Curso

La huelga y movilización del 24 de enero como escuela de lucha revolucionaria.

“El camino del socialismo está sembrado de derrotas, y sin embrgo conduce paso a paso hacia el triunfo definitivo” (Rosa Luxemburgo cit. por Liborio Justo en Masas y Balas pag.10)

Muchas veces, nos persuadimos en nuestra tarea de hacer nacer con prepotencia de trabajo un “nuevo curso” en nuestra existencia, en nuestro entendimiento y conceptualización de lo que  hacemos, nos pasa o nos acontece, que dejar algo escrito para que pueda ser visto por nuestros compañeros en un día domingo , no es equivalente a los imperativos del resto de los días.

En este caso la diferencia es aún mayor, pues nuestra clase social se convoca para paralizar tareas productivas y servicios y ganar la calle a partir del mediodía del miércoles 24 de enero. No es un domingo cualquiera, ni tampoco el miércoles en sí, en la medida en que no se trata de un simple amago o una expresión de disidencia parcial con un proyecto político, sino su negación puesta en cuerpo por la presencia de quienes manifestemos en todo lo largo del país.

Precisamente por eso, y por el espacio de la lucha de clases desde donde batallamos y pretendemos ganar un lugar , en el difícil hacer de los hechos palabras y poner palabra en quienes hacen lo real , es que nos pareció oportuno detenernos en un aspecto del conflicto, que sin duda no ganará los titulares de ningún medio periodístico o de quien adopte el desafío de comunicar para los trabajadores y desde los trabajos dentro de este orden social capitalista, explotador y opresor.

Para adentrarnos en la cuestión en sí, traemos a cuento estas expresiones de la revolucionaria Polaca que hemos reproducido al inicio buscando  dar referencia con ella, -por su carácter emblemático y simbólico-, de cual fue desde elementos objetivos de la realidad existencial de  su tiempo , el factor motivacional y convictivo que presidia en sentido final las acciones de todo militante en los comienzos del siglo pasado.

Si la cita no se bastara por sí misma y si  por ello se lo buscara decir de otra manera o darle un carácter más sintético puede decirse que anida en los militantes y combatientes de entonces  la certeza del pasaje a un nuevo orden social, la certeza revolucionaria de lo nuevo construido desde lo concreto. Ernesto Guevara como un hilo conductor de esa predisposición de animo central en el componente subjetivo del cambio, lo dijo con palabras certeras: “ Después supimos que era cierto, que en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera)”.

Ese “después” constituido en  profecía se hizo cuerpo en 30000 compañeros que dejaron una enseñanza indubitable: es el trabajador el que hace el cambio y el cambio no luce como opción sino como un imperativo categórico de necesidad imperiosa.

La impasse impuesta por una derrota militar y cultural que lleva más de cuatro décadas, se ligo y en ciertamente ese resultado fue favorecido por ello, con las transformaciones en las fuerzas productivas , las modalidades de explotación de la fuerza de trabajo y una revolución comunicacional-tecnológica que ha nutrido el desarrollo de las nuevas generaciones de trabajadores en contextos laborales y relacionales absolutamente diversos de los que presidían la vida cotidiana a lo largo de gran parte del siglo XX.

Ese cambio sin embargo, no llevó consigo a las bases estructurales de la sociedad capitalista, en particular porque continúa siendo central en todo el orden social la relación productiva, capital-trabajo y la prevalencia de la puja entre los sujetos sociales que corporizan ambos extremos de ese vínculo intersubjetivo, que sigue asumiendo características de servilismo opresivo y para los trabajadores una predeterminación por su posición objetiva de alienación respecto de la mercancía que produce.

Todos esos ítems de modificación de las apariencias modales del desenvolvimiento del capital en nuestra sociedad, buscando su reproducción, han permitido a la burguesía dar pasos agigantados en la confrontación cultural, y superestructural que permanentemente tiene con las fuerzas subjetivas del trabajo.

Por esos determinantes estructurales, el capitalismo construye una imagen del mundo que luce actualizada a los tiempos, en la medida en que todos los casos es la imagen que el capital requiere para reproducirse y hacer ver al trabajador que esa imagen es lo prevalente con independencia de lo realmente existente. Por eso, la burguesía no se afana por la construcción de un buen gobierno del Estado para todos, sino un buen constructor de imagen de una gestión que es ajena a los intereses materiales  y aspiracionales de todo trabajador.

Hay una mutación en lo dado, que toma ya un cierto tiempo de desarrollo  y existe a la vez, la posibilidad de advertir la “desnudez del gobernador” por vía de la acción obrera de lucha que ha de protagonizarse en esta semana en la que ingresamos.

Es este, un aspecto no menor de la cuestión que resulta ideológicamente oculto en el hacer de quienes tienen la gestión del poder burgués a través del control del poder formal del Estado y su institucionalidad que a la vez le legitima el empleo de la violencia por sus agencias específicas.

Estamos afirmando con lo dicho, que las escenas de lucha de clases que protagonicen los trabajadores puede lograr quebrar esa estructura objetiva desde la cual se cimienta todo el edificio ideológico que por otra parte es la gran batalla que hasta hoy viene ganando el poder burgués.

 Lo concreto es, que venimos envueltos en una mutación por la cual se nos ubica como trabajadores en una relación abstracta con una imagen de gestión gubernamental y de lo social existente que no requiere demostración en los hechos. Esto es, hemos venido transitando un sendero existencial donde lo que prevalecen son los sujetos en tanto observadores de una imagen a la que ideológicamente y por discurso se le dota de realidad cuando en verdad no la tiene. Con esto, lo objetivo queda por fuera de la relación sujeto -imagen, en forma tal que esos sujetos en ningún caso, al desconocer lo real existente, en ningún caso se plantean su transformación, limitándose a una adaptación pasiva con la imagen proyectada por el poder opresor y explotador.

Dicho en otros términos, el movimiento bélico de construcción cultural de hegemonía que impuso el poder burgués a partir de la derrota de la clase trabajadora en la confrontación abierta de clases en la que se encontraba, implicó consolidar un orden de cosas y una suerte de consenso social alrededor de que las imágenes construidas colectivamente no son un medio de representación de una realidad objetiva, sino la realidad misma con forma abstracta e ideologizada en imágenes que gobiernan la construcción del sentido común.

 La burguesía y sus instrumentos de poder nos han llevado a mutar de la premisa según la cual la existencia determina nuestras representaciones de conciencia , a la premisa conforme a la cual es la imagen la que determina esa conciencia.

Con mayor precisión Cesar Gonzalez nos sintetiza lo dicho afirmando descriptivamente que: “…Lo que se habla entre las masas  no son palabras que dan cuentas de realidades , son imágenes calcadas de gesticulaciones . Las pausas reflexivas o euforias  son idénticas . Se repiten las muecas , los ademanes y semblantes. Las imágenes se aprenden, casi nadie las enseña. Con las imágenes se habla mejor que con el habla misma.

Por este mecanismo, la simbolización de la otrora juventud rebelde, expresada en las diversas formas culturales de rebeldía  , se reemplazó por la construcción paciente de una población juvenil de trabajadores que indiferenciados con su opresores  se unifican en arquetipos inocuos e individualistas, que no trazan puentes solidarios con sus pares y se encaraman a diversas escaleras de búsquedas cosificadas de éxitos que mayoritariamente los conducen al fracaso y a la representación de su subjetividad por la nada misma.

Es esta la situación que mayoritariamente nos contiene, pero la existencia social tiene en su ser la contradicción , pues opera en un contexto de clases enfrentadas nacidas de la propia relación capital- fuerza de trabajo que esta en la estructura misma de ese espacio social, por eso lo narrado hasta aquí no implica una foto configurativa sino una descripción del escenario tal cual es, para no acudir a la exageración extrema de la rebeldía por la rebeldía mismo como negación de lo dado, que autoabastezca por sí misma a la acción de calle de la clase trabajadora. No debe perderse de vista que al menos tendencialmente la huelga en ciernes está “sostenida” de manera traidora por la burocracia que conduce los sindicatos, y que su objeto no es otro que no dejar escapar de sus manos el movimiento, para retorcerle el cuello a la primer de cambio.

La objetiva realidad sobre la falsedad de la imagen  construida por el poder burgués, forma parte de la lucha y es la base  para el triunfo de la verdad obrera .La experiencia da cuenta en la propia lucha de las enseñanzas necesarias que deben ser extraídas por la joven generación de la clase obrera, no como discurso o relato, sino por los elementos objetivos contenidos en ella misma, dando cuenta de un aporte a la comprensión de la inutilidad de la imagen burguesa de la sociedad, su necesaria falsedad ideológica y su verdadero rostro de opresión , explotación y represión violenta sobre los cuerpos y los sentires de la clase trabajadora y demás sectores poblacionales excluidos estructuralmente de la economía formal.

Tropezamos entonces, con una crisis de indefinición en el carácter subjetivo de las motivaciones que impulsan a la lucha a la clase trabajadora que no admite otra posibilidad de ser resuelta que en la propia marcha y experiencia de la lucha que se emprende, por las acuciantes condiciones de existencia material. Somos conscientes que los trabajadores no hemos llevado adelante desde hace bastante tiempo, ninguna lucha revolucionaria  que hubiera podido tener la virtualidad que objetivamente presentan las actuales circunstancias políticas y sociales. En eso hemos padecido al amparo de la apología de las ilusiones democráticas y el no cuestionamiento de la democracia representativa como forma de gobierno en sí, de la incidencia altamente negativa de las tendencias centristas  y los viejos métodos del socialismo parlamentario que hoy, a pesar de la debacle de su iniciativa de transportar la lucha a la vía electoral, continúan reincidiendo en esas prácticas que devienen absolutamente ineficientes para el desafío planteado y enrola a sus actores en un reformismo que huele a estado de putrefacción.

Los trabajadores tenemos hoy en nuestras manos la posibilidad de tomar en nuestras manos, la conducción de la lucha contra la explotación y opresión emergente del orden social capitalista en crisis . Pero es necesario para este fin que la vanguardia en frente único de lucha, se desembarace a la par y definitivamente de viejos hábitos políticos reformistas, y de fluctuaciones centristas y oportunistas.

Hoy  resulta importante hacer visible,  una actitud más enérgica frente a los acontecimientos . Es necesaria una propaganda intensa e intransigente respecto del imperativo del cambio social y de las relaciones de propiedad que rigen en nuestra existencia, demostrando que no se trata solamente de una ley sino que en realidad enfrentamos una ofensiva en toda la línea del poder burgues sobre los trabajadores  .

Se impone una actitud severa hacia todas las manifestaciones de la ideología democratizante y parlamentarista, del individualismo utilitarista existencialmente cultor de la nada misma, que toca en retirada, pero puja por no desaparecer de escena .

NUEVO CURSO