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A DONDE VAMOS? UNA BANDERA LIMPIA INDICA EL RUMBO

NUEVO RUMBO

Estamos en días contradictorios y complejos. Existe la  sensación de hastío con lo dado, acrecentamiento de la voluntad de luchar en las masas, que sin embargo, cohabitan con la  falta de rumbo político en sus acciones que aunque masivas tiene en sí misma una deriva política que no excede la simple negación de cuanto hace el enemigo de clase quien pese a la crisis política que transita hacia su interior, aún mantiene la iniciativa en cuanto se refiere a la agenda concreta del conflicto clase contra clase.

León Trotsky nos dejó establecida la premisa según la cual, “la más grande felicidad del hombre no está en el usufructo del presente, sino en la preparación del porvenir”.  «Es esta una bandera limpia para llevar», hacer visible y utilizar como estandarte consciente de la vanguardia de la clase trabajadora en las acciones que realiza frente a las iniciativas que ha tomado la gestión Milei

Es la burguesía, quien, a pesar de sus conflictos de intereses en su interior, quien sigue estableciendo reglas de juego, y en el seno de la clase trabajadora no se acierta a superar las acciones de resistencia y nunca al menos una defensa que avance hacia otro orden de cosas, diverso también del impuesto por la misma clase en conflicto con la anterior gestión del gobierno de poder burgués encabezada por el trío los Fernández -Massa.

Guiados por las apariencias podríamos decir que si se observaron banderas rojas, estrellas , fotos del che, todas con alguna relación con ese significante que es la lucha en sí, pero no con referencia a objetivos programáticos centrados en la construcción de una nueva sociedad sin explotadores ni explotados.

En términos generales y por fuera de los emblemas , tanto lo vociferado  por la mayoría concurrente, como el documento de la convocatoria solo hizo eje en el reclamo hacia un gobierno ajeno a la clase trabajadora, que gestiona el interés de la burguesía desde el poder ejecutivo del Estado, buscando que todo ese entramado institucional y jurídico de violencia y opresión sobre los trabajadores se concentre en sus manos.

El planteo de la lucha se concentró y limitó a la demanda relativa a que el gobierno abandone ese objetivo estratégico y desde los sectores más radicalizados de la protesta,  para que abandone el acuerdo con el FMI , buscando cesen las consecuencias sociales del mismo.

En ese contexto, el desafió es no dejar subir al escenario de la vida, la rutina del recuerdo y la militancia mecanizada por lo inmediato y contingente.

 Hay que comprender ,tras mucho embuste y macaneo, que se trata de una lucha prolongada de la clase trabajadora. El objetivo al enarbolar esa bandera limpia , es no cosificar y dar por agotado un proceso de lucha que adquiere continuidad. Una lucha  en las que las búsquedas clasistas y socialistas  de ayer lo siguen siendo hoy con mayor premura por la magnitud que ha adoptado la presencia significativo del Estado represivo.  

Una bandera limpia que deja planteada la necesidad imperiosa de darse las tareas adecuadas y pertinentes para  imponer el socialismo en la tierra. Por distintas circunstancias históricas ese símbolo no flameo por las calles de nuestra sociedad este pasado 24 de enero, ni formó parte de la propaganda y agitación de las organizaciones políticas que se convocaron, lo que implica dejar un vació político al enemigo de clase, máxime cuando los relevos de la movilización muestran gran cantidad de personas o grupos que no responden a ninguna afiliación política directa.

 La inmensa esperanza de la posibilidad de algo mejor casi instintivamente sostenida por cualquier trabajador, requiere mutar cualitativamente en el deseo consciente  de que todo pueda  cambiar en términos de superación revolucionaria de esta sociedad por otra centrada en  un principio de justicia colaborativa  basada en relaciones y vínculos solidarios, en transición a una sociedad sin clases sin explotadores ni opresores.

La bandera limpia por el socialismo implica mucho más que eso, en tanto lo demandado abiertamente en las calles,  no es otra cosa que una pretensión en contexto capitalista que no perfora la dominación burguesa sobre la sociedad ni permite la superación objetiva de las contradicciones económico-sociales contenidas en las mismas.

La democracia vigente, más allá de los matices que expone la administración Caputo- Federico Sturzenegger bajo el paraguas del personaje Javier Milei, en todos los casos opera ocultando su génesis violenta en la revolución francesa, nos induce hoy por todos los mecanismos de dominación de masas posibles   a mostrarnos todos juntos y solidarios con la empresa, con el patrón, con la marca, con el gendarme, aunque permaneciendo cada uno en su lugar.

Ese no es el objetivo estratégico de los trabajadores centrado básicamente en su emancipación como tales y la superación de la sociedad de clases en la que sobrevivimos

  Por eso , luchar, movilizarse, estar en la réplica de un acto de poder burgués no puede hacerse solamente de esa forma sin referenciar cual es la salida obrera y socialista  inscripta en la  política autónoma de los trabajadores  frente a la situación crítica de la emergencia  concreta y por referencia general al orden social capitalista que agoniza en sus forma republicana.

   Estar en el conflicto social asumiendo los intereses objetivos de los trabajadores , es estar con la camiseta del explotado y oprimido, por un cambio social y la abolición de la dominación burguesa, es decir , ser partidario de la revolución que  en primer lugar, significa ruptura. Quien no acepta esta ruptura con el orden establecido, con la sociedad capitalista, no puede ser, ni proclamarse  partidario del cambio y necesariamente , está en otro bando

  La lucha con la bandera limpia del socialismo   necesita ser el contenido consciente de la vanguardia trabajadora en el conflicto de clases que constituye nuestra sociedad y donde se desenvuelve nuestra personalidad.  Esa tarea y el desarrollo de la lucha de clases   nos sobrepasa y nos constituye como sujetos  en tanto ella misma y su resolución favorable a los intereses objetivos de la clase trabajadora a las personas, a las fracciones a los partidos. Es una lucha por el porvenir de la raza humana.

 Es una lucha dura, más aún si en el plano ideológico su apropiación social por un contingente significativamente relevante  luce retrasada en el tiempo como lo muestra lo vivido el 24 de enero y estos días siguientes .

El desafió es no dejar subir al escenario de la vida, la rutina del recuerdo y la militancia mecanizada por lo inmediato y contingente. El objetivo es no cosificar y dar por agotado un proceso de lucha, y lo proponemos a partir de haber comprendido tras mucho embuste y macaneo, que se trata de una puja prolongada de la clase trabajadora. Una lucha  en las que las búsquedas clasistas y socialistas  de ayer lo siguen siendo hoy con mayor premura por la magnitud que ha adoptado la presencia significativo del Estado represivo.