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Nuevo Curso

Los trabajadores y el problema del Estado Bruno Bauer transita por las calles argentinas.

Dentro de los específicos espacios de ruptura que exige el actual momento o estado de desarrollo del conflicto de clases , adquiere centralidad el rol  del Estado, en la medida en que a partir de la presencia significativa de la estructura institucional y jurídica del poder burgués el contenido específico del conflicto habilita el ejercicio de la violencia por esa estructura.

 El Estado moderno, para ser tal, requiere de la separación entre las esferas de la política y la vida privada. Su eficacia como instrumento de dominación burguesa radica en el mantenimiento de dicha separación.

Frente al egoísmo individual entronizado como valor y la lucha permanente en la sociedad civil, como contenido naturalizado en la existencia cotidiana de la confrontación de clases , el Estado desde el discurso centrado en la prevalencia de la ley, se presenta como el garante de “lo general”, de la pertenencia abstracta de los individuos a una comunidad, del “bien común”.

Pero en el capitalismo, es una forma de organización social basada en la propiedad privada y en la búsqueda de la ganancia a cualquier precio, entonces el “bien común” no puede ser otra cosa que una abstracción.

El Estado se presenta como garante de los “intereses generales” frente a empresarios y trabajadores. Sin embargo, el punto de partida del Estado es el reconocimiento de la propiedad privada, fundamento de la autoridad dictatorial del capitalista en la producción y base de la desigualdad social, siendo precisamente esta última la justificación última de la intervención estatal en los asuntos laborales. Al intervenir, el Estado logra aparecer como garante del interés común, ocultando el hecho de que constituye una pieza vital en el mantenimiento de la dominación capitalista.

.En el texto ,“Sobre la cuestión judía”, Marx avanza en la crítica de la Revolución Burguesa y su Estado de derechos, señalando sus límites en cuanto a la posibilidad de lograr la liberación o emancipación de los seres humanos por fuera del discurso religioso y una pretendida emancipación política .

A pesar de ese posicionamiento claro y pese al tiempo transcurrido quienes se organizan políticamente desde el FITU, en Argentina 2024 no ocupan ese lugar ni se hacen cargo de ese legado intelectual, sino que en sentido inverso se sitúan en el espacio intelectual que ocupaba un joven  hegeliano , Bruno Bauer sobre cuyos postulados y en sentido crítico, gira el texto anteriormente señalado de Carlos Marx . 

En la Prusia de 1844, los judíos poseían menos derechos civiles y políticos que los cristianos. Frente a esta situación, Bauer afirmaba que los judíos tenían primero que emanciparse de la religión para poder acceder a la emancipación política. Bruno Bauer exigía entonces que   el hombre concebido en general y en forma abstracta, abandone la religión, para ser emancipado como ciudadano.

Marx aclaró ya por entonces, que

No basta con detenerse a investigar quién ha de emancipar y quién debe ser emancipado. La crítica tiene que preguntarse, además, otra cosa : de qué clase de emancipación se trata; qué condiciones van implícitas en la naturaleza de la emancipación que se postula. La crítica de la emancipación política misma era, en rigor, la crítica final de la cuestión judía y su verdadera disolución en el ‘problema general de la época’.” (p. 179-180).

Bauer en su tiempo histórico y el FITU en la actualidad, se ven , embrollados en cuestionar los aspectos accidentales relativos a la sanción o no de una ley, y conciben a la emancipación política que esta en la base de la revolución democrática burguesa  como el límite último de toda emancipación humana.

Es esa tarea, la que se plantean desde el FITU. Sus discursos, se construyen y se forman como objetivo en sí, en ese imaginario horizonte intelectual.

En otras palabras los entramados discursivos de los diputados del FITU  no  tienen otro objetivo estratégico que el logro pleno de las condiciones de vida burguesas, razón por la cual su existencia depende de lo abstracto: las leyes  y las formas jurídicas y nunca de la emancipación social de una clase venciendo la existencia de aquella otra que le oprime y explota por vía de esas mismas formas jurídicas.

Es por eso que Marx ya en su tiempo, reprocha a Bauer que no investiga la relación entre la emancipación política y la emancipación humana   y no advierte en la primera la imposibilidad material de lograr la segunda a partir de la construcción de un nuevo orden social sin explotadores ni explotados.

Bauer, casi todos los Jóvenes Hegelianos, y el FITU  transforman los problemas políticos en problemas éticos con significación metafísica. Lo hacen, al otorgar   al orden legal el rol de la razón fundante de todo lo existente  .

El FITU solo se ocupa de discernir los hechos desde lo que esta bien o mal en un orden ideológico abstracto preexistente que toma cuerpo en una abstracción general que es la ley , y esta a su vez corporiza al Estado como el nuevo principio y razón de todo lo existente .

Visto desde esta perspectiva , y en sentido inverso a lo narrado, lo absolutamente necesario en nuestra realidad, es la continuidad entre la «descripción» del capitalismo y su «condenación», es decir un enlazamiento continuo y permanente entre el análisis del fenómeno en sí, en acercamiento a  lo real y su crítica ,  a partir de una certeza convocante que es aquella que decide que ambos extremos no son  perceptibles más que situándose en el punto de vista del trabajador en  sí, desde un plano y sentido objetivo y no en abstracto, con la visión propagandística de que esa perspectiva permite gestar la conclusión necesaria en plano consciente  de que el capitalismo los explota y oprime  y a partir de esa certeza se determinan a condenarlo  actuar contra él y superarlo.

Hoy, aunque acompañando en la lucha  a estas organizaciones en el escenario concreto del enfrentamiento hacia un programa político de la burguesía dominante que se busca plasmar en ley o leyes o decretos, es decir , en formas jurídicas con fundamento final  en una “ley superior “ llamada Constitución Nacional fuente y razón de lo existente, es necesario dejar de lado este punto de vista unilateral como objetivo estratégico , para pasar a pensar el problema de las condiciones y los límites de la “emancipación política que nos propone la burguesía por vía de los “derechos” para pasar a registrar con contenido material que la emancipación es social y solo se logra por los trabajadores mismos gestando sus propios organismos de poder y la generalización del programa socialista sobre la existencia de nuevas relaciones sociales de producción que abolen la propiedad individual.

La religión de las leyes , los derechos y las Constituciones Nacionales, las reglas éticas positivas determinante de lo bueno y lo malo desde la racionalidad que dispone el discurso de la clase dominante y su cultura , que dotan al Estado de legitimación para el uso de un poder general sobre la sociedad civil y las personas que la materializan en las relaciones sociales que generan , no constituye ya, el fundamento de la existencia y , sino simplemente el fenómeno de la limitación que la propia sociedad de clases impone a los trabajadores en particular.

Es necesario , en la militancia, en la actividad propagandística, en las acciones políticas concretas de lucha abandonar el  puro discurso basado en un ética laica social positiva con forma jurídica.

El problema de las relaciones de la emancipación política con la ética y definición de ”lo bueno y lo malo, lo justo o injusto  debe superarse por vía de establecer lo prioritario y la determinación final de nuestras acciones de clase , en el problema de las relaciones de la emancipación política con la emancipación social y la superación necesaria e ineludible de un orden social basado en una sociedad de clases con explotadores y explotados, opresores y oprimidos.

La “emancipación política” que está en el centro del discurso FITU- reformista,  consiste en la  búsqueda como objetivo final de un ámbito específico, la “sociedad política”, en el que son abolidas las diferencias que desgarran a la sociedad. Pero esas diferencias se mantienen en el ámbito de la vida cotidiana de los individuos, la “sociedad civil”, donde rige la desigualdad basada en la propiedad privada y donde impera la competencia entre los individuos la lucha de “todos contra todos” por sobre la materialización objetiva de cualquier lazo de tipo solidario basado en el principio contributivo de lo justo marcado por la premisa “De cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades«.

La relación entre el capitalista y el trabajador es otro ejemplo de los límites de la “emancipación política”. En el capitalismo, a diferencia de otras formas de organización social, los trabajadores son libres en sentido jurídico. No son propiedad de otra persona (como los esclavos), ni están sometido a relaciones de dependencia personal (como los vasallos en el feudalismo).

Un trabajador puede demandar ante los tribunales a su empleador por incumplimiento de contrato, algo imposible en el feudalismo. Sin embargo, al entrar al lugar de trabajo, esos mismos trabajadores “libres” quedan sometidos a la dictadura del capital. ¿Qué producir?, ¿cómo producir?, ¿en qué cantidad?, ¿para quién?, son cuestiones cuya respuesta es potestad exclusiva del capital. Al trabajador sólo le queda agachar la cabeza y obedecer.

Todo lo dicho, nos exige tener presente que:

El Estado anula a su modo las diferencias de nacimiento, de estado social, de cultura y de ocupación al declarar el nacimiento, el estado social, la cultura y la ocupación del hombre como diferencias no políticas, al proclamar a todo miembro del pueblo, sin atender a estas diferencias, como copartícipe por igual de la soberanía popular al tratar a estos elementos de la vida real del pueblo desde el punto de vista del Estado. No obstante, el Estado deja que la propiedad privada, la cultura y la ocupación actúen a su modo, es decir, como propiedad privada, como cultura y como ocupación, y hagan valer su naturaleza especial. Muy lejos de acabar con estas diferencias de hecho, el Estado sólo existe sobre estas premisas, sólo se siente como Estado político y sólo hace valer su generalidad en contraposición de estos elementos suyos.” (p. 184 La cuestión Judía. Carlos Marx).

La “emancipación de los trabajadores”, en la medida en que representa un camino diferente al de la “emancipación política” propia de la revolución democrática burguesa, pasa precisamente , por la eliminación de las premisas de la sociedad burguesa.

El centro de  la “emancipación de los trabajadores” y toda obra de estos en búsqueda de ese objetivo por ellos mismos, es la abolición de la propiedad privada y la eliminación de la escisión entre la sociedad política y la sociedad civil. En otras palabras, consiste en la abolición del Estado como ámbito que legitima la propiedad privada y la dominación capitalista.

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