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Es una discusión frecuente y para nada exclusiva de espacios académicos la que se monta sobre el interrogante por el sentido que toma la historia individual en circunstancias sociales como las que se vienen tejiendo en forma lenta pero persistente en nuestra sociedad desde el Cordobazo para nuestros días. Ese es un tiempo vivido por quien escribe, que me abarca de niño a viejo. He debido existir en todas las incidencias de ese espacio temporal y ese estar, es el que me otorga legitimación para redactar este texto a modo de liberación de un pensamiento recurrente.
Tal vez es ese recorrido, con mucho muerto en el camino y regreso de lo que pensábamos eran personas ya separadas de la contienda política el que produce muchas sensaciones encontradas. Entiendo que el mayor reproche que me puedo hacer desde mi testimonio es haber dejado por respetos diversos que los sucesos se coloquen en relatos y no en realidades y de esa forma instalen versiones como verdades bíblicas.
El capitalismo nace chapoteando sangre y lodo, de la cabeza a los pies. Tal es la descripción de Karl Marx en el primer libro de El capital, al final de esas páginas extraordinarias del capítulo 24 y viene al caso la cita, porque es descriptiva de mucho de los que nos sucede en el aquí y ahora.
Es claro, que un tipo individualmente no puede con ese fenómeno ideológico, pero la pregunta es ¿qué le pasó a mi generación?¿Qué le pasó a los jóvenes de ayer viejos de hoy? Por qué no hemos sido capaces de dejar que nos maltrataran de esta forma y soportamos ese silencio que impuesto por organizaciones no ha dejado ver lo real, y ha conseguido una complicidad necesaria para permitir que los que mandan sigan mandando.
Digo todo esto, porque entre otras cosas me tocó vivir Malvinas. En esa experiencia supe ver a los pioneros de nuestros periodistas estrellas de hoy , mentirle a nuestros padres respecto de que estábamos ganando la guerra. Entre ellos había un tipo joven afectado a la tarea en las Islas por los genocidas en ese momento aclamados en plazas del país.
Ese tipo que vendía carne podrida, se transformó en la referencia de lo que sucedía envasado en los viejos y primeros televisores a color que todo el día bombardeaban exitismo e hipocresía.
Ese tipo Nicolás Kasanzew fue designado como titular de la Dirección de la Gesta de Malvinas en el Senado, y vendido como el único periodista que fue corresponsal de guerra en aquel conflicto bélico.
Que le pasa al menos a mi generación de trabajadores, que no podemos decir, expresar , que ese tipo es un estafador que de manera orgánica se presta a una nueva provocación al enfrentamiento social que monta la vicepresidenta buscando abrir heridas que sabe mal suturadas.
Nos pasa lo mismo que nos pasó cuando viene un pibe que conoce la historia por las redes y te tira sin pelos en la lengua que para él en Argentina no hubo prácticas genocidas cuestionando cantidades y no hechos, los mismos que la vicepresidenta montada sobre una falsa representación hecha con artilugios electorales defraudatorios se anima a cuestionar.
Casualmente por estos días, se maltrata al revolucionario italiano, Antonio Gramsci utilizándolo para reflotar la idea de batalla cultural y hegemonía, en el bochornoso cruce de mensajes por redes entre el propio presidente y una cantante.
Nada esta suelto en este aparato de operaciones políticas montadas por empleados de la clase dominante en forma tal que , alterando sucesos, citas bibliográficas, se haga una cortina de humo que como aquella que se forma cuando salen los equipos a la cancha no deja ver el juego en sí , y mucho menos la dirección de la pelota
Hoy Nicolás Kasanzew como titular de la Dirección de la Gesta de Malvinas en el Senado, nos va a contar nuevamente que “estamos ganando” y que “el que no salta es un ingles”, justo para que recordemos asociando datos que nuestra estructura productiva tiene un problema por endeudamiento externo e interno, que ve cada vez más devaluado el valor del trabajo humano mellando su productividad y que nuestros acreedores no son otros que esas bancas internacionales y burgueses que montaron la muerte en unas islas del atlántico sur y ponen nuevamente la imposibilidad de vivir como posibilidad surgida del hambre, la miseria y la pobreza que generan sus políticas y el modo de producción capitalista.
Son espectros, son fantasmas que nos mortifican más allá de nuestras carencias materiales con sus operaciones . Es hora de no dejarlos pasar.
NUEVO CURSO