“Es más factible imaginar el fin de toda la historia humana que el fin del capitalismo” dice Martín Kohan en un último reportaje en la revista Acción
Esa parece ser la primaria conclusión que deja ver el fenómeno de lucha de clases en la argentina y una orientación para su comprensión que buscaría anclar los procesos de transformación política bajo la última fase del capitalismo, desde una óptica socialista anclada en el siglo XXI.
Implica en sentido estricto un avance frente a los diputados del FITU exhibiendo cartelitos en el “nido de ratas”, y luego adicionando su queja por no haber sido filmados por la TV pública, todo lo cual denuncia que lo hicieron con ese objetivo, extremo que pone de manifiesto su mezquindad de objetivos, su prevalencia por esas tácticas, y sus pies en los platos del régimen burgués autodenominándose su “izquierda”.
En el mismo plano la queja por la “militarización” de los alrededores del “nido de ratas” por perros, lobos y entramados del aparato represivo de primer mundo de la comandante “pato”. La pregunta es ¿qué otra cosa podía esperar? ¿se puede alegar sorpresa o acudir a la eterna denuncia?
Tomo una referencia futbolística para marcar el desvío ínsito reiterado en estas acciones de propaganda reformista contenidas en el FITU y satélites. En ocasión del retorno de la selección nacional de fútbol campeona, se montó previamente un sesudo operativo de seguridad que fue desbaratado en los hechos por la movilización popular generalizada, pugnando por ver a sus ídolos, quienes tuvieron que salir en helicóptero del lugar. Está claro que cuando los sentires generales de los trabajadores se ponen en juego, la movilización se impone y las lágrimas de cocodrilo de la política de aparto del FITU muestra sus esenciales falencias. En definitiva, movilizar en términos políticos no es nunca ni en ningún caso un teatro callejero. La burguesía forma las imágenes. La realidad de la clase trabajadora en la calle, vence a las imágenes y a sus tanquetas represivas, siempre y cuando la clase trabajadora en sí, cada uno de los trabajadores movilizados se organicen colectivamente, activen sus organismos naturales, y el planteo no sea otro que el pasaje revolucionario de clase en sí a clase para sí.
En este sentido el ensayista Alejandro Horowitz trae su aporte, indicando que: considera que «si no transformamos radicalmente el mundo, el capitalismo puede amenazar la vida en el planeta».
El fracaso del socialismo en un solo estado en su versión Unión Soviética y otros satélites Stalinistas , y el desprestigio que acarreo esa experiencia frustrada al ser tomada por la militancia durante décadas como el faro que iluminaba el mar de los deseos para lograr su concreción , no puede aún hoy llevarse consigo la estrategia central del manifiesto comunista, leída en términos históricos, desde el fenómeno concreto expresivo de la lucha de clases y su desenvolvimiento necesario hacia la emancipación de los trabajadores por los trabajadores mismos que tiene hoy por las consecuencias críticas estructurales y de reproducción del capitalismo, una ampliación en escenarios de guerra económica y territorios bélicos esparcidos por el mundo.
Dicho, en otros términos, estamos frente a un estancamiento económico con difícil perspectiva de resolución, admitido por los propios organismos financieros internacionales, se desenvuelve acompañado por una crisis de representatividad en el plano político e institucional. La disputa entre potencias y la guerra que viene escalando expresa las limitaciones del sistema para resolver sus contradicciones, que se hallan en sus propios cimientos, y que por añadidura ponen de relieve todas las insuficiencias y vacíos del reformismo, cualquiera fuese el ropaje simbólico que presente, aun cuando pretenda decir que responde a una Cuarta Internacional inexistente y que demanda su reconstrucción liberada precisamente de estos renegados del programa fundacional.
Si se trata de encontrar un paralelo en la enseñanza de los revolucionarios probados, habría que recordar el sentimiento de traición causado por el apoyo a la guerra de los partidos socialistas europeos, que chocó tanto a Lenin, al punto que le obligó intelectualmente a rechazar el “marxismo de la II Internacional” y emprender un nuevo curso. Lo propio respecto de la oposición de izquierda del partido bolchevique en los tiempos del llamado “termidor”
El trabajo de repensar el marxismo se asocia a menudo con su intenso estudio de la Ciencia de la lógica de Hegel en otoño de 1914.
Tanto Lenin como León Trotsky tomaron la enorme tarea de hacer efectiva las tesis me Marx sobre Feuerbach y emprendieron la tarea revolucionaria de discutir, comprender en sus fundamentos mismos, y dirigir un proceso de transformación radical.
“Es por ahí”, donde “se puede ver” un canal de materialización efectiva de “la esperanza” y no de la nostalgia, respecto del sentido existencial de cada trabajador en el mundo y la proyección de su existencia, radicada en la construcción de una nueva sociedad con base en nuevas y materialmente diferentes relaciones de producción.
Desde otra perspectiva, pero en ese mismo sentido, hay que advertir que los resultados electorales no son una mala encuesta y que no hay un embuste general en el proyecto burgués general de que Estado y que modelo de país necesita esa clase social de conjunto. Es un engaño pensar que el voto de Milei no fue de más del 50 por ciento, porque en realidad el voto en gran parte de los trabajadores en sí, y no como clase consciente, fue para un proyecto burgués de orden que difiriera de aquel que exhibía en ruinas y agotado el partido del poder, es decir el Peronismo y colaterales, que había sido hasta ahí el discurso dominante. Milei expresó como mercancía preordenada un nuevo giro del dominio capitalista buscando volver a la argentina sin la eclosión de masas que significo el peronismo, sencillamente porque ya no les sirve. En ese contexto , cada cual atiende su juego y las dirigencias sindicales todas electas en procesos no impugnados socialmente, no se sienten presionadas por sus bases porque las bases debaten si es precisamente la presión a la dirigencia la herramienta válida, en tanto la sociedad no impugna desde la clase trabajadora en sí, el proyecto burgués, sino que trata de ver como se acomoda y no cree por la propia prédica de los FITU en la movilización , ya que se pasaron desde la gestión Macri, luego de la movilización al congreso por el cambio de fórmula de ajuste jubilatorio , propagandizando la lucha electoral donde han fracasado estrepitosamente , quedando reducidos a ser parte del nido de ratas con cartelitos en la mano y quejándose porque no los filman. El reflujo es grande, sustantivo, solo las acciones políticas de la burguesía que nos colocan en la pobreza, permiten abrigar alguna posibilidad, en la medida en que se adopte un nuevo curso en la acción de agitación y propaganda.
Durante un tiempo prolongado que lleva décadas de catástrofes humanas y materiales, nos han logrado convencer de una u otra manera a los trabajadores de que la iniciativa privada es la única receta capaz de crear riqueza y la prosperidad de todos en distintos grados. Son numerosas las experiencias vividas en las que hemos podido aprender que muchos despedidos invirtieron sus menguadas indemnizaciones en montar actividades comerciales o productivas destinadas al fracaso.
Lo cierto es que el capitalismo, en tanto orden social no puede dar más de sí, por sus propias contradicciones objetivas. Como decía Almudena Grandes en “Todo va a mejorar”: No se han limitado a matar la gallina de los huevos de oro. La han degollado, triturado, despedazado, para comérsela viva, para beber su sangre y masticar sus huesos”
El parlamento, hoy exhibido y sincerado en el relato oficial como “un nido de ratas”, tantas veces exaltados por el FITU, solo se emplea como una imagen con cartelitos, uno de los cuales habla de “estafa electoral” sin poder explicar que por ese fraude eleccionario ellos están ahí. Es decir, caracterizan de fraude al propio mecanismo que los puso en ese sitio, y al que alentaron a respetar en las reiteradas campañas de propaganda previa al acto eleccionario y en el hacer cotidiano de la militancia. A la violencia de la clase dominante no se la combate con la imagen ni con la queja por no salir en la foto. Los cambios sociales no pueden operarse con esas actitudes que contienen por la base lo mismo que se dice combatir.
En ese sentido, parece necesario remarcar esas objetividades del fenómeno achacables no al enemigo abierto de clase, es decir, la burguesía en sí, sino a los actores dirigenciales y organizativos, de una construcción política que hace mucho daño y poderlo decir para el análisis de los trabajadores en sus lugares sociales de desenvolvimiento cotidiano.
No filmarlo es lo mismo que decirle «cartelitos están de más» o peor seguir allí después de que les digan «ratas» y no haya surgido ningún sector de la clase obrera en su defensa Esos diputados del cartelito fueron al circo electoral y le dijeron “gatito mimoso” al monstruo que ahora les muestra los dientes
En el mismo sentido, debe advertirse que ni en el futuro ni en el pasado permiten abrazarse con c el relato K cualquiera fuese su difusor. Si algo hicieron las organizaciones que forman la cooperativa electoral FITU fue tratar de engancharse con el ala izquierda k, maniobra que hoy se disimula con un falso uso de la táctica del frente único que encubre un frente popular con una pretendida burguesía progresista que es precisamente la derrotada en el proceso electoral que ahora se conceptualiza como fraudulento. No son otra cosa, que renegados del clasismo, cultores del cretinismo parlamentario. No hay proyecto de unidad en un frente con la dirección de esos sectores presuntamente progresistas de la burguesía, ni con el reformismo, esa ruta conduce a un nuevo fracaso y a la viabilidad en última instancia de la política burguesa, en su objetivo de dominación cultural de clases sobre los explotados.
Los que convocaron a un gran proyecto nacional son precisamente los burgueses de la mano del dueño de las cámaras televisivas que omitieron a los parlamentarios del FITU. En esa expresión de llamado a la unidad nacional burguesa, el peronismo puja por ver como entra y sus presuntos combates no son otra cosa que operaciones de presión para lograr tal objetivo, al igual que lo hace la conducción de la CGT. Durante 40 años al menos, se llamó a un tercer movimiento histórico, frentes populares, trasvasamiento y horizontalidad política, discurso de “parque norte”, pacto de Olivos, sueños de Néstor, defensa de la pequeña y mediana empresa, etc. Es eso lo que no va más. Eso es lo derrotado en las urnas y en la realidad. En el último período de diez años se ofreció a Scioli, Alberto Fernández y Massa, todos caídos en la arena política y la puja de sectores al interior de la burguesía, pero vigentes dentro del elenco estable del personal político de esa clase al que se le suma Pichetto, Moreno y otras yerbas. La lucha es por un nuevo curso, clasista, con política obrera que tiene como sujeto expresivo al trabajador. Una construcción con el objetivo transformador y emancipador de esa clase social con conciencia de sí, con programa socialista y derrumbe del poder burgués en todas sus expresiones. No se consigue con cartelitos, ni cacerolas, ni saltando molinetes exclusivamente, mucho menos con parlamentarios en el “nido de ratas”. Es otro proceso que parte de la superación de lo viejo, que implica negarlo, pero no quedarse en la negativa. Milei es la cara perversa del capital en su totalidad. No hay posibilidad de capital bueno.
NUEVO CURSO