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PACTO DEL “25 de MAYO” vs HUELGA GENERAL

Milei es una creación encargada a los cultores de la manipulación de masas por la burguesía para dar cuenta del agotamiento del sistema de partidos tradicionales en la gestión del poder de esa clase.

Siendo así, y los hechos no nos desmienten en modo alguno,  el encargado del ejecutivono es pasible de ser factor de diagnósticos psiquiátricos, ni de elucubraciones políticas gestadas desde categorías conceptuales del psicoanálisis cualquiera fuesen sus cultores, que según parece han salido a la palestra desde el ahora desorientado campo del progresismo cultural.

 Milei, no lo es, por la mediación de un factor gravitante, ya que tras su apariencia medidamente construida en el día a día desde que se lo colocó en campaña a la fecha, lo cierto y concreto es que no detenta la condición de sujeto en sí, no es un ser humano que se determina en libertad sino la resultante de múltiples formatos que lo condicionan en su totalidad.

Dicho, en otros términos, el personaje no es el sujeto sino una escenificación cosificada como herramienta para un fin. No resulta por tal circunstancia, un sujeto en sí. No es, una persona que sea pasible de encuadrar en un diagnóstico psiquiátrico o una especulación desde el psicoanálisis.

Sin embargo, en la tenaz perseverancia de todo el aparato tecnológico que le sirve de factor de gestación y  soporte, al que se añade , el aporte irredento de los mercenarios periodistas escudados en empresas que venden ese personaje y otras mercancías con ese valor de uso, tiene sin embargo la utilidad, de   revelarnos a su paso, un elemento no transitado desde este fenómeno complejo , que es  el monstruo que anida en el interior de cada hombre, monopolizado por su entorno conformando uno de  los más lacerantes yugos políticos que la burguesía le ha impuesto a los trabajadores.

Sin embargo, si nos paramos sobre la experiencia sucesiva de dictaduras genocidas de clase , implícitas y explícitas,  vivida por la clase trabajadora queda desde el pensamiento clasista y revolucionaria un  resto ético y político emergente desde los propios hechos,  para conformar una determinación política unitaria en orden a construir la huelga general, ubicándola como vía necesaria para su desplazamiento del poder y la instalación de un gobierno de los trabajadores , con la única tarea estratégica de construir el programa socialista y una nueva sociedad.

La huelga de la clase trabajadora, construida desde las bases agrupadas en las organizaciones de todos los que ofrecen a la venta su fuerza de trabajo como único recurso de sobrevivencia, es la herramienta cuya utilización específica impone la realidad. Y como lo impone lo real, de ella no se puede eludir a las organizaciones de masas de los trabajadores formales actualmente existentes, cualquiera fuese quienes las dirigen, si los mecanismos democráticos en las bases logran ponerse en funcionamiento.

La huelga general es hoy, el instrumento necesario para vencer la ofensiva burguesa que proyecta potenciar las situaciones de explotación y opresión que nacen a partir de la relación capital trabajo, a otra dimensión que termine con lo históricamente existente.

Debe dejarse en claro que lo que no está en la escena como factor movilizante, es el retorno a estructuras sociales propias del capitalismo en desarrollo, como las emergentes de la post guerra. Lo que sobrevivimos, es la tendencia de la burguesía, a la reformulación jurídica del vínculo entre capital y fuerza de trabajo, buscando por esa vía consolidad un giro ascendente de la extracción de plusvalía absoluta, que remite a la intensificación del ritmo de trabajo o su extensión horaria para lograr mayor productividad de la fuerza de trabajo.

Es esta conformación de la estructura productiva y explotación de la fuerza de trabajo, la que pretende la burguesía al ver en crisis el proceso de reproducción del capital y requerir por ello de un ciclo nuevo de acumulación originaria de capital en otra estructura social por modificación de las formas jurídicas y la consolidación de su clase como sujeto de poder. Ese es el presupuesto ideológico del proyecto de ley Bases que no termina por configurarse pero que no tiene en los mecanismos republicanos, y en el esquema de la representación política, ninguna fuerza social consolidada que lo impugne de manera sistemática y bregue por la construcción superadora de un poder obrero y socialista.

En este sentido, hay que tener siempre presente, como premisa conceptual, un aspecto reiterado en términos históricos, del modo de producción capitalista que describe Marx en la “ideología alemana, según el cual “. en todas las épocas el pensamiento de la clase que se halla en la cima del poder ejerce un predominio absoluto. La clase que impera en la sociedad, materialmente impera a la par espiritualmente. La clase que tiene a su alcance los medios para la producción material dispone también de los medios para la producción espiritual, de modo que impone su pensamiento a los que, por carecer de medios materiales, no pueden ser productivos espiritualmente.

En este orden de ideas y con estas dificultades estructurales, no viene mal tener presente que, en toda relación de sometimiento social al capital, su Estado y sus personeros, la sumisión más salvaje no es la que irrumpe por medio de la fuerza, sino aquella que viene precedida por el consenso abstracto dado en un proceso electoral ordenado a estancar representaciones de poder a través de la pasividad de la costumbre.

No hay política sin conocimiento del hombre y en particular de la específica existencia del trabajador en sí dentro del particular fenómeno social que conlleva la crisis de reproducción del capital y la prevalencia del orden jurídico relativo a esa relación.

Si los hombres sirven a un modelo de relaciones sociales a las que acceden, esto lleva consigo, que son criados como siervos. Por eso, la lucha de esos trabajadores contra esa relación de servilismo no depende de las declaraciones bélicas o de las amenazas de la revolución, sino de evitar la disipación o la indiferencia política, que se adivinan como los auténticos males de la república burguesa, signada por un marcado protagonismo del individualismo y el utilitarismo moral.

El capitalismo en su momento crítico de guerras y convulsiones sociales desenraiza al hombre trabajador en modo que su alienación respecto de la mercancía lo despoja de toda libertad concreta y comunitaria, desplazando ésta hacia una pura abstracción de potestades del individuo que destruye la amistad y destierra el pluralismo, saqueando las fronteras de los propios reductos de la intimidad humana.

La crisis subjetiva se presenta entonces aboliendo incluso en abstracto la idea de bien común (recuérdese que para el proyecto burgués en el gobierno la justicia social es “una porquería), suplantado por la pretensión particular, subjetiva, de quien se erige en dueño de otros hombres.

El peligro que se exhibe como tendencia profunda en el cuerpo social, producto en gran parte por el agotamiento histórico de cualquier relato peronista decretado incluso en las urnas , , no es tanto el mecanismo o el procedimiento que asegura el consentimiento de la función del gobernante aparatosa y propagandísticamente construido en laboratorio ,  sino la verdadera implicación política de los llamados ciudadanos en ese proyecto burgués que sería la que le esta dando plafón a este sometimiento a condiciones de barbarie social con complacencia, sin que medie en la conformación de la voluntad pública intereses espurios o manipulaciones sofísticas.

La clave política, está en advertir de manera paciente y con propaganda política adecuada que el mentado bien común de la república democrática se disipa por la fuerza de los hechos gestados por las propias contradicciones contenidas al interior de la relación capital-fuerza de trabajo.

El formato impuesto de manera artificiosa para un gobernante con las apariencias de Milei tiene en sí mismo constituido la incapacidad forzada de éste para ser amigo de la población tomada de conjunto, razón por la cual requiere todo el tiempo de la contradicción abstracta, gestando “enemigos” por doquier.

También hay que tener presente que la obstinación por el poder y la pasión por la autoridad están en relación dialéctica con las debilidades que emergen de la subordinación real.

Desde esta perspectiva, la construcción de la huelga general de la clase trabajadora, contra el orden jurídico-institucional del orden burgués, implica sin duda, mucho sacrificio, pero, además, también lleva consigo, el aprendizaje en torno a los cálculos de quienes gestionan políticamente esta dictadura de clase y los síntomas en que se manifiesta esa libertad reducida y paulatinamente subyugada.

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