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EL CRIMEN ORGANIZADO ES PARTE DE LA ECONOMIA CAPITALISTA

Secando lágrimas los oportunistas, y conversos reformistas se ponen en línea detrás de las tesis de un periodista socialdemócrata que explica las apariencias y no da razones de sus dichos, ni va en búsqueda de aquello que proyecta la imagen.

Marabunta filial Rosario a conseguido filtrar sus falsa conciencia y comprensión de un fenómeno de lucha de clases en la publicación nacional al amparo de la cercanía, pero nunca como en este caso estar cerca no da testimonio de fidelidad si la realidad se mira con los anteojos distorsivos del reformismo.

       Ese entramado óptico que sobre la imagen y no sobre la realidad deforma el fenómeno en sí, esta claramente expuesto cuando se acude a la trillada tesis de la derechización de la sociedad. Sin embargo, habría que recordarle a quienes se ocuparon de hacer este texto al que aludimos, que ya en la presidencia de Néstor Kirchner bajo presión de movilizaciones callejeras y la aparición de un falso ingeniero se alteró todo el código penal, se incrementaron las penas de manera arbitraria y se incorporaron infinidades de nuevos tipos penales, proceso que no culminó desde entonces a la fecha. De esta forma, si la clave está en la derechización de la sociedad, ella no podría explicar las conclusiones que se siguen del propio documento en examen, que llama a sostener Asambleas, siendo que, si las asambleas no se sostienen, y deben ser sostenidas ello responde a que la población no ha optado por esa herramienta de manera masiva y espontanea. Mecánicamente podría decirse que, si están derechizados, lejos pueden acudir a una asamblea y si a respaldar más de lo que siempre pidieron y siempre fracaso, esto es más represión y más criminalización del orden social.

Buscando un ejemplo para el error lógico del silogismo mal construido en el texto. Si la “sociedad” – sin diferenciación de clases- de manera homogénea se ha derechizado, y es ese el “gran dato” de la cuestión en examen, luego las asambleas no son las herramientas adecuadas para poner en cuestión ese presunto dato sociológico. Sería igual que afirmar que en un lugar la gente no sabe nadar y eso le parece un mérito y decir que la solución sería convocarlos a una pileta.

Dentro del embuste ideológico y la colaboración directa a la formación de falsa conciencia, se acude a la categoría “mafia”.  Cuando se acude a ella se esta queriendo significar básicamente una clase especial del crimen organizado, extendido desde su origen en el Mezzogiorno italiano a cualquier grupo de crimen organizado, con similares características, independientemente de su origen o lugar de acción. Traduciendo, Marabunta Rosarina y Nacional sostiene que un fenómeno social como lo es la economía criminal lo determinan las mafias, es decir, el crimen organizado. Eso sería como decir que el monopolio Arcor es el responsable exclusivo de la pobreza y miseria generalizada del país. Bastaría sustituir al grupo económico para que los males el capital finalizaran.

Si se abandona el análisis de clase, si se evita analizar la estructura capitalista productiva y financiera de la región y el país, es probable como esta sucediendo en este texto que se desconozca lo que significa la economía criminal en la reproducción del capital. En general la incidencia de ella en el producto bruto nacional es tan o más significativa que la economía formal. Eso sin detenernos en como la economía formal se dinamiza por el flujo de dineros que provienen de esa área de apropiación, producción de mercancía que concreta su valor incorporado en dinero.

Por ejemplo ¿podría decirse que la empleada que trabaja en un local comercial cuya habilitación y capital constante nace del producido de la venta local de drogas, forma parte de una mafia organizada? Sin embargo, la empleada no tendría empleo si el dinero para sostener ese local fuera proveniente de un capital generado por la economía formal. Por ejemplo. Los emprendimientos inmobiliarios en la zona del gran Rosario, han dado empleo a gran cantidad de personas y motorizado esas zonas con cambios habitacionales que incluso modifican la propia realidad convivencial de la sociedad civil. Son todos los que tienen que ver con ese fenómeno económico, componentes que no pueden ser reducidos a una mafia, que es una categoría de la criminología, variable, subjetiva y que no ayuda al menos al acercamiento respecto del objeto que se pretende conocer y no -como lo exhibe el documento- que ya se da por conocido.

Este error también descalifica la trascendencia que tiene a la hora de dar cuenta de porque mueren trabajadores, apelar al problema del dominio de la hidrobia y la comercialización internacional de drogas. Sin perjuicio de la existencia de esa situación, ella no da cuenta de muertes, si es que pueda ser posible ese extremo. Las muertes de los trabajadores son parte de las muertes que la economía capitalista genera sobre nuestra clase social a diario. De ello dan cuenta por ejemplo las que se producen en ocasión de la prestación de tareas o transitando hacia ellas, eufemísticamente designadas como riesgos del trabajo. O cabe considerar un mafioso sicario, al constructor que monta un emprendimiento sin darle los instrumentos de seguridad a sus obreros que trabajan en altura, y otros muchos casos. Muchos de esos patrones, contratistas, y las compañías de seguros, los médicos de seguridad laboral y otros, ¿Conforman una mafia esos muchachos del empresariado nacional? Eran mafiosos, los patrones que requerían que los trabajadores fueran a laborar en plena pandemia, acudiendo al embuste de la “esencialidad”.

El dinero que está afectado directamente no es divisas que nacen de la exportación sino dinero nacional, pesos, que se logran por la venta local de droga que permiten las cuevas de venta de dólares y le da dimensión al volumen del mercado del dolar blue de la zona. Es decir, quienes acceden a una masa de dinero en pesos significativa, no regulada, no detectable simplemente, nutren la demanda dominante del dólar blue en la zona. Habría que preguntarle a cada honesto de papel, que concurre a hacerse de ese «dólar ahorro» si conoce que esos billetes vienen marcados por la sangre de un playero nocturno o la de dos taxistas y un chofer de transporte urbano.

Para terminar con las muertes de trabajadores o pibes vulnerables de las villas o barrios populares, no pasa por propagandizar que hay que llevarse por delante a la mafia como “los intocables “y pujar por la derogación de la ley seca. Las muertes las produce el orden social capitalista y su estructura dependiente y tardía que se enseñorea sobre nuestras relaciones sociales en donde por sus limitaciones y sus crisis adquiere significación la economía delictiva y sus particularidades.

Lo que revela el documento es que no se comprende el hecho social que se caracteriza como delito en esta sociedad capitalista. Sin proponérselo entra con ello en un contradictorio insoluble, porque siendo que hay masas derechizadas, es inviable pensar que esas propias masas sean capaces de conocer el fenómeno en sí y no sus apariencias imaginarias. Queda más cómodo pensar que con un rococo sin ley se termina el juego mafioso. Menos sencillo, pero más cerca de lo concreto es advertir que no se trata de mafias sino de las expresiones de barbarie de un orden social decadente que no le garantiza al sujeto ni su propia existencia física.

 Es lamentable que personas que han conocido el encierro carcelario se apronten a decir, con tal de justificar un planteo ideológico: “se seguirán violando derechos constitucionales de todos los presos con el argumento de reprimir mejor a las corruptas y asesinas cúpulas narcos”

Si es que “se seguirán violando” derecho de los presos, es que estos existían aún antes de los hechos que llevan a Marabunta a escribir este texto que analizamos. Es decir, los presos por ser tales siempre son violentados, pues la cárcel es la generadora de las situaciones que avasallan su condición de sujeto. Nadie en encierro, es decir, nadie privado de libertad puede alegar derechos que solo puede hacer valer ante el propio Estado que lo encarceló, a sabiendas que por ser tales, nunca pueden ser sanas y limpias, para seguridad y no para castigo como ideológicamente lo dice la constitución. Pensar que ahora, por las muertes de trabajadores los presos sufrirán condiciones denigrantes, es un embuste que tapa la naturaleza y esencia de la cárcel.

Lo propio es comprar la maniobra de que las muertes se deben a esas condiciones. Es poco serio pensar que algo ocurre en la existencia por una única causa.

En definitiva, el documento es una manera reformista de vender una nueva expresión de la criminología burguesa. Los trabajadores que no estamos derechizados, sino que simplemente somos trabajadores, no podemos adquirir ese paquete mercantilizado de ideas para construir falsa conciencia. Los trabajadores militantes, debe propagandizar la crisis del capital, explicar las muertes por esa crisis, que ocupa las estructuras del poder formal y la economía criminal y difundir el programa socialista de destrucción del poder burgués y conformación de nuevas relaciones sociales, sin tomar a las muertes como motivo sino a la vida digna como anhelo.

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