Nuestra sociedad, presenta de modo continuo paradojas que pueden reconocerse en ella, sin necesidad de acudir a mayores esfuerzos, ni tampoco a tecnología sociológica de vulgarización de los fenómenos. En esto no adquieren existencia las abstracciones de la virtualidad que galopan en redes de comunicación, ni tampoco los instrumentos de inteligencia artificial.
Si se penetra en la vida de las relaciones intersubjetivas que concretan la sociedad civil desde sus primarias relaciones de producción, es advertible que un 24 de mayo de 2024, carece ya de los sujetos sociales que lo determinaron, en la medida que el tiempo biológico de los protagonistas de aquel 24 de marzo de 1976 ya no podrán estar presentes.
En primer orden es necesario decir que uno de los objetivos del proceso político que se menta en la plaza de mayo con sentido histórico fue precisamente lograr ausencias, desaparecer, terminar con un “enemigo construido desde la ideología” que necesariamente debía responder al momento o estadio de la lucha de clases en aquel entonces.
La misma búsqueda de la desaparición, también tomo cuerpo en otro momento de esa misma lucha de clases, pero en ese caso no fue de sujetos corporalmente existentes sino de los fundamentos ideológicos que funcionaban como herramientas y armas de la critica para la vanguardia de la clase trabajadora.
Esa última batalla tuvo muchas escaramuzas, pero tropezó con un problema fundamental que le dio su particular característica. Los trabajadores perdieron física e ideológicamente a su alto mando y quienes debieron tomar esas armas intelectuales y hacerlas reales en actos concretos decidieron, no levantarlas de un suelo regado en sangre y optar por reunirse con los que miraban la contienda desde un afuera muy incómodo pues sus organizaciones políticas reformistas, navegaban en las turbias aguas del oportunismo.
De esa confluencia, perturbada además por una maniobra bélica, plagada de oportunismo militar y sinceramiento de los ejecutores de las prácticas genocidas de cuál era su sitio frente al imperialismo y su encuadre funcional al capital financiero , nació la opción por seguir las ilusiones democráticas del alfonsinismo y la izquierda peronista, y la arquitectura política centrada en la defensa de ilusiones democráticas, y la concentración de objetivos en la declaración de derechos subjetivos por el estado, todo esto en consonancia con la tendencia mundial del capital de salir del formato autoritario y desarrollar organismos internacionales de derechos humanos, haciendo de la revolución francesa y sus paradigmas individuales el objetivo utópico y naturalizado de la vida.
Así las plazas menguadas de víctimas y familiares de las víctimas, se trasfundieron en masas cuantitativamente diversas , pero concentradas en el objetivo del castigo, formateado en procesos penales , que insumió todo un gran período de tiempo con batallas procesales que terminaron con condenas a ancianos genocidas , solo sostenidas por el orden político del momento en su propia lógica de acumulación de poder y a sabiendas que la extensión en el tiempo había quitado el tema de la agenda para volverlo a colocar en el interés de quienes realmente buscaban alguna respuesta de lo sucedido.
Lo cierto es que ya hoy no interesa ni la verdad histórica, procesalmente demostrada dentro de los formatos de lo jurídico, porque a la par de que en el tiempo y a las cansadas se había conseguido concentrar el problema represivo en las formas jurídicas y procesales penales, los aparatos ideológicos desarrollaron otro nuevo espacio político, adaptado a la prevalencia del poder burgués y su función primordial de garantizar la acumulación y reproducción del capital por estos lados.
De esta forma, el socialismo paso a recibir sentencia de caducidad, no impuesta desde arriba por bando militar alguno, sino por los dos brazos unidos de Alfonsín o la sonrisa de Carlos Menem y la propia realidad que, en la lucha de clases, y desde la ausencia de un comando en jefe de organización del combate en la clase trabajadora, impregnada por la lectura sesgada que dejaba la caída del muro de Berlín y un contexto donde “finalmente” un peso era equivalente a un dólar.
Los propios “socialistas” se ocuparon de bregar por salir de la lucha paciente y constante de defender el marxismo, según lo había enseñado en otro momento de la historia con su propia vida sesgada el propio Trotsky a quien decían venerar y facilitados por las apariencias electorales decidieron recluirse en las universidades para enfrentarse allí con enemigos abstractos y convencer a la militancia que el problema era interpretar textos y hacer reinterpretaciones de lo escrito en la mayoría de las veces ventilados con anacronismos.
El punto máximo de la tendencia a la adaptación con el orden capitalista lo marcó el abandono de la convocatoria a la marcha de la resistencia y la adaptación de sectores de las organizaciones al discurso del poder, convirtiéndose en una suerte de brazo moral de las formas de poder burgués existentes.
La moda del “arrepentido”. El discurso abierto o encubierto descalificando en abstracto el sentido militar del combate en el que se vio inmersa la vanguardia de la clase trabajadora , obligando a que el enemigo de clase optara por las prácticas genocidas , en su sentido más estricto de acciones de exterminio , tomo forma en las propias prácticas y medidas organizativas de aquellos que debieron alzar las banderas y en su lugar , de modo lento, sedimentario, terminaron construyendo un relato reformista, que hoy exhibe su agonía, pero ella no sucede de forma neutra sino arrastrando tras de sí a un conjunto de militantes que salieron a la vida política después del 2001 , al amparo de esa revuelta.
La democracia exhibida como Estado de Derecho, y fundamentalmente como espacio de respeto mutuo entre todas las opiniones exhibe hoy su realidad y rompe con todas las ilusiones creadas ideológicamente en su entorno. El respeto puede ser de opiniones, pero solo en tanto se trate de opiniones y no de acciones que cuestionen precisamente el carácter ilusorio de sus promesas de sociedad de libres e iguales ante la ley, y se manifiesten en favor del socialismo y el poder obrero.
Lo cierto es que hoy tenemos a los cultores del parlamentarismo empeñados en buscar negacionistas como si fueran portadores de una moralidad superior que los habilite en esa tarea sin reconocer que fueron ellos mismos los que le facilitaron a los negacionistas poner sus aberrantes versiones del fenómeno y su relato nuevamente en la consideración pública, y dirimir la cuestión de modo tangencial con el voto, de resultas de los cuales, hoy el negacionismo camina por los pasillos de la rosada y el congreso.
La denuncia de la farsa electoral y la tendencia a la imposición de lo que hoy transitamos no fue recogida por los que bregan por estar con sus cartelitos en la cabecera de una marcha fundada en el 24 de marzo, y pugnan porque sus premisas estén en un documento que se leerá públicamente.
Es curioso que los cultores de las aplicaciones, las diversas herramientas de internet, los videos y otras yerbas, hoy pugnen por presencia y lecturas al viento de palabras que no tienen cuerpos ni subjetividades que las saquen de la simple abstracción.
De cualquier forma, es necesario puntualizar lo que se pierde de vista con estos comportamientos militantes para la tribuna o para sobrevivir en el engaño propio. Nuestras mayorías en la actual composición de las estructuras sociales, no se preguntan por el sentido de los fenómenos políticos actuales e históricos, porque la memoria y el análisis no forma parte de su particular existir alienado. Para las amplias masas de la población, las cosas ocurren, se dan sencillamente porque se dan, como si fueran hechos de la naturaleza y el problema central es como se adaptan a esos sucesos o como los evita desde su perspectiva individual de sobrevivencia en la inclusión en ese orden. Al darse dos actos y no uno en capital federal -que es donde interesa políticamente- la relevancia que pueda adquirir lo que allí se manifieste toma formato mediático, si es que esas empresas capitalistas deciden dárselo según sus intereses. Si se lo dan, el abordaje exhibirá productos que busquen un determinado imaginario que nada tiene que ver con la tragedia de vidas humanas que implicó el despliegue exterminador de las prácticas genocidas encargadas por la dictadura cívico-militar que ocupó el poder formal del Estado burgués.
El empleo mediático que pudiera ocurrir de cuanto transcurra el 24 de marzo próximo, ocurrirá con la forma que se estime más cercano a la negociación que si se entabla entre distintos sectores de la clase dominante y sus localizaciones territoriales en las provincias. Si mucha gente reunida en un espacio público sirve de presión sobre el personal político burgués electo y el sector que lo respalda, se la utilizara. Si la omisión de reflejar el acto, como ocurrió el 8 de marzo o el día de la apertura de ordinarias en el congreso lo requiere, así será vendido como moneda de cambio dentro de la puja burguesa que sigue siendo como clase de conjunto la que fija la agenda.
Por su parte y en consonancia, la conducción burocrática de la CGT y CTAs brega por dar al acto el carácter de parte de un plan de lucha participando de manera formal y afirmando que participa. Eso deja al FITU y organizaciones ligadas a la representación de derechos humanos, después de haber buscado el acto unitario en lo que va a ser su derrotero de aquí adelante: Una marginalidad con fuerte tendencia a implosionar.
Lejos de una crisis política del poder tenemos por delante la marginalidad y atomización de los partidos de la izquierda del régimen burgués tal como ocurre en Europa.
La desaparición física de la generación reprimida, torturada, vejada, que dejó su vida por el socialismo y el vació en que se ubicó cronológicamente la siguiente, sometida en términos militantes a la defraudatoria compraventa de ilusiones democráticas, le quita hoy, al acto del 24 de marzo de sus sujetos necesarios reduciéndolo a un acto de referencia histórica. Cuando Myriam Bregman niega a Villaroel habla en nombre de nadie existente, porque no lo hace levantando los objetivos y los métodos de aquella vanguardia obrero. Lo hace desde el cretinismo parlamentario y la apología del orden jurídico que estructura el Estado, al que le reclama, pero nunca busca superar por otro orden social ni indicar ese camino a la clase trabajadora. Cuando habla y hace Villaroel lo hace desde el mismo espacio de poder como presidenta del poder legislativo que integran los propios diputados del FITU, lo hace desde el negacionismo y como vocera en siglo XXI del partido militar que nunca se fue, porque el aparato militar existe siempre en el mismo sentido ideológico de ejército de ocupación, brazo armado del poder burgués y el capital financiero.
24 de marzo es un proceso que no cierra en el plano político como relato “histórico”. Tampoco cierra con pedidos de castigo a lo que ya no existen como sus concretos sujetos protagonistas.
24 de marzo vive porque los objetivos militares de la burguesía, trastocan a las formas jurídicas y se imponen transitoriamente por farsas electorales – Vive, porque hay una diferencia entre castigo penal y sanción social, teniendo presente que esto último nunca fue logrado a partir de la fragilidad de los que tomaron la continuidad de la lucha por otros medios y la proyectaron a la ficción jurídica y la representación abstracta de un relato que nuevamente esta puesto en cuestionamiento por los aparatos ideológicos del poder burgués formalizados desde el Estado. El pasado como el futuro son elementos del presente. El valor justicia con relación al pasado en sentido temporal, es la única vía de pasaje al futuro. La única manera de doblar la página. Pero ese valor no se consigue en un proceso penal dentro del Estado burgués. Esa condición de la existencia humana que son las relaciones justas de mutuo respeto solo son posibles si el sujeto se libera de la explotación y la opresión en relaciones de producción diversas de las capitalistas y sus formas jurídicas. Esa emancipación que posibilita la justicia, es tarea de los trabajadores mismos, organizados tras el programa socialista.
Es necesario e imperativo, recrear el lazo entre las luchas que engendraron la respuesta genocida en la década del 70 desde la triple A en adelante, y las formas de lucha y el contenido que toma hoy la protesta social. Lo que hoy llamamos Argentina, e la existencia misma de un régimen injusto que considera a los hombres como fichas en el tablero de los intereses de la burguesía como clase. No se trata entonces de aceptar los menús que nos venden todas las expresiones políticas de ese orden social en crisis. Se trata de retroceder, dejar la ruta engañosa del reformismo y el populismo y volver sobre los pasos marcados por los caídos en la lucha y recuperar un solo paradigma movilizante: la lucha por el poder obrero y el socialismo.
Desde un pequeño grupo de propaganda de ideas como lo es Nuevo Curso, no somos lo suficientemente ilusos como para creer que los trabajadores puedan vivir en una benevolencia recíproca durable dentro de esta sociedad de clases en lucha. Pero si creemos en la fuerza creadora de esa condición de trabajadores en sí , por su propio lugar en la producción de bienes y su capacidad emancipatoria desde la comprensión consciente de su existencia y la necesidad de su liberación . Sostenemos que desde el hoy, como construcción ideológica, es posible modelar las formas del hombre nuevo y una nueva sociedad con los paradigmas de justicia en las relaciones humanas que impone el socialismo. Sabemos que es una labor paciente y que nos pone un solo límite que es nuestro tiempo existencial de vida. De tal modo es necesario que ese objetivo socialista lo popularicemos, penetre en nuestra clase desde nuestro presente y no por declaraciones, sino por cada unas de nuestras acciones cotidianas.
Hoy más que nunca, cuando el enemigo de clase avanza con sus verdadera armas sobre la existencia concreta de cada trabajador con escenarios de barbarie, y miseria cultural, la continuidad entre los caídos por las prácticas genocidas bajo dictadura terrorista civico-militar o democracia y los que aquí estamos de pie sobre esta realidad es tener siempre presente que el deber de todo hombre y mujer trabajadora consciente de su condición de tal es ser revolucionario y para ser tal hay que hacer, construir, la revolución socialista.
NUEVO CURSO