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LA NEBLINA DEL AYER, SE DEBE DISIPAR

Solo hay un tiempo esencial

para despertarse:

ese tiempo es ahora.

Hay un fenómeno en el plano subjetivo, que es necesario empezar a comprender. Se sitúa en la comprensión de la realidad que tienen los jóvenes trabajadores que se manifiestan como la vanguardia de nuestra clase.

Esa caracterización de lo dado da signos de indicar que no está en su deseo sostener simbólicamente, ni reivindicar para sí algún vínculo sustantivo respecto de la continuidad con el pasado reciente durante el período que se abre desde 1983 a la fecha.

Hay en los hechos signos de renuncia a todo lo que implican y significan las prácticas y postulados teóricos de las organizaciones políticas que se autoproclamaron como representación política de la clase trabajadora y lo hicieron paradójicamente, haciendo eje en las ilusiones democráticas y la defensa de esa forma de gobierno de la república burguesa.

Lo que durante décadas se canonizó como presunta dialéctica, marcada por la oposición autoritarismo-democracia, llega hoy a su fin. Sin embargo, y esto es lo relevante, no ocurre lo propio con lo actuado, vivido y hecho por la generación obrera que protagonizo la lucha ascendente contra la burguesía y luego la resistencia ante las prácticas de poder gestadas desde el Terrorismo de Estado, montadas por una dictadura cívico-militar que se hizo de la gestión del poder burgués.

Este último elemento en la formación de conciencia de la vanguardia real de la clase trabajadora , es observable a partir de la masividad de la concurrencia a la marcha del 24 de marzo , porque en definitiva  esa presencia  por fuera de toda la confusión programática en la que busca ser embrollada, con un “mas de lo mismo” por las diversas dirigencias de los aparatos políticos volcados sobre las calles , ese “estar ahí” tiene un común denominador inobjetable  dado por la reivindicación como propia de aquella experiencia ascendente de lucha de la clase trabajadora en los primeros años de los setenta y la resistencia en los años posteriores a la avanzada genocida del poder burgués.

La falta de apego a “esperanzas democráticas “ que señalamos como dato distintivo en los jóvenes que dan cuerpo a la vanguardia obrera  , no es otra cosa que la constatación consciente de una objetividad que se desprende de la llamada política de la “motosierra”  del gobierno, que implica llevarse a su paso por determinación unilateral de quienes tienen la gestión estatal del poder burgués todo aquello que se emparente con el reformismo  y su política de cretinismo parlamentario y el populismo progresista que pudiera haber encarnado el ala izquierda de la pequeño burguesía de mano del Kirchnerismo .

Lo relevante es que la “motosierra” no deja de ser selectiva en tanto actúa con datos que la inteligencia servicial del Estado le proporciona en cuanto a la detección de nichos o “kioscos” donde estaba situado el armado del populismo “progresista “y el reformismo en gran parte por las negociaciones que se llevaban a cabo desde la política de asignación de subsidios y planes sociales.

Por este factor es que la motosierra en realidad en muchos casos obra con bisturí y en general deja ver la falta de fundamento relevante para estructuras institucionales que con forma jurídica tomaron cuerpo por encima de los propios grupos perjudicados de modo directo por las consecuencias inmediatas de la crisis de reproducción del capital que padecemos.

Solo a título de ejemplo, cabe considerar lo que nos deja ver el cierre del INADI, la desaparición del Ministerio de la mujer, la televisión pública, y en general lo que se califica como una ofensiva sobre “la cultura”, el cierre del Gaumont, el INCA y otras dependencias.

La determinación en lo que significa un “ir por ahí”, dada desde la operatoria del gobierno deja ver que el poder burgués a ponderado el mínimo costo político que habría de pagar  por esas acciones frente a la consecuente expectativa de lograr “naturalizar” ese tipo de procedimientos y avanzar ahora sobre un sector de empleados de áreas del Estado , donde también se puede detectar  la presencia de actores políticos vectores de las prácticas del Kirchnerismo y la presencia de la base social del aparato humano que sostiene a la dirigencia sindical burocrática   a la hora de suministrar importantes cantidades de votos para que puedan perpetrarse en el gobierno de las organizaciones de masas de los trabajadores.

Con esa arquitectura la burguesía se habilita y de hecho lo esta realizando a replicar el proceder del Estado en el espacio del capital industrial utilizando el despido como arma violenta para presionar por sus intereses específicos y reciclarse en proceso de acumulación de capital en el nuevo espacio estructural que plantea el camino necesario para salir de la crisis de reproducción que padecemos.

Así las cosas, es fácil advertir la complejidad de la situación por su complejidad y por lo alarmante de sus efectos inmediatos sobre la clase trabajadora y la proyección del incremento sin límite de quienes desde ese sector pasen a engrosar la población activa económicamente sobrante.

La crisis de dirección revolucionaria y de la organización política de la vanguardia de trabajadores, es un factor que debe ser advertido y superado por superación de todo aquello que signifique un emparenta miento directo con las prácticas políticas centradas en las ilusiones democráticas y la falsa imparcialidad del Estado visto como orden constitucional y factor económicamente dinamizador de las estructuras productivas favorable a los asalariados.

Es parte necesaria de la propaganda política y la agitación militante, el plateo ineludible de desembarazarse de las direcciones reformistas y la construcción de organización clasista en donde se nuclean las masas de los trabajadores para lograr la penetración consciente del programa socialista y los métodos de lucha constructores del poder obrero.

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