Este domingo 31 de marzo, no es un domingo cualquiera y no por las tradicionales razones de la fe cristiana, sino porque viene precedido de una ola de despidos diseñados desde una ofensiva abierta de la burguesía sobre los trabajadores, que opera en giros ascendentes conforme a los cuales el propio Estado se perfila como el impulsor de esas cesantías en su propio seno.
Estas no son vicisitudes individuales, que cada trabajador debe afrontar en su vida, en un estadio normal del desarrollo de las relaciones sociales capitalistas, sino una expresión clara de un orden social que agoniza, es decir, una estructura de las relaciones intersubjetivas en la sociedad civil que se muestra incapaz para reproducir condiciones dignas de existencia para las propias personas que por su lugar en la producción generan con su fuerza de trabajo valor.
Es esa incapacidad manifiesta de afrontar los requerimientos mínimos que exige una sociedad para preservar a sus miembros , la que se oculta tras la promesa de una salida para todos que no lo es sino, por el contrario la expresión de una concentración más de dominio de la riqueza social en pocas manos.
Por lo demás, debe resaltarse que este no es un problema puramente objetivo, sino que las carencias y contradicciones que se presentan en la base social productiva se proyectan hacia las condiciones de existencia de los trabajadores en forma tal de acentuar los signos de su alienación por el camino del temor social que trae aparejada la desocupación, entendida como impedimento de poder encontrar comprador para la venta de fuerza de trabajo que cada obrero hace en el cotidiano.
Esta conjugación negativa de factores objetivos y subjetivos son los que ponen en orden del día el proyecto superador del socialismo y la vía revolucionaria para su ejecución a través del poder obrero.
Esa estrategia choca hoy con un déficit marcado por la ausencia de dirección política vista como tal por los trabajares y la presencia en la clase obrera de un sector ajeno a sus intereses en la conducción de sus sindicatos, que requiere que la militancia en las tareas de agitación y propaganda se concentren en su superación .
En ese contexto la experiencia de lucha como factor educativo, requiere un paso adelante en lo andado, y evolucionar hacia la declaración y concreción de una huelga general de los trabajadores con movilización en todos los puntos del país.
Esa herramienta no puede ser sustituidas por negociaciones que devienen incluso rechazadas por la burguesía dispuesta a instalar un nuevo formato de relaciones capitalistas cuyo contenido específico es la servidumbre de los trabajadores a las políticas que impone el poder burgués a través del Estado y toda su institucionalidad.
La posibilidad del socialismo y sus ribetes humanizadores por la conformación de una nueva sociedad sostenida por nuevas relaciones de producción ha sido marcada en sentido histórico por la revolución de los soviets en 1917 y es ese el camino de la estrategia emancipadora necesaria de los trabajadores constituidos como clase “para sí”.
En ese contexto es ilustrativo, frente a la campaña deliberadamente descargada en el plano ideológico por el poder burgués sobre los trabajadores buscando además formar falsa conciencia y aceptación del orden capitalista como si fuera el orden natural , apelando incluso a la falsa referencia de un “fracaso del comunismo”, como no deja de indicar el presidente y su fauna , cuando se le presenta cualquier ocasión , traer a cuento aspectos testimoniales de la experiencia revolucionaria que reivindicamos desde su producción historia con la revolución soviética de octubre de 1917
Esa referencia la hacemos incluso para señalar la importancia del papel del individuo en la historia, más allá de la intensa intervención combinada de aquél joven proletariado.
Dice Víctor Serge, transcribiendo el relato que le hace Natalia Sedova , con referencia a aspectos cotidianos de la vida inmediata a la toma del poder por los soviets en octubre de 1917, que:
“Del pequeño alojamiento que ocupábamos en la calle Taurida, nos trasladaron por motivos de seguridad al Instituto Smolny. Nos destinaron a dos piezas. Recuerdo que por no haber podido encontrar ningún género para confeccionar blusas a nuestros dos hijos, me serví de unos tapetes de terciopelo multicolor que encontré sobre las mesas. León y Sergio me reprocharon esta improvisación y se manifestaron descontentos por tener que llevar tales blusas. Cierto día , Lenin , que con su mujer y su hermana ocupaba una de las habitaciones del mismo corredor, entró en la puerta de pasada y vio a los muchachos con sus blusas. Detúvose frente a ellos, los colocó uno junto al otro, se alejó para mejor mirarlos, y exclamó “que hermosura, caramba”. Me impresionó la observación inesperada, y quedé agradablemente sorprendida de que Lenin pudiera interesarse en un hecho tan menudo. A partir de ese día, los niños aceptaron llevar las blusas sin protestar…. A nuestro alrededor, por todas partes, sesionaban los comités; el edificio estaba erizado de ametralladoras. ( V. Serge. “Vida y muerte de León Trotsky pág. 55)
Hace lo propio Louise Bryant , escritora y periodista que junto a John Reed llega a Rusia en los momentos decisivos de la revolución y la guerra civil dice en su libro“ Seis rojos meses en Rusia” ,lo siguiente:
¡Lenin y Trotsky¡Cómo nos emocionamos a la sola mención de estos nombres. Parece imposible que los anglosajones emitan un juicio tranquilo sobre estos hombres y sin embargo tenemos que juzgarlos con el mayor grado de objetividad. Para ser justos con nosotros mismos y con la causade la libertad, debemos tomar una decisión sin prejuicios. Han llegado a representar ciertos ideales de internacionalismo, detrás de los cuales se hallan ciertas fuerzas poderosas que van creciendo en el mundo; tenemos que escogerlos , o a hombres como ellos que siguen sus pasos, como amigos o enemigos. Se han vuelto símbolos y los símbolos son tan difíciles de borrar como las montañas”
Mas adelante, añade en forma significativa que:
“En su mayoría los estadounidenses no creemos en Lenin ni en los bolcheviques . Pero es absolutamente necesario para nosotros creer en los soviets….El soviet es el ama de Rusia y más aún , el soviet se ha convertido en el sistema nervioso de las comunicaciones y en el cerebro que decide….Entre los soviets y nosotros hay un puente, el puente de la fe común en la (op. cit pag 121 .)
John Reed , en “diez días que conmovieron al mundo”, añade su testimonio presencial donde describe una reunión en asamblea en la Casa del Pueblo :
“Trotsky levantó en vilo a la muchedumbre. Leyó una resolución cuyo sentido general venía a significar poco más o menos, que estaban dispuestos a derramar hasta la última gota de sangre por la causa de los obreros y los campesinos .¿ Quién vota a favor? Aquella multitud innumerable alzó las manos como un solo hombre. Yo veía aquellas manos levantadas y la llama que ardía en los ojos de los hombres, de las mujeres de los obreros y los soldados….”
En un escenario en el cual avanza la destrucción de fuerzas productivas, con decenas de miles de trabajadores desocupados, con cierre de fábricas, freno de la obra pública debemos responder con el programa de la clase obrera. Mientras cientos de miles de trabajadores son super-explotados con jornadas laborales que superan las 12 hs diarias, miles están sin trabajo, urge el reparto de las horas de trabajo entre ocupados y desocupados. Deben ser incorporados, bajo convenio, a la producción del petróleo, a la obra pública, todos los trabajadores desocupados.
Claro está que este programa implica la planificación de la economía, con el desarrollo pleno de la industria de nuestro país, un plan de obras públicas para construir los planes de vivienda, escuelas y hospitales que necesitamos. Esta es parte de la salida integral que debemos dar ante la catástrofe social que estamos viviendo y que se agrava día a día, tareas que la burguesía no puede realizar.
NUEVO CURSO