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Nuevo Curso

LA MULTITUD

Hoy, es el día después del 23 de abril. Casi por ese mismo dato, estamos habilitados y nos sentimos en la necesidad de dar cuenta expresa, de una tendencia, difundida en los que se convocan a luchar sin más y que ayer se dio primero en las calles en un contexto de movilización de masas y ulteriormente en los medios de difusión y propaganda.  

Esa expresión , que repetimos no es dominante sino  tendencial, nace de examinar lo sucedido, antes , durante y en las implicancias próximas y remotas de esta marcha  desde una afirmación de naturaleza dogmática, de  considerar a la clase obrera como un no sujeto, es decir, como una mera categoría abstracta superada por la agudeza de los claustros universitarios y la profusión de textos de quienes  para sostener ubicaciones de “privilegio” dentro de esa entente a la que se le da el nombre de intelectualidad.  Hablar de clase trabajadora, buscar en el fenómeno en examen la perspectiva de clase, es entonces un discurso caduco que, por tal, cierra el necesario reemplazo por «nuevos sujetos» que se han constituido en la sociedad.

La cuestión impone entonces acudir a la cantidad. Es decir, marca el análisis dentro del marco de la cuantificación, desconociendo la identidad de clase de los presentes y en particular los motivos abiertos o cerrados de la convocatoria. Si se cierra en los números, las cantidades, se oculta la naturaleza y las características de quienes se colocaron en el palco.

Obviar ese elemento, pone a la cuestión en el lugar ideológico desde donde hoy en el día después pretende ser ideologizada tras la implantación de discursos que en forma velada vuelven a la idea de “multitud”, que regresa como expresión de la posibilidad de afrontar la perpetuación de desigualdades en el orden social capitalista, que se exacerban a escenario de barbarie, en la situación crítica en la que se encuentra como tal.

Dicho, en otros términos, la centralización de los discursos “opositores” al gobierno, en la cantidad y volumen de los manifestantes destacando su heterogeneidad, ubica la intencionalmente la cuestión en la multitud desarrollando la ideología de que en definitiva las desigualdades sociales existentes están al alcance de la mano de los que deciden salir a la calle y es en ellos donde radican las “soluciones” solo ligadas a su capacidad de autodeterminación en tal sentido.

Vista el fenómeno, lo multitudinario supera todas las contingencias y factores contradictorios que lo contienen, en la medida que siendo muchos y expresando la negatividad ante lo dado, la superación de ello es solo un efecto necesario e ineludible. Dicho de otra manera, si la multitud de ayer dice no al desfinanciamiento, luego la situación de la educación superior en Argentina se supera por sí misma. Lejos quedan los análisis relativos a la organización social decadente donde se desarrollan esos estudios, las particulares características históricas que ha asumido, y la emergencia en la existencia de una situación de pobreza extendida que como tal monta una cultura de la miseria que también hace miserable la educación y sustrae en presente y futuro a los llamados a ser educados para lograr su construcción subjetiva positiva como seres humanos dignos.

Se trata de una tendencia, que, si bien sufrió los embates de la realidad, que puso de relieve su contenido puramente abstracto e ideológico, pero que sobrevive sobre todo en los entornos académicos y periodísticos, desligada del desarrollo real de las luchas, lista para emerger cuando así lo requiera la funcionalidad de la burguesía en el enfrentamiento de clases que le da perfil específico a nuestro existir concreto.

Es por tal advertencia que hoy desde el palco, desde los entramados universitarios, desde los esquemas partidarios de la política burguesa, que en definitiva solo pretenden quedar con los pies en el plato del orden capitalista, se desnuda el cadáver de la multitud replicando la admonición al análisis de clase, considerándolo sectario o ultraizquierdista según convenga. De nuevo parece emerger a pesar de todo lo vivido, de los trasversales, los insumisos, el balsismo de las divergencias llaman a tener por viejo y anacrónico cualquier acción e interpretación que llame a centrar como sujeto revolucionario a la clase obrera y destaque su centralidad en la lucha-

A los trabajadores y en eso la dirigencia sindical tomó pronta nota , se los integra como un invitado a la reunión pero esa clase en sí  no concurre haciéndose cargo del movimiento social que implica la movilización sino como uno más, razón por la cual los dirigentes gremiales por sector toman el micrófono, pero lo seden luego a otros sectores y se libera de la pesada carga para un burócrata satisfecho en su interés de decirle a los presentes como se sigue, máxime si la concentración también es bendecida por los que se llevaron por delante todas las variantes de transformación y sumergieron todo lo que tocaron , incluido la universidad a la sumisión a una fracción de la burguesía y pequeño burguesía que se autoproclamaba progresista, desde el “vamos todos juntos pero hacemos lo que yo digo “, porque yo manejo el dinero necesario para ello.

Hoy los que vendían en las esquinas la “década ganada” y los “pibes para la liberación “ malversando el sentido del proceso abierto en los fines de la década del sesenta y parte del setenta,  constituidos en grandes organizadores de derrotas,  para poder seguir «generando conflicto» superestructural , ideologizado y aparatico , trazan una asociación transitoria con los dirigentes del aparato sindical que también se ponen en pose , pero que ni siguiera unen la demanda de la institucionalidad universitaria a la paralización de las tareas, para que efectivamente la clase trabajadora se constituya en sujeto  determinante de la acción conforme a sus intereses estratégicos y  ubique el conflicto sectorial en la totalidad del fenómeno emergente de una ofensiva de la burguesía hacia la clase obrera y la población económicamente sobrante.

Este cierre de filas sobre la apología hueca de la multitud , obstaculiza el desarrollo de una política de clase autónoma y con programa socialista que dé cuenta de vocación de poder y construcción de poder obrero, haciendo pie sobre el mero economicismo que luchan ante todo por reivindicaciones salariales , que también están dentro de la puesta en calle de la Universidad ya que la afectación presupuestaria que impone la burguesía se consolida en el atraso salarial por sobre todos los demás elementos del presupuesto universitario, cuestión que ha quedado en claro por acción publicitaria del gobierno que dejó ver una doble serie de incrementos presupuestarios sobre los gastos operativos de la institución en sí .

La realidad viva y material de la lucha de clases, que como siempre ignora las abstracciones de los que se atribuyen dotes de pensadores ajironados y sentencian la caducidad de los demás, apelando a cualquier forma de embuste, nuevamente exige a la militancia de la vanguardia obrera, para llegar de manera propagandística a la clase trabajadora en sí, el imperativo de prevalecer, sobre las tentativas de poner una lápida sobre el análisis de las clases, sobre los fenómenos sociales.

Una de las malformaciones que se le pretende autoimponer al sentido que pueda lograr la importante presencia callejera de ayer , es nuevamente la impostura de poner nuevamente un paradigma de la historia de la vanguardia de la clase trabajadora de nuestro país  como lo fue la consigna “obreros y estudiantes unido adelante” , ocultando las diferencias sustanciales del proceso de lucha en su conformación actual para hacer pasar una lectura inversa de ella, por vía de la apelación a la “multitud”, que trae consigo un esquema político de alianzas de clase  con la pequeño burguesía.

Las universidades no son de los trabajadores. Alguno de los hijos de los trabajadores, también de esa condición o no, van a la universidad, pero la universidad es de la burguesía dominante que la dota de su sentido material según sus intereses y para eso atiende materialmente a los registros presupuestarios, razón por la cual hoy eufemísticamente se ata a imponer una auditoría. Es el poder burgués y su Estado el que audita, no los trabajadores, que sí se ocupan de sufragar los costos con la cuota de plus valor creado por ellos que se apropia la burguesía y que dispone para tales fines.

Los obreros y los estudiantes, no marcharon ayer por un programa que apuntara a revolucionar la universidad como parte de una revolución general de las relaciones sociales capitalistas. Las conducciones de las asociaciones sindicales, presentes de manera notoria en el acto, dispusieron un paro a futuro y no lo ligaron a la demanda universitaria, los propios sindicatos de trabajadores ligados a la prestación de ese nivel superior de educación tampoco llamaron a la paralización y a un plan de lucha coordinado con el resto de los docentes implicados en el proceso educativo.  Todo esto, se oculta tras la exaltación apologética de la multitud y a la defensa de un discurso de reanimación de las ilusiones democráticas que trata de ocultar su fracaso. Para ser más gráfico, una plaza nutrida con programa alfonsinista ya se vivió el 10 de diciembre de 1983, acudir en nuestro ya avanzado siglo a ese programa de la mano de la “multitud” es tomar por el camino que conduce al callejón sin salida de la consolidación con formato de barbarie del orden burgués.

Pero, como a menudo sucede en los entornos académicos, las abstracciones tienen la cabeza más dura que los hechos. Y es así que, sobre todo en América Latina, algunas teorías en Italia, ya desmentidas por el curso de los acontecimientos, son allí recuperadas como extraordinarias novedades. No solo allí: también en Europa algunas organizaciones políticas recientes, como por ejemplo Podemos, reclaman esos conceptos con algunos argumentos muy parecidos. Es por lo tanto útil volver también hoy sobre estos temas, que hace unos años estaban tan en boga en Italia en los ambientes de Refundación Comunista (temas que han revelado la misma inconsistencia que las recetas reformistas de la propia Refundación, hoy no por nada en crisis profunda).

El operativo de acudir con premura a la idea de “multitud” tiene también una explicación interna a sus apologistas, que es la propia crisis de la pequeña burguesía que le impide hoy dotarse de un liderazgo carismático que unificara el palco de ayer en un personaje político razón por la cual la cantidad de personas reunidas toma centralidad sin recaer en una suerte de representación otorgada por esas mismas personas a quienes habitaron en el palco.

Es cierto que trabajadores estudiantes concurrieron ayer a la convocatoria y es eso un hecho objetivo y de alta positividad en los posicionamientos de las fuerzas que conflictúan en forma permanente en la lucha de clases. Un sector joven de trabajadores que ocupan con sacrificio individual los espacios que le proporciona la universidad para mejorar su construcción como sujetos desarrollando formas de pensamiento científico en todas las áreas del conocimiento práctico, siendo en primer orden  trabajadores y  trabajadoras o proveniente de familias de esa clase social  ha salido a las calles en gran parte en forma individual sin advertencia partidaria relevante ni apego programático a ningún tipo de reformismo o economicismo oportunista , pero precisamente allí , en ese dato positiva anida la tendencia contradictoria marcada por la ausencia de organización para la lucha política y la adscripción al programa socialista revolucionario .

 La ideología de los «espacios liberados», que pretende llenar esa carencia, nuevamente con ideologías nacidas de los intereses de la pequeña burguesía, desplazando de los objetivos el poder burgués estatal ni su necesidad de superación dialéctica por el poder obrero ya ha revelado el propio carácter ilusorio frente al agravamiento de las condiciones materiales, de vida y de trabajo de las nuevas generaciones, emergente precisamente por el abandono del clasismo y la teoría revolucionaria.

La apología acrítica de la cantidad que hoy se dicta en las misas políticas que celebran las parroquias del reformismo  fue reiterada y exacerbada durante dos décadas con los dos dedos en V y la reserva moral de los “pibes para la liberación “ , en una imaginaria paz social por acuerdo de clases solo acentuaron en el plano local , las contradicciones imperialistas del orden social capitalista  y esa es la lección que necesita ser volcada en forma paciente, por propaganda y agitación de la vanguardia obrera sobre toda la clase trabajadora en sí. Dicho de otra forma, es imperioso y necesario a título de cimiento de lo nuevo, de algún modo, saldar cuentas con la historia y poner a consideración el programa socialista con su materialización por vía del poder obrero y los organismos de poder de los que la clase trabajadora se dote.

El concepto “nebuloso” de multitud, solo ayuda a las relaciones sociales capitalista establecidas para su reproducción crítica por vía ideológica de aceptación por consenso de lo dado y resultante de una previa violencia de la burguesía sobre la clase trabajadora. El clasismo, la prevalencia de la clase trabajadora como sujeto revolucionario del cambio social exigido por las contradicciones propias del régimen capitalista, es la herramienta conceptual para luchar y evitar todo desvío en la lucha emancipadora de la humanidad explotada y oprimida.

Las cantidades extraordinarias de personas que optan por la acción en las calles, terminan neutralizadas si esas masas no son acaudilladas por la clase obrera en su rol de dirección del proceso y no se expresan en un programa de transformación social del orden dominante Lo restante , es decir, la apología de la cantidad sin la pregunta en el día de hoy, de cómo seguimos y donde vamos , termina por dar la continuidad y el espacio a propuestas políticas de explícito sostén al capital financiero, que se conservan con los que ayer caminaron a nuestro lado pero esperan el momento para sentarse a la mesa que le tiende con total dominio de la situación el poder burgués

la teorización sobre “nuevas subjetividades resistentes” que, sobre el modelo de internet dan vida a formas de «redes acéfalas compuestas por una pluralidad irreducible de nudos en comunicación entre sí», es decir, «las redes de las informaciones, de la comunicación y de la cooperación» son instrumentos del enemigo de clase si esas  acciones no se nutren de una dirección política sostenida en el programa de emancipación y no se detienen en el culto de lo diverso por sobre la posibilidad de una totalización instrumental de la lucha en es único fin de superar el orden social capitalista.

No puede haber multitudes transformadoras en alianzas con el capital, porque esa formulación es contradictoria en sí misma y no permite otra identidad que la que impone el poder burgués ante quien se licúa la multitud por su propia ambigüedad aglutinante de intereses diversos y en muchos casos difusos.

La cantidad, el número, el carácter múltiple de los que ganaron la calle en forma transitoria ,trae consigo un único criterio que implica  la ineludible  voluntad de liquidar como viejo y retrógrado todo lo que en el pasado ha representado instancias de lucha por la emancipación social bajo el programa socialista, por fuera del cual se pueda armar un cuadro de apariencias simbólicas que no es tal en plano real y que se diluye gritando a los cuatro vientos sordos “universidad de los trabajadores y al que no le gusta se jode” con “obreros y estudiantes unidos adelante” todo sin saber ni denunciar que en este orden social somos los trabajadores los que normalmente se “joden” y sobre todo sin saber “ cuál es el adelante “ para obreros y estudiantes .

En definitiva, frente a las movilizaciones de masas, y tal como se ve desde el mismo momento de su impactante desarrollo, surgen presurosos los jóvenes de ayer a realizar su aporte ideológico solo contenido en la finalidad específica de sancionar la ilegitimidad de cualquier llamado a la clase obrera y a las masas proletarias como sujetos del cambio. Sobre estas bases, la multitud se presenta como «concepto abierto e inclusivo» – en contra de la noción «exclusiva» de clase obrera-, y deseoso de la democracia del preámbulo de la constitución recitado por un nuevo Alfonsín, que tarda en emerger, por lo que hasta que esto se consolide: es la «multiplicidad social aquella capaz de comunicar y de actuar en común conservando las propias diferencias internas y la institucionalidad burguesa, incluida la propia Universidad. Esta multitud es todo y nada al mismo tiempo, por sí misma y exaltada en abstracto, no puede traducirse en ningún proyecto real de transformación de lo existente.

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